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6 mar 2014

ESTA VEZ LA CULPA NO FUE DE YOKO





 IGNACIO JULIÁ              "ESTRAGOS DE UNA JUVENTUD SÓNICA"
No nos hace ningún favor Ignacio Juliá al prometer en la solapa de éste su último libro, "Estragos de una juventud sónica" (primera biografía en castellano del grupo Sonic Youth), que será su "última hagiografía" (sic) y, si aplicamos etimológicamente la palabra empleada por el autor, entendemos que quizás se deba al vaciamiento extremo que haya podido padecer en el transcurso de su escritura, tan extenuado se sentiría después de haber desmenuzado la vida y obra del último santoral "sonicyouthero", interpretando sus constantes vitales, artísticas, urbanas e internacionales, como si el autor se hubiera autoinmolado creando una nueva revisión de las Sagradas Escrituras del Rock Neoyorquino. Tamaño empeño por fuerza ha tenido que dejar a Ignacio Juliá en la más pertinaz sequía (esperemos que momentánea).

Y sí, sería una lástima que el crítico musical, periodista, escritor en definitiva, catalán abandone un ejercicio que domina a todas luces. Dominio que, lejos de agobiar al lector con datos exhaustivos y citas académicas (si, ya hay Academia en el mundo del rock), se convierte en un flujo de información que recorre el libro con la agilidad necesaria para no hacer pesada su lectura, manteniendo constantemente la atención del aficionado que ilusionado, o simplemente curioso, se asoma a sus páginas.


La mejor crítica que pudiera hacerse a esta obra de Ignacio Juliá es precisamente reconocer la apuesta que él mismo autor ha hecho al escribirla. Queda así reflejada una conexión con la banda neoyorquina que afortunadamente no se ha limitado a la mera transcripción de su vida y milagros y que, ahí radica la acertada elección del autor, se torna en una imbricación personal con los miembros del grupo, en el relato de una convivencia que, pasando ya de los veinte años en común, le otorga los visos suficientes para (re)crear una historia vista "desde el otro lado". Visión ésta en que sale a relucir lo íntimo, el pensamiento más sutil, el silencio que precede a la respuesta y, también, la forma de actuar, la gestación y desarrollo de la propia filosofía del grupo, su carácter igualitario, autocrítico y claramente focalizado hacia una forma común y vanguardista de entender el ARTE en su globalidad, de comprender su "compromiso" vital con la ciudad de Nueva York, de recoger el testigo de una visión particular de la música y de avanzar siempre hacia una meta, muchas veces desconocida, en ningún momento adulterada.

Muchos de los lectores de este "Estragos de una juventud sónica" conocerán de sobra al grupo, serán propietarios de su extensa producción discográfica, habrán a asistido a algunos de los muchos conciertos que ha dado la banda en nuestro país y, con una seguridad casi palmaria, sabrán de su historia, de su trayectoria y de su lamentable final. Aún así, y a pesar (sin que esto se traduzca en acritud alguna) de ese conocimiento "a priori" que pueda tener el lector interesado, no está nunca de más volver a repasar los datos que puedan identificar de una forma más patente a la banda neoyorquina y aquí, vuelvo a lo apuntado anteriormente, Ignacio Juliá se mueve como anguila entre el charcal levantino. La trama que urde entre ese pálpito urbano del Nueva York musical de décadas muy anteriores, su conexión con movimientos o estilos más cercanos en el tiempo, el recalcar debidamente el compromiso experimental y vanguardista de la banda, sus influencias y apoyos a grupos jóvenes y de propuestas arriesgadas (no, no me estoy refiriendo ahora a la famosa recomendación pro Nirvana en su primera etapa con el sello Geffen), colocan al lector en el entorno adecuado en cada momento de la narración. Igualmente, el repaso a cada uno de sus discos sirve para consolidar también la estructura temporal de la trama y además, y esto es algo que se agradece sobremanera, hay líneas suficientes para tratar aquellos trabajos paralelos de la banda, quizás desconocidos para una gran parte de los aficionados y "seguidores menudos", que se publicaron bien en su propio sello SYR o en otras colaboraciones y que, en definitiva, conforman un corpus total sin el cual el trabajo de Sonic Youth no sería del todo entendido.


Terminar solamente diciendo que su lectura es recomendable sería de una simplicidad impropia de esta casa. Hay que ir más lejos, llegar hasta una suerte de compromiso donde cupiera la (re)escucha de la obra del grupo neoyorquino mientras se lee el libro de Ignacio Juliá pausadamente, capítulo a capítulo, disco a disco, sorbo a sorbo. Yo así lo he hecho y, confieso agradecido, que hoy conozco mejor y aprecio aun más a la banda. También desde aquí hago un llamamiento al Sr. Juliá para que recapacite sobre su ya comentada decisión  y, caso que no le apeteciera sumergirse en historias de santorales y escrituras sacras o profanas, que por lo menos nos deleite de vez en vez con otro nuevo libro, motivo y contenido quedan lógicamente a su total arbitrio. Sus muchos seguidores se lo agradecerán.





6 comentarios:

  1. No me travía a leer el disco pues Julia a vecés me parece un poco cultureta de más Además lo de la Juventud Sonica reuiere un esfuerxo improbo por lo que tras leer el post he decidido comprarlo, y en esta semana santa de reclusión forzada por motivos pseudo laborales gozar de grupo y lectura

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    1. El grupo me gustó desde el principio, yo siempre he tenido (y sigo teniéndolas) querencias a lo raro y difícil, musicalmente hablando. Lo de Juliá, la verdad, lo he leído tanto en Ruta 66 que lo considero de la casa. A veces escribe mejor que otras, y siempre tiene un poso literario (o cultureta, como tú lo llamas) que no deja de atraerme.
      Gracias y saludos,
      Javier.

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  2. Excelente de arriba abajo el libro de Julià, y muy acertada tu descripción del mismo. Además, lo compramos y nos lo firmó su autor juntos, así que me siento parte de tu texto, Javier.

    Abrazos.

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    1. Gracias Gonzalo. Se lee de un tirón y, si además lo haces escuchando la música del grupo, doble placer. A ver si nos vemos pronto.
      Abrazos,
      Javier.

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  3. Me lo recomendaba el otro día Gonzalo por teléfono si no me falla la memoria. Y lo tengo apuntado. Aprovecho para felicitarte en un día como hoy, Javier, que lo disfrutes en la medida de lo posible. Abrazo.

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    1. Muchas gracias Johnny por la felicitación, y espero que disfrutes con el libro, igual que he hecho yo.
      Abrazos,
      Javier.

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