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31 ene 2019

EL ROCK Y LAS CIUDADES IX: IBIZA



PINK FLOYD                          "MORE"
Para la mayoría de los observadores resulta descorazonador el contemplar a gran parte de la clase turista como una suerte de nuevos bárbaros, una horda multiforme, maleable, advenediza y usurpadora del espacio público. Muchos coinciden también al opinar que, las más de las veces, su comportamiento responde a los cánones típicos de la tribu rebajada a rebaño. Amoldándose a la falta de conocimiento, se dejan conducir por un guía turístico al que permiten les imparta, previo pago de un canon concertado anticipadamente, momentáneas lecciones de cultura local. Los hay empero más sabihondos, aquellos que, creyéndose con mayor erudición que el resto de los alineados en la cola, se atreven a formular preguntas nada habituales. Cuando le llegó el turno a Wolfang Von Auchenstolffen, sacó un papelito del bolsillo de la chaqueta azul de lino, se ajustó las gafas, releyó el texto para asegurarse del contenido y habló en un inglés de empresario de Lübeck: "por favor, ¿dónde estar cueva donde Pink Floyd grabar More?". María Eulalia Marí, empleada de la Oficina de Turismo del Paseo de Vara del Rey de Ibiza, miró fijamente a Wolfang con sus enormes ojos negros (mientras, su mujer Renate, clavaba ligeramente el codo izquierdo en el costado de su marido). "¿Disculpe...?", ..."si,... amigo en Alemania decir, aquí Ibiza, cueva Pink Floyd, grupo Pink Floyd, More...", "la mare que li ha parit, pel que fa temps em queda per aguantar a aquests tontos del cul", pensó la Mari. Aunque admito no ser testigo directo de esta anécdota, algunos cronicones hablan de la verosimilitud de la misma.

No conozco Ibiza, nunca estuve allí o, para ser más honesto con mi espejo, debería limitarme a decir que descubrí la ciudad y su paisaje insular de otra manera, escuchando por ejemplo el "Soundtrack From The Film More Played And Composed By The Pink Floyd" (EMI Harvest Rcds, 1974), el que fue cuarto disco en estudio de la banda londinense, publicado en España cinco años después de su grabación y edición original. En 1977 se estrenó aquí la película homónima del director francés Barbet Schroeder. La vi entonces en el ya desaparecido Cine Estudio California de Madrid, una sala que por entonces solía proyectar la mayoría de las películas de temática musical de la época. Pienso ahora que quizás fue mejor haberla conocido así, en el tránsito oblicuo de una realidad espacio-temporal a la que no era tan común acceder en aquellos años, la ausencia de un escenario, también, compensado por espléndidas imágenes de vuelo musical, el reflejo de la mejor geografía underground de la época. ¿Para qué pedir más?

Ese 1969, el año en el que se publicó "More", significó, ahora lo veo con la perspectiva del tiempo pasado, el anclaje definitivo de mi amor por la música, algo así como el primer fruto después de un breve e intenso tiempo de siembra. Un poco antes, en aquel ya lejano Mayo del 68, me cubría parcialmente la cabeza con una papelera metálica y así leía, escuchando mis palabras a través de un eco que parecía muy a tono con la gravedad de los acontecimientos, las crónicas periodísticas sobre los sucesos en las calles de París. Por las noches, ya de madrugada, recorría gateando el pasillo hasta cobijarme bajo la mesa del comedor y allí, a la luz de una luna inmensa y brillante, devoraba a escondidas las novelas de José Luis Martín Vigil. Bailaba interminablemente, ahora toca guasearse de los movimientos corporales de la época, con el "Massachussetts" de Bee Gees y el "No Milk Today" de Herman Hermits. Salir de la tienda de discos con el "We Gotta Go Home" de The Music Explosion y, al enseñarlo a los amigos, comprobar cómo yo les causaba una sensación de aficionado entendido (el término enrollado todavía no se empleaba), he de confesar que me agradaba, elevaba mi ego adolescente hasta niveles donde la ausencia de práctica del deporte no me permitía destacar.

Mientras tanto, Wolfang y Renate han salido (con indisimulada marcialidad prusiana) marcando el paso de la oca del hotel donde se alojan. Ya en el zaguán él ha colocado sus brazos en jarras, se ha instalado el monóculo en el extremo del ojo derecho mientras miraba al cielo y, con un "jawohl" indiscutible,  ha dado su conformidad al tono limpio y brillante que se espera de cualquier isla mediterránea que se precie. Renate lleva un delicioso velo corto de tul color marfil con grecas en el extremo, camisa de lino blanco y pantalones harem sueltos a juego. Antes de salir revisó minuciosamente la caída del sombrero de paja sobre sus ojos de alcohol azul, también que el par de alpargatas con suela de plataforma, adornadas con lonetas amarillas bordadas con cuñas de esparto, la esperaran a la vuelta, debidamente colocadas al pie de la cama. Pero esta mañana ambos llevan zapatillas deportivas ya que tienen prevista una intensa jornada turística, y la comodidad en el calzado, ya se sabe, es regla de oro. Harán unas primeras compras por la zona de Dalt Vila, volverán al hotel para dejar las bolsas, comerán en alguna terraza cercana a Santa Tecla y bajarán al puerto, intentando no coincidir con los siempre ruidosos turistas italianos. Wolfang tiene la intención de desmarcarse en cuanto vea la situación propicia, una hora a lo sumo, y perderse por Sa Penya y La Marina, su amigo le dijo que por esas callejuelas se rodaron algunas de las escenas de la película y aparentemente pretende tomar varias fotografías.

He visto la película de nuevo, cuarenta y tantos años después. Admito que lo hice sin ningún ánimo de convocar a  las arañas melancólicas, lo que me faltaba, las maldigo ahora, siempre propensas a tejer como Penélope ese sudario que deseamos siempre lejano. No me ocurrió lo mismo cuando me enfrenté no hace mucho a la revisión de la siguiente aventura cinematográfica del director francés, "La Vallée" (1972). Esta me pareció entonces insulsa, aburrida, apenas aguanté 20 ó 30 minutos de su metraje. Aun admitiendo que "More" también participa de los típicos tópicos de la época, me pareció diferente, tiene más pulso, más sustrato, además el paisaje es más reconocible, más nuestro, hay un inesperado toque del Berlanga de "El Verdugo" cuando el protagonista desciende por la pasarela del barco al llegar a la ciudad. Las mujeres vestidas de negro, los seiscientos y Land Rovers, los conserjes y camareros, las calles con sus escaleras empinadas, el abandono de la luz blanca, esos intensos círculos solares tan comunes en toda climatología isleña. Aquí se respira algo reconocible, la cal desconchada de las paredes, los perros callejeros, las terrazas de los bares. No existe vida impostada, la realidad se encuentra reflejada en el propio ambiente, hay mucha más cercanía. Dejaré para más adelante la descripción de los caminos hacia la costa, los perfiles de las playas, los acantilados, el color del mar, lo rural. Un gran descubrimiento para Wolfang y Renate que, sin adivinarlo ahora, volverán a ser trágicos protagonistas del relato.

Aproximadamente son 30 los segundos en los que, depositada la aguja sobre los surcos del disco, comienzan los pájaros a piar. Nos adentramos en un mundo de pompas de jabón en "Cirrus Minor". "In a churchyard by a river / Lazing in the haze of midday / Laughing in the grasses and the graze". La voz de Gilmour, suave, etérea, casi en oración, se mezcla con el órgano catedralicio de Wright, un instrumento y un intérprete, éste último, que darán mucho juego durante toda la grabación. En "The Nile Song", el mundo de Pink Floyd colisiona con un asteroide proto-heavy, fuertísimo reflujo donde los riffs de guitarra arañan paredes de cal viva. La voz de Gilmour escupe el texto. Sin dudarlo un segundo, uno de los temas clave en toda su amplia discografía. "Crying Song", vuelve la relajación, del tema se apodera un mantra circular, los punteos de Waters y riffs finales de Gilmour confirman la admonición contra los efectos de un mal viaje: "Help me roll away the Stone". "Up The Khyber", Mason y Wright toman la batuta de este primer tema instrumental. Tom-tom espacial en la batería contra frases de free-jazz de los teclados. "Green Is The Colour", maravillosa balada, se eleva gracias a su sencillez, a la ingenuidad instrumental que la sustenta, apenas los punteos acústicos de la guitarra, una flauta y la ornamentación del piano. "Cymbaline" ahonda en el viaje espacial: "And it´s high time / Cymbaline...". La balada se adormece, las últimas estrofas del teclado parecen confirmar la poderosa imagen de exaltación pagana de la vida. "Party Sequence". Dudo si la grabación procede de un trío de percusionistas locales o de la propia banda en estudio.


Wolfang y Renate han hablado con el conserje del Hotel El Corsario, todavía subsiste el establecimiento en el mismo corazón del Dalt Vila. Aquí tenía una de sus bases de operaciones Ernest Wolf, el nazi traficante en la película, también aquí se alojaron gran parte del equipo de grabación que, durante los meses de Octubre y Noviembre de 1969, trabajaron en el largometraje. Ha sido ella en esta ocasión la que ha llevado la voz cantante. Tomarán el autobús desde Ibiza hasta Sant Antoni por la C-371. Desde esa misma estación de llegada irán en bicicleta hasta Cala Gracioneta, diríjase hasta el chiringuito de la playa y en un alto, hacia la derecha, divisará usted la casa donde los protagonistas de More vivieron un tiempo. El conserje, Manolo (previa propina adicional), les ha facilitado también el teléfono de un paisano al que le pueden alquilar un mini-moke para llegar hasta Punta Galera, escenario de las secuencias nudistas y del mal viaje de ácido. La visita al Molí Vell de la Mola en Formentera, escenario del quijotesco ataque de Klaus y motivo de la excelente portada de Hipgnosis, acuerdan que se efectúe durante la siguiente jornada. Inmediatamente después, Renate ha mirado con intensidad cómplice a Manolo, él movió su cabeza de un lado a otro para cerciorarse que nadie les observaba.

Ese juego de intensidad-relajación que revuela durante todo el disco tiene en "Main Theme" uno de sus puntos álgidos. Con ese tema instrumental comienza la película, los círculos solares se apoderan de la pantalla, el fundido final tiende hacia un blanco desbordado de luz, la base rítmica de Wright y Mason crea el ambiente propicio. "Ibiza Bar" no deja de ser la continuación de "The Nile Song", la apacible psicodelia del entorno instrumental envuelve la aridez de un rostro hasta entonces desconocido en la banda. "More Blues", esqueleto de blues clásico envuelto por un bajo (apenas audible) al que cuesta prestar atención y un punteo de guitarra. "Quicksilver", el tema más enigmático, sugerencias de salas de máquinas abandonadas, revuelo de drones a ras de un aire viciado, hay que imaginar el ambiente creado entre cortocircuitos fosforescentes, Julian Cope habla de él como una de las cimas del disco. "A Spanish Piece" es una tontería, curiosamente la primera pieza compuesta por Gilmour desde su entrada en la banda. Sobra y afea el resultado final. "Dramatic Theme", recoge el señuelo del "Main Theme" y desarrolla un poco más la atmósfera espacial del álbum. En la película hay dos temás, "Hollywood" y "Seabirds" que no aparecen en el álbum, lástima.

Mientras pedaleaban hasta Cala Gracioneta Wolfang observó una abundante sudoración en el rostro y cuerpo de Renate, no le dio mayor importancia, un día de mucho calor y el ejercicio continuado, es normal que ocurra algo así, a otra cosa. La verdad es que le hubiera gustado entonar con ella un "OM" en las derramadas laderas de Cap Negret, justo antes de llegar a Punta Galera, pero no se atrevió a proponérselo. Antes de bajar hacia el pequeño parking de Cala Salada quiso recuperar aquellas sensaciones de estudiantes universitarios en Lübeck. Inesperadamente Renate se dejó abrazar, tenía entonces la garganta algo inflamada y unos extraños moratones se extendían a lo largo de ambas clavículas. ¿Has tomado...?, Renate deslizó la mano derecha sobre los labios de Wolfang. Extendieron la toalla sobre el nivel más alto de las terrazas de roca lisa. Se descalzó primero, luego amontonó toda su ropa con calculada parsimonia, ya totalmente desnuda él la miraba como hechizado, se acercó hasta el borde del pequeño acantilado, la espalda contra el mar, mirándole con esos ojos ahora glaucos, dejó que su cuerpo cayera contra las escarpadas rocas del rompiente, una bañista cercana que practicaba yoga gritó su espanto blanco.


17 ene 2019

MUSEO DE CERA




DEEP PURPLE                     "BURN"
Después de almorzar unos huevos fritos con arroz se fue a dar un paseo por el parque más cercano. Tan solo se cruzó con una mujer que caminaba algo alejada del que parecía su perro. Unos críos se balanceaban sobre una enorme alfombra de caucho sujeta al suelo. Hizo algunas fotos con su móvil. Raro que no le viniera a la cabeza ninguna canción, ningún riff de guitarra, tampoco la melodía de alguna canción. Dio las buenas tardes a un hombre joven con perilla, cerca ya de la verja de salida. Mientras regresaba a su casa iba cavilando el texto de su próxima entrada en el blog. Ya saldrá algo. Al abrir la puerta de su domicilio parecía un tipo feliz, persuadido de lo provechoso de un ejercicio del que pretendía hacer un saludable hábito diario. Año nuevo, pongamos en práctica algunas de las promesas tantas veces incumplidas. Mientras archivaba las fotos en el ordenador recuperó otras antiguas y se las enseñó a su mujer. Mira que guapa estabas aquí, ¿donde era?, en algún pueblo del interior de Cantabria, creo que en Carmona, el verano que estuvimos en casa de tus primos, ¡ah, ya!. Le preguntó si había visto las llaves de casa, contestó que no. Ella tenía sus propios planes, le habían regalado unas invitaciones para asistir esa tarde a la ópera, iría con su hermana mayor. Le pidió prestados los prismáticos.

¿Hablar de Deep Purple, de su álbum "Burn"?, ¿le interesará realmente a alguien?, una banda y una obra sobre la que se habrán escrito cientos de páginas, muchas de ellas definitivas, seguramente mejores que las tuyas. Tú mismo, te arriesgas a que la gente  piense que no merece la pena leerte, ya darán por dicho todo lo que se debe saber sobre la banda y sobre esa obra en concreto. Una más, dirán con razón. Bueno, puedo empezar comentando que compré el disco en mi primer viaje Inglaterra en el año 1974, en la misma tienda de His Master Voice de Oxford Street, un enorme edificio de tres plantas cercano a Marble Arch, quizás eso les enganche. Aquella noche dormí en un albergue de High Kensington Street, un antiguo parque de bomberos reacondicionado que alojaba a las hordas juveniles que invadían Londres por aquellos años. Se levantó del asiento y fue a la cocina a por un botellín de Mahou. Sonaba la cara B del "Argus" de Wishbone Ash -llevaba ya unos días dándole un repaso a la discografía de la banda inglesa-. Además, ya puestos , podría hablar de lo que ocurrió esa misma jornada. Me encontraba apoyado contra un árbol en Hyde Park leyendo el Melody Maker, edición de la primera semana de Julio, en la sección de anuncios aparecía un texto que decía: "another Bernie Taupin looks for another Elton John". Un chiquillo se separó de una hilera de colegiales y se acercó para soltarme una perorata de la que no entendí ni papa, ahora que lo pienso, tenía un gran parecido con Guillermo Brown.

Extrajo el disco y dentro de la funda halló unas hojas impresas que hablaban sobre la muerte de Jon Lord en Julio de 2012. En una nota manuscrita leyó algo relacionado con la llamada telefónica de su amigo el Puñi en la que le anunciaba la muerte del teclista. En ese instante paró de teclear y se quedó pensativo. ¿Voy por buen camino? Recuerdo como a partir de esa fecha programé en su homenaje una audición completa de la obra de la banda. Publiqué mis comentarios en una revista digital y al poco tiempo alguien me había añadido al "Purple Reign...Fans of Deep Purple", una plataforma internacional de pirados de la música del grupo de Hertford. Pasó las siguientes horas reuniendo una serie de datos sobre la banda y su obra "Burn" (Purple Rcds, 1974) y le extrañó no encontrar tanta información como inicialmente preveía. No habría más remedio que seguir echando mano de la propia experiencia. Le llamó la atención, eso sí, algo que desconocía, la venganza de Ritchie Blackmore contra los promotores de los festivales en Plumpton (National Jazz & Blus Festival) en agosto de 1970 y en el Ontario Motor Speedway de San Bernardino (California Jam) cuatro años más tarde. Yes y Emerson, Lake & Palmer pagaron los platos rotos. Se entretuvo viendo por youtube parte de este último concierto, la escena en que los roadies de Blackmore, siguiendo sus instrucciones, prenden fuego a parte del equipo de sonido. Este hombre, pensó, estaba genialmente loco. Creyó oír lejanos aplausos de aprobación a partir de ese momento.

¿Debo hablar ahora de la portada del álbum?, -pero esta acción transcurre ya en otra mañana-. ¿Decidirá hacerlo?. Lo hará, no les quepa duda. Le gustó la imagen con los bustos encerados de la formación de la banda, la conocida como la Mark III de Blackmore, Coverdale, Hughes, Lord y Paice. En el anverso del disco sus cabezas sostienen unas velas recién prendidas, en la parte trasera ya se han consumido parcialmente y la cera ha comenzado a desfigurar sus rostros. El color púrpura, la galleta interior con ese mismo tono del sello propio de la banda, le dio pie, lo recuerdo ahora, para organizar una Fiesta Púrpura con la pandilla de entonces, un verano de hace muchos años. Fue la primera vez que tomé ácido, no eran nada del otro mundo los que entonces circulaban por ahí, tan solo una caótica pero intensa visión de imágenes y líneas de colores cuando ya estaba acostado. En la portada aun se conservan la etiqueta de HMV con el precio de 2,25 libras esterlinas y los logotipos que acreditan la propiedad de la Familia. Repasa en este momento las notas que tomó ayer de madrugada mientras se desesperaba porque no llegaba el final del "Inland Empire" de David Lynch.

Ha dejado de fumar y, aunque hurte su intimidad con esta declaración, les diré que cada noche se da un par de golpecitos con los pulgares en el pecho para celebrarlo. Buen chico. Si, ya les digo, desde el principio de este año en el que, por lo visto, nadie confía -se avecina un nuevo cataclismo económico y a mí me va a pillar con los pulmones algo más limpios-. Un consuelo. Inesperadamente busca alguna relación entre los textos de las canciones del disco y los poemas de "Libros Proféticos I" de William Blake, igual por aquí puedo sacar otro hilo argumental. He de confesar que hasta la llegada del capítulo dedicado a  "Vala, o los cuatro Zoas", el texto promete, después ya cuesta digerirlo. Piensa que la lírica de ambas obras debería coincidir, y es que no era muy ajeno al hard-rock de entonces hablar de mujeres malditas, cielos enrojecidos, fuegos en la ciudad. Pero no, eso solamente ocurre en "Burn", la canción que abre el disco. El resto de los temas se orienta más por las influencias de los nuevos integrantes de la banda, Coverdale y Hughes, el blues y el soul. Aquí se habla de relaciones rotas, personajes buscavidas, chulos, arrepentidos o abusadores, lo típico del inframundo urbano. Blake y los Purple aquí no coinciden. Lástima, tendrá que buscar otra línea.

Una buena base de información, recuerda ahora, es el texto que apareció en las fundas del "Stormbringer" reeditado en 2009. Allí habla de aquel mágico 1974, cuando la banda estaba en pleno apogeo artístico, dos magníficos discos publicados ese mismo año, éxitos de ventas, giras mundiales multitudinarias, el caché de la banda alcanza las 40.000 libras en el Houston Astrodome de Tejas. Sigamos por este itinerario. La mayoría de las composiciones ven la primera luz en los Welsh Marches, las conocidas como Marcas Galesas que fijaron durante la Edad Media la frontera con Inglaterra, también en el Clearwell Castle de Gloucertershire, lugar donde un 23 de septiembre de 1973 fueron presentados en sociedad los nuevos miembros, el cantante David Coverdale, sucesor de Ian Gillan y Glenn Hughes, sustituto al bajo de Roger Glover. Ese texto también menciona a la ciudad suiza de Montreux, ligada ineludiblemente a la historia del grupo. En la Unidad Móvil de los Rolling Stones, por entonces allí desplazada, grabaron en noviembre de 1973 este "Burn" y, ya dando entrada a la leyenda, la misma ciudad sirve de inspiración para la composición del famosísimo "Smoke On The Water" después del incendio de su Casino durante la actuación de Frank Zappa y sus Mothers Of Invention. Aparentemente ha quedado satisfecho, aunque no del todo, volverá a revisar el texto más tarde. Pretende salir a la calle para buscar nueva inspiración pero, en ese preciso momento, llega su mujer. La ópera de ayer, si, bueno, un poco dura, cómo te diría, todo el escenario lleno de pordioseros, no muy agradable. Mueve las manos como si fueran aspas de molinos. Mejor me quedo en casa para que me lo cuente.

Igual que sucediera ayer, esa tarde salió a dar su paseo después de comer. No siguió el mismo itinerario, esta vez se movió más por las calles de urbanizaciones vecinas, no le ladró ningún perro, tienes que llevar siempre tu navajita, sacó algunas fotos, cuatro o cinco. Después del trabajo de la mañana dedujo que ya tenía prácticamente construida la estructura de la entrada. Ya en casa se colocó los auriculares, a continuación leyó con atención los textos de todas las canciones, hizo alguna que otra anotación resaltando las aportaciones de los distintos miembros de la banda. Mientras esto sucedía, la ausencia impuesta de nicotina le obligó a ingerir un par de onzas de chocolate. No pasa nada. Sigue descalzo. La transcripción que ahora continúa pretende reflejar fielmente sus pensamientos sobre esta obra. 

Me llama la atención una cualidad especial en los riffs de Blackmore. En todos ellos aparece su marca personal, líneas instrumentales inicialmente cortas, pero muy poderosas, que se van adueñando de la canción -suena ahora "Silver Shoes" de Wishbone Ash-, mejor levanto el "There´s The Rub" del plato, me está distrayendo. En "Burn" es patente esa feliz incautación, la melodía cabalga casi en exclusiva a partir de la guitarra de Ritchie hasta que, casi al final, los teclados de Jon Lord aparecen como contrapunto instrumental. Interesa mencionar especialmente la aportación del teclista en este disco -aun quedan algunos toques de rock progresivo-, teniendo sobre todo en cuenta cómo su influencia en el sonido de la banda había quedado relegada desde que Blackmore se hiciera con las riendas. "Might Just Take Your Life" realza de nuevo la cuota de Lord, el prólogo y epílogo del tema son magníficos. Otro tanto ocurre, esta vez con Ian Paice, en la batería del "Lay Down, Stay Down". Su golpeo es rápido, ocurre a veces que es difícil seguir el endiablado tráfico de sus baquetas. "Sail Away" es un tema redondo, con una estructura acertadamente definida. Los distintos tonos vocales de Coverdale y Hughes, más barítono el primero, el segundo más cándido, otorgan a la canción un contraste delicioso. Aquí también acontece el pulso instrumental entre Lord y Blackmore, algo que veremos en las canciones que integran la siguiente cara.


Tuvo que dejar lo que estaba haciendo. Una inesperada visita le obligó a salir al ruedo para saludar. Vaya por Dios, a ver si siguiendo su maldita costumbre esta vez no me besa cerca de la boca, su aliento no es que sea de Chanel nº 5. Afortunadamente la visita duró un té con leche, volveré hacia las 10 y media, para cenar mira lo que tienes en la nevera. A pesar del gran nivel de la primera cara prefiero la B, y eso descontando ese engendro progresivo instrumental de ""A" 200", favorito por cierto de Coverdale en su época inicial con Whitesnake. En "You Fool No One" la mencionada tensión instrumental Blackmore vs Lord alcanza magníficas cotas, igual que ocurre en "What´s Goin´ On Here" y "Mistreated", para mí los dos mejores temas de "Burn", aunque en este último la presión del guitarrista se hace mucho más patente. La voz de Coverdale, el bajo de Glenn y la batería de Paice funcionan en ambas canciones con la precisión del mejor relojero de Montreux. Debo decir que le agradó este nexo semántico. Cuando le telefoneó su hijo para pedirle su opinión sobre un contrato de alquiler ya tenía prácticamente terminado el texto.

Cuando concluya la entrada bajaré de nuevo la aguja sobre el quinto álbum de estudio de Wishbone Ash -no es casualidad que lleve hoy puesta una camiseta de la banda con un dibujo emulando la portada de su "Live Dates" de 1973-. Dos jóvenes vecinas se exponen desde la ventana de su cocina, justo enfrente de mi cuarto. No te despistes, es tan sencillo como rematar la faena hablando precisamente ahora de la gran expectación que causó la aparición de "Burn" en febrero de 1974. La salida de Gillan y Glover había causado cierta inquietud en los ya numerosísimos seguidores de la banda. Si bien es cierto que la influencia blues en "Burn" era más patente, no por ello dejaban de sonar a Deep Purple, el toque hard-rock de sus inolvidables "In Rock" y "Machine Head" seguía vigente. Pero esta obra marca el inicio de la pérdida de confianza de Blackmore en el futuro de la banda. Ya en el "Stormbringer" de ese mismo 1974 , su última grabación como miembro original, la nueva deriva musical, más funky incluso, le convencerá para abandonar el barco y buscar una continuidad del sonido original de los Purple en su nuevo proyecto, Rainbow. Aquí finalizó su texto. Me encuentro obligado a asegurarles de qué manera, después de las correcciones y variaciones a las que sometió el borrador original, la esencia de lo que han leído coincide en gran parte con lo que el autor pretendió desde un principio, que ustedes se entretuvieran un rato. Doy fe de ello.




10 ene 2019

ÁLBUM FOTOGRÁFICO 2018 II


Punto y final a la segunda serie de las imágenes seleccionadas durante el año 2018. Recomiéndase pinchen en la fotografía inicial para así tener una visión más amplia de la misma. Confío en que hayan disfrutado ustedes lo mismo que un servidor lo hizo al tomarlas.

1.- DOBLE LÁPIZ DE LABIOS


2.- MEJOR EN LA DIRECCIÓN OPUESTA


3.- DESCANSO ABANDONADO


4.- NO ACERQUES EL DEDO


5.- ¿DÓNDE DICES...?


6.- MARÍA SINTÉTICA


7.- ADIÓS A MI HUESO...


8.- MUY FUCK YOU


9.- AVINGUDA DIAGONAL EN HORA PUNTA


10.- ESTA SE HA COLAO...




6 ene 2019

ÁLBUM FOTOGRÁFICO 2018 I


De cómo de una afición ya lejana preténdese surtir provecho y regocijo para grandes y pequeños. Invitados quedan vuesas mercedes a observar con sosiego cómo al autor le alienta el espíritu en estas imágenes, que no la técnica, pues de esa industria carece.

1.- VOLANDO VOY...


2.- LOS PELIGROS DE LA NOCHE


3.- ¿Y TÚ QUE MIRAS...?


4.- POCO CIELO


5.- EN LA PRADERA


6.- FAROL INGLÉS


7.- MOCIÓN DE CENSURA


8.- ESPEJO ABSTRACTO


9.- NO TE PREOCUPES RUFUS