26 jun 2019
19 jun 2019
HALL OF FAME X: DR. JOHN
Cabe la posibilidad que durante los meses inmediatamente anteriores al asesinato del presidente Kennedy, justo a principios de noviembre de 1963, Mac Rebennack y Lee Harvey Oswald coincidieran en algunas zonas de la ciudad. Oswald se muda allí desde la vecina Texas, alquila un apartamento en Magazine Street, una interminable calle en forma de herradura que atraviesa de lado a lado el Audubon Park hasta las cercanías del Marigny donde vivíamos. Oswald es oriundo de New Orleans y se siente en su casa, consigue pronto trabajo como engrasador en una planta cafetera, poco tiempo después su mujer Marina y su hija June viajan en autobús desde Irving para reunirse con él. Mac Rebennack ya es por entonces músico destacado en el circuito local de clubes. Miembro activo también del Cosmo´s J & M Studios, allí ha participado desde los últimos años 50 en numerosas grabaciones con los que considera sus maestros, Professor Longhair, Huey Smith, Pete Johnson. Ha destacado primero en la guitarra (su estilo con su primera banda The Skyliners es un claro anticipo del posterior sonido garage), hasta que incapacitado su dedo anular como resultado de una violenta bravata en un motel de Florida en Abril de 1960, se ve obligado a cambiar la guitarra por el piano como principal instrumento. En esos últimos años de esa década también se afianza como compositor, varias de sus creaciones alcanzan posiciones destacadas en los listados de R&B de la época, uno de sus temas, el conocido "Sittin´ On My Ya-Ya" de Lee Dorsey, aparece en la famosa BSO del "American Graffiti" (MCA Rcds, 1974).
A mediados de 1964, Jim Garrison, entonces Fiscal General del principal distrito judicial de la ciudad, convencido ahora de la conexión del clan Marcello en la conspiración contra la vida del Presidente Kennedy, continúa impertérrito (entrando en algunos locales pistola en mano) el programa de limpieza que ya había iniciado años antes. Los clubes que funcionan entre las avenidas Jackson y Louisiana hasta la cercana LaSalle Street en su lado norte, ven denegadas la renovación de sus licencias. Es este un disparo de gracia contra la escena musical de Nueva Orleans (aunque afortunadamente los locales turísticos de Bourbon no quedarán incluidos en tan extrema medida, amplias zonas de Frenchmen y Erato hasta el Irish Channel siguen la misma desdichada suerte). Es cierto que los primeros antecedentes de la decadencia se retrotraen a los muy últimos años cincuenta, cuando parte de la industria discográfica comienza a mudarse hasta Memphis, Nashville y Muscle Shoals, sus estudios de grabación han consolidado su importancia y atraen como imanes a multitud de artistas que antes trabajaban en los antiguos estudios de Crescent City. Mac Rebennack arrastra entonces una creciente adicción a la heroina y pasa una temporada entre rejas acusado de tráfico de drogas y proxenetismo. Cuando en 1965 quede en libertad decide mudarse a Los Ángeles, allí le esperan el productor y arreglista Harold Battiste, además de muchos músicos amigos emigrados desde Nueva Orleans.
Nos enteramos de la muerte de Dr. John otro día más de calor pegajoso y azulado, recuerdo recibir de mi sobrina Lucia en Dallas un mensaje y al abrirlo no desear enfrentarme a una noticia de esa magnitud. Me quedé paralizado por un instante, intentando definir cual sería nuestro papel en la ciudad a partir de ese momento. Decidí entonces desviar la mirada hacia Bola de Sebo, observé como cogía del suelo una lata oxidada de cerveza Dixie y la lanzaba hacia un pitcher imaginario de los NOLA Baby Cakes. Negociamos rápidamente el pago del cincuenta por ciento de la reparación del Edsel y acordamos recogerlo dos semanas más tarde. En ese momento no nos encontrábamos demasiado lejos del Shrine on Airlane, un descampado que alberga las instalaciones deportivas del equipo de baseball, así que tomamos la línea E-2, nos apeamos en Treffy y entramos en el estadio, por los inmensos auriculares anunciaban la excelencia de las cleaneating burgers. Había entrenamiento infantil y los chavales correteaban por el campo, sus padres desde las gradas no perdían de vista sus torpes movimientos, les animaban con sus gritos, parecía todo suceder de una forma caótica y al mismo tiempo ordenada. Estoy convencido de haber gritado algo parecido a "Hey, assholes out there!!, Dr. John has dead!!, Stop all these fucking games!!".
Deduje entonces que alguna ventaja debería tener la muerte, aprovechas cuando ocurre para recuperar del olvido la obra del fallecido, darla un buen repaso. Expuse ante mi vista la colección de los discos disponibles de Dr. John y le pasé un guasap con la foto a Lucia, repasé de nuevo su mensaje, mencionaba que NOLA estaba de luto y saldría a la calle para bailar en su honor. La primera tentativa me enfrentó cara a cara con el "Dr. Jonhn´s Gumbo", pero no fue hasta que volví a escuchar todos sus discos cuando me decidí por el "Gris-gris" (ATCO Rcds, 1968). Los otros candidatos presentaron credenciales muy interesantes. "The Sun, Moon & Herbs" grabado en los famosos Trident Studios de Londres, con la crema de los músicos ingleses del momento (Clapton, Jagger, P.P Arnold), "Dr. John´s Gumbo", raíz y brillante mezcla de muchas músicas autóctonas de Nueva Orleans, "In The Right Place", con los fabulosos The Meters y Allen Toussaint a los mandos, "Locked Down", un Dr. John excelentemente modernizado por el Dan Auerbach de The Black Keys, finalmente el "Triunvirate", ya de su asentada etapa en Los Ángeles, un disco mater et magistra con Mike Bloomfield y John Hammond. De las catacumbas recuperé una recopilación de Charly Records de 1993, el "Zu Zu Man", una basurita que tenía relegada desde hacía demasiado tiempo. Como trofeo final, previsto el probable caso de desenlace feliz, me guardé la "Cajun Honky Tonk", una colección de temas cajun de los años 50 reeditada por Arhoolie.
Abre la Cara A, el tema estrella, "Gris-Gris Gumbo Ya Ya", una declaración de principios cuidadosamente planificada por un Mac Rebennack que ha decidido convertirse en Dr. John, "The Night Tripper", un trasunto del auténtico personaje que a finales del siglo XIX recorría la ciudad vendiendo sus pócimas. Su mensaje es el mismo que años más tarde intentaría utilizar John Lee Hooker en su "The Healer" (Silvertone Rcds, 1989), sin gran éxito por cierto. Se trata de una celebración vudú envuelta en volutas de humo, un efecto llamada sostenido por el ritual del coro femenino (formado por un dúo excepcional, Tami Lynn y Shirley Goodman, participantes en el posterior "Exile On Main Street" de The Rolling Stones), acompaña a un ritmo de percusión que parece provenir de las tierras bajas del delta. La melodía se convierte en una suave obsesión, imposible alejarse de la idea que se escurre entre sus surcos, la existencia de un brebaje que curará todos tus males, incluso si el caso fuera..."If you got love trouble, got a bad woman you can´t control". "Danse Kalinsa Ba Doom", primer instrumental compuesto conjuntamente con Harold Battiste, contiene un ritmo tribal edificado bajo la múltiple percusión de Richard "Didimus" Washington, sus congas y bongos otorgan al tema un ambiente que se mueve entre el caribe haitiano y el jazz cubano de Machito. "Mama Roux" posee un fondo jazzy también, en este caso con ambiente de bossa nova, su ritmo es seductor, una envolvente caricia que irremediablemente transporta al oyente hacia las barras del burdel de la reina Mama Roux. En "Danse Fambeaux", el papel de Dr. John se mantiene en un segundo plano (salvo cuando él invoca el "patun, patun, patun"), el tema está construido con los juegos de voces de los músicos y del dúo de Tami y Shirley.
Vivíamos como Dios en esa casita azul Olde Town de Marigny, habíamos llegado a un acuerdo con la casera y yo personalmente me encargaba de hacer la colada completa dos veces por semana. Aparte de eso no tenía nada especial que hacer salvo levantarme tarde, observar una vez más como la habitación de Bola de Sebo, tan solo separada de la mía por un damasco que representaba unos juegos florales, volvía a estar vacía. Por lo que a mí respecta tampoco es que me cuidara más de lo necesario, para mantenerne en forma desayunaba un capricho cajun, coush-coush de maíz con leche y sirope de caña. Otro par de días iba temprano por la mañana a practicar shivasana en The Cabildo, en Chartres Street, a dos cuadras hacia el French Quarter. Una sesión de sesenta minutos (el reloj de la sala marcaba siempre 5 minutos menos), tendido en una colchoneta, los ojos suavemente abiertos, mirando a un techo abierto por el que se colaba la luz de un cielo a veces hermosamente nublado. En el folleto de la sección de yoga se anunciaba el shivasana como la mejor terapia después de un intenso y prolongado ejercicio; justo lo que me hacía falta después de las agotadoras jornadas de la colada, pensé cuando rellenaba la solicitud de admisión. Llevábamos desde el 9 de noviembre en Nueva Orleans y creo recordar no haber estado más de tres o cuatro días completamente sobrio.
A mediados de 1964, Jim Garrison, entonces Fiscal General del principal distrito judicial de la ciudad, convencido ahora de la conexión del clan Marcello en la conspiración contra la vida del Presidente Kennedy, continúa impertérrito (entrando en algunos locales pistola en mano) el programa de limpieza que ya había iniciado años antes. Los clubes que funcionan entre las avenidas Jackson y Louisiana hasta la cercana LaSalle Street en su lado norte, ven denegadas la renovación de sus licencias. Es este un disparo de gracia contra la escena musical de Nueva Orleans (aunque afortunadamente los locales turísticos de Bourbon no quedarán incluidos en tan extrema medida, amplias zonas de Frenchmen y Erato hasta el Irish Channel siguen la misma desdichada suerte). Es cierto que los primeros antecedentes de la decadencia se retrotraen a los muy últimos años cincuenta, cuando parte de la industria discográfica comienza a mudarse hasta Memphis, Nashville y Muscle Shoals, sus estudios de grabación han consolidado su importancia y atraen como imanes a multitud de artistas que antes trabajaban en los antiguos estudios de Crescent City. Mac Rebennack arrastra entonces una creciente adicción a la heroina y pasa una temporada entre rejas acusado de tráfico de drogas y proxenetismo. Cuando en 1965 quede en libertad decide mudarse a Los Ángeles, allí le esperan el productor y arreglista Harold Battiste, además de muchos músicos amigos emigrados desde Nueva Orleans.
Deduje entonces que alguna ventaja debería tener la muerte, aprovechas cuando ocurre para recuperar del olvido la obra del fallecido, darla un buen repaso. Expuse ante mi vista la colección de los discos disponibles de Dr. John y le pasé un guasap con la foto a Lucia, repasé de nuevo su mensaje, mencionaba que NOLA estaba de luto y saldría a la calle para bailar en su honor. La primera tentativa me enfrentó cara a cara con el "Dr. Jonhn´s Gumbo", pero no fue hasta que volví a escuchar todos sus discos cuando me decidí por el "Gris-gris" (ATCO Rcds, 1968). Los otros candidatos presentaron credenciales muy interesantes. "The Sun, Moon & Herbs" grabado en los famosos Trident Studios de Londres, con la crema de los músicos ingleses del momento (Clapton, Jagger, P.P Arnold), "Dr. John´s Gumbo", raíz y brillante mezcla de muchas músicas autóctonas de Nueva Orleans, "In The Right Place", con los fabulosos The Meters y Allen Toussaint a los mandos, "Locked Down", un Dr. John excelentemente modernizado por el Dan Auerbach de The Black Keys, finalmente el "Triunvirate", ya de su asentada etapa en Los Ángeles, un disco mater et magistra con Mike Bloomfield y John Hammond. De las catacumbas recuperé una recopilación de Charly Records de 1993, el "Zu Zu Man", una basurita que tenía relegada desde hacía demasiado tiempo. Como trofeo final, previsto el probable caso de desenlace feliz, me guardé la "Cajun Honky Tonk", una colección de temas cajun de los años 50 reeditada por Arhoolie.
Abre la Cara A, el tema estrella, "Gris-Gris Gumbo Ya Ya", una declaración de principios cuidadosamente planificada por un Mac Rebennack que ha decidido convertirse en Dr. John, "The Night Tripper", un trasunto del auténtico personaje que a finales del siglo XIX recorría la ciudad vendiendo sus pócimas. Su mensaje es el mismo que años más tarde intentaría utilizar John Lee Hooker en su "The Healer" (Silvertone Rcds, 1989), sin gran éxito por cierto. Se trata de una celebración vudú envuelta en volutas de humo, un efecto llamada sostenido por el ritual del coro femenino (formado por un dúo excepcional, Tami Lynn y Shirley Goodman, participantes en el posterior "Exile On Main Street" de The Rolling Stones), acompaña a un ritmo de percusión que parece provenir de las tierras bajas del delta. La melodía se convierte en una suave obsesión, imposible alejarse de la idea que se escurre entre sus surcos, la existencia de un brebaje que curará todos tus males, incluso si el caso fuera..."If you got love trouble, got a bad woman you can´t control". "Danse Kalinsa Ba Doom", primer instrumental compuesto conjuntamente con Harold Battiste, contiene un ritmo tribal edificado bajo la múltiple percusión de Richard "Didimus" Washington, sus congas y bongos otorgan al tema un ambiente que se mueve entre el caribe haitiano y el jazz cubano de Machito. "Mama Roux" posee un fondo jazzy también, en este caso con ambiente de bossa nova, su ritmo es seductor, una envolvente caricia que irremediablemente transporta al oyente hacia las barras del burdel de la reina Mama Roux. En "Danse Fambeaux", el papel de Dr. John se mantiene en un segundo plano (salvo cuando él invoca el "patun, patun, patun"), el tema está construido con los juegos de voces de los músicos y del dúo de Tami y Shirley.
Vivíamos como Dios en esa casita azul Olde Town de Marigny, habíamos llegado a un acuerdo con la casera y yo personalmente me encargaba de hacer la colada completa dos veces por semana. Aparte de eso no tenía nada especial que hacer salvo levantarme tarde, observar una vez más como la habitación de Bola de Sebo, tan solo separada de la mía por un damasco que representaba unos juegos florales, volvía a estar vacía. Por lo que a mí respecta tampoco es que me cuidara más de lo necesario, para mantenerne en forma desayunaba un capricho cajun, coush-coush de maíz con leche y sirope de caña. Otro par de días iba temprano por la mañana a practicar shivasana en The Cabildo, en Chartres Street, a dos cuadras hacia el French Quarter. Una sesión de sesenta minutos (el reloj de la sala marcaba siempre 5 minutos menos), tendido en una colchoneta, los ojos suavemente abiertos, mirando a un techo abierto por el que se colaba la luz de un cielo a veces hermosamente nublado. En el folleto de la sección de yoga se anunciaba el shivasana como la mejor terapia después de un intenso y prolongado ejercicio; justo lo que me hacía falta después de las agotadoras jornadas de la colada, pensé cuando rellenaba la solicitud de admisión. Llevábamos desde el 9 de noviembre en Nueva Orleans y creo recordar no haber estado más de tres o cuatro días completamente sobrio.
Dejamos un depósito suficiente para la reparación del Edsel Corvair en Nola Sport, pocas veces había visto mayor aglomeración de coches, ocupaban vastos descampados que se extendían desde la zona alta de Metaire hasta la autopista elevada que cruza hacia el nordeste el inmenso Lake Pontchartrain. Nola Sport era además una auténtica institución en el mundo de los clásicos y deportivos americanos y europeos, nos lo recomendó un tipo al que conocimos en el nuevo Old Quarter Acoustic Cafe de Galveston, cuando llegamos a Houston siguiendo la huella de Townes Van Zandt. El hombre se quedó flipado cuando vio nuestra vieja gabarra cromada del 57, charlamos durante un buen rato, él era uno de los dueños del local y conocía a un montón de gente en Nueva Orleans. Perdí su tarjeta aunque no creo que olvide su nombre, su apariencia era la de luchador moldeado a golpe de barro del pantano, nervudo, de talla imprecisa.
Recuerdo también esa impresión al enfrentarme a tanta intensidad de luz reflejada en el agua, como si se tratara de una ceguera abierta en canal. Mientras esperábamos el presupuesto del Edsel nos acercamos a la orilla del gigantesco lago, los coches que atravesaban la autopista sonaban semejantes al despliegue de alas de los pelícanos, el poo pah doo de Dr. John se desplazaba hasta el norte, hacia Mandeville, casi 40 kilómetros al otro lado del gigantesco ojo abierto del lago.
Recuerdo también esa impresión al enfrentarme a tanta intensidad de luz reflejada en el agua, como si se tratara de una ceguera abierta en canal. Mientras esperábamos el presupuesto del Edsel nos acercamos a la orilla del gigantesco lago, los coches que atravesaban la autopista sonaban semejantes al despliegue de alas de los pelícanos, el poo pah doo de Dr. John se desplazaba hasta el norte, hacia Mandeville, casi 40 kilómetros al otro lado del gigantesco ojo abierto del lago.
La Cara B comienza con un tema instrumental compuesto por Harold Battiste. Los capos de Atlantic Records, Ahmet Ertegun y Jerry Wexler, confían en el arreglista y productor asociado de muchos de los éxitos de Sonny & Cher (los verdaderos salvadores de un sello que en 1965 estaba a punto de ser vendido) y le otorgan cierta libertad de acción. Fruto de ella es este inicial "Croker Courtbouillon", una suerte de intrépida extravagancia de la que seguramente algo aprendió Herbie Mann (otro artista del establo Atlantic). "Jump Sturdy" se abre en vodevil y mantiene ese tono teatral. El escenario nos presenta a un Dr. John que invoca a la protagonista del título, víctima de la conspiración de dos de las reinas oponentes, una tal Julia Jackson, que no le perdona una disputa acaecida entre Melpomene y Erato Street, y otra conocida como Zozo LaBrique. Cierra el disco el tema más extenso, "I Walk On Guilded Splinters" (hay una excelente y extensa versión del mejor Humble Pie en su "Performance. Rockin´The Fillmore" de 1971). La atmósfera no ha dejado de estar relajada en ningún momento, la celebración toca a su fin y los rescoldos del fuego (los Guilded Splinters hacen referencia a un planeta de la mitología vudu) siguen calentando el ambiente.
Vienen a ser estos mis apuntes improvisados mientras retomamos el camino de vuelta hasta el 1500 North de Claiborne Avenue, justo en la esquina con el 1553 de Columbus Street, allí bajo los enormes pilares de la interestatal 10 está ubicado el punto de partida de un Second-Line que pretende hacer historia. El lugar de encuentro es el salón del Kermit´s Treme Mother in Law, un edificio de dos pisos aledaño a una casa más baja de techumbre de dos vertientes. Las pinturas de ambos inmuebles muestran varios motivos relacionados con la riquísima herencia musical de la ciudad, una placa conmemorativa recuerda además a Ernie K-Doe, "Emperor of The World", un conocido músico oriundo de la ciudad que, además de llegar al número 1 de las listas de pop y r&b en 1961 con el tema "Mother-In-Law" (una canción compuesta por Allen Toussaint), fue durante algunos años uno de los más recordados dj de la emisora de referencia WWOZ. Mientras nos vamos mezclando con la muchedumbre convocada suenan por los auriculares de mi ipod Huawei "Chere Te Mon" de Nathan Abshire, "Jolie Blon´s Gone" de Harry Choates y a continuación "Tu Le Du Po La Mam" de Lawrence Walker, pequeña parte de un magnífico surtido de temas cajun grabados por el sello Khoury Recordings a principios de los años 50. Dr. John bebió de ellos, se empapó de la influencia de un estilo autóctono que se propagó gracias al boom económico inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial.
No fue hasta el momento en que eché un buen trago de Crown Royal Regal cuando creí recibir la bendición del gris-gris de Dr. John. Las escenas reales que observaba se mezclaban en un cúmulo de colores y sensaciones dispersas; apostaba por la victoria de los Raptors de Marc Gasol mientras las primeras filas del Second-Line iniciaban la marcha hasta el Louis Armstrong Park. Vi a un malicioso francés (lo adiviné por el color burgundy de sus ojos) vender bolsitas de marihuana a 50 dólares, los parasoles se alzaban entre las distintas paradas de invocantes a Mister M-Nauga-Ma-Hyde, Oswald jugaba en el portal de su casa en Exchange Alley. Mac Rebennack participa en una fiesta privada de Sonny & Cher en el Waldorf Astoria de Nueva York, Ahmet Artegun no ha escatimado gastos para una velada que cuenta con la presencia de la viuda Jacqueline Kennedy. Harold Battiste, Ernest McLean, "Didimus" Washington, John Broudaux, Plas Johnson, los músicos de sesión emigrados de Nueva Orleans que participan en el "Gris-gris", se mueven cómodamente entre las distintas filas de asistentes. Otros bailarines se presentan alrededor del coronel Edwin Anderson Walker, celebran la sentencia condenatoria de Oswald en su atentado fallido contra el militar ultraconservador.
Saludo a Dr. John, me comenta con esa voz gangosa que se siente feliz en su casa después de pasar tantos años fuera. Las líneas metálicas de las trompetas y saxos destacan en cada espacio de asfalto, hay lugar suficiente para todos los cuerpos en movimiento, la música suena callejera, sin gran orden, pero marca un indeleble ambiente de fiesta. Un tipo enorme encaramado a una pequeña tapia saluda a los transeuntes con el lenguaje Chahta, lleva la cabeza adornada con las plumas del gran jefe Choctaw. A él le pregunté cómo se definiría:..." Y´all fonky,... la música está hecha para bailar y a mí me corresponde por tradición el cetro del gris-gris, man".
A DA GI GI DA, la nueva Dama Gris-Gris de Dallas.
5 jun 2019
RAREZAS XVII: LA DAMA BLANCA
ANDWELLAS DREAM "LOVE AND POETRY"
Alguien sostenía las ondas calientes del jardín. El viento seco del aperitivo golpeaba el toldo naranja del vecino de enfrente, mientras la barra de carga soportaba sus embates me dispuse a escuchar los dos primeros álbumes de The 13th Floor Elevators. Rocky Ericson había desaparecido unos días antes y decidí rendirle algún tipo de homenaje. Extraje de la misma estantería "The Psychedelic Sounds" (International Artists, 1966) y "Easter Everywhere" (Get Back Rcds, RE, 2001) con la intención de recuperar algunas lecciones olvidadas. Me exigí no rebajar a la banda tejana, dejar de tratarla como una mera referencia de los buenos tiempos pasados, incluidos en el cartel de las mejores formaciones del garaje psicodélico americano. Su archiconocido muro tut-tut de sonido pareciera a veces que chirría, otras veces se tornaba en una originalidad agradable. En algunos de sus surcos (no todos están preparados para ello), se esconden sabrosas vulvas de acid y garage.
Llevaba días intentando recuperar la sección de RAREZAS, así que acudí a la base de datos y me planté presto en la A, decidí no pasar de ahí. Dos discos se disputaron la corona, al final opté por la primera y más conocida obra de Andwellas Dream, ("Love and Poetry", Lightning Tree Rcds, RE 2006), originalmente editada por la CBS en 1969. Tenía muchos más datos de la otra banda, de Arcadium, pero la sensación que me causó la escucha de su "Breath Away" (Akarma Rcds, RE 2003) fue algo empalagosa. A estas horas sigo planteándome la oportunidad de la decisión final; creo que Andwellas Dream, en buena ley, no debería ser protagonista de ninguna sección llamada "Rarezas",... su "Love and Poetry" es una de las más celebradas grabaciones de psicodelia inglesa de los últimos años sesenta, una obra y una banda que se suponen conocidas por la mayoría de los aficcionados cultos. No, definitivamente no merecía ser rebajada a tal condición.
Busqué y rebusqué datos de la banda norirlandesa, aproveché para recuperar tiempos felizmente pasados entre revistas, desempolvé antiguos apuntes sobre links musicales relacionados (maravillosa la página web de pooterland, gran descubrimiento el blog johnkatsmc5), me entretuve entre los box-sets de la "Rubble Collection" (¡vaya!, me faltaba el segundo volumen, el que incluía los números del 11 al 20, allí donde precisamente aparecía Andwellas Dream) El texto oficial más relevante lo saqué del "Tapestry of Delights" de Vernon Joyson, en apenas un cuarto de página contaba la historia de la típica banda con talento abocada al fracaso, no por la falta de oportunidades (que las tuvo), sino por la ausencia continuada de reconocimiento general. De Dave Lewis, el principal compositor y líder de la banda, se ofrecen al lector interesado datos de obligada referencia, llegó a colaborar con Demis Roussos.
Admito que me costó no tirar la toalla. Varias razones me convencieron al final de no hacerlo, dos de ellas aparentemente importantes; una, la obra gráfica de C. Nevil Boussmayeff, de atractivo kitsch oriental en portada y contraportada del disco (esta segunda le confronta una conseguida nebulosa psicodélica), además la del equipo de diseño (a los que en justicia se les hace mención en los créditos, Lizzie Stilgoe y The Sons of Saturn); la segunda, una copia de la factura de compra (Diciembre de 2006) y el catálogo del vendedor, The Freak Emporium; me emocionó comprobar como pague por los portes desde Inglaterra el mismo precio que por el disco. Las otras razones pudieran parecer meras tonterías; indicar en los créditos Side 1 dos veces y no escribir correctamente el apellido del productor Rocky Shahan, bajista paquistaní miembro original de The Konrads (banda que incluyó en su primera formación a David Bowie), pero ninguna de ellas fueron argumentos suficientes para devolver el disco a su lugar de origen.
¿Cabría aquí hacer un inciso y reconocer la influencia beneficiosa de una inesperada aparición? Ocurrió a lo largo de diferentes momentos de una noche de insomnio. Vi caer una lluvia granizada de meteoritos humeantes, la tierra se resquebrajaba y desde sus entrañas surgían ruinas olvidadas, bajo el arco de una abadía demolida se protegía una mujer joven (su parecido con la dama de Shalott era patente), Júpiter parecía lanzar rayos desde su larga melena dorada. De inmediato deduje que podría utilizar su imagen como la de una diosa protectora, quizá también como musa inspiradora de un texto que se me escurría entre bocanadas de sueño atrasado. Quise levantarme para tomar alguna nota pero lo avanzado de la noche me retuvo encadenado a la cama. Al cabo de pocas horas supuse el influjo de los diarios de Mina Harker, la mano que mece la cuna en el "Dracula" de Bram Stoker, la impura visionaria que guía a sus compañeros tras las huellas de un vampiro en retirada hacia su castillo de Transilvania.
Me permitirán que hable de algunos apuntes recopilados en la cada vez menos libre red. Los escasos links interesantes en los que se encuentra alguna referencia a Andwellas Dream son "Irish Rockers, Irish Bands and Irish Rock Music Throughout The Decades", una magnífica página web donde cabe además gran parte de la información de interés sobre Irlanda y su escena musical y "Message For Love fans", proveniente de una página no oficial de la genial banda californiana. Allí se habla de The Methods como embrión de la primera formación en Belfast, su lugar de origen. Creada por Dave Lewis, ya hablamos de él, a mitad de la década de los 60, compositor de talento, guitarra y teclados. Le acompañan Nigel Smith al bajo y Gordon Barton a la batería. Se trasladan a Londres en 1968 y se dan a conocer actuando en el circuito de clubes de la ciudad. Cambian su nombre a Andwellas Dream, graban su primer Lp "Love And Poetry" para CBS en 1969 y otros singles a continuación con el mismo sello, algunos provenientes del mismo disco. Conocidos entre la audiencia más fiel, sus temas gozan de cierto éxito pero no el suficiente para asegurarles el apoyo continuado del negocio. Aunque logran grabar dos discos más los años 70 y 71, con el sello Reflection Records ("World´s End" y "People´s People") y ya con el nombre acortado a Andwella, su trayectoria culmina definitivamente un año más tarde. No es un gran historial. Quizá el prescindir del Dream les jugó una mala pasada.
Esta parquedad biográfica queda felizmente contrapuesta por la amplitud y grandeza del contenido de su primera obra. 13 temas en total que se ofrecen al oyente en una suerte de radiante combinación entre psicodelia de potentes riffs de guitarra, base rítmica roquera, un folk de vientos rurales y cosmopolitas teclados jazzy. En "The Days Grew Longer For Love" los riffs de guitarra contienen poderosos fogonazos proto-heavy, en la siguiente pieza, "Sunday", el fuerte ritmo roquero se complementa con la flauta hindú de Bob Downes, instrumentista invitado a la grabación (respetado estudioso de las variantes rítmicas asiáticas). En "Lost A Number, Found A King", los vientos de Downes se mueven entre un ambiente de folklore ensoñador, hay incluso texturas de la dinastía Ming. Mientras "Man Without A Name" arrima al oyente hacia riberas de un pop psicodélico, más en la onda Procol Harum, "Clockwork Man" lo hace hacia las planicies de Traffic, en ambos casos el desenlace es preciso, elegante. "Cocaine" cierra la cara A y aquí los teclados de Dave Lewis recuerdan los mejores momentos de Brian Auger con su Trinity, uno se transporta sin dificultad al efervescente escenario jazz de la Praga de Alexander Dubcek.
"Shades Of Grey" comulga en el mismo altar, riffs potentes de guitarra, esta vez más envueltos por una atmósfera que encuentra en la ingenuidad de su melodía su mejor valor. "High On A Mountain" suena a los injustamente olvidados The Smoke de "...It´s Smoke Time" (Metronome Rcds, 1967) en su etapa alemana; un pop aguerrido, eléctrico y bizarro, sus primeros acordes, los puentes, retrotraen al oyente al primer vigor adolescente. "Andwella" nos invita a un cocktail donde la guitarra y los teclados quedan perfectamente combinados, de su sonido surge un sabor muy en la onda Graham Bond Organization. "Midday Sun" tiene su necesario toque Beatles, también suena a Donovan, la melodía se alimenta de la fructífera cosecha inglesa en la última década mágica. "Take My Road" apuntala lo que ya viene siendo patente para el observador, la vertiente pop se ha hecho con el poder, los arreglos y la orquestación confirman este feliz hecho. "Felix" contiene un diáfano recuerdo de aquel guateque antológico, han dejado de sonar los temas más conocidos, las parejas se dispersan por el salón, el improvisado dj pone en el plato este single (el más radiado y conocido de la banda norirlandesa), solamente los más interesados se le acercan, maravillados ante la belleza hermenéutica de la canción le preguntan por el grupo, él les mira con una mezcla de orgullo y displicencia. "Goodbye" cierra el disco, igual que "The End" cerró el "Abbey Road", no puede haber final más conmovedor.
Confío en que pueda finalizar mi labor manteniendo todavía el interés del lector, cerrar con un breve brochazo algún comentario sobre los textos de Dave Lewis. Abro las ventanas y dejo que el aire limpio de la mañana suene a cuartetos de cuerda. Dudo de entrada si inclinarme por el ambiente de un Londres entonces pletórico (poco antes de su llegada se había celebrado el "14 Hour Technicolour Dream"), o por el influjo de la inexplicable belleza de los cementerios en su Belfast natal. Existen ciertas pistas que confirman mi preferencia por la segunda opción, parece que la hipnótica lectura de novelas góticas inglesas ha dado sus frutos. Los cementerios se mencionan en "Lost A Number, Found A King", la figura femenina, enigmática y sin alcance, se manifiesta en "Andwella", el paisaje romántico en "Midday Sun". En "Felix", la ambivalencia homoerótica,... en "Cocaine", un texto que anticipa el de J.J. Cale (y la posterior y exitosa versión de Eric Clapton), Lewis habla por primera vez de la droga, una visitante inesperada, la nueva dueña de la habitación, admito que por entonces lo que más me interesaba eran los efectos del laúdano.
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