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20 sept 2018

HALL OF FAME IX: JONI MITCHELL




JONI MITCHELL                       "HEJIRA"
El Sol se derrite Joni y se asemeja a una crema de afeitar caducada, sus rayos son los últimos en un festín de panteras y de filas de admiradores a tu alrededor, cuando sales del Roxy o del Troubadur de Los Ángeles. El bajo de Jaco Pastorius en "Hejira" construye su casa en la playa, es un electroimán de plasma y salud, y ese sol Joni es el de Creta, el de la California de Topanga, el de las iglesias de madera sin nombre. Acaba el verano y vendrán otros colores diáfanos, ilustrados parapléjicos de Lovecraft en Providence, en Otoño, en la tierra de los inmortales. Llegarán después otros árboles, otras tierras, otras piedras pequeñas, otros campos limpios. Concursos infantiles en el último día de piscina, con la carga de tu hija entonces desconocida, con tu libertad innegociable como artista, como genuina intérprete del Canadá más sensible, de Cohen, Young, Mitchell, Robbie Robertson y Kerouac, esa benigna corriente de aire desinfectante frente a la frontera con los EEUU. Volverás Joni una y otra vez en "Hejira", interminable, porque es un disco con nombre de despedida árabe, es la imagen de una carretera repleta de recuerdos, de ida y vuelta, enmarcada por la nieve de los árboles, las novias y los bailarines. Así que nunca bajes la guardia de tu brazo derecho, mantén el fuego constante del cigarrillo entre los dedos, tu boina francesa ladeada, que tu pelo siga flotando entre broches plateados, que tu boca siga siendo el perfecto botón de una lejana calavera asiática.

"Hejira" es un álbum granizado, es el horizonte blanco bien triturado, puesto allí a la espera de que alguien se asome y se lo beba; es una bendición de centellas, de nubes grises y humedad sin lluvia, de caracoles de nácar y lavanda de risas y humo. Tengo la fortuna entre mis manos y me acerco a la próxima estación de servicio para comprar una cajetilla de tabaco mientras escucho a Joni Mitchell en "Hejira". Madre Silencio, nunca extiendas tus alas oscuras, porque es esta una oración debida, una plegaria que a ti ofrenden los creyentes en la resurrección de las colmenas; prolonga tu vuelo de abeja reina y tuyo será por siempre el consuelo en las estériles tardes de domingo. Éste es el blues blanco de "Hejira", el lago helado de Mendota en Madison, Wisconsin, completo de poemas de refrigerador, de coros que se sumergen hasta el fondo del iceberg, de jazz albino ascendiendo hasta barrer el polvo de las estrellas.

Hasta hace poco no leí que "Hejira" era considerado como una de las cumbres del rock de carretera, el trayecto elegido por la canadiense desde Los Ángeles dirección a Maine, vía Ontario, y vuelta a casa desde Florida por el Sur y Suroeste del país, haciendo una pequeña escala en Colorado, para entrar por el enorme ojo del valle de San Joaquín, hasta su villa de estilo español en Bel Air. Pensaba hasta entonces en Joni como una dama errante, fosilizada en la portada de un disco que tardé demasiado tiempo en adquirir, asociada a la imagen tópica de una mujer inaccesible. Escuchar es verbo cojo en "Hejira", es del todo injusto, su sonido me atrapa desde el primer rasgueo de guitarras, la solista de Larry Carlton, la rítmica de Joni; su voz, etérea, suave, brillante, otro instrumento más; el bajo de Jaco Pastorius, de acorde libre, sin freno posible, otra maravillosa música dentro de "Hejira". Y, al final, cada canción parece que existiera independientemente, pero no ocurre así, cada una es de cada otra, se entrelazan todas ellas por la idea del tránsito y su significado interno, de la autopista de líneas blancas hasta las huellas de aviones que surcan espontáneamente el cielo. Debo decir que dos días después amenaza tormenta, el pavimento está repleto de algodón sucio, y me decido por organizar un viaje hacia el Atlántico, como tú lo hiciste Joni, para así meditar con la frecuencia del ruido del motor. En una de las fotografías de Norman Seeff te muestras como una aciaga ave negra patinando sobre el hielo. ¿Es esa acaso la representación del despegue de Ícaro...?

Las canciones de "Hejira" (Asylum Rcds, 1976) vuelan como mariposas enlazadas en el aire. "Coyote"..."you just picked up a hitcher / A prisoner of the white lines on the freeway"..., compuesta cuando Joni acompañaba a Dylan en su Rolling Thunder Review de finales de 1975, parece referirse al breve encuentro que la cantante mantuvo con el escritor Sam Shepard, contratado para escribir un guión para una posible película sobre la gira. El texto contiene imágenes de fuerza brutal, granjas ardiendo, juegos con halcones; dibujos de lánguida observación, las piernas de una camarera que se aleja de la mesa después de servir el desayuno, un lento y sensual baile en un local de carretera, los comentarios entre líneas de Joni muestran el lado más fatuo del personaje, también las heridas que pretenden curarse. En "Amelia", la alusión  a la aviadora Amelia Earhart, desaparecida en 1937 en el Pacífico cuando culminaba el primer vuelo alrededor de la Tierra, es evidente. Así (tanto en los primeros como en los últimos versos del texto) las imágenes reales, también las soñadas, de aviones surcando el cielo, hacen patente la intención y necesidad de Joni de volar tan alto como le sea posible. Es en ese instante cuando relaciona la figura de Ícaro, cayendo al mar con sus alas ardiendo, con la experiencia personal, la pérdida de otra relación amorosa, y entonces se produce su reflexión más trascendente, ..."Maybe I´ve never really loved / I guess that is the truth", la pretendida justificación de una máscara de hielo ante un corazón todavía palpitante por el recuerdo.

"Furry Sings The Blues" introduce por primera vez a John Guerin a la batería, su novio en aquella época, también a un Neil Young a la armónica que, por entonces, representaba el papel de socorrista casual ante las continuas rupturas sentimentales de Joni. La evocación del Memphis de las primeras décadas del pasado siglo, salvaje, pleno de las originarias pústulas del blues, se contrapone en el momento de su visita a un Beale Street en vías de rehabilitación urbana. Joni admite que no es ese precisamente su estilo musical predilecto, aunque reconoce en el ambiente callejero de la ciudad, en los personajes que va mencionando a lo largo de sus versos, la admiración por una historia ya legendaria. El marco de acción en "A Strange Boy" nos traslada a Maine, fin de la primera etapa del viaje. A Joni le acompañan dos jóvenes amigos, un antiguo novio australiano y un asistente de vuelo con el que mantiene un brevísimo romance. La actitud infantil de éste último enerva a Joni, pero no lo suficiente como para encontrar un poso de madurez en su respuesta..."Grow up I cried / And as the smoke was clearing, he said / Give me one good reason why!". Un chico extraño que protagoniza, sin que la narrativa memorialista y evocadora de las canciones del disco siquiera lo pida, el único momento en el que el cuerpo caliente de Joni se entrega a otra persona. La punzada de un amor muerto solo puede curarse con la punzada de otro amor vivo.

Podemos considerar el mismo tema de "Hejira" como el inicio del retorno desde la costa este hasta Los Ángeles, se ha cumplido la primera parte del viaje y Joni baja, ya en solitario, desde Nueva York a Florida. Desde allí ha decidido conducir atravesando la extensa línea sureña del Bible Belt hasta bien entrado el Golfo de México, en el estado de Texas, para subir después hasta Colorado. Físicamente viaja de incógnito, bajo nombres falsos, lleva puesta una peluca pelirroja y permanentes gafas de sol; su licencia de conducir ha caducado hace meses, teme algún problema con la policía por lo que evita las autopistas más concurridas; maneja casi siempre de noche y detrás de los camiones para que con sus luces le avisen de la inesperada presencia de cualquier patrulla; se aloja en moteles de segunda clase donde ordena sus notas de viaje y va componiendo sus canciones. Es un trayecto parecido, el monólogo interior recuperado, al que Paradise & Cassidy hicieron en 1949, aunque esta vez Joni lo haga conduciendo su Mercedes blanco y con la chequera del American Express bien surtida.

En "Hejira", al igual que en "Coyote", es Jaco Pastorius el que realmente lleva el volante, su bajo y la guitarra rítmica de Joni buscan instrumentalmente la lucha amorosa..., "Still sometimes the slightest touch of a stranger / Can set up trembling in my bones", y no la rehuyen. Sobre el papel, ella ha decidido volver a ser una mujer autosuficiente, orbitar alrededor del sol sin estar atada a nadie, siente el confort de la melancolía, acepta la fiebre del propio viaje como curación. En "Song For Sharon", la base rítmica de The L.A. Express (el bajista Max Bennett hablaba en este tema de la guitarra de Joni "como una orquesta en su totalidad"), marca la pauta para una historia que sucede en Nueva York. Los ferries de la línea entre Staten Island y los muelles de Manhattan, la gitana de Bleecker Street, la pista de patinaje de Wollman Rink, en Central Park, esos, y otros escenarios menos conocidos, alimentan la memoria de la canadiense, enardecen también su libido..., "But all I really want to do, right now / Is...find another lover!". Hay una aterradora declaración, hacia la mitad del tema, en la que Joni apunta al comportamiento violento de Jackson Browne, su amante después de la ruptura con Graham Nash, como posible causa del suicidio de su entonces mujer, la modelo Phyllis Major..., "A woman I knew just drowned herself / The well was deep and muddy / She was just shaking off futility / Or punishing somebody".

El vuelo libre del bajo de Pastorius pretende aliviar lo nocivo del tema más cáustico del disco, "Black Crow". Uno tras otro se van sucediendo los medios de transporte, hidroaviones, avionetas, táxis y trenes, hasta llegar a un final de saciedad. La imagen más explícita de la prolongada experiencia es la de un cuervo negro que se abalanza sobre el pavimento para llevarse al pico algo brillante, y en ese espejo se mira Joni..., "Diving down to pick up on every shiny thing / Just like that black crow flying / In a blue sky". "Blue Motel Room" es una caliente infusión de sentimiento blues, el momento de llegar a casa se acerca y Joni se plantea si su amante la estará esperando. Compuesta en un motel de Savannah (Georgia) bajo una lluvia torrencial, las palmeras del porche se iluminan como una mancha de celofán negro. De la última infidelidad de John Guerin se ha beneficiado, durante seis largas semanas, Wayne Perkins (guitarra solista en varios temas del estoniano "Black And Blue"). La última canción, "Refuge In The Road", sin duda uno de los temas preferidos por la propia cantante canadiense en su larga carrera como compositora,  nos sitúa a la protagonista visitando a Chögyam Trungpa, (dejémoslo en...) maestro de meditación budista, en su residencia de Colorado. Durante los tres días que dura la estancia, Joni busca consejo para liberarse del lado más oscuro de su experiencia, de su frustación como mujer aparentemente sin raíces en el amor y en la idea de madre de familia (también de la creciente adicción a la cocaína que la persigue desde la época del Rolling Thunder Review). "Heart and humor and humility" / He said "Will lighten up your heavy load". El viaje ha cumplido, una vez más, su misión, ser refugio del que huye. Joni llega por fín a casa.

No pretendo forzarles más la vista delante del ordenador, de la tableta, tampoco si me leen desde el teléfono móvil. No les hablaré, para terminar, de los resultados comerciales ni de la repercusión posterior del "Hejira", publicado en Noviembre de 1976. Recuerdo cómo ese mismo año experimenté, por primera vez, la fuerza aérea del verano como imagen poética; unos meses después (en Marzo de 1977) hacía mis pinitos en un diario (que todavía conservo), escribiendo cosas como "si se puede ser un vagabundo mi camino ya ha comenzado", dibujaba poemas con textos de Jacques Prévert y rostros de mujer en los que, señalando con una flecha sus cabellos, hablaba de que "allí empezaba Arabia" (sin saber que mi relación con "Hejira" era entonces coetánea). Desde el cielo caprichoso de un cuartel adivinaba formas imposibles en las nubes y les daba nombres, los satoris de aquellos momentos anticiparon los haikus posteriores. Se conmemoraba el Bicentenario de los EEUU, con Jimmy Carter como nuevo Presidente, la Junta Argentina tomó el poder en la Casa Rosada, Lezama Lima y Mao fallecieron en Agosto y Septiembre respectivamente y, un mes antes, se celebraron los Juegos Olímpicos de Montreal. El 22 de Mayo de ese 1976, Oscar "Ringo" Bonavena, el más destacado peso pesado argentino desde Luis Ángel Firpo, fue asesinado de un disparo de fusil a la entrada de un burdel en Reno, Nevada.




8 sept 2018

EL ROCK Y LAS CIUDADES VII: LOS ÁNGELES (2ª PARTE)




CODE BLUE                      "CODE BLUE"
Volvemos a la ciudad de Los Ángeles cuatro años después de nuestra primera visita en 1972. Lo hicimos entonces para rememorar la grabación del "Sail Away" (Reprise) de Randy Newman y el entorno urbano apenas ha cambiado en Agosto de 1976. Parecida extensión eléctrica se desliza desde las Montañas de San Gabriel, Santa Ana y Santa Mónica hasta las costas del Pacífico. Los gigantescos ojos del valle de San Joaquín y el desierto de Mojave vigilan el escenario. En un lustro el gran condado de Los Ángeles ha visto incrementada su población en cerca de 240.000 habitantes. La Inmigration Act de 1965 ha atraído hasta California a una nueva hornada de emigrantes asiáticos y latinos. Éstos últimos, mejicanos en su gran mayoría, ya instalados desde décadas atrás alrededor de las fructíferas plantaciones y granjas agrícolas de Bakersfield y Fresno, camino de San Francisco, retornarán ahora en gran número hasta Los Ángeles para confluir, junto a sus nuevos compatriotas emigrados, en la amplísima zona este de la ciudad, desde Long Beach en el sur hasta los límites de Riverside y Santa Ana. Los asiáticos, taiwaneses, filipinos y coreanos (después vendrán los vietnamitas que logran salir de su país tras la debacle de la guerra), se asientan en el mismo centro de la ciudad, desplazan a la comunidad judía hacia el oeste y consolidan sus propios barrios, los más poblados de Los Ángeles según los últimos censos que dispongo (2010).

Esther Wong, la conocida posteriormente como "Abuela del Punk de Los Ángeles", ha emigrado desde su Shangai natal en 1949 para afincarse en la misma almendra del original Chinatown angelino. En el 949 de Sun Mun Way (lo que a día de hoy aparece en las guías turísticas como el "Chinatown Central Plaza"), Esther regenta el Madame Wong´s, un ya por entonces arraigado restaurante familiar que pretende seducir a una nueva clientela ofreciendo danzas balinesas en su terraza cubierta. La atracción no dura mucho tiempo porque ya en el otoño de 1978 el negocio está de capa caída y la dueña busca otras alternativas. Aparece en escena entonces Paul Greenstein, amigo de su primer marido, promotor de espectáculos musicales y conocido bon vivant de la época, que la convence para cambiar el rumbo del local. El espectacular éxito de asistencia conseguido por Greenstein en el cercano Atomic Cafe del 422 del East First Street (¿recuerda alguien ahora la canción homónima de The Motels en su primer Lp de 1979?), establecimiento localizado algo más al sur, a medio camino entre Chinatown y el barrio de Skid Row, un restaurante reconvertido desde 1977 en uno de los santuarios de los seguidores del efervescente punk inglés de entonces, indudablemente refuerza su argumento.

Dos años antes, precisamente en ese Agosto de 1976 en donde pretendemos ubicarnos, la escena musical alternativa de Los Ángeles se mueve entre Kim Fowley, ese descarado arribista cuyo único y exclusivo interés es pillar cuanta- más- pasta- mejor de los sellos discográficos, y el dj Rodney Bingenheimer, quien, desde un ático del Pasadena Hilton Hotel, emite para la emisora KROQ sus programas radiofónicos. Rodney es una figura de enorme importancia ya que, además de ser el primer dj en radiar punk en Los Ángeles, también difunde las maquetas de las bandas locales y les organiza conciertos (agrupados bajo el título "KROQ Cabaret") en locales normalmente pequeños y atestados de sudorosos espectadores, nada que ver con el circuito oficial del Whisky-A-Go-Go, Roxy o Starwood. En ese mismo mes de 1976, Martha Davis y Dean Chamberlain de The Motels, junto a músicos de otras bandas, se reunen con Rodney para que apoye un concierto que pretenden organizar en el Trouper´s Hall, un club de actores retirados de Hollywood. Rodney se hace el sordo porque tiene otros planes en ese momento, montar un macro evento con las bandas de Kim Fowley, las punteras The Runaways, y los menos conocidos Venus, The Razorblades y The Quick en el Bel Air Sands Hotel del exclusivo barrio de Westwood.

El concierto que marca el verdadero resurgir de la escena alternativa angelina es, no obstante, el del Trouper´s Hall del 24 de Agosto de 1976. En el actúan, además de The Motels, las bandas Pop y The Dogs, dos formaciones locales cuyos miembros también contribuyen, junto a Davis, Chamberlain y su círculo íntimo de amistades, a la financiación del mismo, con un coste estimado entre los 800 y los 900 dólares (de los que casi recuperan la totalidad de la inversión). Aunque lo más significativo, lo realmente importante, es que el "Radio Free Hollywood", tal y como fue conocido el evento, supone un auténtico desplante a la escena oficial de la ciudad. El público joven ya lleva cierto tiempo harto del pastoreo hippie, de escuchar en la mayoría de las emisoras a los de siempre, Eagles, la Steve Miller Band o Elvin Bishop, quieren ver reflejada la realidad de las calles del Eastside. A partir de 1978, locales como el Madame Wong´s y su rival, el Hong Kong Cafe de la cercana Gin Lin Way, compiten por atraer a una cada vez mayor masa de aficionados. Ha comenzado la llamada "Chinatown Punk Wars", mientras en Wong´s la new wave alcanza carta de naturaleza (Knack, Police, Blondie, Motels...), en el Hong Kong el punk más crudo se apodera del escenario (X, Black Flag, Catholic Discipline...)

Dean Chamberlain, guitarrista original de The Motels, es, como Martha Davis, oriundo de la gran Bahía de San Francisco, pero ha abandonado al grupo y la ciudad (ya le duele, siendo un habitual en los conciertos del Fillmore West), realmente decepcionado por la falta de ambiente alternativo. Se traslada a Los Ángeles en la primavera de 1975 para asistir a un concierto de Iggy Pop en el Whisky-A-Go-Go y allí consigue trabajo como chico de la limpieza en los Paramount Studios (por sus pasillos correteaba entonces un chiquillo de apenas 5 años,... ¿les suena un tal Beck Hansen?), posteriormente como asistente del A&R en el sello Warner Brothers. En L.A. forma la banda Skin junto a Randall Marsh (batería en la primera formación de Mudcrutch) y  Michael Ostendorf al bajo. Su idea es dar rienda suelta a su creatividad como compositor y, sobre todo, como guitarrista, instrumento que ya domina desde los 14 años de edad. Cuando The Motels se mudan a Los Ángeles, a finales de ese mismo año, Martha Davis recurre a Dean para intentar abrirse paso en una escena que se les presenta a priori cuesta arriba, las salas conocidas solo promocionan a bandas que disponen ya de contrato discográfico, las emisoras de radio pinchan en exclusiva el soft pop-rock estilo californiano de Jackson Browne (en el mejor de los casos), Carpenters o Captain & Tennille. Hasta que no consiguen el apoyo de la KROQ y, sobre todo, el impacto del concierto del Trouper´s Hall, el stablishment oficial les daba la espalda. Poco después Kim Fowley intenta seducir a Martha asegurándola, gracias a la generosidad de sus contactos, una exitosa carrera en solitario, pero la Davis es mucha mujer para personaje tan oportunista y acertadamente se niega.

Por su parte, Skin y Dean Chamberlain siguen su propio curso prodigando, durante los últimos meses del año 1978, sus conciertos en la escena alternativa angelina hasta que son fichados por el sello de Warner Brothers, precisamente en un concierto en el Club 88 de Pico Boulevard, un antiguo garito de strip-tease que se ha apuntado a la onda de los locales reconvertidos de Chinatown, en el que comparten cartel con The Motels. A principios de 1979 son anunciados en el Blackie´s de La Brea Boulevard y un impresionado asistente, el Nigel Gray productor de los dos primeros Lps de The Police, les convence en el backstage para cambiar el nombre (Skin le parecía demasiado rudo) y grabar su primer trabajo en Londres. Nace entonces Code Blue. Poco antes de volar hacia la capital inglesa Michael Ostendorf deja su puesto como bajista y contratan a uno de los más prestigiosos instrumentistas del momento, Gary Tibbs (The Vibrators, Roxy Music ["Manifesto"] y Adam & The Ants). Les espera el Olympic Studios de Barnes en Church Road, cuna de la legendaria grabación televisada del "All You Need Is Love" de los Beatles y a un par de pintas de distancia del accidente mortal de Marc Bolan dos años antes.

Los seguidores curtidos del blog (también los actualmente atentos) habrán observado, en la parte izquierda del anagrama y texto que le da título, una pequeña fotografía reproduciendo la cubierta del disco de Code Blue. He de decir que es éste álbum homónimo de la banda angelina (Warner Brothers, 1980) uno de mis grandes favoritos de siempre, un disco-isla. Cada vez que lo pincho tengo asegurado un momento de auténtica y feliz creencia en la Sagrada Religión del Rock, se renueva en mí la verdadera fe del piadoso practicante de ejercicios físicos locamente compulsivos, se me van las manos en punteos prodigiosos (nada que ver con viajes mentales), la cabeza y el estómago se funden con un único pegamento untuoso. Himnos puramente roqueros como "Whisper/Touch", "Modern Times", "Hurt", "Somebody Knows" y "Other End Of Town" suenan a victoria trabajada desde el primer acorde, imposible mejorarlos. Las baladas "Face To Face", "Where I Am", "Settle For Less" y "Burning Bridges", la primera dulce como un beso de adrenalina, las siguientes más embaladas, con más arreo instrumental, la última un white reggae en la onda de The Police, abren la puerta a un medio tiempo prodigioso, el de "The Need", una marejada digna de los mejores Pretenders. El "Paint By Numbers", tema que cierra el disco, me recuerda al más sublime Chris Spedding de "Hurt" (RAK, 1977)

A la vuelta de Londres Dean Chamberlain no queda muy satisfecho con la producción de Nigel Gray, básicamente le recrimina el haber acelerado excesivamente el tempo del disco. Se regraba y mezcla de nuevo todo el material en los Sound Studios de Van Nuys, se llama a Benmont Tench de los Heartbreakers de Tom Petty para que incorpore algunas partes de teclado, los mismos Dean y Randall, junto a Mike Stone (productor de Queen, Joe Walsh, Kiss...), acuerdan la utilización de faders para manipular los niveles de sonido. Por supuesto se mantiene el nombre de Nigel Grey como productor principal, sin que en los propios créditos del disco deje de mencionarse la participación de otros tantos técnicos en el resultado final. A pesar de (o gracias a...) esta nueva regrabación debemos decir que el desenlace es excelente. Crece en el oyente una sensación de asistir a un ejercicio de la mejor y más contundente new wave británica salpicada de ingenuidad y frescura californiana; las guitarras de Dean suenan punzantes y limpias, su voz perfectamente acoplada al sonido general del disco, la base rítmica de Randall y Gary resulta palpitante, irrebatible.

La posterior gira de promoción del álbum que, para mayor sorpresa de la banda, consigue el platino transcurrido no demasiado tiempo, comienza con una mala noticia, Gary Tibbs decide repentinamente no secundarles y prefiere quedarse en Londres. Sin apenas tiempo para ensayar reclutan a Joe Read como nuevo bajista. La decisión de su mánager de actuar como teloneros en la gira americana de Thin Lizzy no parece ser precisamente la más acertada, y aunque en la primera cita de Columbus (Ohio) la respuesta de la gran parte de los asistentes universitarios es buena, las sucesivas actuaciones se van sucediendo ante una audiencia más tradicional que prefiere claramente la apuesta de la banda irlandesa. Desencantado, Dean Chamberlain decide disolver la banda a finales de ese mismo 1980 y comienza sus colaboraciones, sin mayor pena ni gloria, en varios proyectos paralelos, hasta que resuelve a abandonar definitivamente el negocio musical a mitad de la década de los 90. Leo casualmente, en el Ruta 66 de este mes de Septiembre, que el guitarrista se está planteando seriamente volver a la música y girar en breve tiempo. Voto porque así sea, pocas noticias me podrían satisfacer tanto.