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17 ene 2019

MUSEO DE CERA




DEEP PURPLE                     "BURN"
Después de almorzar unos huevos fritos con arroz se fue a dar un paseo por el parque más cercano. Tan solo se cruzó con una mujer que caminaba algo alejada del que parecía su perro. Unos críos se balanceaban sobre una enorme alfombra de caucho sujeta al suelo. Hizo algunas fotos con su móvil. Raro que no le viniera a la cabeza ninguna canción, ningún riff de guitarra, tampoco la melodía de alguna canción. Dio las buenas tardes a un hombre joven con perilla, cerca ya de la verja de salida. Mientras regresaba a su casa iba cavilando el texto de su próxima entrada en el blog. Ya saldrá algo. Al abrir la puerta de su domicilio parecía un tipo feliz, persuadido de lo provechoso de un ejercicio del que pretendía hacer un saludable hábito diario. Año nuevo, pongamos en práctica algunas de las promesas tantas veces incumplidas. Mientras archivaba las fotos en el ordenador recuperó otras antiguas y se las enseñó a su mujer. Mira que guapa estabas aquí, ¿donde era?, en algún pueblo del interior de Cantabria, creo que en Carmona, el verano que estuvimos en casa de tus primos, ¡ah, ya!. Le preguntó si había visto las llaves de casa, contestó que no. Ella tenía sus propios planes, le habían regalado unas invitaciones para asistir esa tarde a la ópera, iría con su hermana mayor. Le pidió prestados los prismáticos.

¿Hablar de Deep Purple, de su álbum "Burn"?, ¿le interesará realmente a alguien?, una banda y una obra sobre la que se habrán escrito cientos de páginas, muchas de ellas definitivas, seguramente mejores que las tuyas. Tú mismo, te arriesgas a que la gente  piense que no merece la pena leerte, ya darán por dicho todo lo que se debe saber sobre la banda y sobre esa obra en concreto. Una más, dirán con razón. Bueno, puedo empezar comentando que compré el disco en mi primer viaje Inglaterra en el año 1974, en la misma tienda de His Master Voice de Oxford Street, un enorme edificio de tres plantas cercano a Marble Arch, quizás eso les enganche. Aquella noche dormí en un albergue de High Kensington Street, un antiguo parque de bomberos reacondicionado que alojaba a las hordas juveniles que invadían Londres por aquellos años. Se levantó del asiento y fue a la cocina a por un botellín de Mahou. Sonaba la cara B del "Argus" de Wishbone Ash -llevaba ya unos días dándole un repaso a la discografía de la banda inglesa-. Además, ya puestos , podría hablar de lo que ocurrió esa misma jornada. Me encontraba apoyado contra un árbol en Hyde Park leyendo el Melody Maker, edición de la primera semana de Julio, en la sección de anuncios aparecía un texto que decía: "another Bernie Taupin looks for another Elton John". Un chiquillo se separó de una hilera de colegiales y se acercó para soltarme una perorata de la que no entendí ni papa, ahora que lo pienso, tenía un gran parecido con Guillermo Brown.

Extrajo el disco y dentro de la funda halló unas hojas impresas que hablaban sobre la muerte de Jon Lord en Julio de 2012. En una nota manuscrita leyó algo relacionado con la llamada telefónica de su amigo el Puñi en la que le anunciaba la muerte del teclista. En ese instante paró de teclear y se quedó pensativo. ¿Voy por buen camino? Recuerdo como a partir de esa fecha programé en su homenaje una audición completa de la obra de la banda. Publiqué mis comentarios en una revista digital y al poco tiempo alguien me había añadido al "Purple Reign...Fans of Deep Purple", una plataforma internacional de pirados de la música del grupo de Hertford. Pasó las siguientes horas reuniendo una serie de datos sobre la banda y su obra "Burn" (Purple Rcds, 1974) y le extrañó no encontrar tanta información como inicialmente preveía. No habría más remedio que seguir echando mano de la propia experiencia. Le llamó la atención, eso sí, algo que desconocía, la venganza de Ritchie Blackmore contra los promotores de los festivales en Plumpton (National Jazz & Blus Festival) en agosto de 1970 y en el Ontario Motor Speedway de San Bernardino (California Jam) cuatro años más tarde. Yes y Emerson, Lake & Palmer pagaron los platos rotos. Se entretuvo viendo por youtube parte de este último concierto, la escena en que los roadies de Blackmore, siguiendo sus instrucciones, prenden fuego a parte del equipo de sonido. Este hombre, pensó, estaba genialmente loco. Creyó oír lejanos aplausos de aprobación a partir de ese momento.

¿Debo hablar ahora de la portada del álbum?, -pero esta acción transcurre ya en otra mañana-. ¿Decidirá hacerlo?. Lo hará, no les quepa duda. Le gustó la imagen con los bustos encerados de la formación de la banda, la conocida como la Mark III de Blackmore, Coverdale, Hughes, Lord y Paice. En el anverso del disco sus cabezas sostienen unas velas recién prendidas, en la parte trasera ya se han consumido parcialmente y la cera ha comenzado a desfigurar sus rostros. El color púrpura, la galleta interior con ese mismo tono del sello propio de la banda, le dio pie, lo recuerdo ahora, para organizar una Fiesta Púrpura con la pandilla de entonces, un verano de hace muchos años. Fue la primera vez que tomé ácido, no eran nada del otro mundo los que entonces circulaban por ahí, tan solo una caótica pero intensa visión de imágenes y líneas de colores cuando ya estaba acostado. En la portada aun se conservan la etiqueta de HMV con el precio de 2,25 libras esterlinas y los logotipos que acreditan la propiedad de la Familia. Repasa en este momento las notas que tomó ayer de madrugada mientras se desesperaba porque no llegaba el final del "Inland Empire" de David Lynch.

Ha dejado de fumar y, aunque hurte su intimidad con esta declaración, les diré que cada noche se da un par de golpecitos con los pulgares en el pecho para celebrarlo. Buen chico. Si, ya les digo, desde el principio de este año en el que, por lo visto, nadie confía -se avecina un nuevo cataclismo económico y a mí me va a pillar con los pulmones algo más limpios-. Un consuelo. Inesperadamente busca alguna relación entre los textos de las canciones del disco y los poemas de "Libros Proféticos I" de William Blake, igual por aquí puedo sacar otro hilo argumental. He de confesar que hasta la llegada del capítulo dedicado a  "Vala, o los cuatro Zoas", el texto promete, después ya cuesta digerirlo. Piensa que la lírica de ambas obras debería coincidir, y es que no era muy ajeno al hard-rock de entonces hablar de mujeres malditas, cielos enrojecidos, fuegos en la ciudad. Pero no, eso solamente ocurre en "Burn", la canción que abre el disco. El resto de los temas se orienta más por las influencias de los nuevos integrantes de la banda, Coverdale y Hughes, el blues y el soul. Aquí se habla de relaciones rotas, personajes buscavidas, chulos, arrepentidos o abusadores, lo típico del inframundo urbano. Blake y los Purple aquí no coinciden. Lástima, tendrá que buscar otra línea.

Una buena base de información, recuerda ahora, es el texto que apareció en las fundas del "Stormbringer" reeditado en 2009. Allí habla de aquel mágico 1974, cuando la banda estaba en pleno apogeo artístico, dos magníficos discos publicados ese mismo año, éxitos de ventas, giras mundiales multitudinarias, el caché de la banda alcanza las 40.000 libras en el Houston Astrodome de Tejas. Sigamos por este itinerario. La mayoría de las composiciones ven la primera luz en los Welsh Marches, las conocidas como Marcas Galesas que fijaron durante la Edad Media la frontera con Inglaterra, también en el Clearwell Castle de Gloucertershire, lugar donde un 23 de septiembre de 1973 fueron presentados en sociedad los nuevos miembros, el cantante David Coverdale, sucesor de Ian Gillan y Glenn Hughes, sustituto al bajo de Roger Glover. Ese texto también menciona a la ciudad suiza de Montreux, ligada ineludiblemente a la historia del grupo. En la Unidad Móvil de los Rolling Stones, por entonces allí desplazada, grabaron en noviembre de 1973 este "Burn" y, ya dando entrada a la leyenda, la misma ciudad sirve de inspiración para la composición del famosísimo "Smoke On The Water" después del incendio de su Casino durante la actuación de Frank Zappa y sus Mothers Of Invention. Aparentemente ha quedado satisfecho, aunque no del todo, volverá a revisar el texto más tarde. Pretende salir a la calle para buscar nueva inspiración pero, en ese preciso momento, llega su mujer. La ópera de ayer, si, bueno, un poco dura, cómo te diría, todo el escenario lleno de pordioseros, no muy agradable. Mueve las manos como si fueran aspas de molinos. Mejor me quedo en casa para que me lo cuente.

Igual que sucediera ayer, esa tarde salió a dar su paseo después de comer. No siguió el mismo itinerario, esta vez se movió más por las calles de urbanizaciones vecinas, no le ladró ningún perro, tienes que llevar siempre tu navajita, sacó algunas fotos, cuatro o cinco. Después del trabajo de la mañana dedujo que ya tenía prácticamente construida la estructura de la entrada. Ya en casa se colocó los auriculares, a continuación leyó con atención los textos de todas las canciones, hizo alguna que otra anotación resaltando las aportaciones de los distintos miembros de la banda. Mientras esto sucedía, la ausencia impuesta de nicotina le obligó a ingerir un par de onzas de chocolate. No pasa nada. Sigue descalzo. La transcripción que ahora continúa pretende reflejar fielmente sus pensamientos sobre esta obra. 

Me llama la atención una cualidad especial en los riffs de Blackmore. En todos ellos aparece su marca personal, líneas instrumentales inicialmente cortas, pero muy poderosas, que se van adueñando de la canción -suena ahora "Silver Shoes" de Wishbone Ash-, mejor levanto el "There´s The Rub" del plato, me está distrayendo. En "Burn" es patente esa feliz incautación, la melodía cabalga casi en exclusiva a partir de la guitarra de Ritchie hasta que, casi al final, los teclados de Jon Lord aparecen como contrapunto instrumental. Interesa mencionar especialmente la aportación del teclista en este disco -aun quedan algunos toques de rock progresivo-, teniendo sobre todo en cuenta cómo su influencia en el sonido de la banda había quedado relegada desde que Blackmore se hiciera con las riendas. "Might Just Take Your Life" realza de nuevo la cuota de Lord, el prólogo y epílogo del tema son magníficos. Otro tanto ocurre, esta vez con Ian Paice, en la batería del "Lay Down, Stay Down". Su golpeo es rápido, ocurre a veces que es difícil seguir el endiablado tráfico de sus baquetas. "Sail Away" es un tema redondo, con una estructura acertadamente definida. Los distintos tonos vocales de Coverdale y Hughes, más barítono el primero, el segundo más cándido, otorgan a la canción un contraste delicioso. Aquí también acontece el pulso instrumental entre Lord y Blackmore, algo que veremos en las canciones que integran la siguiente cara.


Tuvo que dejar lo que estaba haciendo. Una inesperada visita le obligó a salir al ruedo para saludar. Vaya por Dios, a ver si siguiendo su maldita costumbre esta vez no me besa cerca de la boca, su aliento no es que sea de Chanel nº 5. Afortunadamente la visita duró un té con leche, volveré hacia las 10 y media, para cenar mira lo que tienes en la nevera. A pesar del gran nivel de la primera cara prefiero la B, y eso descontando ese engendro progresivo instrumental de ""A" 200", favorito por cierto de Coverdale en su época inicial con Whitesnake. En "You Fool No One" la mencionada tensión instrumental Blackmore vs Lord alcanza magníficas cotas, igual que ocurre en "What´s Goin´ On Here" y "Mistreated", para mí los dos mejores temas de "Burn", aunque en este último la presión del guitarrista se hace mucho más patente. La voz de Coverdale, el bajo de Glenn y la batería de Paice funcionan en ambas canciones con la precisión del mejor relojero de Montreux. Debo decir que le agradó este nexo semántico. Cuando le telefoneó su hijo para pedirle su opinión sobre un contrato de alquiler ya tenía prácticamente terminado el texto.

Cuando concluya la entrada bajaré de nuevo la aguja sobre el quinto álbum de estudio de Wishbone Ash -no es casualidad que lleve hoy puesta una camiseta de la banda con un dibujo emulando la portada de su "Live Dates" de 1973-. Dos jóvenes vecinas se exponen desde la ventana de su cocina, justo enfrente de mi cuarto. No te despistes, es tan sencillo como rematar la faena hablando precisamente ahora de la gran expectación que causó la aparición de "Burn" en febrero de 1974. La salida de Gillan y Glover había causado cierta inquietud en los ya numerosísimos seguidores de la banda. Si bien es cierto que la influencia blues en "Burn" era más patente, no por ello dejaban de sonar a Deep Purple, el toque hard-rock de sus inolvidables "In Rock" y "Machine Head" seguía vigente. Pero esta obra marca el inicio de la pérdida de confianza de Blackmore en el futuro de la banda. Ya en el "Stormbringer" de ese mismo 1974 , su última grabación como miembro original, la nueva deriva musical, más funky incluso, le convencerá para abandonar el barco y buscar una continuidad del sonido original de los Purple en su nuevo proyecto, Rainbow. Aquí finalizó su texto. Me encuentro obligado a asegurarles de qué manera, después de las correcciones y variaciones a las que sometió el borrador original, la esencia de lo que han leído coincide en gran parte con lo que el autor pretendió desde un principio, que ustedes se entretuvieran un rato. Doy fe de ello.




8 comentarios:

  1. Magníficos, como escribes, los dos discos de esta soberbia formación de Deep Purple. Más potente "Burn", más sensual "Stormbringer" (lógico que el cabrón de Blackmore dejara la banda). Me ha llegado al alma tu apunte sobre "Inland Empire", menuda tensión su visionado, ¿el mejor o el peor Lynch?

    Abrazos, Javier.

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    1. Si, Blackmore tenía un ego desmedido entonces y, aunque se implicó a fondo en el "Stormbringer", ya veía que aquello no era lo suyo. Y de Lynch, ¿qué decir?. Esta "Inland Empire" no deja de suponer un ejercicio de infinita paciencia para el espectador. Parece que a los dos nos provoca sentimientos encontrados.
      Abrazos,
      Javier.

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  2. Muy curioso ese salto de protagonistas, esa mixtura de primera, segunda y tercera persona en el relato, tan frondoso como siempre. Sobre los Purple, recuerdo que la llegada de Coverdale y Hughes no le gustó a un sector de fans, lo mismo que esa evolución hacia el funk de la que hablas. Creo que la formación anterior, la Mark II, es la que ha quedado para la historia como la más brillante, aunque algunas piezas de "Burn" aún son de verdadera categoría, como la que le da título (es verdaderamente anfetamínica).

    Es curioso que también hayas citado esa decadencia de Wishbone Ash, aunque después de un disco tan fabuloso como "Argus" era imposible superar eso. Los Ash le deben precisamente su contrato discográfico al señor Blackmore, así que de algún modo hay conexión entre los dos grupos.

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    1. Indudablemente, la Mark II es la reconocida por todos los seguidores y aficionados como la formación estrella de la banda, aunque, hay que reconocerlo también, la siguiente formación, esta del "Burn" mantuvo alto el listón. Desconocía la relación contractual que comentas entre Blackmore y Wishbone Ash.
      Saludos y gracias,
      Javier.

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  3. Muy bueno el relato. Te metes dentro. Se vive. Y en el asunto musical, a mí me dieron mucho juego los discos: “In Rock”, “Machine Head”, Made in Japan” y “Firewell”. En aquellos tiempos vivía en Madrid. "Burn", ya en el 74, me pilló trasladándome de nuevo al sur, con cambio total de historia. No fue hasta unos años después que no retomé este tipo de música y ya no era lo mismo para mí. He vuelto a oír “Burn” ahora, y creo que tiene grandes canciones, pero ya te digo, no lo disfruto como aquellos discos del principio que comento.

    Saludossssssssss

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    1. En su momento, las primeras audiciones juveniles, nos llenaron de optimismo y energía. Cambia todo, también la forma en que nos enfrentamos a la música de entonces, aunque siempre, por lo menos en mi caso, quede ese prurito de buenos tiempos. Sigo disfrutando de discos como "Burn", de otra manera, más tranquila.
      Saludos y gracias.
      Javier.

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  4. Tengo varios discos de los Deep Purple entre ellos este "Burn" pero la verdad es que nunca he sido un gran seguidor del grupo.
    De todos modos valoro lo buena que era la banda en su hard/blues/rock y esos singles que son auténticos himnos de una o varias generaciones de fans como es el caso del tema que lleva el nombre del álbum.
    Saludos,

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    1. Yo tampoco fui un gran seguidor del grupo en aquellos años y, si tuviera que elegir una banda que me encandilara entonces, no serían ellos los elegidos. Este "Burn" fue mi primer acercamiento al grupo y admito que me gustó, y mucho.
      Gracias y saludos,
      Javier.

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