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8 oct 2017

MENOS BANDERAS






THROWING MUSES                   "THE REAL RAMONA"
Que aquella mañana las cosas no iban a salir del todo bien lo deduje cuando al levantarme de la cama mi pie izquierdo se enroscó con el cable del teléfono móvil y, generando un nudo impensable en la oscura quietud anterior, se extendió hasta el enchufe de la lámpara para hacerla caer justo al lado de la mesilla de noche. Esa leve sensación de vacío quedó confirmada minutos después en la cocina al dar cuenta del desayuno. Cuando mojaba la última galleta en el café, un movimiento descontrolado de mi mano provocó la caída de la taza, su contenido se desparramó por la encimera de la cocina y una buena parte del líquido cayó sobre el suelo. Me pasé un buen rato limpiando esa inesperada inundación marrón oscura y empecé a pensar que mi ánimo se vería irremediablemente afectado. Parecía manifiesta la presencia de un mal fario y, al caer la tarde, ya me encontraba acompañando a mi mujer en el servicio de urgencias de un hospital cercano. Era el caso que sufría fuertes dolores de estómago, consecuencia de una intervención quirúrgica muy reciente, y los síntomas, corroborados por las pruebas posteriores, daban como resultado la súbita aparición de un ataque de apendicitis - y la necesidad de un nuevo paso por el quirófano-.

El insomnio de la siguiente semana me pilló escribiendo un breve texto que, pretendiendo servir de cable conductor, aun desconocía qué camino seguir. Decía así: "A las 4:30 a.m., un solo minuto basta para comprender toda una historia, y en el desarrollo moderno del rock - pretendidamente asimilada la lección de sus padres fundadores-, se penetra con clarividencia en su último significado, el femenino". Este pretende ser, en consecuencia, un relato sobre mujeres reales, el de Kristin Hersh y Tanya Donnelly, fundadoras de la banda Throwing Muses, también el de Sylvia Plath y Ellen West, personajes que padecerán, al igual que Kristin, el transtorno bipolar. Aparecerá además otra protagonista de ficción, la Ramona del "Herzog" de Saul Bellow, la figura de una mujer que me sedujo profundamente durante la lectura de la novela (finales de 1978) y que, por capricho de un destino benévolo, comparte nombre de pila con el del quinto trabajo publicado por la banda de Boston, "The Real Ramona" (4AD Records, 1991).

Kristin Hersh nace en Atlanta (Georgia) en 1966 en el seno de una familia nada convencional, sus padres se trasladan al poco tiempo a una gran comuna hippie situada en un bosque cercano a la ciudad donde, de tarde en tarde, es usual asistir a veladas con amigos poetas como Allen Gingsberg, o a visitas de escritores y científicos prestigiosos como Joseph Campbell. (Hablamos de él en la entrada de Julian Cope, "Hall of Fame V"). A finales de la siguiente década, ya instalada la familia en Newport (Rhode Island), el padre, profesor de Filosofía en el Salve Regina College, y la madre, asistente social para personas discapacitadas, se separan. Kristin decide quedarse en casa de su padre y es allí, a los 14 años, cuando la observan los primeros síntomas de conducta bipolar. Hospitalizada un par de años después, a raíz  de un atropello mientras montaba en bicicleta, es entonces cuando comienza a experimentar las primeras alucinaciones. Un fondo de música industrial, un extraño y continuado murmullo metálico, acompañado de voces que la incitan al suicidio, de telón una secuencia de colores que van cayendo pesadamente en sus sueños, se va apoderando de su mente en forma de canciones. Corre sin rumbo por el campo solitario atraída por tormentas repentinas, se sumerge en piscinas de aguas estancadas, vive en un almacén abandonado del puerto, sus compañeros tiñen de azul su hermoso pelo rubio. Queda embarazada de su primer hijo Dylan y conoce a su hermanastra Tanya Donnelly, hija del nuevo marido de su madre.


En su obra autobiográfica "Rat Girl" (Penguin Books, 2010), que transcurre, apenas, entre las primaveras de 1985 y 1986, Kristin conoce y relata la historia de otra mujer acosada por la esquizofrenia bipolar, Ellen West. Nacida en Nueva York en 1888, se traslada 10 años después con a su familia a Europa. Ya al final de su adolescencia, y al mismo tiempo que desarrolla su empeño en expresarse como poeta, se va hundiendo en una anorexia galopante. Después de releer el "Fausto" de Goethe habla en su diario "del arte como mutua impregnación del mundo del cuerpo y del espíritu"; su poesía, hermosamente preservada en su mirada, habla por boca de otros (Frank Bidart, Poetry Foundation): "Adoro los dulces / el cielo debería ser como morir en un cama de helado de vainilla / pero mi verdadero ser / es leve, tan solo un perfil / y gestos sin esfuerzo / del tipo de una chica / rubia y elegante cuyo cuerpo / sea la imagen de su alma". Kristin Hersh la dedica un tema homónimo en "The Real Ramona" y allí rememora su figura, la corteja cuando se contempla en el espejo y se cuestiona el porqué seguir..., mejor danzar sobre la tumba de su nueva compañera, también suicida, mientras intenta expulsar los demonios de su casa, empuñando despierta el cuchillo de la venganza.

Throwing Muses es la primera banda americana que firma con el sello inglés 4AD Records en 1986 (Sire en EEUU), poco antes de que lo hicieran sus paisanos Pixies, con los que les unirán muchos vínculos estilísticos. Años antes recorren gran parte del estado de Rhode Island, dándose a conocer en todo tipo de conciertos y destacando, aun más si cabe, en un circuito universitario donde el entonces llamado indie-rock (rock alternativo, para otros) empieza ya a asentarse en la forma de un pujante y atractivo escenario musical. La necesidad de ampliar su exposición artística les empuja a mudarse en 1984 a una ciudad como Boston, marco más amplio donde su base de seguidores y su influencia se acrecientan de forma instantánea. En el verano de 1988 realizan su primera gira por Inglaterra, acompañados por los mencionados Pixies de un Black Francis que se encuentra entre sus más fieles admiradores, presentando su segundo Lp "House Tornado". Los miembros de la banda siguen siendo los mismos desde su formación original, Hersh & Donnelly a las guitarras, David Narcizo a la bateria (con un kit sin timbales, creador de un estilo que enseguida quedó asociado a la propia marca del grupo), y Leslie Langston al bajo.

Evidentemente son otros borregos los que surfean por las olas de Sylvia Plath, muy contrarios a la pesada digestión de un plato de lentejas, mucho más mullidos y con guatas más blancas, semejantes a los mejores ejemplares del merino español, o al de aquellos que pastan por los húmedos valles de Shetland. En un artículo de Rolling Stone de Marzo de 1995, se equiparan ambas líricas, las de la Plath de "Ariel" (Poesía Hiperión, 1985, en su versión en castellano) con las del "Delicate Cutters" del primer Lp homónimo de Throwing Muses. "Y ahora / Asciendo hasta el grano del trigo, un resplandor de mares / El grito de un niño / Confundidos en la pared / Y yo soy la flecha / El rocío que sobrevuela / ...". La respuesta de Hersh no esconde la posibilidad de un final trágico: "Arrojé mis manos a través de las ventanas / Crujen / Como dioses / En una habitación / Llena de delicadas cuchillas". La historia de Sylvia Plath, la traición de su marido Ted Hughes,  también poeta celebrado, consumada tanto por su infidelidad como por su empeño en empujarla hacia un final terrible (a veces los artistas precipitan a otros hacia el abismo...), la elevan hacia el presbiterio de unas musas a las que, seguramente, también aspiraba Kristin Hersh.

Son algunos estudiosos del grupo los que hablan de un Throwing Muses más cortante, más ácido en sus primeras obras, más sosegado en este "The Real Ramona", una suerte de perfecto balance entre la lírica atormentada de Kristin Hersh y la vertiente más pop e ingenua de Tanya Donnelly. No dejo de estar de acuerdo; la contribución de ambas compositoras alcanza en esta obra sus más altas cotas de eucaristía. "The Real Ramona" se nutre del color de las mejores banderas, los de la calma del trapo demacrado por la sequía y los de la brillante llama de la ráfaga. Coexisten en su recital notas y ritmos académicos con otros tonos que hablan de una energía interna que sobrepasa la misma idea convencional de la música. La sensación física del sonido lo hace a veces rugoso, en otras, más cercano a la inocencia puramente americana, lo transforma en seda de larvas. En su conjunto las imágenes que aparecen son las de carreteras sin final, un cruce de puentes en el que las señales de circulación parecieran estar mal colocadas. Reivindico ahora el predominio de Throwing Muses sobre sus hermanos Pixies; de hecho la secuela posterior con The Breeders y Belly no ha tenido, ni posiblemente tenga, equiparación posible con la de los sucesores de la banda de Black Francis.

Ramona, el personaje femenino de la cubierta del disco, aparece descalza, sus piernas levemente separadas anuncian una osamenta pélvica plena de residuos de pastel de manzana, también de ácidos grasos saturados. Sus brazos elevados en cuña revelan una suerte de oración sureña; puede que tenga alguna relación con las enseñanzas religiosas que los abuelos baptistas de Kristin intentaron inculcarla durante su niñez (me viene mejor pensar que más bien reflejan los efectos secundarios de una dosis continuada de Diazepam). La inmovilidad de la placa número 4-D0188 del estado de Tennessee, en lo que parece ser un Plymouth Gran Fury Brougham del 77, tiene tanta fuerza americana como el paisaje en movimiento del "Nebraska" de Bruce Springsteen. Los colores verdes y amarillos de la portada chocan contra los agresivos azules del reverso, la calma del atardecer del jardín en oposición al creciente oleaje del mediodía.

"The Real Ramona" es un magma de buenas sensaciones, el sonido es tonal y, en menor medida, lo contrario; respira, muere y resucita en sus contínuos sístoles y diástoles. Dominan las guitarras de Kristin y Tanya, así como tales instrumentos, también porque son capaces de crear maravillosas atmósferas eléctricas; las mejores, las leves, como en "Dylan", un instrumental que alcanza ochomiles, la más abrupta en "Hook In Her Head", un muro de cemento coronado por cristales. Precisamente los finales, las prolongaciones de esos mismos temas (se recomienda una escucha no convencional), otorgan al disco una vida sin límite, eternamente femenina. En esa persistencia [...puede que en su habitación se esconda ahora un Alien ...], queda anclada la base rítmica de un Narcizo genial (recuerdo pocas grabaciones de batería tan buenas como esta) y de Fred Abong, nuevo bajista. Explotan las bombillas al minuto exacto del "Honeychain", junto al "Not Too Soon" (aquí me niego a recoger los cristales...), las dos únicas composiciones de Tanya. Las voces digitalizadas, esa fonética en off tan característica de las emisoras de radio y del tráfico policial americano, añadidas al comienzo de "Say Goodbye" (también a la mitad del "Hook In Her Head"), es la lotería del supermercado del fin de semana. "Counting Backwards", el tema que aparece en un EP homónimo de preciosa portada, es la canción más conocida de la grabación, pura pulsación pop-punk. "Him Dancing", un baile subido de tono en un gimnasio de los años 50.

"Two Steps" cierra la cara B y es el tema de más base "Abbey Road", también el que mejor refleja en este "The Real Ramona" la similitud estilística con Pixies. "Red Shoes", la batalla galáctica de las guitarras de K&T merece mejores paisajes lunares (recupero ahora los panoramas radiantes del maravilloso "Planeta Perdido" de Fred M. Wilcox, 1956). "Graffiti", un comienzo de molde power-pop abre librerías abandonadas. "Golden Thing", admirable profusión de melodías en distintos planos de percepción, cualquier espacio que escoja el oyente será objeto del boca-a-oreja. "Ellen West" marca territorio con el "Marquee Moon" de Television, su cuadrilátero recoge el sonido más crudo de Nueva York. Los textos de Kristin y Tanya son pura expresión femenina (más naturaleza que historia), sus mensajes llegan al oyente apoyándose en líneas melodícas que se enfrentan entre sí, no hay tregua para dos hermanas a punto de separarse. Tanya Donnelly dejará la banda después de finalizar la grabación para formar The Breeders y posteriormente Belly. Dennis Herring es el nuevo productor del grupo, un tipo enrollado de comienzos del 90, grabando a Throwing Muses en los estudios Dust Bowl de Los Ángeles. ¿Se imaginan mejor trabajo?..., no tardaría en repetir con Counting Crows, Buddy Guy o el Elvis Costello de The Imposters ("The Delivery Man", Lost Highway, 2004)

En un artículo publicado con motivo de la presentación de su "Rat Girl" (Holly Cara Price, The Huffington Post, noviembre 2011), Kristin Hersh conversa con su entrevistadora sobre la normalidad (la recuperación de la salud mental, en definitiva) como última meta a la que siempre aspiró, del infortunio que supone la enfermedad como exclusiva fuente de inspiración para la creación de la obra artística; de hecho, en algún momento decidió dejar de tomar su medicación diaria de compuesto de litio para forzar ese ansiado estado de naturalidad -sabedora de que sus fantasmas seguirían acechándola-. A esa calma, hacia ese orden de colada recogida, planchada y doblada en los armarios, intentan caminar (con mayor o menor suerte) también las otras dos protagonistas, Ellen West y Sylvia Plath. Pero es únicamente la Ramona de "Herzog" la que posee esa dicha, y, aunque esa decisión solo sea por capricho del propio Saul Bellow, me satisface. Esta Ramona disfruta además de tal abundancia de cualidades naturales (un culmen de perfección sin duda exagerada por el propio escritor americano), que caso de que el expectador tuviera que elegir en un hipotético concurso de belleza, haría de ella la candidata ganadora. No lo hace, sin embargo, Moses Herzog, el principal personaje de la novela, paralizado por sus dudas, atribulado por sus miedos después de padecer una anterior y dolorosa ruptura matrimonial. Esta mujer, la primera Ramona en mi pequeña historia, no deja de ser un capricho goyesco, la necesidad de un ir y volver, empujado por un muelle bien engrasado, al libro para recordar y recrear la felicidad de aquél tiempo, el gozo de su lectura bíblica (muy anterior a la publicación del disco de Throwing Muses), y festejar, acto seguido, un alborozo de manzanas que aun perdura. En la primera guarda de mi ejemplar aparece un tosco dibujo a lápiz que hice en su día de mi Ramona. La vergüenza ajena impide representarlo en este momento.














6 comentarios:

  1. También es mi disco de los Throwing Muses y como siempre excelente disección con el aporte de excelso de la via leteraria ( que no he leido lo cinfieso ). No se si lo has escuchado pero sino metete con Loud Family y su disco plants birds rocks and things. Es para mi gusto la sublimación de los sonidos de muses pixies y demás... de esa época.

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    1. TM son uno de mis grupos favoritos de los 90, y este "The Real Ramona", como a ti por lo que veo, me parece su obra más conseguida. De The Loud Family solo puedo acudir al "The Tape of Only Linda", disco que no escucho hace muchísimo tiempo. Lo voy a escuchar en breve para mejor apreciar tus últimos comentarios.
      Gracias y saludos,
      Javier.

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  2. Desconocía la historia que da entidad a "The Real Ramona", aunque tal vez sea el disco que más me gusta de las Muses. Hay diferencias muy marcadas entre el estilo de composición de Hersh (más grave e introvertida) frente al de Donelly (más cercana al pop),y ahora veo que tiene su lógica.

    El carácter de cada oyente empuja hacia un estilo u otro, y yo prefiero a Tanya Donelly. Pero hacían un contrapunto perfecto, y pocas bandas ha habido con ese carácter "bifronte", por decirlo así. Una gran banda. Y como siempre, un texto tan literario como ilustrador.

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    1. Si, el personaje de Hersh daba para mucho juego y he intentado aprovecharlo. Tanya es otra gran favorita, y ahí está también su paso por The Breeders para corroborarlo. Lo de la "otra Ramona" es cosecha propia.
      Gracias y saludos,
      Javier.

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  3. Tengo este LP desde que salió pero la verdad es que nunca he sido un gran seguidor de este grupo , gracias a tu excelente texto me voy a animar a escuchar de nuevo el disco y a ver si disfruto de él aunque solamente sea un poco más de la última escucha que le dediqué ya hace tiempo.
    Saludos,

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    1. Es un grupo que nunca me cansaré de escuchar, como tampoco lo hago con Pixies o The Breeders, bandas hermanas. De vez en cuando es bueno darle a la tecla de rebobinar y volver a los buenos grupos americanos de los 90.
      Gracias y saludos,
      Javier.

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