HOME                     LINKS                       CONTACT                      

6 jul 2015

HA GANADO GRECIA





ROLAND KIRK                       "THE INFLATED TEAR"
Ha ganado Grecia. Somos. Desde nuestro epicentro nos hemos lavado, y con el jabón que ha sobrado proponemos hacernos visibles enjaulados en pompas. ("Y me cuentan que agotaron los globos del cielo, allá donde pasaba Melancholia"1). Los asientos del teatro están sucios, y peor aun, huelen a herrumbre burguesa. La revolución empieza escribiendo. No me valen los discursos del pueblo representado. Reconozco el derecho del pueblo, el de los navajos, el de los chiriquowas, cheyennes y comanches. La espera de canción a canción es una muerte lenta, pero se sale de ella (gran ventaja) a los pocos segundos. Revivimos en la música porque es nuestra. La hicimos parte de nuestra vida, desde el inicio, sin saberlo. Fuimos abducidos, embelesados por un fuego atroz, garbancero, de serrallo aragonés. Y en esa seguimos, algunos más puestos habitan en los cielos. Doy fe que los más adustos aun estamos aprendiendo. Cada canción es nueva, no importa se haya grabado hace 50 años.

Si, ha ganado Grecia. ¡Qué bonito!, me he quedado a gusto, más que por los griegos (homenaje a la cuna de la democracia) por el gustazo de hacerles un gran corte de mangas a los burgueses. Somos demasiado demócratas, aceptamos el juego impostor del enemigo. ¿Sabemos quien es el enemigo? Si. Ha ganado Grecia.


En un momento concreto, sin cielo, solo unas cortinas rojizas sirven de escenario, tan amplio y tan profundo que no se viera el fondo. Al final del túnel hay risas contenidas y magdalenas de Proust. "The Inflated Tear", es el inicio. Un chasquido de piedras para conseguir el fuego. Aire caliente. Tan tórrido como el saxo de Roland Kirk cuando llama a todas las tribus de Israel. En las jaimas se celebra un ágape para el coleccionista de mariposas. Quisiera estar ahora en Holland Park, tumbado en el césped, dejándome llevar por la fresca lluvia de aceros. Dispuesto a lo que venga, me estreno con la erupción del volcán de toda la banda en mi resuello. Espero y creo. Recuerdo en lo que creí.Y lo hice  con "The Creole Love Call", y cuando lo hacía supe que mi verdadera pasión era decir cosas inconexas. El saxo, o el sexo (ya no me aclaro) de Roland Kirk, en su altos y bajos es de cimas y de valles, no hay más paisaje. Los sentidos se agolpan y galopan durante todo el tema, a veces con piano honky, otras con una armonía tan de alfombra interminable, como aquella de los reyes aúreos de Nirghana..

 "A Handful Of Fives". Partida de póquer y jugada perdida. A la siguiente también, y a la otra. El ritmo constante de la pieza mantiene el culo apretado contra la butaca ("Va por tí, Cifu") y el último rizo resquemado (de ganas de bailar al dólar caníbal de la América del 68) me llama sin prisa. Llamada que se repite en "Flight By Night". Diálogos entre cuerdos y locos, ¡que maravilla! Juegos de latitudes que no aparecen ni en el mapa, y si lo hace no se respetan. Libertad total. Ha ganado Grecia. El corte telúrico de bajo de Steve Novosel adormece la canción, nos lleva hacia el centro de la tierra. Cosa posible por ser el centro un punto álgido de música,  la tierra una pasarela de melodías a golpes de baqueta. Que alegro ma subito di domenticare me ha dado con el inicio de "Lovellevelliloqui", que subidón de energía cosmopolita. La lucha entre el saxo y el resto de la banda, los presentamos a continuación:


Ron Burton: piano 
Steve Novosel: bajo
Jimmy Hopps: batería

es guerra verdadera, cual  una legión de hoplitas que se baten bien el cobre en las Termópilas (ha ganado Grecia), en tono gospel-jazz.. Retorno la aguja al principio del disco. Existe esa voz interior que me lo ordena, y no me niego a ello. Quiero ganar a mi propia voluntad por la mano. Estoy (aparte de jugando al póquer), escuchando este disco de una forma distinta después de 45 años de escucha. "The Black And Crazy Blues", es blues de derribos y de áridos, y ya no me valen las ciudades. Ahora me invade mucho más una sensación de calor veraniego inaguantable (no hay poesía en Madrid, en Julio). Y esta pieza, queridas chicharras, locas chicharras, me da la paz que necesito. Es una oración íntima. A todos los dioses, a todos los demonios, a los fantasmas, a los amigos que se marcharon sin avisar. El final coincide con la despedida del funeral. Pareciera como si los cipreses se inclinaran al paso de la banda, su último aliento es un  ritmo construido desde la luz.  "A Laugh For Rory". Saxo juguetón, ton, ton, ton, y una estructura de bajo y percusión que se atreve a jugar en el circo de la competencia, y la banda sale de recreo. Líneas de flauta escupida sirven de puente a prolongados solos de pura materia prima, de marfil y de cáñamo. El piano de Ron Burton tuvo que exhibirse en el Museo de los Grandes del Jazz, sala teclados. "Many Blessings". Pieza inicial para lavarse los dientes por la mañana, evitando la mirada cara a cara con el espejo. La sensación de juego y aventura es de extremo frescor y la jungla va creciendo sin apenas medida.. El saxo de Kirk suena como la guitarra de Jimi Hendrix, alocado y tembloroso, libre y deseando ir a la ayuda de los demás miembros de la banda, todos flotando en un océano de pulsaciones. Otra vez destacadísimo, Ron Burton al piano.

"Fingers In The Wind". Entra el mercante. Esta es la palabra clave del disco "The Inflated Tear". 

"Rolando, eres un tío acojonante. !Cielo, cielo!..., ya no se ni de q. va la cosa.... La lágrima inflamada. Cuando escucho la versión del "Creole Love Call" siento tu llamada; donde la saliva del saxo se confunde con la sirena de los mercantes". (Escrito en el sleeve del disco, año 1978)

Si, el mercante que entra a puerto y trae todos los mares en su eslora.  Música que se inicia en el muelle, a pie de contenedor y de descargadores del puerto de Rotterdam. Regalías de incienso, adornos perfumados de  lavanda. La onda se va expandiendo de inmediato. Estamos a 10 de mayo de 1968, fecha de la grabación del disco, y también de acontecimientos históricos en París. Ha ganado Grecia. Cuando lo compro, en febrero del 78, (justo después de terminar la mili), decidí para nada modificar mi ideario de vida, ser un "hobo". Vuelve a girar la aguja por el disco, en una nueva versión de la noche. Es este el momento en que la brisa celeste de las musas se arremolinan entre mis piernas. Recuerdos de tantas escuchas de "The Inflated Tears", en tantas ocasiones diferentes; cada vez más mías, ahora compartidas. Pocas armonías como estas, genuinamente unidos el blues y el jazz, han quedado debajo de mi piel. Un flujo sanguíneo y cerebral de aceptar la derrota, acogido a la mecedora de la música. Roland Kirk, entre ellos, fue Sumo Sacerdote, con Monk, Parker, Gillespie, Coltrane. Un tipo capaz de hacerme recordar el esplendor en la yerba.

La segunda escucha, cerca de las dos de la mañana, es un torrente de ecos. Poco me importa ya el título de cada tema (yo, casi siempre engañando al olvido...), todo se sucede entre una explosión de aeroplanos cambiantes. Vuelos de saxo tenor, clarinete, vientos de un Kirk pletórico en sus modos más abiertos, más cercanos al blues y a la bossa, sí....., también a ritmo de bossa a veces en "Fingers In The Wind". El mercante otra vez, ¡que sensación de encuentro y de lejanía al unísono!. Voz de los mercantes que transportan mercancía esclava a América, la que se regenera por su música, la que queda en la memoria. Cambia el decorado. Cierro los ojos. Me dejo soñar por la entrada de saxo y piano en "The Inflated Tear", una y otra vez. Truenan los instrumentos en un apocalipsis de orquídeas, flores con aristas. ("Cifu. ¡Como te recuerdo en estos momentos!"). No es saxo, viento, percusión, ritmo de primeras lavadoras, lo que suena. Es Chuck Berry pasado por el aspirador monofásico de "The Creole Love Call", la voz del bayou que sube desde el delta hasta las ciudades del viejo Walt Whitman. Cáñamo y deslizamiento del saxo, brillantemente ahogado, hasta los pantanos de Louisiana. El redoble final de la batería es de gospel.

Lloran los niños del gueto negro de cualquier ciudad americana. En 1968 el país estaba en llamas de banderas, en una decisiva confrontación contra el racionamiento mental de la sociedad burguesa. E ignoro si mucha gente de entonces se emocionaba con la melodía instrumental de llamada a filas en "A Handful Of Fives", y su perfecto paso de oca hasta la entrada del viento de Kirk, extenso y pletórico de colores. Y la aparición final del bajo de Steve Novosel. Ecos de algodón gótico en Manhattan. Ya ven que menciono algunos temas, no lo puedo evitar. Si quieren gozar como yo lo estoy haciendo ahora (como lo haré siempre), cojan el disco y escúchenlo. La música ya camina sola, sin amparo, libre de cualquier atadura. La percusión de Jimmy Hopps suena a nave industrial, ecos fabricados entre columnas de hierro y techos ennegrecidos de cielo. Los temas están perfectamente ensamblados en su estructura rítmica. Es calle 52 también, y el Vanguard, y el típico parasol neoyorquino (que cubre la acera hasta la entrada al local) cubierto de amapolas de papel. La pura emoción de sentir el jazz como la taquicardia que nunca duele, el sol de piedra que nunca quema, la lágrima inflamada.

Ha ganado Grecia.






1) "Melancholia" de Lars Von Trier
2) Dibujo de Karla Frechilla

10 comentarios:

  1. Esa introducción sobre el gustazo de hacerles un gran corte de mangas a los burgueses es fantástica. Bueno, y el resto del post también aunque no controle casi de jazz. Abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es época de ponerse (en todos los sentido), también en el jazz.
      Abrazos,
      Javier.

      Eliminar
  2. Impresionante entrada, emocionante...Ha ganado Grecia y nos ha dado una lección de valentía. Y estupenda banda sonora con Roland Kirk. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hemos ganado todos, hasta los que no creen en la victoria. De los pocos días, la victoria de Grecia, en que la música cobra todo su sentido liberador.
      Abrazos,
      Javier.

      Eliminar
  3. Fijate si eres bueno Javier, que sin tener ni puta idea de jazz me ha encantado el post, me lo vuelvo a leer, y como dice Johnny, ese primer pàrrafo es genial, alguien tendrá que limpiar la herrumbre burguesa.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Va, tú...! Ni bueno, ni hostias. Cuando aprovechas el tiempo te salen las cosas rodadas. Métete en el jazz de una puta vez (antes de hacerte viejo...)
      Abrazos,
      Javier.

      Eliminar
  4. Genial fusión de la emoción helena que nos embarga y una de las cumbres del gran Kirk. Es un disco alucinante el que traes, una auténtica pasada, pero el Oxi de los griegos supera cualquier cosa, aunque sea solo un primer paso.

    Abrazos libres, jazzísticos y anticapitalistas, querido Javier.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El Oxi y la lágrima inflamada son la misma cosa Gonzalo. Un encierro de tus paisanos (¡quien pudiera estar allí!) a solas con los toros por la Estafeta Kalea. Sensaciones fuertes que pretendemos que perduren siempre.
      Abrazos,
      Javier.
      Mi primera entrada jazzística ha quedado a años luz de las tuyas, igual que mis reivindiciones políticas.

      Eliminar
  5. Javier ,

    Estos días que he estado escuchando a Coleman , principalmente en este momento por motivo de su muerte, me ha ido bien también poder recuperar esta grabación de Mr Kirk, uf cuento tiempo que no la escuchaba!, este periodo del jazz es realmente interesante por sus confluencias con el rock, gospel, soul y los movimientos sociales del momento.
    Excelente entrada esta con la combinación del tema Grecia y una grabación de Kirk.
    Saludos,

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tengo que hacerle un hueco a Ornette y homenajearle debidamente. A poco que metas la nariz en algunos estilos del rock te encuentras el jazz, y te abre muchas puertas, te hace ver la música de otra manera, más abierta, más rica.
      El jazz no se paró nunca, la política, parece que sí. (Si algún pueblo fuera capaz de demostrar lo contrario, esos serían precisamente los griegos)
      Abrazos y gracias,
      Javier.

      Eliminar