30 ene 2021
DEBIDO A CONSTANTES PROBLEMAS TÉCNICOS EL BLOG QUEDA CONFINADO
29 ene 2021
LA AVENTURA EXTRAORDINARIA DE JONES VERY (bis)
Aquello sucedió mientras estaba leyendo la edición de Félix Martín sobre los “Relatos” de Edgar Allan Poe (Cátedra, Letras Universales, 2012). En la página 14 se hacía referencia a un comentario del conocido crítico literario Harold Bloom en el que calificaba la poesía del escritor de Boston como digna de poca atención, de hecho la situaba detrás de autores tan poco conocidos como Timrod, Tuckerman y Jones Very…
“¡Jones Very!”…, su nombre me llamó de inmediato la atención: “¿no tengo acaso un Lp de una banda con la misma denominación?”. Efectivamente, busqué en la balda correspondiente y extraje el disco, “Radio Wave” (Bitzcore Rcds, 1991), allí se encontraba el vinilo de una formación a la que ya iba teniendo ganas de recuperar.
No todo aconteció de manera tan
sencilla, lo comento porque en cuanto me puse a escribir se me vino el mundo
encima. No había forma humana de concentrarse, por mi cabeza galopaban un buen
puñado de distintas influencias musicales, alimentadas por la escucha
compulsiva (en una nueva e inesperada sesión nocturna) el ambiente se iba
volviendo cada vez más incontrolado.
Aun ahora, muchas horas después, me
cuesta reconocer si llegue a acostarme con la sensación de haber superado la
prueba.
A la mañana siguiente, mientras me
preparaba un zumo de naranja, decidí identificar el espacio geográfico de los
protagonistas aspirantes al trono. La banda de rock homónima grabó su “Radio
Wave” en vivo en las emisoras de los campus universitarios WJUL y WMBR de
Lowell y Cambridge, ambas localizadas en Massachussetts, el mismo estado en el
que está ubicada la ciudad de Salem, lugar en el que vino al mundo el Jones
Very poeta. Huelga decir que ahí encontré un punto de apoyo.
“Vic Bondi, líder de la banda Jones Very, ¿acaso la llamó así en homenaje a este otro Jones Very oscuro?”. Investigué a continuación sobre las ciudades de Lowell, Cambridge y Salem. La primera (básica para los amantes de la literatura beatnick), origen del escritor Jack Kerouac, descendiente de emigrantes franco-canadienses, establecidos allí hacia 1880 al amparo de la entonces pujante industria textil. Cambridge, cuna de las grandes corrientes culturales norteamericanas, sede además de la prestigiosa Universidad de Harvard, en su ambiente literario crecieron autores como William James, Margaret Fuller, E. E. Cummings o T. S. Eliot. Salem, la última ciudad, más conocida por los antiguos episodios de caza de brujas acaecidos durante el siglo XVII. Las tres quedarían ubicadas en la “Miskatonic Region”, célebre ruta literaria que conmemora muchas de las mejores escenas del Cthulhu de H. P. Lovecraft.
Aunque nacida de las cenizas de Articles of Faith, grupo de Chicago, la banda Jones Very es originaria de Boston; ambas formaciones siguen la estela del punk melódico que se extendió rápidamente por los EEUU durante los primeros años de la década de los 90. La misma apuesta de Jones Very, también alineada con el indie más hardcore, recoge en Molly Hatchet, Fugazi y Hüsker Dü sus referencias más próximas. El activismo militante de su líder, Vic Bondi, acopia en sus textos las reivindicaciones sociales y políticas de la época. Al enfrentarme a los créditos del disco observé la existencia de un pequeño recorte de prensa; allí, como en un manuscrito antiguo, se recogía la entrevista que un tal Tom Perlich le hiciera a Vic Bondi: “el nombre del grupo proviene de la figura de un ministro protestante que, durante los 1830s, formó parte de un grupo de escritores trascendentalistas que, incluyendo a Henry David Thoreau, buscaban lograr una novedosa perspectiva vital, que todos los elementos de la vida diaria pudieran quedar imbuidos por un halo de profundidad espiritual” (sic)
El 13 de septiembre de 1838, con apenas 25 años cumplidos, el joven Jones Very se dirige a sus alumnos de griego en la Universidad de Harvard: “¡Huid a las montañas, porque el final de todas las cosas está al caer!”. En el transcurso de los doce meses siguientes cree firmemente ser el elegido de Dios, se manifiesta como el embajador plenipotenciario de la Segunda Venida del Mesías; a partir de entonces comienza una exhaustiva labor de proselitismo en la que, si bien logra convertir a su madre (hasta entonces una activa atea y librepensadora, emparejada con su primo hermano) y a sus alumnos más cercanos, fracasa cuando lo intenta en el exclusivo reducto intelectual de Harvard. Elizabeth Peabody, Ralph Waldo Emerson, Nathaniel Hawthorne, Henry David Thoreau, autores que le ofrecieron inicialmente su cobijo, se resisten a convertirse en sus apóstoles. Sus “Essais and Poems”, publicados en 1839, siguen las pautas clásicas de los sonetos de Shakespeare; la temática mística (desde la renuncia a la propia voluntad, la simbiosis del individuo con el Ser Supremo y la comunión íntima con la Naturaleza) conforman los pilares en los que se asientan su visión poética. Poco tiempo antes, el incómodo revuelo que causa su fervor ultra-religioso, le obliga contra su voluntad a recluirse en un hospital psquiátrico. A la salida del asilo, seis meses después, profesando ya como ministro, le esperaba la reclusión más absoluta hasta su muerte en 1880.
“¿”Vic Bondi y Jones Very confluyen en sus textos, en su forma de ver la vida?”. En cierto modo creo que si lo hacen. Ambos son excéntricos de la soledad y del estudio. Jones Very estudia en Harvard a Shakespeare, está obsesionado con el personaje de Hamlet, su padre (marino mercante) lo lleva a conocer el castillo de Kronborg con tan solo nueve años. Queda fuertemente impresionado. Vic Bondi estudia Historia Moderna en la Universidad de Boston, aplicadísimo durante tres años, pronto llega a la conclusión de que necesita de nuevo salir a escena, lo hará dando continuidad a sus antecedentes líricos de condena social, sigue utilizando la música como el medio más apropiado para dar publicidad a sus ideas.
El hecho de ser fruto de un
matrimonio sin bendecir convence a Jones Very de ser partícipe del pecado
original. Necesita salvarse a toda costa. Comprende que abjurando de las
relaciones sexuales puede tener buena parte del camino andado. Harvard le sirve
de trampolín. Su propia figura humana, esbelta, elegante, mística, irradia un
irresistible aura de santidad. Escribe como Shakespeare debería haber escrito
pero no le culpa por ello. Es presentado en el gran sanedrín de Nueva
Inglaterra y se le acepta. La sociedad más conservadora le rechaza. Vic Bondi
también pretende emplazar al individuo en un contexto social donde lo político
y lo espiritual vayan de la mano. Comenta que desde su obra anterior, “Words
and Days” (Hawker Rcds, 1989) persigue la idea de conectar las cosas.
De este extremo podrían ser los
textos compartidos por Vic Bondi y Jones Very: “La primavera llega repleta de
brotes y hierba / En el próximo milenio todos hablaremos spanish / Caen las
gruesas hojas, una a una, todavía guardan su aire muerto / Dios ha pasado de mi
últimamente / Encontró un millar de mentirosos en mi lugar / Es esta una nueva
vida; los pensamientos sumergidos entre los pasos inciertos de la mente / Ya no
se mueven como antes / Se casó en un pis-pás / El sueño del hombre sigue
confundido / Nota que le falta algo”
Soy de los que tiende a creer que el
poco reconocimiento que se le confiesa en su país a Jones Very ha influido en
la corta carrera de Vic Bondi. Me conforta saber que actualmente siga al frente de
varias bandas, buscando en el fracaso de ambos Jones Very su “Draft Morning”
(suenan ahora The Byrds).
28 ene 2021
LA AVENTURA EXTRAORDINARIA DE JONES VERY
Aquello sucedió mientras leía la edición de Félix Martín sobre los "Relatos" de Edgar Allan Poe (Cátedra, Letras Universales, 2012). En la página 14 apareció un comentario del conocido crítico literario Harold Bloom en el que califica la poesía del escritor de Boston como digna de poca atención, de hecho la sitúa detrás de autores tan poco conocidos como Jones Very, Timrod y Tuckerman...
“¡Jones Very!”..., su nombre me llamó de inmediato la atención: "¿no tengo acaso un Lp de una banda con la misma denominación?". Busqué en la balda correspondiente y extraje el disco, "Radio Wave" (Bitzcore Rcds, 1991), allí estaba el vinilo de una formación a la que ya iba teniendo ganas.
No todo aconteció de manera tan sencilla, lo comento porque en cuanto me puse a escribir se me vino el mundo encima. No había forma humana de centrarse, por mi cabeza galopaban un buen puñado de distintas influencias musicales. Alimentadas por la escucha sucesiva (en una nueva e inesperada sesión nocturna) el ambiente se iba volviendo cada vez más incontrolado.
El Black Lives Matter de Marvin Gaye ("What´s Going On" y "Marvin Gaye Live"), Sam Cooke ("Live At The Harlem Square Club"), Isaac Hayes ("Hot Buttered Soul") y Martha and The Vandellas ("Dance Party") se hizo pronto con el mando de las operaciones; para compensar tanta abundancia de momentos estelares no se me ocurrió más que acudir a Gong ("You"), The Flying Lizards ("S/T") y Make-Up ("In Mass Mind"), y allí me enfrenté a una necesaria variante de sonidos etéreos y a ratos chirriantes; finalice la sesión con My Bloody Valentine ("Loveless") y Teenage Fanclub ("A Catholic Education"), convencido de que esas eran las obras definitivas, las que realmente buscaban los titulares. Para rematar el caos mental, a ráfagas iban llegando los recuerdos de algunos de los temas escuchados durante la tarde anterior, el sorprendente descubrimiento del "Casiopony" de Achilifunk Sound System, una banda catalana de rumba moderna.
Aun ahora, me cuesta reconocer si me acosté convencido de haber superado la prueba.
Lo primero que hice a la mañana siguiente fue intentar localizar el espacio geográfico de ambos protagonistas Jones Very. La banda de rock homónima grabó este "Radio Wave" en vivo en las emisoras universitarias WJUL y WMBR (de ahí su nombre) de Lowell y Cambridge, ambas en Massachussetts, el mismo estado en el que está ubicada la ciudad de Salem, lugar de nacimiento del Jones Very poeta. Ahí encontré un punto en común.
"¿Vic Bondi, líder de la banda, ...acaso la haya llamado así en homenaje a este poeta oscuro?" En segundo término, investigué sobre las ciudades de Lowell, Cambridge y Salem. La primera, origen del favorito Jack Kerouac, descendiente de emigrantes franco-canadienses establecidos allí hacia 1880 al amparo de la entonces poderosa industria textil de la zona. Cambridge, una de las grandes capitales culturales norteamericanas, sede de la prestigiosa Universidad de Harvard, en su ambiente literario fueron protagonistas, entre muchos otros, escritores como T.S. Eliot, E. E. Cummings, Margaret Fuller o el filósofo William James. Salem, ciudad más conocida por los episodios de la caza de brujas del siglo XVII (a añadir la exitosa revisión teatral como “Las brujas de Salem” de Arthur Miller en 1953). Las tres quedarían encuadradas en la célebre "Miskatonic Region", ruta literaria donde muchas de las escenas de H. P. Lovecraft tienen lugar.
La cosa prometía.
Aunque nacida de las cenizas de Articles of Faith, formación de Chicago, la banda Jones Very es originaria de Boston; ambas dan continuidad al estilo punk-melódico que se extendió rápidamente por los EEUU durante los primeros años de la década de los 90. La apuesta de Jones Very, también alineada con el indie más hardcore, recoge en Molly Hatchet, Fugazi o Hüsker Dü a sus referencias más próximas. El activismo de su líder, Vic Bondi, seguidor de la izquierda progresista de raíz universitaria, recogía las reivindicaciones sociales y políticas para traspasarlas a sus textos. Al enfrentarme a la funda de los créditos observé (“¡se me pasó de largo durante casi treinta años!”) la existencia de un pequeño recorte de prensa en la parte inferior; allí, como en un manuscrito antiguo, un tal Tim Perlich entrevistaba a Vic Bondi: "el nombre del grupo "proviene de un ministro protestante que, durante los 1830s, formó parte de un grupo de Trascendentalistas que, incluyendo a Henry David Thoreau, buscaba lograr una nueva perspectiva vital, que todos los elementos de la vida diaria quedaran imbuidos por un halo de profundidad espiritual" (sic).
“¿Vic Bondi y Jones Very confluyen en sus textos, en su forma de ver la vida?”. En cierto modo sí lo hacen. Ambos son excéntricos de la soledad y del estudio. Jones Very estudia en Harvard a Shakespeare, está obsesionado con el personaje de Hamlet, su padre lo lleva a conocer el castillo de Kronborg con tan solo nueve años de edad. Queda impresionado. Vic Bondi estudia Historia Moderna en Boston, lleva tres años aplicadísimo, sin tocar en ningún grupo, así que pronto ha llegado a la conclusión de que necesita salir de nuevo a escena. Lo hará dando continuidad a sus antecedentes líricos de condena social, la música le sigue pareciendo el medio más apropiado para seguir dando publicidad a sus ideas.
Jones Very está convencido de ser el origen del pecado original. Necesita a toda costa salvarse y sabe que abjurando de las relaciones sexuales tiene buena parte del camino andado. Harvard le sirve de trampolín. Su propia figura humana, alta, mística, elegante, irradia un aura de santidad. Escribe como Shakespeare debía haber escrito pero no le culpa por ello. Es presentado en el gran sanedrín de Nueva Inglaterra y se le acepta. Vic Bondi pretende también emplazar al individuo en un contexto social donde lo político y lo espiritual fueran de la mano. Comenta que desde su obra anterior, “Words and Days” (Hawker Rcds,. 1989), persigue la idea de conectar las cosas. Las mentes más conservadoras rechazan a Jones Very, le obligan a entrar en un asilo. Allí escribe sus mejores obras.
Soy de los que cree que el poco reconocimiento que se le confiesa en EEUU al poeta y religioso Jones Very ha influido en la corta carrera del Jones Very de Vic Bondi. Actualmente sigue al frente de varias bandas, buscando en el fracaso de ambos Jones Very su "Draft Morning" (suenan ahora The Byrds).
17 ene 2021
MEJOR EL SILENCIO
MOHAMA SAZ "QUEMAR LAS NAVES"
Shalom aleijem
Mi nombre de pila es Habacuc (no
mencionaré mi apellido). Aislado como estaba en averiguaciones auto-impuestas para
olvidar las influencias del mundo exterior, dispuse todo lo necesario para
revisar la teoría del capitán John Symmes. Antes extendí sobre la mesa de roble del gabinete la primera
Carta do Mundo del flamenco Gerardus Mercator. Mi intención era ubicar el
espacio temporal y geográfico en el que presuntamente tenía lugar el último trabajo de
Mohama Saz (“Quemar Las Naves”, Humo, 2020). No transcurrió mucho tiempo (tan
solo los siete minutos en los que transcurre el vídeo del tema homónimo) para caer en la
cuenta de su improbable relación con la estrategia militar de Hernán Cortés al
inicio de la conquista de México.
En todo caso, doy fe de que la luz procedente de
las siete velas iluminaba con absoluta claridad la estancia. Las enormes sombras
de los pilares danzaban voluptuosas sobre las paredes color gas mostaza. Del
antiguo quemador de bronce emanaba un agradable olor a incienso.
Mohama Saz es un grupo de Madrid que anteriormente ha publicado otros tres álbumes: “More Irán” (Influx Rcds,
2015), “Negro Es El Poder” (Humo, 2017) y “Viva El Rey” (Humo, 2018). En alguna
guía internacional (Discogs) se les califica como banda psicodélica, space-rock,
música de vanguardia e, incluso, como “ottoman classical” (sic). En otras, como
la propia bandcamp de la formación, afinan más. Allí (y para esta obra en concreto) hablan de referencias con Los
Chichos y Las Grecas, de Víctor Jara, de krautrock y motorik, del
Anadolu Rock (¿?), también de influencias del cantante, compositor y guitarrista turco Erkin
Koray. Queda debidamente anotado.
Yo me atrevo a afirmar además que su raíz más atávica podría encontrarse en las Cantigas de Santa María del Rey Sabio y en el coetáneo influjo de la Escuela de Traductores de Toledo. En el siglo XIII, cuando las tres culturas autóctonas (cristiana, judía y árabe) formaban parte de nuestra más añorada y civilizada identidad, los primeros comentarios de Aristóteles fueron traducidos del árabe al castellano por un compatriota converso, Juan Hispano. Mohama Saz deberían haber probado entonces de ese bebedizo, gustarían comer en olla de tanta vaca como de carnero, aderezar el final de la pitanza con algún fruto de palmera datilera.
A la luz de mis averiguaciones cartográficas puedo igualmente manifestar que la derrota de Mohama Saz en este “Quemar Las Naves” transitaba por el contaminado Mar Mediterráneo, dirección al estrecho del Bósforo, atracando en distintos puertos y lugares de la costa, fronteros todos ellos con el litoral norteafricano y las antiguas planicies troyanas (por las que el alado Aquiles corría tras Héctor). Antes de seguir advierto al lector que, mientras estaba absorto en mis averiguaciones, en la pared del gabinete se iban sucediendo imágenes (más bien debería calificarlas como reflejos de paisajes) que podrían tener alguna conexión con la carga de nuestro navío (un total de siete piezas grabadas en el nazarí Cortijo de Santa María de la Vega por el reconocido piloto Carlos Díaz Requena). Aunque algunas de esas representaciones puedan parecer atrabiliarias, o cuanto menos quedar desdibujadas por el paso del tiempo, me atrevo a hacer públicos los principales datos de mi investigación.
Nihil Obstat
Comienza la cara A. “De Las Moscas
Del Mercado”. Yo quiero encender mi motor diesel así. Poco me importa que el
tipo de combustible utilizado sea anatema entre los ecologistas del hoy
tuitero. El punteo inicial introduce la llave de contacto en la cerradura, lo
intenta varias veces hasta que la chispa se propaga por la cámara de
combustión. Arrancamos. El empleo del shruti box, un instrumento con
procedencia original del subcontinente indostánico (similar al armonio, para
entendernos), facilita el tipo de atmósfera por la que va a navegar la obra.
En “Quemar Las Naves” los tripulantes elevan suplicantes
los ojos al cielo, alguno de ellos gira con mano diestra el sextante hasta los
45º. El excelente galope de la base rítmica se eleva hasta el sorpasso de la
estela marítima. El empleo del moog ratifica mi opinión sobre el final marca
Soft Machine. En “Migajas”, además de confirmar la derrota oriental, aparecen
altísimas gaviotas con un vuelo algo funky; el allegro andante de la grabación
puede que se encuentre aquí; el “no pasarán, no pasarán…” retiene en la memoria
una emocionante pausa en los arcos del Madrid republicano. Hemos traspasado el
ecuador de la singladura.
“Yorum” comienza simulador, al principio suena a caravanas avistadas cerca de la costa de la Alejandría de Lawrence Durrell, su agá envía extrañas señales desde lo alto de una duna. Tiendo a pensar que el ambiente propiciado por el empleo del sintetizador nos ofrece otra pista; no hacen falta más capas de instrumentos, cada uno parece ir a lo suyo hasta lograr una conjunta pieza de exquisita calidad melódica, atmósferas plenas de cobijos, el estímulo del baile del vientre agasaja a los invitados del harem. Un emocionante homenaje a la banda turca Grup Yorum, ferozmente reprimida por el actual gobierno turco de Erdogan, culmina en el coro final. “Soltad Los Perros” es a priori el tema más difícil de calificar. Aunque inicialmente parezca sonar demasiado académico la irrupción final de la guitarra favorece uno de los momentos culminantes del disco. Crudo y feliz, el lodos, un fuerte viento de dirección sudoeste (con alguna influencia Moody Blues) impulsa la embarcación por los estrechos márgenes de la Galípoli.
Parece que los argonautas echaban de menos alguna patria (¿acaso la grande Grecia del Peloponeso?) pero ya de vuelta a la tierra abundante en conejos, Julio Anguita desde su minarete en “El Último Califa” se encarga de reconfortarles con algunos ecos de Triana, con la guitarra de Paco de Lucía, se llegan incluso a escuchar algunos chispazos del “Telstar” de Joe Meek (aunque en este caso la influencia del entrañable dirigente comunista pueda quedar en entredicho). En la celebración de la “Misa Del Pollo” ya se encuentran de regreso, la embarcación boga por el estuario del Bajo Guadalquivir (tan querido del poeta y flamencólogo Caballero Bonald), proa hacia las atarazanas de Sevilla. Repaso ahora algunas notas sueltas del capítulo “El Demonio Majurí” (“El Ritmo Perdido”, Península 2012) de Santiago Auserón; sus comentarios sobre la aparición de las jarchas en romance, del zéjel moro como antecedente del villancico de la tradición popular castellana. En esta pieza (adaptación de “Misa Del Gallo”, villancico tradicional de Toledo) la Escuela de Traductores recupera el benéfico protagonismo del que antes hablaba.
Los tripulantes de esta singular singladura son veteranos mareantes: Adrián Ceballos (batería), Javier Alonso (Baglama Saz eléctrico,
voz), Sergio Ceballos (bajo, voz), Arturo Pueyo (clarinete, clarinete bajo,
saxo), Rubén Mingo (percusiones) e Iñigo Cabezafuego (teclados, sintetizador y
samplers). El pabellón es de Oscar Rey y Javier Alonso tuvo la última palabra.
Carlos Sardinero acaricia el unicornio de “Dieu Et Mon Droit”
En “Migajas“ aparecen estos versos:
“…Triste verdad / vuelve al corral / roja será / la sangre en el Primark…”
Albarud
Nada mejor que el silencio después de la deflagración de la pólvora, maguer sea corta su duración.