Girona, enero de 2010. Uno de los puentes que cruza el río Ter con la catedral de la ciudad al fondo.
Contraste iluminados del rojo férreo del puente y de la brillante mole catredalicia, al fondo. La noche, mano negra que se posa sobre el alma (esta frase es de Victor Hugo, no podía ser mía siendo tan buena...), otorga a la composición un soporte en el que es fácil que destaquen los colores.
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