YESTERDAY´S CHILDREN. "YESTERDAY´S CHILDREN"
Termina (lamentablemente) para mí una época irrepetible. Después de casi 28 años de vivir gratísimas experiencias musicales en el solar abuhardillado de mi casa, me mudo a un nuevo domicilio el próximo 4 de marzo. Esta entrada pretende entonces servir de más que merecido homenaje a una superficie entarimada de algo más de 50 m2 que, desde que me instalé en ella en junio de 1988, ha sido fiel testigo de las mejores vivencias musicales que jamás pudiera haber imaginado. No solo la intensa audición de una colección muy mayoritariamente basada en el vinilo, que ha ido creciendo año tras año hasta alcanzar cifras (lamentablemente) considerables (para mi mujer), sino también la mejora tecnológica del equipo de reproducción y de sus elementos auxiliares, han acompañado felizmente al autor de esta entrada de manera fiel y metódica. Las numerosas grabaciones hechas tanto en cintas como en CDs de todo tipo de géneros musicales permanecerán como testigos de la febril actividad musical vivida. También (aunque de éstas últimas no quede más recuerdo que en la mente del autor) las incontables sesiones nocturnas que, rayando al alba de la mañana siguiente en muchos casos, apuntalaron mi educación musical y mi querencia por las bebidas espirituosas, esta última costumbre atemperada (¡que remedio!) conforme el cuerpo se iba avejentando.
Como último grupo de cabecera de esta entrada final en la mejor madriguera musical privada del nordeste de Madrid (no me duelen prendas a estas alturas...), traigo hoy al blog a Yesterday´s Children, un grupo del entonces hard-rock americano de finales de los 60. Y al trasladarlo a esta pequeña plataforma, rindo conscientemente homenaje también a aquel tipo de grupos que, sin llegar por aquellas épocas (finales de la década de los 60, inicios de los 70) a ser ni siquiera conocidos en las ligas secundarias o inferiores del género, si que es cierto que contribuyeron poderosamente a que los aficionados a la inmersión (e investigación) en la historia del rock afianzaran su apego por esa música y esos grupos. Tal ha sido mi caso.
Conocí a Yesterday´s Children hará, mes arriba o abajo, unos 10 años gracias a varias publicaciones de peso que adquirí poco tiempo antes de hacerme con la única obra homónima de la banda de Connecticut. "Fuzz Acid and Flowers" de Vernon Johnson, la recopilación de Richard Morton-Jack (editor también de la muy recomendable revista "Flashback") "Endless Trip" y el famoso "Acid Archives" del recientemente desaparecido Patrick Lundborg. Los tres eminentes escritores e investigadores musicales me abrieron con sus obras las puertas para bucear en la historia de un sinfín de grupos desconocidos entonces para mí. Coincidió también que en aquel año de 2006 la reedición de vinilos estaba ya consolidada en los mercados europeos y, como consecuencia de ello, el sello italiano Akarma tenía ya en catálogo el disco de Yesterday´s Children desde el año 2001. No me fue por tanto difícil hacerme con una copia del disco en cuanto vi, con gran satisfacción, su portada en la tienda en donde solía comprar por aquella época, Rock´n´Roll Circus.
Yesterday´s Children es la genuina banda mid-sixties americana alineada dentro del estilo garaje-psicodélico que entonces preponderaba en las ondas radiofónicas de los campus universitarios de la costa este. Su primera grabación se produce en el año 1966 y queda reflejada en un single con los temas "To Be Or Not To Be" y "Baby I Want You" editado por el sello Parrot (subsidiaria entonces de London Records). La repercusión de este inicial ensayo de la banda no logra salir de su propia área geográfica de influencia y, por ende, pocos fueron los oyentes que apreciaron, además de las buenas maneras garajeras y psicodélicas que apuntábamos anteriormente como su fuente de inspiración original, las claras tonalidades fuzz que las guitarras gemelas de Richard Croce y Reggie Wright ya empezaban a revelar.Y es que son esos instrumentos, además de la voz del hermano de Richard, Dennis Croce, los principales elementos que comenzaban a distinguir a la banda de la periferia de New Haven. Unas guitarras que, al igual que haría gente como Wishbone Ash años más tarde, funcionaban como instrumentos solistas y gemelos al mezclar sus riffs en líneas paralelas que nunca resultaban disonantes entre sí. La voz de Dennis, que alguno de los autores de los libros anteriormente citados han comparado a la del posterior Bon Scott de AC/DC, era, cuando forzaba las cuerdas, pura laringe sangrante, y cuando ofrecía su lado más calmado, una acertada amalgama de vocalistas posteriores a lo Peter French (Atomic Rooster, Cactus) o Dickie Peterson (Blue Cheer).
Me permitirán los lectores (¿queda alguno por ahí...?) un salto en el hilo narrativo para preguntarles abiertamente si alguno de ustedes ha ponderado con suficiente justicia la aportación de los italo-americanos al rock y al pop de nuestro tiempo, pasado y presente. A las figuras que concurren en este momento disparatado a mi mente, Zappa, Pappalardi, Dino Valente, el otro Croce (Jim), mi tocayo Taz di Gregorio de la Charlie Daniels Band , Bobby Belfiore de Optic Nerve, Joe Satriani, Frank Funaro de The Del-Lords o Jimmi Destri de Blondie (mejor no sigo...) se suma ahora la del otro maccaroni de Yesterday´s Children, Ralph Muscatelli a la batería. Y esta pirueta en la narración me da la oportunidad para que con cierta finezza termine el párrafo presentando al resto de los miembros de la banda. Chuck Maher al bajo y un tal Kurt, en las tareas de programación de luz y sonido, elementos que, como es sabido, en los estertores de la era psicodélica gozaba todavía de cierto predicamento. Mejor dejaremos entonces la respuesta a la pregunta formulada al comienzo para otra ocasión más propicia.
Tres años después (1969) de la aparición del single mencionado, la banda americana graba para el sello neoyorquino Map City el que sería su primer y único álbum homónimo. Producido por Warren Schatz, Yesterday´s Children ya anticipan en ese trabajo lo que un par de años después sería una de las sendas más usuales del rock, la base metal-blues apoyada por guitarras que crean riffs de alto octanaje y dan pie a la aparición del llamado hard-rock (no heavy). Guitarras de Reggie Wright y Richard Croce que aprovechan sus anteriores experimentos de dominante fuzz eléctrico para, en conjunción con la poderosa voz de Dennis y una base rítmica fraguada en acero, concebir lo que muchos otros mejores estudiosos acertaron a calificar entonces como el sorpasso de la era psicodélica y, consecuentemente, la entrada en el rock progresivo. Rock progresivo que, salvo honrosas excepciones (pienso en The Nice, por ejemplo), todavía no tenía a los teclados como instrumento de moda y que basaba su apuesta en un soporte abierto de blues, acompañado por la contundencia (también de florituras post-psicodélicas) de los instrumentos tradicionales de cualquier banda de rock.
Todos y cada uno de los 8 temas incluidos en este "Yesterday´s Children" tienen esa energía característica del hard-rock comentado. Tanto los seis temas propios de la banda ("Paranoia", "Sad Born Loser", "She´s Easy", "Sailing", "Providence Bummer" y "Hunter´s Moon") como las dos versiones, "What Of I" de Wilkinson Tri-Cycle (grupo muy alineado con el estilo de Yesterday´s Children y del que busco, como alma en pena, su también único y homónimo trabajo discográfico) y, la segunda, "Evil Woman", compuesta por Larry Weiss para el primer álbum de Spooky Tooth (mejor versión, por cierto la de los ingleses que la de los americanos), participan de ese sonido amplio de metales, base rítmica persuasiva, voz fragosa (sin caer en el histrionismo) y, de vez en vez, filigranas hippies en los arreglos finales. Las dos versiones mencionadas sirvieron curiosamente (como si se tratara de una afrenta al mérito compositivo de los integrantes de la banda), como temas del segundo single editado por el grupo en 1970. Ya la banda en ese inicio de década, desanimada por la falta de repercusión de su propuesta (quizás algo adelantada a su tiempo), llevaba disuelta unos cuantos meses.
No quisiera terminar sin hacer una mención especial a la cubierta del disco. Michael Kanarek es el personaje que aparece como autor del dibujo y, también, como fotógrafo en la toma trasera de los miembros de la banda. La ilustración, que supura erotismo en cada rincón de su espacio, es la típica estampa que torna la mirada del observador en la de un voyeur libidinoso. Cuanto más cuando el propietario de esos ojos suyos lleva ya una carga excesiva de estimulantes sobre su cerebro y las neuronas, alentadas por la propia excitación musical del grupo, le invitan a descubrir (sin demasiado esfuerzo) lo que los cinco miembros de la banda están pensando sobre la baby-sitter que empuja el carrito. Discos de este percal, música y grafismo sugerente, son una pequeña obra de arte. Dignísima evocación para concluir con la última entrada musical en este solar abuhardillado, sancta sanctorum cuyo nuevo propietario desmerecerá haciendo obra y un inútil cuarto de baño.