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30 ene 2020

ABECEDARIO MUSICAL: LETRA D



DINARAMA + ALASKA                     "CANCIONES PROFANAS"
(se escucha ruido de música al otro lado de la línea telefónica...)..., ¿Bajo el Volcán? (calle Ave María 42, Lavapies), sí, dígame..., ¿tenéis un libro de Marcos Gendre titulado "Deseo Carnal, Alaska y Dinarama, mil campanas"?..., creo que está publicado por la editorial Efe Eme..., (el receptor baja el volumen del sonido)..., humm..., pues no, no lo tenemos. Las bazas que antes de la llamada jugaban a favor de "Deseo Carnal" (Hispavox, 1984) desparecen casi instantáneamente...., ¿elegimos "Canciones Profanas" (mismo sello, año 1983) entonces?..., bueno, no está mal, es una obra que no me desagrada, es más, quizás sea mejor hablar de ella, desde luego no llega a la altura de sus "Grandes Éxitos" (Hispavox, 1982), ni peca de ese poquito de sobre-producción y arreglos orquestales que tiene "Deseo Carnal", y además se encuentra en ese punto clave de las segundas obras de los artistas en las que tienen que demostrar que el nivel obtenido en su primer trabajo no fue fruto de la casualidad. Lo que ocurre es que, hablando en propiedad, ese disco es más bien de Dinarama, no de Alaska, nombre añadido al grupo de Carlos Berlanga y Nacho Canut por la presión de un sello discográfico que quiere aprovechar el tirón de ventas del primer disco de Alaska y Los Pegamoides.

Parece cosa de maleficio, cómo una sola letra (la Dé) puede trastocar todo un plan de trabajo. LLevaba ya tiempo pensando en incluir en el blog una nueva sección que recogiera discos de artistas o bandas preferidas clasificadas por orden alfabético. Se sumó a esa idea el agruparlas por la década de grabación, concretamente la de los ochenta, una época que ha sido tradicionalmente denostada y que pensaba merecía la pena reivindicar. Echó mano del archivo de la colección y el ratón empezó a correr ilusionado entre las líneas que ocupaban la letra A. Chasco, tan solo un trio de referencias en esos diez años, las de Al Jarreau y su magnífico "High Crime" (Warner Bros Rcds, 1984), el "Alas sobre el mundo" de Aviador Dro (DRO, 1982) y la discografía casi completa de Alaska con Los Pegamoides y Dinarama. La escasa presencia de artistas protagonistas femeninas en las entradas del blog le decidió a escoger a la hispano-mexicana, también el hecho de dar cancha a una formación española (nacionalidad tan poco representada en un conjunto de textos donde los artistas anglosajones juegan un papel preponderante).

Según iba investigando en la información disponible sobre Alaska irrumpía el hecho flagrante de la personalidad de Carlos Berlanga, quizás como contrapunto de la artista femenina. Contraste necesario, adivinaba el autor, para realzar el éxito de ambas formaciones. Ambos educados en ambientes poco usuales en la época, el de Carlos, más progresista como alumno de un colegio de reconocido enfoque liberal, hijo de uno de los mejores directores de cine españoles contemporáneos, el de Alaska, más cosmopolita, más estrella de serie televisiva americana (de ascendencia también cubana), convergen en uno de los primeros grupos de la llamada movida madrileña, Kaka de Luxe. Recuerda ahora el autor un concierto en el Teatro Martín en el que compartieron cartel con el Paraíso de Fernando Márquez, el Zurdo, compañero así mismo de las correrías musicales y fanzineras que hermanaban a un pequeño grupo de gente inquieta. Nacho Canut, por no dejar de lado al tercer pilar de las formaciones mencionadas, posee una educación más convencional (gracias a los jesuitas), y piensa el autor que, quizás por ello, tenga más necesidad hormonal para lanzarse y participar en el bullicio, en la agitación creativa que entonces se extendía como un virus por toda la ciudad.

Conviene dejar constancia, el autor se empeña en ello, de una feliz época de su vida en la que Madrid, capital tantas veces censurada (a veces justamente), era una auténtica fiesta. Desde los años 77-78 hasta bien entrada la segunda mitad de la siguiente década, Madrid fue un hervidero, una olla a presión que buscaba asemejarse a otras grandes urbes europeas. Poetas, escritores, músicos, pintores y dibujantes de cómics y fanzines, diseñadores de moda, editores de revistas, cineastas, fotógrafos, galeristas, productores de radio y televisión, ¡hasta toreros!, independientemente de su calidad (que evidentemente no era semejante en todos) se lanzan a un ruedo que la llamada Transición propicia con unos mínimos de libertad creativa hasta entonces nunca experimentados. Todo era nuevo, el espacio del descubrimiento estaba recomendado para todo tipo de público, las autoridades municipales, además, apostaban sin ambages por el cambio de rumbo. Sin tener que esperar al fin de semana, raro era el día en el que no hubiera algún acto destacable, tanto por lo inusual del hecho como por el componente lúdico que a menudo acompañaba a la misma acción. Muestras y exposiciones de pintura y fotografía, presentaciones de nuevas revistas, fanzines y comics, libros de temática atrevida y performances poéticas, decisivas emisoras de radio y programas televisión (en los que los espectadores formaban parte del espectáculo), reapariciones de matadores (Antoñete o Manolo Vázquez) en unas Ventas repletas de gente joven (no era raro cruzarse en los tendidos con miembros de bandas como Gabinete Caligari y Pistones), Madrid se agitaba en un ritmo frenético y el autor quiere dejar constancia que fue espectador en primera fila de aquella maravillosa algarabía.

Frente todo este elenco de actividades fue la música la que atrajo mayor número de seguidores, más público ansioso de participar en esa explosión de júbilo colectivo. No tan solo en las salas de conciertos se anunciaban las actuaciones de los mejores grupos extranjeros y nacionales del momento, también se extendieron los garitos de copas y música (y no solo los desplegados por las zonas de Malasaña y el barrio de Arguelles) donde, unos djs ya conocedores de las últimas novedades y gustos de la parroquia, pinchaban hasta un horario que, prolongándose hasta el comienzo de la jornada laboral, empezó a conocerse como after-hours. El autor busca ahora en su archivo las entradas de los concierto que Siouxsie And The Banshees dieron en el Teatro Barceló (en este último actuando Nacha Pop como teloneros) y en la sala Rock-Ola los años 1981 y 1982. Lo hace para reivindicar la clara influencia que la cantante inglesa Siouxsie Sioux tuvo en la Alaska de aquellos años, tanto en su apariencia e imitativa estampa en escena como en el estilo musical que imprimió en una buena parte de las composiciones de su banda. El autor me comenta, en un apartado en el que se prepara un café bien cargado, cómo su amigo Álvaro (compañero entonces de correrías de todo tipo) prefirió dedicarse en ese último concierto a perseguir sin éxito a todas las pajaritas que se encontraban a tiro de su largo arco peludo.

Asumida ya la incongruencia de iniciar la sección alfabética con la letra D, el autor se pone manos a la obra. "Canciones Profanas" por fin. Inicia la cara A "Crisis", un de los grandes temas del álbum, la rotundidad del texto, enfatizada por la soledad de unas palabras sin ligamen verbal, lo hace más atractivo; magnífico aquí también el bajo de Nacho Canut, amparado en un sonido de funk-soft electrónico muy conseguido. "Cebras", el siguiente tema, refuerza mi idea de que aunque la voz de Alaska no es precisamente su fuerte, tanto el carácter del texto como la atmósfera del sonido le otorgan un plus especial de convicción.  Este caso es más sintomático en una composición como "Kali", una boutade etnográfica en el que, de nuevo, el tono vocal de Alaska, sin apenas expresión emocional, plano de timbre, casa perfectamente con una pieza de cera estática. En "Líneas Rectas" el curso del disco sigue los mismos derroteros. Voz machorra de Alaska, ritmo sincopado, poseedor de una energía apagada, los arreglos le otorgan ese ambiente agonizante que perdurará durante gran parte del trabajo. Con "Club de Egipcios" el disco se recupera, la voz de Carlos (que posee algo más de simpatía, más vitalidad) junto al excelente bajo de Nacho, refuerza el aspecto más pop, más festivo del disco.

La Cara B se asemeja al efecto cima-valle de tantas otras obras. "Perlas Ensagrentadas" y "Rey del Glam" componen los primeros ochomiles. El experimento vocal, compartido esta vez al unísono entre Carlos y Alaska, funciona mejor en la deriva pop que parece ahora hacerse con el control de la obra. Los arreglos, un leve visillo que se acopla perfectamente con la contundencia exacta de la percusión, convierten "Perlas Ensangrentadas" en uno de los temas más sobresalientes del disco. Ocurre los mismo con "Rey del Glam", la voz de Alaska es aquí más femenina, sin que por ello pierda convicción. La composición, un maravilloso cuenco hispano del mejor molde glam inglés, es vibrante, pegadiza, hasta mucho después de la salida de la ducha sigue ocupando la mente del oyente. "Egeo", sin ser un tema menor, no alcanza a sus inmediatos antecedentes y va marcando el descenso hasta el valle, la voz de Alaska sigue modulada, más asequible para aquellas aspirantes que nunca se matricularán en una escuela de canto. 

Con "Sacerdotisas de Baal" planeamos ya cerca del suelo (mientras decidimos cambiar de párrafo para no atosigar al lector con tantas frases seguidas). Alaska toma de nuevo las riendas y su voz grave se funde perfectamente con una canción que vuelve al oscurantismo gótico. A semejanza de "Kali", la simplicidad rítmica es un punto a su favor y este hecho permite una mayor variedad y riqueza en los arreglos. En "Nativos", la canción que menos me seduce (a pesar de una leve y encantadora distorsión guitarrera que la acompaña en todo su minutaje), la atmósfera queda de nuevo secuestrada por la voz de Alaska, pero es un rapto con efecto síndrome de Estocolmo, no lo olvidemos. La canción que cierra el disco, "Deja de Bailar", supone un nuevo despegue hacia una cima que se presume llegará en su siguiente trabajo, "Deseo Carnal". Uno de los mejores momentos pop del disco, una magnífica composición en la que Berlanga y Canut responden con un apabullante e irónico título a la presión de un sello que buscaba un nuevo éxito tipo "Bailando". El cierre de la obra no puede ser mejor ni más esperanzador.

Carlos Berlanga se quejó del resultado final del álbum aduciendo que los arreglos, más alineados con los gustos musicales del co-productor Ángel Altolaguirre, no le gustaron nada, que aprovecharon su ausencia justo después de la grabación (cuando cumplía la mili) para ultimar una mezcla que prioriza el tono gótico que ya se contemplaba en el "Grandes Éxitos" de Los Pegamoides. No estoy muy de acuerdo, el autor eleva su dedo índice; "Canciones Profanas" posee dos caras, comenta convencido, una oscurantista, influenciada por la poderosa corriente del momento Siouxsie, otra más popera, en la que Carlos se siente más cómodo, y en la que una pieza como "Rey del Glam" muestra uno de sus puntos álgidos. En todo caso, esta obra remarca sobradamente ambos aspectos, ambas visiones, y queda enriquecida además por el talento compositivo del dúo Berlanga y Canut, sus textos muestran la frescura lírica de sus autores, la profunda levedad de sus influencias literarias y pictóricas (Berlanga es un artista que ya empezaba a destacar por sus dibujos y tiras de cómics), las imágenes que provoca su poesía urbana no dejan de mostrar además sus gustos cinematográficos. Antes de finalizar, el autor desea hacer una mención especial para Johnny Canut en la batería (hermano de Nacho), gran trabajo el suyo, y para Javier de Amezúa al saxo (hermano de María, la más bella musa hippy de la Facultad de Derecho de unos años años antes), la intervención de éste último en la grabación otorga al disco un loable toque Andy MacKay.







15 ene 2020

RELATOS X: ACCIDENTE PRÓXIMO A SUCEDER



Mañana me gustaría entrevistarte para el blog, le comenté (unas horas después la idea quedó confirmada en un WhatsApp que a continuación resumo). Propongo quedar en un sitio discreto, bajo la estatua del oso y madroño en la Puerta del Sol, punto cardinal desde el que podemos tomar cualquier dirección, conozco una tetería, cerca ya de Atocha, donde si hay suerte nos hacen la danza del vientre. No lleves ningún envoltorio de plástico encima, te cachearé para comprobarlo. No fue allí donde por fin nos encontramos y mientras divisaba su inconfundible físico me pareció contemplarle pensativo entre un plato de patatas fritas y el postre de su reciente jubilación. Ahí estaba y yo iba dispuesto a darle una paliza pero su abrazo de oso pidiéndome disculpas definitivamente me desarmó. Decidí a continuación exponerle parte del guión de la entrevista para de esa manera mantener su atención. La cervecería Santa Bárbara estaba tan repleta de gente que no era raro ver cómo los camareros (uniformados con su tradicional chaqueta, camisa blanca y corbata negra) tropezaban unos contra otros a lo largo del estrecho pasillo central. Los grandes espejos de las paredes reflejaban una decoración más del gusto del XIX, dominaba el color rojo tiziano sobre el terciopelo de unas butacas ya algo desgastadas, la luz del local se enroscaba en la caracola blanca y dorada de las antiguas escaleras austro-húngaras.

Algunos aseguran que hubo un tiempo en que los hombres se miraban a los ojos y se entendían, así, por las buenas, sin palabras, pero el inspector Martínez pensaba que eso debió ocurrir hace ya unos cuantos siglos; hoy la gente habla y habla para no decir nada, se esconden detrás de sus voces para disimular su ignorancia, como si fueran un escudo contra la caries mental. Encendió otro cigarrillo, tengo que dejar esta mierda, me está matando, masculló mientras tentaba con la lengua las llagas de su paladar superior. Y este hijo de puta, este que se cree que por tener un bar de moda ya está por encima del bien y del mal, cabronazo, no ayuda nada, con esa mirada de corcho podrido por el alcohol, nos niega lo que todos ansiamos saber ahora, nos oculta la única pista por la que posiblemente podamos averiguar algo. Los aros de humo del inspector Martínez salían a borbotones desde sus finos labios, las pequeñas ondas iniciales alcanzaban su máximo diámetro antes de llegar al techo, olió la nicotina impregnada entre sus dedos antes de atusarse la perilla, quiso carraspear pero le pareció fingido. Se acercó después a la bombona de agua colocada en una esquina del pasillo, la madre los parió, tampoco han repuesto los vasos hoy, y este idiota sigue ahí sentado, confiando salir en cuanto aparezca su abogado. Aspiró la última calada de su Lucky para aplastarlo a continuación en un repleto cenicero de cristal, el expediente seguía abierto encima de la mesa y allí se encontraba la fotografía.

Tienes que aguantar, aguantar ¿entiendes?.... Si, yo soy ese hijo de puta, el cabronazo idiota propietario del bar de moda del que habla el inspector Martínez. Aquí me encuentro, en una de las comisarías del barrio de Salamanca, en este cuartucho de apenas... (duda en ese momento sobre la expresión más exacta) 10 metros cuadrados; helado, sin calefacción, rodeado por cuatro paredes desnudas y una puerta cerrada a cal y canto; parece como si mi fortaleza se escurriera entre el gotelé de estas paredes para caer al suelo lentamente. No pienses en ello, tienes que aguantar...; antes de nada, toma conciencia de tu situación, no le mires a los ojos, haz lo posible por mantenerte alejado de su mirada, fíjate solo en su boca, incluso en ese maldito perfil judeo-masónico que tanto te repugna. Y mientras esto ocurre no puedo dejar de preguntarme, qué demonios hago yo aquí, qué es lo que ha pasado realmente. Esos dos tipos aparecieron en el bar, escogieron la única mesa disponible al lado de una de las ventanas, no los había visto nunca por el local. Me pasaron la comanda de Roni, una cerveza y un gintónic de Beefeater, les miré de soslayo, uno de ellos, el de la barba, sacó un papel y empezó a escribir, parecían muy animados, nada anormal en una tarde previa a los días de Navidad. El bar se encontraba entonces prácticamente lleno, más aun en la zona interior, donde un numeroso grupo de americanos trasegaban unas cuantas botellas de Rioja. En la barra, en el extremo cercano a la mesa de esos dos tipos, recuerdo haberla visto. Me pegó un subidón, lo confieso.


¿A qué viene todo este revuelo, cual es la razón de esta historia?, se arrellanó en el sofá, junto a la chimenea, desde allí podía contemplar la enorme estantería de caoba del salón (completa la colección del National Geographic desde los primeros años 50), su lugar favorito en la casa familiar de la calle Pinar,  una bellísima travesía en cuesta hacia María de Molina, rodeada por los palacetes que albergaban la embajada portugesa y el Colegio Alamán. Allí llegaron desde Bilbao a finales de esa década, él apenas contaba entonces 5 ó 6 años. Apuesto que seguramente vieron las comitivas de Eisenhower del año 59, las de Nixon y Ford tiempo después, la de los astronautas Armstrong, Aldrin y Collins recién descendidos de la Luna, doblando por la plaza del Marqués del Duero hacia Colón. Si alguien me pidiese declaración, y tan solo en caso de apertura de expediente administrativo, solo diría que el autor del texto me citó para hacerme una entrevista; que quedamos por la zona del barrio de las Letras pero que (he de reconocerlo, debido a la fuerza mayor de una inacabable sobremesa) yo le propuse anticiparnos y vernos en la cervecería de Santa Bárbara. Allí se presentó y nos dimos un abrazo, pidió un doble de cerveza negra mientras me explicaba el motivo de nuestro encuentro. Recuerdo que comenzó a preguntarme cosas extrañas, sin mucho sentido, y que yo me limité a seguirle el juego.

El inspector Martínez abre la puerta de la sala V605 y procede al interrogatorio final. El dueño del local de moda se encuentra sentado enfrente de la cámara de seguridad, su cara refleja ya el cansancio propio de tantas horas perdidas. Se miran sin verse, el inspector deja caer con fuerza el expediente sobre la mesa, ¡te voy a cantar las cuarenta, cabrón!. El idiota del local (sin duda asustado por el ruido) se atreve a pedir un vaso de agua; hoy no hay agua ni hostias (por una vez el inspector Martínez dice la verdad), me vas a decir de una puta vez qué pasó entre las 9 y las 10 y media de esa noche mientras le muestra la foto. Allí se les ve, él detrás de la barra con un trapo entre las manos, la supuesta víctima al otro lado, sentado sobre un taburete, impecablemente vestido con su traje y sombrero blanco. ¿Qué pasó entonces?, ¡contesta, maldita sea!. ¡Nada, no pasó nada!, ese tipo se limitaba a quemar cosas, ¿qué cosas, no eran papeles o cartas entonces...?, no inspector, la carta que sostiene en su mano derecha es en realidad una tarjeta de visita profesional, el local está lleno de ese tipo de cartulinas, mire usted al techo y se dará cuenta. Al inspector (curado de desconciertos después de su segundo matrimonio con una mujer de Cali) le sube repentinamente un regüeldo con sabor a ajo colombiano y pregunta, ¿y qué ponía en la tarjeta?..., no recuerdo el nombre inspector, solo la profesión allí escrita, era..., periodista del The Guardian.

Debo aclararles que, por empeño personal del inspector Martínez, no hubo lugar a dar curso oficial al expediente abierto el día de autos (actualmente archivado en el Ministerio de Interior, sección Patrimonio Documental, pasillo 23F). Allí se encuentra la declaración de la supuesta víctima, tanto en lo que ésta relata sobre su antigua relación personal con el autor del texto como en lo relativo al contenido de la entrevista que le propuso. El temario de preguntas no deja de tener cierta incongruencia. ¿Recuerdas la primera persona que conociste sin conocerla previamente de nada?, ¿cual fue tu primera reacción mecánica al ser consciente de que no podías correr a gran velocidad?, ¿pensabas mientras comías?, ¿qué sentiste cuando escuchaste por primera vez "El Garrotín?, ¿cual es el número de tu DNI que menos te gusta?, ¿qué es lo más característico del ambiente de Madrid que encuentras en Bilbao?. Curiosamente de todas las respuestas transcritas por el entrevistado se deduce una clara querencia por su relación personal con el sexo femenino (incluidas las monjas de sus primeros años escolares); tanto es así que no le dolieron prendas al admitir representar su papel ideal como el de una mujer no procreadora, me encanta ser mujer, le comentaba al autor, mientras dirigía a Roni una mirada no incluida en la carta del restaurante de moda.


El inspector Martínez salió de la comisaría con todas sus pertenencias intactas, ¡ya es raro!, nadie ha metido mano hoy en mi taquilla. Hay constancia fotográfica en la que se le ve con el Jefe de Servicios Internos; parece mentira Martínez, después de más de veinticinco años de paz me la mete usted doblada, espere Barroso, recapacite, no tengo nada contra usted, todo lo contrario, pero necesito salir de esta pocilga cuanto antes, y tranquilo, nadie sabrá nada de lo nuestro... Un par de horas después, el dueño del local de moda (El Economato, calle Bailén 5) dejó la sala de interrogatorios, libre, sin cargo alguno. La supuesta víctima, aun adormilada en el sofá de su casa de Pinar, miraba el reloj regalo de su boda, cotejando el horario del último autobús de línea a Bilbao. El autor del texto piensa en reservar su mesa favorita en El Comunista para proseguir con la entrevista. Puede que les mantengamos informados.



A Javier Urroz.




11 ene 2020

ÁLBUM FOTOGRÁFICO 2019 II



Segunda y última entrega de esta antología fotográfica del pasado año. Aquí los motivos son variados, oscilando entre interiores y tomas externas. Desde la espontaneidad infantil hasta la reflexión sobre los perfiles tamizados por unos visillos, el autor ha pretendido retratar algunas estampas que, a pesar de su indudable trivialidad, colman no pocos momentos de nuestra existencia.

1.- SEÑALES DE SUEÑO


2.- ELLA


3.- ROPA SUCIA


4.- SE ALQUILAN


5.- EFERVESCENCIA


6.- ME PLANTO


7.- REFLEJOS EN UN OJO DORADO


8.- AHORA SILENCIO


4 ene 2020

ÁLBUM FOTOGRÁFICO 2019 I



IV Edición del Álbum Fotográfico, correspondiente al año 2019 en esta entrada. Un año en el que he de reconocer la inspiración ha sido menos condescendiente con el autor. La primera parte presenta diversas tomas relacionadas con la ciudad de Madrid. Para un mejor disfrute les sugiero pinchen en cada una de las fotografías expuestas, incluida la de la cabecera.

1.- PEINES COLGANTES


2.- A LAS TANTAS...


3.- ESTATUA DE SAL (HOMENAJE A RADIO FUTURA)


4.- PROA


5.- DESPEDIDA


6.- HOMENAJE A THE NICE ("FIVE BRIDGES")


7.- OVNIS SEDIENTOS


8.- ANTES DE LA TORMENTA