THE DREAM SYNDICATE "HOW DID I FIND MYSELF HERE?
Terminó el borrador pasada la medianoche, dos días después del plazo previsto para la entrega definitiva. Aun le quedaba una jornada más para las correcciones finales, le sabía fatal, a pedo de coliflor, era más partidario de dejar los bocetos iniciales tal y como quedaran, el texto resultante le parecía así más auténtico, más de cámara instamatic. El último día del mes, un lunes de esos en los que ni empieza ni termina nada interesante, presentó al editor el artículo. Sabía que una mala recepción sería inevitable. ¿Cómo lo vas a titular...? Contestó con una seguridad que no dejó de sorprenderle: 54 millones de vacas...¿Estás quedándote conmigo...? Bueno, verás, hace un par de días estaba por Lavapiés tomando unas Modelos Negras con un porteño y me comentó que por allí hay un debate muy interesante sobre la enorme cantidad de metano que emiten los eructos de la cabaña bovina, un 20% de las emisiones totales de efecto invernadero, ya sabes,... El editor, una birria de tío (le recordó al actual alcalde): no tienes huevos...; se miraron como el sol y la luna a la misma hora del aperitivo.
Bueno, el caso es que ya tenía comenzado un texto alimentado con las notas de una abortada sesión nocturna efectuada a últimos de Julio. Los participantes fueron The Clash, Green On Red, The Beat Happening, The Byrds, Moose y los Beatles como artistas invitados. Repasó los tres y pico párrafos del borrador y apenas encontró algo que le sirviera; además fue una noche de esas tontas, demasiadas expectativas que apenas concluyeron en dos o tres frases medio ocurrentes. Vayamos a otra cosa, se dijo resignado. ¡Maldita sea!, tuve tiempo de sobra para disponer del texto en la fecha acordada, ¿de qué le valía quejarse ahora sino para confirmar su maldita falta de previsión?. Debía intentarlo de todas formas, no le quedaba otra. Vamos a ver, ¿y si le hablo del tiempo que me llevó la preparación de un texto para la presentación del libro de un amigo, de las gestiones transcurridas mientras negociaba en el banco la financiación para la compra de una bicicleta eléctrica, o del guión que preparé para una emisión radiofónica de otro compadre aficionado al blogueo....? Mejor ni mencionar la tremenda resaca que le dejó todo un día tirado, sin apenas capacidad de reacción tras una magnífica sesión nocturna en la que Iggy Pop, City Kids, Mega City Four, The Edsel Auctioneer y My Bloody Valentine brillaron con luz propia hasta las 6 de la madrugada.
Como quien no quiere la cosa ahí encontró la inspiración, el filón que buscaba. Hablar de la banda protagonista del programa de radio al que había sido invitado la víspera. Centrarse en algo muy cercano en el tiempo, dejar de lado las notas y los recuerdos dispersos de una calurosa noche de Julio. Pensó incluso en darle a la narración un tono más jocoso, algo gamberro, sin duda influido por la reciente lectura de "Los Asquerosos" de Santiago Lorenzo, un escritor y una obra que le había sido recomendada por su librero no hacía mucho. Eso ya sería más difícil, dedujo, conseguirlo en un narrador más acostumbrado a expresarse en un estilo de cierta seriedad formal. Haré lo posible por insertar pinceladas más volátiles, como si acaso no me costara demasiado esfuerzo añadir alguna que otra gracia entre línea y línea, procurando crear una atmósfera donde el bostezo no tuviera cabida y, si así ocurriera, que lo fuera en el último momento de la lectura. Tuvo la buena idea de rodearse de una buena banda sonora mientras escribía, artistas de estilos más desperdigados, folk-rock californiano, groove africano francófono, high-energy australiano, blues electrificado con influencias soul, electrónica casera y soft-rock inglés de los años 70.
Una vez más admitió el efecto benéfico que las publicaciones musicales hicieron por su educación musical. En este caso concreto, recordó cómo la revista Ruta 66 le puso por primera vez en contacto con la banda californiana The Dream Syndicate. Corrían los años 83-84 del siglo pasado y el denominado Nuevo Rock Americano hacía por entonces acto de presencia. Cuantos magníficos momentos escuchando los primeros trabajos de R.E.M., de Rain Parade, de Green On Red, Rank and File, Game Theory, The Long Ryders, The Leaving Trains, Thin White Rope. Entre todos ellos reconoció a The Dream Syndicate como uno de sus preferidos. Aquel verano de 1984 paladeando el perfume de su "The Days of Wine and Roses" (Slash Rcds, 1982), las guitarras con ese feedback tan deudor de The Velvet Underground, la portada con una influencia que le pareció de Mondrian, las fotografías del reverso, Steve Wynn, en plan James Dean, la de ella, Kendra Smith, la bajista, con esa mirada pícara a la moda, Karl Precoda, tan parecido al piloto francés de F1 François Cevert, la de Dennis Duck, el batería, con su cara redonda, pelo corto y ojos de frenopático. El anagrama del sello Nuevos Medios, tan decisivo para dar entonces a conocer los trabajos de bandas y artistas incluidos en su Catálogo de ese mismo año, New Order, Cabaret Voltaire, Durutti Column, Pat Metheny, Scritti Politti. Aquellos eran tiempos en los que aun perduraba la posibilidad del deslumbramiento.
Una vez más admitió el efecto benéfico que las publicaciones musicales hicieron por su educación musical. En este caso concreto, recordó cómo la revista Ruta 66 le puso por primera vez en contacto con la banda californiana The Dream Syndicate. Corrían los años 83-84 del siglo pasado y el denominado Nuevo Rock Americano hacía por entonces acto de presencia. Cuantos magníficos momentos escuchando los primeros trabajos de R.E.M., de Rain Parade, de Green On Red, Rank and File, Game Theory, The Long Ryders, The Leaving Trains, Thin White Rope. Entre todos ellos reconoció a The Dream Syndicate como uno de sus preferidos. Aquel verano de 1984 paladeando el perfume de su "The Days of Wine and Roses" (Slash Rcds, 1982), las guitarras con ese feedback tan deudor de The Velvet Underground, la portada con una influencia que le pareció de Mondrian, las fotografías del reverso, Steve Wynn, en plan James Dean, la de ella, Kendra Smith, la bajista, con esa mirada pícara a la moda, Karl Precoda, tan parecido al piloto francés de F1 François Cevert, la de Dennis Duck, el batería, con su cara redonda, pelo corto y ojos de frenopático. El anagrama del sello Nuevos Medios, tan decisivo para dar entonces a conocer los trabajos de bandas y artistas incluidos en su Catálogo de ese mismo año, New Order, Cabaret Voltaire, Durutti Column, Pat Metheny, Scritti Politti. Aquellos eran tiempos en los que aun perduraba la posibilidad del deslumbramiento.
Así que se puso a la faena, desechando desde el primer instante dirigirse al lector ya conocedor del grupo y de su historia, para ello no haría falta rellenar ningún párrafo, lo saben todo. Comenzamos entonces. The Dream Syndicate, banda californiana abanderada del sonido conocido como Paisley Underground, una mezcla de psicodelia, garaje, punk..., Steve Wynn, su líder, en numerosas entrevistas mencionaba sus grupos preferidos desde el inicio de su carrera en Denis: Velvet Underground, Stooges, Neu!, Modern Lovers, Gun Club, segunda fila. En sus primeras obras, "The Days of Wine and Roses" y "Medicine Show" (A&M Rcds, 1984), el feedback nutre las capas de guitarras de Wynn y Karl Precoda, en el primer Lp de una forma más velvetiana, en el segundo (sin olvidar la influencia de los de Nueva York), las aristas tienen un toque más Crazy Horse. Hay mucha distorsión en el primero, más rock de alambique en el segundo. Sus siguientes trabajos no los controlaba, había escuchado poca cosa. Alguna publicación hablaba de la deriva más pop de la banda hasta su ruptura en 1988. Siguió, eso sí, a Steve Wynn en alguna de sus posteriores obras en solitario, en concreto en su "Weasel" (Brake Out Rcds, 1995) ya en Gutterball, una formación en la que coincide con Stephen McCarthy de The Long Ryders y que suena mucho a eso, a Steve Wynn.
En Septiembre de 2012 la banda es invitada al Festival BAM de Barcelona, le siguen tres conciertos más en Madrid, Valencia y Bilbao, celebraban el 30 aniversario de la publicación del "The Days of Wine and Roses". El éxito fue total. Dos años más tarde repiten gira para celebrar la misma década de su "Medicine Show", allí acudió a la sala Moby Dick de Madrid para verles. Recuerda su grito, a pie de escenario: "We Love You...", y la respuesta de Wynn: "ese mismo sentimiento lo tenemos nosotros para todos los que estáis aquí esta noche..." El flechazo de la afición española con la banda permanece incólume. Los miembros de la formación entonces, además de los originales Wynn y Dennis Duck (batería), son Jason Victor a la guitarra y Mark Walton al bajo. Steve reconoce que sus últimas actuaciones en directo son de las mejores que han hecho nunca, le devuelve a aquellos primeros años en los clubes de Los Ángeles en los que eran considerados como una de las grandes sensaciones de la escena. Enardecido por ese sentimiento decide grabar un nuevo álbum en 2017, treinta y cinco años después de su primer trabajo. Produce al alimón con Chris Cacavas, teclado de los legendarios Green On Red. El ambiente durante la grabación es fulgurante, todos a una reconocen la oportunidad como única, les mueve el deseo de retomar el espíritu y la pasión de aquellos años lejanos.
El disco tiene una pinta física extraña, una portada negra, las letras que lo anuncian conforman un rectángulo de colores extendido en la parte inferior derecha, justo la antítesis estética de su primer trabajo, el vinilo de un color baby blue subido de tono. Pero el espíritu que sale de sus surcos es básicamente muy similar a los de antaño. Frente al feedback de "The Days of Wine and Roses", el muro de sonido de "How Did I Find Myself Here?". Todos los temas de la cara A, "Filter Me Through You", "Glide", "Out Of My Head", "80 West" y "Like Mary", parten de la misma estructura de entonces, una breve introducción, muy potente, originada desde la guitarra de Jason Victor o desde el bajo de Mark Walton, para dar a continuación entrada a sucesivas capas de sonido que podrían recordar un evolucionado muro spectoriano. Hay transfondo psicodélico, la voz de Steve Wynn se extiende como el barniz por la madera, a veces suena a Iggy Pop. Los arreglos de producción se asemejan al ruido oxidado de una gigantesca nave espacial, sin rumbo fijo, deambulando perdida por un firmamento probablemente conectado con algún cementerio de desguaces cósmicos.
"The Circle", el comienzo de la cara B, parte de la misma idea, intro a toda pastilla, hay aquí hasta algún desmadre punkarra, de aquellos movimientos compulsivos de cabeza y perilla puntiaguda; el muro de sonido persiste, más desesperado, más al límite, coincidiendo con el pitillo del condenado al paredón, los riffs de guitarra de Jason Victor parecen encajar con los estertores de una radio perdida. En "How Did I Find Myself Here?" alguien intenta reparar la emisora, los punteos al teclado de Chris Cacavas retransmiten las primeras señales provenientes de un receptor desconocido, la voz de Steve Wynn calma a un oyente al borde de zamparse de golpe los friskies preparados para el gato. La atmósfera instrumental que va creando el tema suena a unos The Doors revisitados por una banda en total estado de gracia. El desenlace recuerda los loops desbarrados de las cintas magnéticas, fuera ya de garantía. "Kendra ´s Dream", un tema en el que Steve Wynn reconoció no encontrar inicialmente su punto vocal, le sirve para dar entrada como intérprete a la primera bajista original Kendra Smith. El ambiente puede que sea "motorik" de Düsseldorf, la voz de Kendra queda aparentemente diluida en un pequeño mantra de sílabas industriales, el susurro de su canto construye sin esfuerzo aparente todo un termitero de sensaciones.