T. 2 "IT´LL ALL WORK OUT IN BOOMLAND"
Tengo a la espera finalizar un poema que de momento contiene, en única y rigurosa exclusiva, la palabra vertientes. Me gustaría incluir alguna expresión que empleara palabras como césped, almidón o frases premonitorias como fuego en palacios a punto de ser derrumbados. No sería tampoco demasiado largo, justo el símil de un sonido de trompetas que no conduce a nadie a nada, es decir un acontecimiento casi imposible de relatar, un pensamiento que solo existiera en el vuelo rasante de un monarca enfermo. Cargo las culpas de esta imposibilidad contra el cúmulo de información política, basura que inunda sin piedad mis ratos libres, tal es el arsenal de palabras, imágenes, mensajes y publicidad encubierta que penetra en mi cerebro y que supera con creces la capacidad de aseo de mi mente torturada (por ello). Pienso que aun es pronto para recurrir a la ayuda que un guru como Amen Ra Mashariki pudiera prestarme, pero aun así no cejo en el empeño de liberarme día a día, aunque sea escribiendo en sueños.
El nombre de la banda londinense T.2 ( pronúnciese Tí Tú) no tiene nada que ver con ningún terminal aeroportuario. Su música, de hecho, la concepción de sus melodías, la forma como las desarrollan, las impresiones que causan al oyente, si se asemejan sin embargo a un vuelo, pero es un viaje que no conduce a ninguna geografía reconocida por Google Map. No existen por lo tanto arcos detectores de pasta dentrífica caducada, ni policías disfrazados de servidores de la seguridad ciudadana, menos aun azafatas estupendas. Solo que al escuchar sus canciones uno decide quedarse en tierra, ¿para qué irse por las altitudes celestiales si desde el mismo suelo puede uno experimentar el suave naufragio al caer sobre nubes de algodón, recibir golpes metálicos que te derrotan suavemente?
T.2, una banda londinense, decíamos (ayer) que, como tantas y tantas, tuvo sus antecedentes en otras que utilizaron otras denominaciones de las que ya pocos se acuerdan, aunque, eso sí, dejaron su huella en la escena inglesa de los últimos años 60. Neon Pearl (maravilloso nombre), The Flies, The Odd Few, Please, Gun o Bulldog Breed (estos últimos, autores de un muy recomendable trabajo "Made In England", Deram´s Nova Rcds, 1969) y que, curiosamente tienen a fecha de hoy continuidad en otra formación abanderada del mejor revivalismo psicodélico (del bueno, del de hace 20 años) Sun Dial. Precedentes que bebieron (menudos son los anglosajones para ello) en la sagrada comunión de la lírica inglesa de Dickens y de Lewis Carroll, una elegía de la campiña y de la ciudad incendiada que se torna en melodía ensoñadora en los mejores momentos de inspiración (yo me entiendo). Lo comento de pasada porque T.2 es básicamente un grupo de blues-rock progresivo que ciertamente se encuentra en el lugar y en el momento preciso, finales de los 60, haciendo la música demandada por el mercado y por la industria de la época.
Consta además, en su breve historia, que participaron en Tercer Festival de la Isla de Wight, si, el de las vísperas de la muerte de Jimi Hendrix y el de la famosa bronca del respetable a Kris Kristoferson, el de 1970, y que igualmente su pase tuvo lugar en la madrugada del domingo 30 de Agosto, no se sabe a ciencia cierta si lo hicieron después de Jethro Tull, The Moody Blues o antes de Joan Baez, tal fue el "desconcierto" de muchos plumillas de los medios (Melody Maker y New Musical Express) que no fueron capaces de ponerse de acuerdo sobre el particular (De hecho, en ninguno de los carteles del Festival del año 1970 aparece T.2 como banda participante...) Una intervención más que merecida en la East Afton Farm (la sinónima de la isla británica a la famosa granja de Bethel, en el Woodstock americano de un año antes) que los mánagers de T.2 han compaginado meticulosamente con la contínua presencia de la banda en numerosos conciertos en el circuito de clubes londinenses, con residencia incluida en el prestigioso Marquee de Wardour Street (donde se cuenta que llegaron a actuar más que ningún otro grupo inglés de la época), además de girar por otras numerosas ciudades y colleges universitarios.
Su sello Decca (inmerso entonces, como muchas otras compañías, en la búsqueda y captura de cualquier pieza que tuviera un mínimo de interés para los gustos de un público que cambiaba rápidamente hacia otros pastos) les adelanta la ingente cantidad de 10.000 libras esterlinas para la grabación de su primer Lp., "It´ll All Work Out In Boomland". El trabajo se realiza en uno de los mejores locales, el Morgan Studios, y en Julio de ese mismo 1970 el disco se encuentra en las estanterías de las más conocidas y prestigiosas tiendas del ramo. (Cuentan también los plumillas que, durante las seis semanas que duró la grabación, un Rod Stewart, todavía embarcado en The Faces, y un Paul McCartney, siempre interesado en la cocina londinense, llegaron a compartir el mismo local, pasándose con cierta asiduidad para admirar y animar al grupo). El incremento de la aparición de la banda en los medios musicales hace que los promotores de conciertos les hagan ser compañeros de carteles en giras de alto nivel, gente como Black Sabbath, Deep Purple o Free. Su participación en el programa de TV Disco 2, en el mes de septiembre de ese 1970, ayuda a la cocción y presentación en sociedad de la nueva esperanza blanca.
Esa NEB, ese grupo del que muchos hablaban, algunos escuchaban y no tantos compraban este su comentado trabajo "It´ll All Work Out In Boomland" (horrible título, por cierto...) tenía una pepita, un tesoro escondido en lo más recóndito de sus entrañas y que los mánagers de Decca pretendían exprimir a toda costa. No, no se trataba de Peter Dunton (batería, voces y líder compositor de los cuatro temas del Lp), músico de una larga trayectoria (ya adelantada en las referencias reseñadas en el tercer párrafo), con una capacidad compositiva que queda magníficamente demostrada en este disco. Tampoco era Bernard Jinks, compadre de Dunton en varias de sus aventuras anteriores; un bajista, por otro lado, de acrecentada versatilidad, contundente en los momentos de golpe y de fragua, liberado de ataduras cuando es menester abrir el blues-rock hacia campos hard-progresivos más deletéreos. La niña de nuestros ojos es Keith Cross, un joven de apenas 17 años cumplidos que domina con un impresionante talento la guitarra eléctrica y, para mayor sustancia, no le hace ascos a los teclados, tampoco a las armonías vocales, tan decisivas en aquellas propuestas de rock progresivo (como es el caso) en que los puentes vocales entre instrumentos requieren mayor peso en muchas de las canciones.
Keith Cross es el que domina, en definitiva, los magníficos surcos de este "It´ll All Work Out In Boomland". Su guitarra, que fue comparada por los medios musicales en su día, como la digna sucesora de Eric Clapton (afirmación totalmente incomprensible según mí parecer), bulle en una marmita de fuzz y clasicismo. Me gusta compararle con el John Entwistle del mástil prodigioso, esta vez armado en sus seis cuerdas, deslizándose académicamente bajo un destello de dedos imposibles de seguir. Sus riffs se asemejan a las líneas del bajo de John, sus acordes se elevan hacia distorsiones tan bien medidas que causan un ohhhhhh (¡hostias!!!) de pasmo torero, sus bajadas (magníficamente conjugadas con sus aportaciones a los teclados) arañan la tierra y encuentran entre la arena del parque ese juguete que perdimos hace tantos años, cuando el rock era tan prodigioso, tan nuevo.
Cuatro canciones, cuatro temas sobrados, porque un disco raramente ha podido dar tanto con tan pocos números. "In Circles", "J.L.T." y "No More White Horses" en su cara A. En la B, una única pieza, "Morning" de 21:12 de minutaje, un número que pareciera cerrar en su capicúa el misterio del círculo mágico, y que también sirve de inspiración a Peter Thaine para la ilustración de la cubierta del disco. Todo, absolutamente TODO, lo que un disco que conjugue el mejor blues-rock con el estilo progresivo de los muy primeros 70, se encuentra en este trabajo de T.2. No les hablaré de sintonías con otros grupos de la época, para aquellos que no dispongan de ninguna referencia de la banda (bueno, si,... The Moody Blues en los momentos más dulces, de Free, en aquellas ocasiones en que prendo el cigarrillo y me atizo un nuevo whisky). Si les contaré, sin embargo, que nuestro primerizo héroe Keith Cross, atenazado por un exceso de trabajo y fama que se le hacían difícil de digerir, decidió a finales de 1970 dejar la banda y centrarse en otras apuestas donde un estilo musical más relajado y la exposición mediática fueran menos estresantes. T.2 no solo perdieron en ese mismo momento su reclamo más importante, también abandonaron una nave que raramente se asoma por una bóveda celeste llena de tonterías de Halloween.
Entrada dedicada a Aitor Aróstegui, un chaval de ocho años (creo) que sube por los tejados de madera.