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28 nov 2019

SESIÓN NOCTURNA 3



Al igual que en los partes metereológicos concurren circunstancias que producen el desconcierto en los telespectadores (la exposición de sus fotografías no logra encarrilar el azar científico...), la cantidad de todo tipo de variables que ofrece el Otoño suele también descolocar a los observadores que se mueven a pie de acera. Acabo de terminar un paseo por un barrio obrero y me asombra advertir la cantidad de pequeños negocios dedicados al cuidado femenino, a los colmados chinos-de-todo-a-un-euro y a los establecimientos dedicados al trasiego de divisas con nuestros hermanos del otro lado del Océano. Anoto también la escasísima presencia de banderas nacionales. En el vagón del metro en el que viajo la mayoría de los pasajeros son (o parecen ser) extranjeros, suerte la suya, la patria desde lejos agobia menos. Una mujer eslava dormita apoyada contra el quicio de la ventana del vagón, otra que tal (me parece filipina por su lengua) no para de copular por teléfono, entran en la siguiente estación una cuadrilla de albañiles polacos, escalera incluida, una gitana oronda y toda vestida de negro, como la España del XIX, pregunta, no señora, para ir a Atocha tiene que coger usted la línea contraria, un enorme caballero con barbas a lo Thor-señor-de-los-vikingos cede amedrentado el asiento a una aguerrida dama que entra dispuesta a liarse a paragüazos con todo aquel que ose mirar hacia otro lado.

Lo cierto es que a esas horas de la tarde aun no había decidido de qué hablar. Manejaba desde hacía unos días unas notas tomadas con ocasión de una reciente jornada de búsqueda de setas (el hecho de comentar las distintas variedades encontradas siempre podría dar juego...), pero poco más. Sonaba mientras tanto el "Revelations" de Charlie Daniels ("Uneasy Rider", Epic Rcds, 1977, un disco sensacional con una trayectoria complicada), pero aun no tenía claro el camino a seguir. Afortunadamente llovía. Compré un par de envases de colonia Old Spice Original, la misma marca que usaba mi abuelo, en su diseño se refleja también la diminuta arquitectura de las botellas borgoñesas; los coros femeninos de "Why Can´t People", que se repiten afortunadamente a lo largo de gran parte de la grabación, le otorgan una profundidad góspel, los riffs de guitarra en "No Place To Go" pertenecen ya a otro siglo, los teclados de mi paisano Joel "Taz" DiGregorio mantienen ese distinguido toque de club Playboy de Chicago, cuando en la mitad de una sesión televisada en blanco y negro la vida explotaba en lentejuelas, en margaritas y humo de cigarrillos marca Kool. Robert Crumb retrató el futuro más Soprano de aquel ambiente.


La ausencia de cálculo iba estrechándose, la mano de una musa amiga me empujaba hacia una nueva edición de las olvidadas Sesiones Nocturnas. Climax Chicago, una de las ramas de la Climax Blues Band, sonaba en "Come On In My Kitchen" de Robert Johnson, magnífica variable del "Sitting On Top Of The World" de Chester Burnett, el nombre de pila del gran Howlin´ Wolf. Repentínamente, pensaba, hemos recuperado la senda de los elefantes azules, aquellas antológicas concentraciones de moteros de los años 70 en la Selva Negra alemana. Mi hija llevaba ya unos días en Nueva York con su novio, nos mandaba un surtido de fotos de Manhattan, la nueva zona cero envuelta en un azul brillante de Tiffany´s, desde un Brooklyn cinematográfico de Scorsese, las calles cercanas a la orilla del Hudson sostenían los cables del puente elevado más famoso del mundo. La contraportada del "Tightly Knit" (EMI Harvest Rcds, 1972) muestra a los componentes del grupo en un escenario muy parecido a una de las secuencias de la primera parte de "El Padrino", cuando Robert De Niro saltaba entre los tejados, huyendo después de ajusticiar a uno de los capos italianos de la zona. "St Michael´s Blues" suena a retrete descongestionado, los teclados de Colin Cooper, líder de una de las bandas fundamentales del boom blues-rock de los últimos años 60 en Inglaterra, admiten también esa caricia jazz del delta del Mississippi.

La maravillosa "I Got A Woman" de Al Kooper ("Easy Does It", CBS Rcds, 1970), recoge el mejor legado que el artista dejó tras su trayectoria por The Blues Project y Blood, Sweat & Tears, pasea su palmito a la sombra del Brill Building (es este un disco muy de la calle 42 también) una pieza que resume los últimos acordes de la orquesta del Titanic mientras la joya de la corona inglesa se iba a pique. En "I Bought You The Shoes" se encuentran también los ecos de los más inspirados Lovin´ Spoonful, una corta canción que almacena ese country de los parques neoyorquinos en primavera y que, después de un sorbete de vainilla y un café, tutea al dios de los astros, su orquestación impresiona por la grandeza de su sonido. Al Kooper, un auténtico portento de los arreglos en la composición final de las canciones, se introduce en "Sad, Sad Sunshine" en un ambiente oriental que me río yo del "Kashmir" de los Zepp. ¿Qué decir de su versión del "Baby Please Don´t Go" de Joe Williams?, el piano marca un ritmo como solo el yunque en la fragua de Vulcano podría lograr. En alguna ocasión he manifestado mi predilección por los discos dobles de los grandes artistas, este "Easy Does It", aunque peca de dos o tres tonterías de ambiente de estudio, no se escapa de esa acepción. Posee ese toque de distinción de las obras perdurables, extraordinariamente orquestada, con una producción grandiosa (sin ser grandilocuente), en ese nivel de excelencia que trasciende, que llega y sobrepasa los mejores resultados de los Knicks, de los Nets, de los Yankees.


La hornada nacional llega con 091, Pau Riba e Iceberg, la relación entre Granada y Barcelona se sucede con naturalidad, ajena a la inquina de los conmilitones políticos, esos logreros, así los llamaba Galdós, que ni saben ni escuchan este tipo de música. La banda por la que Joe Strummer retrasó su regreso a Londres graba en los estudios Musigrama de Madrid uno de sus mejores discos, "Doce Canciones Sin Piedad" (Zafiro, 1989), obra de guitarras y de lírica robusta, entre sus surcos se suceden temas impetuosos, "Cartas En La Manga", "Confusión", la más conocida "Que Fue Del Siglo XX"..., así cantaba José Ignacio García Lapido,..."¿Qué fue del Dadá, del Big-Bang y del "No pasarán"? / ¿Ya se han quedado atrás?...", también "Carne Cruda"; en otros medios tiempos de puro azahar, "Al Borde Del Abismo", "Nada Es Real", el sonido hiere dulcemente, hay un reposo de líneas estelares que convierte este disco en referencia obligada del mejor rock hecho en nuestro país en los últimos treinta años.

Opto por escoger de Pau Riba su "Licors" (Movie Play, 1977) antes que "Dioptria", me parece la primera más acorde para una sesión nocturna en la que ya sabemos cómo se suele terminar. Recuerdo aquí esa breve carta de Benjamin Constant a la gran diva francesa de principios del XIX, Madame de Récamier: "...deslumbráis a todo el mundo y por ello la gente queda turbada..., no podéis prescindir de vuestro encanto, pero no lo realcéis", y esa recomendación me da pié para relacionar estas dos obras del artista mallorquín, la primera más adornada, "Licors" menos famosa y necesaria de tanta vestimenta. Temas como "Crida´m" y "La Flor Del Taronger" mantienen en la placidez al oyente, su instrumentación se enriquece con pequeños arreglos, pareciera que actúan en el salón de la casa pagesa de Ibiza, transmite esa cercanía del amigo que viene a visitarte con algún regalo. En la canción más larga "Licors" Pau relata una historia que en cierta forma me recuerda a la de aquellos Garriris de un Javier Mariscal ya asentado en una Barcelona que, por aquellos últimos años 70, aun mantenía en alto el cetro creativo del país.

Concluye la sesión nocturna con una muy reciente adquisición, el "En Directe" (Bocaccio, 1978) de Iceberg, mi banda de rock progresivo/fusión favorita entre toda aquella espléndida promoción de la década de los setenta. Mención especial al diseño del álbum, una autopista apenas transitada por un par de vehículos sirve de portada y contraportada, al desplegarse la funda aparecen una serie de fotografías de la formación en sus distintas actuaciones en directo (obsérvenlas dos párrafos más arriba, en la columna de la izquierda); impagables, en una de ellas el autobús se encuentra detenido detrás de una lechera, así llamábamos entonces a las furgonetas de la policía, y en otra un gris (sobran las explicaciones) ya accedió al carruaje con el aparente objeto de inspeccionar a un grupo de sospechosos melenudos, muy típico de la España de entonces. Las tres piezas que contiene el álbum, "Oh! Un ánec Simfónic. Ones", "Canço Per Qualsevol Orquestra" e "Históries", nos muestran a un Iceberg con un sonido ya claramente definido, sus músicos, "Max", "Kitflus", el Jordi Colomer y "Primi", auténticos portentos en sus respectivos instrumentos, navegan entre influencias de Weather Report, Chick Corea y la Mahavishnu. Ideal acompañamiento neuronal para una cama que ya espera, mejor que sean esos acordes de fusión galopante los que queden como recuerdo entre un circuito plagado de tan buenos momentos.

14 nov 2019

ROSALÍA TIENE RAZÓN



DEAD BOYS                         "YOUNG LOUD AND SNOTTY"
En Agosto de 1976, en las fechas aproximadas en las que Dead Boys hacían su presentación en el CBGB´s del Bowery de Nueva York, me encontraba conduciendo un Seat 850 desde El Escorial con dirección a Almazán, en la provincia de Soria. Habíamos pasado ya por Medinaceli en una tarde de mucho calor y recuerdo haber esbozado la línea de un poema en el que hablaba de la fuerza aérea del verano del 76. No me inspiraba entonces la revelación que el 4 de Agosto de ese mismo año tuvo el Clemente, el del Palmar de Troya, ya ciego después de su accidente automovilístico, instándole para convertirse en "el gran papa Gregorio XVII, que sucederá automáticamente a Paulo VI, arteramente drogado en el Vaticano por los auténticos responsables -masones y comunistas", tampoco lo hicieron el "Spirit´76" del nuevo presidente Jimmy Carter, ni las dos únicas medallas de plata conseguidas por el olimpismo español en Montreal. Algo me impulsaba, no obstante, a seguir hacia delante, quizás el animo de la aventura inesperada, plasmada, como en las novelas recientes de Kerouac, por el viaje en la carretera, la búsqueda en el cielo de algún satori, el encuentro con una señal que iluminara el camino hacia un lugar desconocido.

Escuchaba por entonces a la Charlie Daniels Band, la Velvet de "1969" y el Lou Reed de "Satellite Of Love", a Joe Walsh, y el Freddie Hubbard de "Polar AC", pero ninguno de ellos sonaba en la radio de aquel Seat 850 blanco. Transportaba a varios miembros de un grupo de teatro aragonés que habían depositado en mí su confianza (observen, si tienen a mano, la portada del "Wipe The Windows" de The Allman Brothers Band, Polydor Rcds, 1976), para trasladarlos de regreso hasta Zaragoza. Antes, ya cercano el ocaso de la tarde, llegamos a un Almazán que había suspendido la representación por el clamoroso retraso de los actores. Empacamos de nuevo, no recuerdo quien pagaba la gasolina, y conduje hasta que llegamos a una inmensa campa, ya de noche cerrada. Nos bajamos todos del coche, Luis sacó el saxo de su funda, roció su campana con un chorro de Ron Bacardí blanco, lo enjuagó moviendo el mejunje hasta el fondo de su mismo arco y proclamó solemnemente: "vamos a entonar un blues al viejo Miles Davis". Un maravilloso sonido de aguarrás se elevó hasta un cielo cubierto de estrellas. Recuerdo que aquella noche no dormí, ya instalados en un piso franco de Zaragoza, y hablamos hasta la madrugada de lo que no veíamos, la consolidación de la escena punk americana en el local que Hilly Kristal regentaba en el Lower East Side.


A la mañana siguiente llamé a mi madre, alarmada por la ausencia inesperada de su segundo hijo, el mayor ya se había marchado con su novia a vivir a una comuna cerca de Arapiles, mamá tranquila, no nos drogamos, es que me han dicho que os drogáis, que no mamá, bueno cogeré un tren y llegaré a casa en cuanto pueda, ¿tienes dinero?, ya me lo dejan aquí, pero, ¿con quien estás...?, las primeras letras del párrafo inicial del "Sonic Reducer" de Dead Boys ("Young Loud And Snotty", Sire Rcds, 1977), "I don´t need anyone / Don´t need no mom and dad /..." cruzaron el Atlántico para colarse entre unos cables telefónicos que confirmaban la aparición de la cabecita de Adolfo Suárez en el nuevo gobierno monárquico. Unos días después se celebró en El Escorial una cumbre familiar, mis padres en frente, en el sofá los dos hermanos, pero, ¿qué es lo que queréis...?, recordé entonces una pintada en la pared que había visto en una fotografía de Notting Hill Gate, lo que no queremos es la misma mierda de siempre, de casa al trabajo y del trabajo a casa, así durante toda la vida, queremos algo diferente, vivir de otra forma, como lo expresa el "Ain´t Nothing To Do": I wanna get on out of here / Find me somethin´ to do / Yeah, get on outta here...", los Dead Boys sin saberlo hablaban por nosotros.

Bueno, no tanto, quien sabe, estábamos entonces muy en la onda hippie post-franquista, todo sucedía tarde aquí, ese mismo "Ain´t Nothing To Do" proclamaba: "Gonna beat up the next hippie I see / Maybe I´ll be beatin´up you...", puestos así prefería aquella amenaza a la del "Mr. Clean" de The Jam de "All Mod Cons" de un año después (Polydor Rcds, 1978): "Cause I hate you and your wife / And if I get the chance I´ll fuck up your life / Mr.Clean...". Leía entonces al Hesse del "Lobo Estepario", "Los vagabundos del Dharma " y "Ángeles de desolación" de Kerouac, Cortázar, siempre Cortázar, toda su obra, me imaginaba el París de las escenas de la Maga en "Rayuela", capítulo 7: "Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera..." y presentía la estancia de Stiv Bators allí, en París, estaría bien descubrir en que calle fue herido mortalmente por ese taxi. Paralelo al éxito con The Lords of The New Church, les vi en un concierto en Madrid, busco su entrada, un sábado 2 de julio de 1983 en Rock-Ola, quizás fue allí donde mi amigo Álvaro dedicó el concierto a buscar a su Maga. No existe referencia literaria alguna en los textos de este primer Lp de Dead Boys.

He vuelto a repasar las entradas que Gonzalo Aróstegui y Rick hicieron en sus blogs ("Ragged Glory" y "El bar de Rick") sobre Dead Boys, la de Gonzalo más antigua, en Julio de 2013, más visceral, yo acababa de regresar de una ruta homenaje a Zumalacárregui por el Goierri guipuzcoano, difícil encontrar entre esas antiguas tierras carlistas alguna semejanza con los paisajes urbanos del Nueva York próximo a la bancarrota. "Ford To City: Drop Dead", Gerald Ford, unos pocos años antes de recibir a Juan Carlos y Sofía en su primer viaje a EEUU, "Muérete Nueva York". "But I don´t care / Go and push me away / You can´t hurt me anymore / Not anymore", "Not Anymore", consagra esa misma sensación de demolición de Travis Bickle en "Taxi Driver", una película del mismo año 1977. Difícil también emular una experiencia como la de Gonzalo con Dead Boys después de asistir al concierto de Dictators en el que la versión de "Sonic Reducer" marca el culmen de la actuación. La entrada de Rick, más ilustrada, de Mayo de 2018, habla de los orígenes de la banda en Cleveland, recorre el ambiente musical de la ciudad de Alan Freed, habla de los antecedentes de la formación, Rocket From The Tombs, de su desdoblamiento en Frankestein, Dead Boys y Pere Ubu, nos presenta a sus protagonistas, acertadamente, con concisión, ¡ah!, un lujo inesperado, aparece en escena el Ian Hunter ("You´re Never Alone With A Schizophrenic", Chrysalis Rcds, 1979) post Mott The Hoople, compositor del "Cleveland rocks". En ambas entradas se encuentra lo más interesante de la banda de Ohio.

La vuelta en tren desde Zaragoza transcurrió como un viaje en blanco, creo que caí en una somnolencia lechosa, algunos puntos negros luchaban por salir de una coctelera que todavía se batía bajos las secuelas del alcohol y las pastillas de dexedrina; de repente escuché un frenazo y un golpe seco, dos coches colisionaban en la esquina de una calle, abrí los ojos y no ocurría nada, tan solo la línea de la fuerza aérea de aquel verano seguía presente en las ventanas del vagón. Decidí seguir adormilado, buceando entre las fallas teutónicas de Nueva York hasta Los Ángeles, allí donde el "Hot flashes burning my brain / Your tongue lashing drive me insane / From New York to LA..." de "Caught With The Meat In Your Mouth" ofrece al espectador su primer paisaje. Prefiero ahora esos estados previos al sueño, aquellos en los que Vladimir Nabokov definía la noche como el momento de alabar el día en su "Pálido fuego"; entonces, en aquellos años de recién casado, casi todo se reducía a una maldita obsesión: "Can I describe what it´s like / To have sex with the lights on? / And would ya feel right if I did ya tonight?...", que la banda describía en su "All This And More".

En un momento determinado me subí las mangas de la camisa y enseñé a mi madre los brazos desnudos, ninguna señal de pinchazos ni costras sospechosas, ¿lo ves, te convences ahora...?, aprovechábamos entonces su ignorancia, su ingenuidad, ese párrafo del "Ballad Of A Thin Man" de Dylan ("Highway 61 Revisited", Columbia Rcds, 1967), "But something is happening and you don´t know what it is / Do you, Mr.Jones?" revolotea ahora como un cuervo sediento de venganza. El "Dead boy - dead boy running scared / Dead boy - dead boy caught in a nuclear weird..." de "Down In Flames" quedaba muy lejos, el primer miedo tardaría en aparecer, quizá lo hiciera cuando los versos de Jaime Gil de Biedma, "Que la vida iba en serio / Uno lo empieza a comprender más tarde..." posaron por primera vez sus alas en aquellas no tan lejanas noches de taquicardia. El "I Need Lunch" puede que tuviera también alguna conexión con "El almuerzo desnudo", con la tensión de las guitarras de Cheetah Chrome y Jimmy Zero, una sensación de mono, de abstinencia con olor a sopa de pollo congelada, los fideos piden auxilio, aparentemente nada que ver con el texto de la canción, "I said I need lunch / Feed me!!", pero es ese otro tipo de alimento del que William Burroughs de vez en cuando adolecía.

El galope de la memoria no deja de arrojar sus haces de luz, así es que el rayo de Genya Ravan aparece ahora con su obra "Urban Desire" (20th Century Fox Rcds, 1978), uno de los favoritos de la época. Genya, productora de este "Young Loud And Snotty", aparece aquí a propósito de un reciente artículo aparecido en el Ruta 66 de Octubre de este año. "Los Dead Boys fueron la banda más fácil con la que he trabajado..., estuvimos en los estudios Electric Lady Land tres noches fantásticas. Sigo en contacto con Cheetah Chrome. Adoro a ese chico que ha recorrido un largo y tortuoso camino. Cuidé de él y me encargué de que no fuera otro roquero muerto". Gracias a tí Genya, mi compadre Gonzalo y yo pudimos asistir a un concierto suyo, acompañado por Señor No en el Gruta 77 hará un par de años, el "You got nothing to hide / And everybody knows it´s true..." del "Hey Little Girl", único tema en directo grabado en el CBGB´s, puede servir como pequeño homenaje a tu inmortal creación.

Del Stiv Bators de París ya hemos hablado, escuela crucificada del mejor Iggy Pop, discípulo sangriento, sus representaciones en escena fueron míticas, aunque no llegaron al salvajismo de GG Allin, existe por la red un vídeo en el que éste último recorre medio desnudo las calles del Lower East Side; la base rítmica compuesta por Jeff Magnum y Johnny Blitz, Johnny sobrevive a un ataque fatal a navajazos algunos meses después de la grabación de su segundo Lp "We Have Come For Your Children" (Sire Rcds, 1978): "Living to fast I´ve got my head in full throttle / I saw a screaming skull in the bottom of a bottle...", esas primeras líneas de "High Tension Wire" bien podrían expresar su desgraciada experiencia. En Octubre de 1978 compré en la Cuesta de Moyano, así aparece datado en la guarda del libro, el "Delta de Venus", los relatos eróticos de Anaïs Nin. Abro la página 126 al azar y leo: "Aunque había quedado satisfecha por completo poco antes, de nuevo estaba excitada. Le hubiera gustado desabrochar el cinturón, bajarle los pantalones y volverle a tocar el pene. Cuando este aparecía por primera vez, ¡con qué viveza apuntaba hacia ella, como si procediera a un reconocimiento!". El texto de "What Love Is" presenta al género masculino, y esto lo hace a lo largo de toda la obra, como el verdadero y genuino depredador sexual, un tanto agresivo muchas veces: "I wanna write on your face with my pretty knife / I wanna toy with your precious life /... / I want to know what love is."


Pensaba haber titulado esta entrada como "Elogio a la protesta", dudo ahora si hacerlo así. Dead Boys me acompaña en noches en las que bailo observado por desconocidas latinas, pido al intérprete en el escenario alguna canción de James Taylor, el Pink Floyd más bucólico me acompaña en alguna ruta ciclista, tomo de madrugada notas sobre algún próximo relato de terror, voy a setas con mi amigo Hubert, Damiani de DWOMO me obsequia con el desaparecido "Electroshock Taronger" (Hall Of Fame Rcds, 2013), el tabernero me regala una botella de aceite de oliva virgen extra, quedo a medio camino en la visión de los archivos de Zacherley, disputo con un italiano sobre unos discos de Kevin Coyne deficientemente recibidos, intento ahorrar para pagar la deuda a Oscar-el-quiosquero, asisto a un concierto de Perro Cadáver en Malasaña, también a un funeral en el que el coro canta el "Agur Jesune Ama" en eusquera, no voto a Vox.