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30 abr 2014

NARCOLEPSIA MODERNA




THE SOUNDCARRIERS                      "HARMONIUM"
Reconozco un sentimiento un tanto enigmático después de haber escuchado en numerosas ocasiones el primer disco de The Soundcarriers, "Harmonium", publicado en 2009 por el sello Melodic. El caso es que, al cabo de tantas audiciones, no encuentro la posibilidad de resolver el mensaje que los músicos de Nottingham pretendan plantearme, si es ese el caso, y a tanto llega mi incapacidad. El dilema se construye gracias a un sonido que se abre hacia un mundo brillante y atractivo para la imaginación, propiciado por muchos momentos en los que la música fluye de una forma natural, auspiciando un abandono del oyente hacia territorios de ensoñación melódica y otros, cuya sensación no deja de abandonarme, en los que no siento más que una suerte de "perfección de diseño", un cúmulo de cualidades perfectamente ensambladas que no llegan a traspasar una primera corteza de mis emociones.

The Soundcarriers hacen básicamente música para el entramado mental del oyente y, pienso que de una forma instintiva, éste se ve naturalmente obligado a intelectualizarla, a sintetizar su mensaje sonoro tratando de comprenderla y, caso que lo consiga, almacenarla en su archivo de "neuronas abiertas", aquel donde solo caben propuestas de cierto riesgo musical y artístico. Comprensión que puede quedar peligrosamente banalizada si el oyente, como es mi caso en muchos momentos de la audición del disco, se deja simplemente embarcar por un sonido a todas luces envolvente pero que, y de ahí surgen mis dudas y la razón del enigma expuesto, queda un tanto empobrecida si percibe, también es el caso que me ocupa, un producto perfectamente diseñado y empaquetado para el mejor solaz del consumidor.

Bueno, el caso es que estos ciudadanos de Nottingham, que responden a los nombres de Adam, Pish, Dorian y Leonore (ella), llevan grabando música desde el año 2007 en que editaron un primer sencillo titulado "I Had A Girl" en el mismo sello (Melodic) de este su primer Lp que comentamos. Construyen su sonido estructurándolo en base a claras influencias de jazz, folk y rock y lo envuelven, de una manera brillante y efectiva, en una aureola de armonías vocales que propician un cauce melódico de indudable sabor añejo. Corren por sus venas sangre de los grandísmos The Free Design, de Pentangle, de Renaissance, de David Axelrod, de Neu! y de Velvet Underground, también de John Barry. Y es que , a poco que el oyente se deje llevar, el sonido de The Souncarriers en "Harmonium" le transporta por carreteras secundarias de la campiña inglesa, salpicadas por rasantes donde la niebla se alinea esporádicamente con algún rayo solar, o se encuentra, dichoso él, sumergido en algún húmedo sótano del Village celebrando un inesperado eco en las paredes (de ladrillo blanco visto), quizás conduciendo su caravana hacia la salida auxiliar de una autopista alemana, dirección ruta romántica de Schongau. Hay viaje, hay "road movie", hay pantalla de televisión permanentemente conectada en la que las secuencias del sonido favorecen imágenes dinámicas, avejentadas por una oxidación premeditada.

Casi 65 minutos, 16 cortes para un pulso rítmico que rodea toda la composición de "Harmonium" haciendo de ella una aventura sensorial, un cúmulo de ecos transparentes que fluyen como la respiración de la siesta, sosegada, transparente en su quietud, tan alejada de la agresión urbana. Psicodelia moderna, distintos estilos compositivos dirigidos, todos ellos preservando su grandeza histórica, hacia un punto final que retorna, una y otra vez, hacia su origen. Voces perfectamente armonizadas (grato duelo femenino-masculino) que se asemejan, sin exactamente serlo, a un único coro que sobrevuela entre el aire de las propias grabaciones. Punteos en las líneas de bajos que trotan lentamente, marcando un paso posesivo sin ser hiriente. Harpas, teclados y harpsichords suaves como el agua buena en la garganta, "fuzzs" ácidos de guitarras que construyen tenues surcos móviles entre los visillos. Todo encapsulado en un éter fluido, un aerosol que cuando se maneja hace caer lentas partículas que paralizan la mente, pura narcolepsia de la segunda década del siglo XXI.


Y entonces..., ¿por qué no dejarse seducir por tantos y tan sugerentes argumentos oníricos, por esa belleza intrínseca a un sonido que parece obra más de orfebres divinos que de seres humanos? Lo ignoro, aunque adivino, según mis impresiones antes apuntadas, que la causa estriba en la total ausencia de imperfección. Ni siquiera las armonías vocales, que a veces pueden pecar de cierto infantilismo, quedan puestas en solfa, más bien al contrario, constituyen el mismo frondoso andamiaje orgánico del disco. La instrumentación, medida en su máxima precisión, los arreglos sabiamente disciplinados, cada acorde marca su propio terreno, nada queda al azar. Música para oyentes sin sorpresas que buscan, como en tantas otras labores, el perfecto manual de la hora aprovechada. Demasiado redondo para ser huevo; eso sí, un huevo maravilloso.



8 comentarios:

  1. Me has dejado intrigado, preveo dificultad maxima uy eso me trae más . Procedere a localizar eso si es posible

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    1. A mayor dificultad vencida, mejor recompensa, aunque preciso es decir que no es para tanto (la dificultad) y menos para una mente tan enciclopédica como la suya.
      Gracias y saludos,
      Javier.

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  2. Corriendo a buscar en youtube, ni idea estos Soundcarriers...Saludos

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    1. Espero que te gusten Antonio, aunque hay que darles tiempo.
      Gracias y saludos,
      Javier.

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  3. Javier ,

    Nunca había oído hablar de ellos, estoy escuchando algún tema en you tube , el primero "Entropicalia" me ha parecido Kautrock y este de ahora "Cannonball" muy psicodelia barroca y reflejos de la Velvet . Un disco que se ha de escuchar bien , seguro! Gran descubrimiento.

    Saludos,

    Jordi

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    1. Si Jordi, los reflejas muy bien, "psicodelia barroca y reflejos Velvet"..., y se han de escuchar con los cinco sentidos, bueno con hasta cuatro si es que uno de ellos lo tienes ocupado en otras actividades más placenteras.
      Gracias y saludos,
      Javier.

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  4. Qué interesante, querido Javier. Tu texto habla de un disco pero plantea todo un debate; la perfección nunca fue buena amiga del arte por lo general, pero existen ejemplos que nos dicen lo contrario. En fin, gracias por darnos a conocer a estos ingleses.

    Un abrazo.

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    1. Exactamente Gonzalo, ese "demasiado redondo para ser huevo" lo resume todo...La perfección existe porque lo imperfecto se da y viceversa. Bueno, no entremos en disquisiciones filosóficas. Espero que te gusten.
      Abrazos,
      Javier.

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