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15 abr 2015

HOMENAJE A "LE POILÚ" (Y A OTTO)



PIERRE LEMAITRE                            "NOS VEMOS ALLÁ ARRIBA"
"Todos los que pensaban que aquella guerra acabaría pronto habían muerto hacía mucho tiempo. Precisamente a causa de la guerra". Cae una leve y figurada lluvia sobre los campos fronterizos entre Francia y Bélgica, igual ahora que hace algo más de 100 años, y suena el piano de Erik Satie en sus "Trois Gymnopédies". Siento el eco de la devastación en una habitación tan desolada como vacía, el marco astillado de una ventana reventada aparece al fondo de la imagen. Lleva la lluvia arrastrando su melancólica melodía desde hace muchos días, ya casi incontables, y los campos, abatidos por cientos de miles de obuses, van supurando sin descanso la carne viva de sus interminables trincheras. Campos totalmente anegados de un barro que parece brotar desde el mismo centro de la tierra. El olor a pólvora se va diluyendo apenas unos pocos minutos para volver, tenaz y aun con más fuerza, al correr el poco aire libre que aun queda en las campiñas del Marne. Espectros quemados de lo que fueron árboles permanecen al borde de las enormes charcas de lodo; aquí, cerca de una cota sobre la que aun cae la ceniza de los escombros, aparecen los restos de un convoy con sus animales despanzurrados, allí, no tan lejos, el viento mueve fatigosamente una línea de alambradas, la más próxima aun mantiene entre sus púas los restos desperdigados de lo que parece ser un pobre "poilú". 

Me había prometido la lectura el pasado año de alguna obra relacionada con el centenario de la Gran Guerra (1914-1918), de forma que, conmemorando no su barbarie sino la inmensa afrenta humana que supuso, pudiera conocer más en "primera letra" el alcance y el significado de tan luctuoso hecho. Fueron transcurriendo los meses y, mientras dilucidaba si lo más conveniente era el elegir un ensayo, obra histórica o novela, llegó el fin del año y me encontré (nada raro en mí) sin cumplir una de las ilusiones literarias que me había marcado. Siguiendo las recomendaciones que en los principales periódicos aparecieron a principios de 2014 se encontraba, entre muchas otras, la novela de Pierre Lemaitre, titulada "Nos vemos allá arriba" (premio Goncourt 2013), siendo además declarada como una de las favoritas de los críticos. Esta Semana Santa tuve la oportunidad de hacerme con ella y, en apenas 9 ó 10 días, la he leído con verdadero interés, tal se deja y a tan espléndido entretenimiento conduce.


Pierre Lemaitre, parisino de la quinta (ya que hablamos de guerras y soldados...) del 51 ha escrito un libro fantástico. Una obra que supone un esfuerzo formidable por engarzar la barbarie tanto de la guerra misma como la de la post-guerra, a cual más terrible y mezquina. Una primera exposición de los hechos puramente bélicos, en las postrimerías de la confrontación (noviembre de 1918, ya muy cercana la fecha del armisticio), que vienen a reflejar, de una forma un tanto cómica, la diferente suerte de dos tipos de personajes para los que, en el propio marco de los últimos acontecimientos de la batalla, el signo de la vida futura cambiará radicalmente. La fortuna y la desgracia correrán paralelas para unos personajes que arrostrarán, durante gran parte de la acción narrada, el infortunio y la buena ventura para, finalizando como un ciclo de retorno y consumación, verse redimidos o condenados por el más sorprendente giro de la historia contada.

Es sin duda uno de los mayores aciertos de la novela el realismo narrativo que se extiende entre los distintos parajes por los que transcurre su acción. La crudeza misma de la guerra, en su variante propiamente bélica, de destrucción humana y material en las trincheras que acogen a los contendientes de ambos bandos; la vida (si a "eso" se le puede llamar de tal manera) en unos hospitales de campaña atestados y con medios escasos, el retorno al hogar de los desmovilizados, envueltos en un torbellino de desorden y mala planificación. Ya en la ciudad, ese París de finales de noviembre de 1918 a marzo de 1920 (secuencia temporal de la novela), que recibe a sus héroes soldados, tan ensalzados en la propaganda política de la época, en realidad y en una gran mayoría, tan mal tratados cuando intentan reinsentarse a la sociedad civil de la post-guerra. Una sociedad civil que acepta y permite, amparada por las élites económicas, financieras y militares (las mismas que propiciaron el conflicto mundial) la corrupción como modelo de negocio de los "nuevos ricos" y que asiste indignada, y alentada por los medios de comunicación, a los numerosos escándalos que tales conductas provocan. Nada nuevo bajo el sol.

Realismo narrativo que fácilmente transporta al lector a una contínua sucesión de tomas fotográficas y fílmicas que enriquecen sustancialmente el relato. Quizá porque estemos estéticamente educados para leer imaginándonos, al mismo tiempo, la ilusión de una película, ¡qué grandes esas novelas que facilitan al lector la representación cinematográfica de sus acciones!..., y qué grandes también cuando el narrador consigue que los planos que acuden a sus cabezas favorezcan la visión de paisajes (territorios desolados), aceras, calles y habitaciones de ciudades que palpitan entre la miseria de los desfavorecidos y la opulencia de los poderosos. Que satisfacción, también, cuando el escritor consigue dar credibilidad a los personajes menores y de paso, cada uno perfectamente delimitado en su espacio y tiempo, dado que para los grandes protagonistas ya se supone que en una novela de 443 páginas (como es el caso de esta "Nos vemos allá arriba") habrá tenido sobradas ocasiones de hacerlo. 

Todo ello ajustado por unas costuras muy originalmente hilvanadas. La de un escritor que relata a sus lectores una historia que da la impresión de haberse ya transmitido por otro y, una vez asimilada y analizada, es reescrita bajo la visión de un último narrador que rezuma humor e ironía, como si le pareciese un punto divertido el relato que narra, trágico, desolado, inmisericorde. Un gran hallazgo de estilo, en definitiva, el de este Pierre Lemaitre.


Novela totalmente recomendable, no esperen al segundo centenario de la Gran Guerra para leerla. Tan es así que al terminarla, picado por desaprensivo insecto, he pasado un montón de horas visionando un buen número de reportajes sobre la contienda en internet. Muchas de las secuencias contempladas las he ido ligando con la sucesión de imágenes leídas en la propia novela y, créanme, el resultado final no ha podido ser más satisfactorio. En muchas ocasiones las imágenes pensadas se reflejaban fielmente en las posteriores imágenes vistas en la pantalla del ordenador. Tal es la fuerza de "Nos vemos allá arriba", una novela que, no solamente me permite descubrir un desconocido y excelente escritor, me reafirma también en la idea de que todavía hay una Francia que de verdad honra a sus hijos. Excelente traducción de José Antonio Soriano Marco.


7 comentarios:

  1. Pues me has picado Javier, no soy de literatura bélica aunque sí de histórica (aunque la novela y la historia siempre tienen una contienda en la que la historia pierde mas que la novela siempre), Gracias por la recomendación maestro.
    Abrazo.

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    1. Este libro es muy buena literatura Addi, de verdad de la buena. Muy aconsejable. La propia novela va haciendo la historia y la mezcla con una ficción muy creíble.
      Gracias y abrazos,
      Javier.

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  2. Gran entrada y recomendación, Javier. Aprovecho las referencias cinematográficas de tu texto para recomendar "Capitá Conan", la muy notable película de Bertrand Tavernier sobre tan ignominiosa contienda. Su comienzo es uno de los más impactantes que film bélico alguno haya conocido.

    Un abrazo.

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    1. Tomo buena nota de la recomendación Gonzalo. Me haré con la película, de hecho ya estoy haciendo mis primeros intentos.
      Gracias y un abrazo,
      Javier.

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  3. lo siento, no me gusto, me parecio que lo spersonajes estaban demaseado perfilados

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  4. Si Chito, no dejas de tener parte de razón. A nivel de personajes la novela es bastante lineal, como si no pasara nada fuera de lo estrictamente previsible. Los personajes marcan una acción cuyo final se va anticipando a lo largo de la narración, y queda fuera la sorpresa, a pesar del buen final. Es más una novela cinematográfica (fácil) que estrictamente literaria (difícil). Yo veo más el conjunto total, la construcción, el edificio de la novela. El estilo narrativo está muy bien logrado y eso hace mantener vivo el interés del lector durante toda la trama. Para que te transporten al "entonces" y te saquen de tu "ahora" se necesitan, entre otras cosas, personajes con gancho. Y en una novela de recreación histórica, como no deja de ser esta, pienso que no desentona el que los protagonistas estén lo mejor perfilados posibles en sus caracteres y ambientes.
    Gracias por tus comentarios.
    Saludos,
    Javier.

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