Ayer, como suele ocurrir casi siempre, a calculada deshora, después de una intensa jornada de paseos fotográficos, decidí embarcarme en una última sesión nocturna. Me impuse como condición el no extenderla demasiado tiempo, como mucho hasta las primeras horas de la madrugada. Inicialmente Faust iba a ser una de las bandas elegidas pero, pensándolo mejor, no me encontraba con ganas de enfrentarme a sesudas emociones de capa teutónica. Preferí la opción de seleccionar música energética (rama inglesa) con las variantes costeras del country-western y el indie (rama americana). Salpimenté, según se verá, con un toque de cosecha nacional. Los resultados, en función de la premura de tiempo, se circunscriben exclusivamente a temas incluidos en sus Caras A. No están todas las que son, aun así, las que están pretenden dar cuenta del espíritu de cada disco.
Comienza entonces la sesión final del año 2020. Buffalo Tom, Deep Purple, Mohama Saz, Buffalo Springfield, Uriah Heep y The Dream Syndicate. La noche se abre hacia terrenos desconocidos; a la grupa, separados por las oportunas medidas de seguridad, los participantes cabalgan las olas entre riffs de guitarra, teclados, bases rítmicas de potencia medida. Buffalo Tom tiene esa garra tan indie de la Costa Este, lluvia, calles mojadas, cerveza fía. Los cielos permanecen cubiertos, la música de Buffalo Tom es capaz de deslizarse entre los pliegues del tiempo, felizmente atormentado, entre los escasos rayos de sol restante, la pizarra celta brilla. De su magnífico “Let Me Come Over” (Beggars Banquet Rcds, 1992) destacar las guitarras nucleares de “Staples” y su gran balada, sello de origen, “Taillights Fade”. “Larry” cierra una cara A plena de aciertos. Estos temas formaron parte del set-list en su último concierto de Madrid en el verano de 2019.
Deep Purple mantiene la grandeza de la producción en cadena. El brillante trabajo a los controles de Bob Ezrin hace que su último trabajo, “Whoosh!” (earMUSIC Rcds, 2020), persevere en la versión más renovadora del grupo, auténticos supervivientes adaptados a las nuevas tendencias trashy-pop. “I don´t know what lies ahead / All I´ve got is What I need"”, comienza el sermón de Ian Gillan en el primer corte, en “Throw My Bones” se respira un ambiente de masiva decadencia post-tecnológica y la secuencia del resto de la primera cara se sucede siguiendo esa pauta, tan profesionalmente ejecutada además. “Nothing At All”, gracias al espléndido trabajo en los teclados de Don Airey (más que un émulo del gran Jon Lord), cierra esa cara sonando a cierto prog revisitado. Siguen a Gillan Ian Paice y Roger Glover, vieja guardia de las primeras formaciones, toda una garantía de continuidad. El DVD adjunto de su concierto del Hellfest de 2017 les muestra en plena forma septuagenaria.
The Dream Syndicate marca el ecuador. Sus secuencias son como corazonadas, pulsos de amianto inundados en detergente, al final sale ganado la mezcla. Su “Medicine Show” (A&M Rcds, 1984) señalizará el camino a seguir durante muchas generaciones. La voz de Steve Wynn se modula desde una potencia pausada, sin sobrepasar nunca las líneas rojas, tampoco lo hace la base rítmica, aunque eso no signifique que pierdan fuerza, todo lo contrario, desde “Still Holding On To You”, “Burn”, “Armed With An Empty Gun” hasta “Bullet With My Name On It” la tensión de los textos acompaña a la música y ambas se hacen con el oyente fácilmente; entrelazándose entre los riffs de Wynn y Precoda la batería de Dennis Duck apuntala con eficacia la caja de pino. Breve apunte ahora a su concierto en “El Intruso” en 2014, representando este su “Medicine Show” en su 30 aniversario, uno de los bolos más recordados entre los muchos presenciados por el que suscribe.
Mohama Saz tira una vez más hacia Oriente, se sitúan junto a la temida conspiración judía, puede que rama sefardita. Viven en continua celebración. Su nuevo trabajo, “Quemar las Naves”(Humo 25, 2020) ha llegado justo al final del año (lo han arreglado en gran parte) y lo ha hecho para quedarse. Magnífico el tema homónimo, desde su mismo inicio hasta su extenso puente, suenan a Alta Edad Media, a cantigas eléctrificadas, a cuero campero. Lo mismo ocurre en “De Las Moscas Del Mercado”, una extensa pieza de 7 minutos, contiene entre sus surcos a los mejores E.L.O., a Triana, a Ennio Morricone, a esquinas de Vía Layetana, a músicos fronterizos en los vagones del metro. Algunos ecos Soft Machine en “Migajas”, la sección de viento de Arturo Pueyo excelente, la pieza galopa hacia un éxtasis medido por las líneas superpuestas de todos los instrumentos. Bravo por el trabajo de Cabezafuego en los teclados y sintetizadores.
"Mr. Soul” abre el “Buffalo Springfield Again” (ATCO, 1967), le sigue “A Child ´s Claim To Fame”, la antítesis estilística perfectamente equilibrada. El primer tema electrificante, pleno de potencia y autopistas iluminadas, el segundo puro nervio country-western, con esa gracia concurre la totalidad del álbum. Elegancia nouvelle-vague en la “Everydays”, el gran James Burton al dobro, algo de jazz del club Playboy de Chicago al fondo. Majestuosidad espacial en “Expecting To Fly”, la entrada es de un patetismo genial, el trabajo de Jack Nitzsche a la producción posee el copyright de las mejores partituras modernas, sin duda una de las mejores canciones de Neil Young, rebosa ternura entre todos sus surcos, también piedad. “Bluebird” es la mejor respuesta que Stills podía ofrecer al “Mr. Soul” de Young. El eco de la caja de la guitarra rítmica (parece golpeada entre los huecos de sus cuerdas), los cambios de ritmo constantes, ese contrapeso del banjo de Charlie Chin, elevan el tema a cotas de pacífica belleza.
“Look At Yourself” (Bronze Rcds, 1971), ¡esto sí que es sonido potente!, una orgía de teclados, obligado homenaje nocturno al recientemente desaparecido Ken Hensley. Uriah Heep es la banda de la Inglaterra desclasada, los hijos de los mineros, los sindicatos obreros, las sombras dickensianas del Imperio. “I Wanna Be Free”, Manfred Mann ayudando con su moog, marca pauta contundente, sello distinguido de la casa. Un torbellino de Yes desquiciado, Hensley vs Wakeman, del Sabbath más glam, Box vs Iommi. “July Morning” tiene más semejanza con un E, L& P desbarrado, el órgano de Hensley siempre excelso protagonista. El tema homónimo marca el inicio de la obra y desborda con su ímpetu todas las previsiones metereológicas, el mercurio del termómetro sale disparado de su cápsula. Una nota a pie de página, aunque aparezca fotografiado en la contra-cubierta, Iain Clarck (ex Cressida), fenomenal batería en esta grabación, debería aparecer por derecho propio en los créditos del disco.
Dormí poco y
mal. El camión de la basura adelantó su itinerario un par de horas. La noche
pasó en un desvelo constante, cuando abrí las ventanas la mañana ya tenía el
manto de niebla extendido sobre sus aceras. Resolví continuar con el trabajo, una decisión que
culmina todo un año que en lo personal ha sido ambivalente, desgraciado en lo
físico, afortunado en aquellas actividades intelectuales que el confinamiento
me ha permitido afianzar. Agradecido a todos los que se han pasado por aquí,
especialmente a aquellos que han participado con sus comentarios. Desearles a
todos una vida dichosa durante las siguientes cuatro estaciones.