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4 feb 2013

CHESTERTON Y BLAKE I


 
 
G.K.CHESTERTON   "WILLIAM BLAKE"
Confieso la dificultad de decantarme sobre una de las dos personalidades inmersas entre las páginas de este libro, leído hace ya unos meses. Por un lado, la figura siempre brillante y enigmática del poeta inglés William Blake, nacido en Londres en 1757, para muchos paradigma de la fuerza creativa y artística de la Inglaterra de la segunda mitad del siglo XVIII y las primeras décadas del siglo XIX y, por otro lado, la enorme presencia del escritor G.K.Chesterton, también nacido en Londres en 1874, enorme no solo por su presencia física (Bernard Shaw decía que, cuando se hablaba con Chesterton, la mitad del cuerpo de éste quedaba siempre fuera del campo visual de su interlocutor), si no también por el contrapunto tan acusado entre los dos personajes; éste último tan justamente objetivo, pleno de la realidad propia de la experiencia del hombre en su existencia, ligado a la creencia inteligente de Dios, fiel seguidor de las doctrinas de la Iglesia Católica; el otro, un iluminado creyente en sus visiones más idealizadas, escéptico de los dogmas pero, sin embargo, contrario al escepticismo científico, poeta y pintor de enormes facultades, sintetizador del conocimiento clásico hasta traspasar, muchas veces, los límites tolerados en su época. 

Y esta dicotomía de impresiones se sustenta, igualmente, ante una querencia propia más proclive al entendimiento con el poeta y pintor que con el escritor, aunque e éste último al ya conocerle desde hace tiempo, le estimo y considero como un auténtico campeón de las letras inglesas modernas, cuestión que refuerza ineludiblemente una especie de empate final. Para uno el sueño y la idea, para el otro la realidad apabullante de un pensamiento claro y la fuerza de una prosa de altísimo valor intelectual.
 
 
 
 
 Una parte importante del estudio de Chesterton sobre Blake se basa en la idea de que el artista estaba loco, de que se trataba de un maníaco, sólidamente asentado en sus propias mentiras. Anclado en las teorías de los “rosacruces” y en el conocimiento de los misterios eleusinos, considerado como padre de la Hermandad de los prerafaelistas y seguidor del llamado “Libro Amarillo”. Visto igualmente como un auténtico “sobrenaturalista”, firme creyente de que reyes y profetas llegaban del cielo o del infierno para hablar con él; preclaro exponente de la corriente humanitarista del siglo XVIII, individualista sin compasión, místico fracasado, en cuanto que mantiene irracionalmente en el misterio aquello que desea hacer entender, sin exponerlo finalmente; romántico exacerbado con una visión de la vida demasiado poética y exuberantemente imaginativa, obstinado en reproducir, hasta la saciedad, sus fragmentos poéticos como si se trataran de exorcismos para ahuyentar a los diablos. Tales son algunos de los exabruptos que Chesterton dedicaba, eso sí con cariño, al insigne compatriota artista.

 Chesterton significa que si Blake hubiera escrito mal quizá pudiera no estar loco, y creía firmemente que lo que dañó su mente no fue sino la realidad de su comunicación con lo espiritual. “Yo digo que estaba loco porque sus visiones eran auténticas”. Abrió, de par en par, las puertas de su mente a lo que George McDonald definió acertadamente como “la canalla del otro mundo”. Y ahonda en su visión de Blake como hombre racionalmente equivocado al sostener que era un impresionista y un escéptico. Primaban en él las impresiones inmediatas de uno mismo a expensas de las ideas generales más permanentes y positivas. Ponía lo que se percibe por encima de lo que se conoce, cayendo por lo tanto en la monstruosa herejía de que ver es creer. Y, sin embargo, de tanto porfiar en su visión ideal, revalorizaba la visión real y se equiparaba, siempre bajo la visión de Chesterton, con todos los místicos y los santos.

G.K.Chestertones.wikipedia.org/wiki/G._K._Chesterton
William Blake
 

 

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