CHARLIE PARKER "AT STORYVILLE"
Con o sin razón decidí escribir sobre Bird el pasado 29 de Agosto, se cumplía en esa fecha el centenario de su nacimiento. Más que el hito conmemorativo me impulsó a ello el ambiente jazzístico generado durante la prolongada duración de "The Regulator" (The Dream Syndicate ,"The Universe Inside", Anti, 2020), un tema de más de 20 minutos (algo inusual en la obra de la banda californiana) en el que el saxo de Marcus Tenney sobrevolaba una flora alucinada. Sentía como si alguien me empujara hacia una ruta desviada del camino, ¡hey!, allá en la esquina te espera el caliente poso hundido en la taza de té. Todo era perfecto porque ni siquiera estaba sucediendo. Misterios. Cruzar la frontera bordeando las cicatrices del altar, las modelos del mes de Agosto aun permanecían colgadas en el calendario del garaje. Saqué los discos de la balda, desempolvé los libros, mientras miraba al vacío buscando el influjo de la amoxicilina encontré un poema repleto
de agujeros, hablaba de huir del rostro, apegadizo a mi oído más capaz (el izquierdo), pretendiendo así que entendiera mejor su mensaje. Escucha detenidamente las baquetas de Matt Chamberlain golpeando el tambor en "Crossing The Rubicon" (Bob Dylan, "Rough And Rowdy Ways", Columbia, 2020), me dijo, observa cómo levantan el vuelo los pájaros allá lejos, en las posadas del aire.
La tarea de contemplarse reflejado en las paredes todas las mañanas, la tarea de abrirse hueco entre la gelatina desordenada a la que llaman mundo, cada mañana enfrentarse con el hombre fingido, con la satisfacción del funcionario que se conforma con la perfección de los detalles inútiles, la misma mujer al lado, la insoportable nimiedad al abrocharse los botones de la camisa, las llamadas a deshora de las compañías telefónicas, utilizar las tenazas para apretar una tuerca que ya está cansada de girar sobre el mismo eje, correr una vez más las cortinas para evitar la abrumadora presencia de la luz, invocar la sal cegadora que alumbró la última república del ahogado.
Kerouac comentaba lo mucho que le satisfacía el modo en el que la gente hispana en la costa oeste pronunciaba la palabra "L.A."; hablaba entonces, cuando se dirigía desde Bakersfield (la concentración de una fuerte inmigración de braceros hizo de esa población una de las cunas del country-outlaw) hacia Los Ángeles de cómo "una pena infinita atenazó mi corazón , lo hace cada vez que veo a una mujer a la que amo instantáneamente y que viaja en dirección opuesta". Diez años antes Parker y Dizzy Gillespie mostraron en esa ciudad de cangrejos dorados su revolucionaria concepción del jazz, pero ahora nos encontramos en la capital mejicana donde el escritor se ha refugiado para componer su "Mexico City Blues". Influenciado por Bird, al que considera profeta de la libertad budista expresada musicalmente, Kerouac se vale del intercambio entre líneas corales como estructura narrativa, la cadencia atormentada del blues inspira unos haikus poderosamente introvertidos, "Me levanté y me vestí / y salí fuera y yací / después morí y fui enterrado / en un ataúd en la tierra / Todo es aun perfecto / porque está vacío". Música, poesía y movimiento.
La grabación de este directo "Charlie Parker At Storyville" (Blue Note Rcds, 1988) se realiza en dos momentos muy concretos, el primero en Marzo de 1953, el segundo seis meses después. En Marzo Bird acude desde Nueva York a Boston en solitario y le acompañan en el escenario Bernie Griggs (contrabajo), Roy Haynes (veterano en otras grabaciones de Parker, a la batería) y el prometedor pianista tejano Red Garland (a tan solo dos años de convertirse en prestigioso miembro del Miles Davis Quintet). En Septiembre trae consigo al batería Kenny Clarke y se rodea de músicos de la escena local, Jimmy Woode al bajo, Herb Pomeroy a la trompeta y Sir Charles Thompson al piano. Ambos directos forman parte de una programación radiofónica emitida en las noches de los sábados por la cadena WHDH, la voz de su alma mater, John McLellan, realiza las elegantes presentaciones de rigor.
Bajo a la ciudad, aquella que (parodiando a Quevedo) "está el lugar en tal condición que a él hemos de ir por fuerza y salir por voluntad" mientras voy escuchando los primeros temas correspondientes a la grabación de Marzo, "Moose The Mooche", "I´ll Walk Alone", "Ornithology" y "Out Of Nowhere". Siguiendo las recomendaciones de algunos críticos entendidos intento no fijarme tanto en las encrespadas notas del saxo de Bird y concentrarme más en el puro ritmo de las composiciones. Debo reconocer que apenas lo consigo. En "Moose The Mooche" (parece que era este el alias de su proveedor en los años de Los Ángeles junto a Dizzy) y "Ornithology" es prácticamente imposible no quedar de primeras subyugado por esa elevación tan brillante, las notas alcanzan cotas impredecibles de tan altas, planean a una endiablada velocidad. El inicio de "I´ll Walk Alone" busca la quietud rítmica para, al poco rato, desbocarse de nuevo, la digitalización de Bird deja instantáneamente atrás las hazañas de las falanges hoplitas. Algo semejante ocurre en "Out Of Nowhere", la base rítmica comienza con cierto sosiego para dar enseguida entrada a los sortilegios de Parker, el excelente piano de Garland aquieta de nuevo la composición facilitando, esta vez con algo más de éxito, el encuentro con el ritmo buscado.
Releo a Julio Cortázar en "La vuelta al piano de Thelonius Monk" ("La vuelta al día en ochenta mundos", Tomo II, Siglo XXI de España Editores, 1972) y subrayo aquel párrafo en el que comenta cómo Monk (otro de los campeones del bebop) se sentaba al piano en el Victoria Hall de Ginebra mientras toda la sala se sienta con él, y habla del oso rodeado de tres sombras como espigas, sus dedos van resbalando por el piano al igual que sucede ahora con los goznes de esa memoria de donde intento desempolvar las primeras influencias literarias que me descubrían el jazz, una música que consideraba entonces semejante a aquellas alas de poesía aun por escribir, ese poema lleno de agujeros que tenía que ir llenando con el paso del tiempo. "El jazz, esa música de mierda hecha para estudiantes" (Lennon dixit), se convirtió entonces en una permanente noche de estrellas, algo a lo que fácilmente podía recurrir un adolescente que comenzaba su andadura como monigote de la diosa fortuna. La obra de Pilar Peyrats Lasuén, "Jazzuela, Julio Cortázar y el jazz", un libreto con CD editado por la misma autora en 1999, resume la libertad creativa del escritor argentino a la hora de dar a conocer sus sentimientos sobre el jazz.
Si en la sesión de Marzo es el piano de Red Garland el que destaca, en la grabación de Septiembre el quinteto de acompañamiento alcanza bastante más protagonismo. La base rítmica de de Kenny Clarke y Jimmy Woode parece como si otorgara más esqueleto a los temas; además, tanto la trompeta de Herb Pomeroy (la gran estrella de esta segunda grabación) como el piano de Sir Charles Thompson, enriquecen las melodías sin recargarlas en exceso. En las dos composiciones propias de Parker, "Now´s The Time" y "Cool Blues" y en el resto del tracklist, "Don´t Blame Me", "Dancing On The Ceiling", "Cool Blues" y "Groovin´High" (esta última compuesta por Dizzy Gillespie), la atmósfera es más sosegada, Charlie adopta una postura más cómoda, dejando que sus acompañantes destaquen en sus intervenciones. Quizás es en la parte final del "Cool Blues", cuando Bird cierra el puente, y en la primera y última parte de "Groovin´High", en los instantes en los que marca la pauta a seguir por sus acompañantes y concluye su intervención, cuando encontramos al artista más dispuesto a estampar su sello de inigualable calidad y genio interpretativo.
La contribución de Charlie Parker en el nacimiento oficial del bebop en 1945 fue fundamental, el jazz pasó de centrarse en las grandes bandas para pasar el testigo a los intérpretes individuales; intento aun recuperarme de la impresión causada cuando leí en un artículo sobre una poetisa una frase que disertaba sobre la "ucronía eglógica del paisaje" (sic); rememoro a San Juan de la Cruz en su "En el vuelo quedé falto / Más el amor fue tan alto / Que le di a la caza alcance" cada vez que admiro la velocidad dc sus improvisaciones; suena ahora el "Lament 1 ´Birds Lament´", homenaje que el artista hobo Moondog hizo a Bird ("The Viking Of The Sixth Avenue", Honest Jones Rcds, 2004), una pieza que se eleva en mil pedazos según transcurre en sus apenas dos minutos; Bird le otorgó al blues otra lírica, creando para ello innumerables nuevas melodías; esta entrada iba a comenzar con un plano en picado de Bird encaramado en los tejados del Reno Club de Kansas City escuchando a la banda de Count Basie con Lester Young como figura invitada; también contribuyó a crear un idioma propio para los músicos y artistas afroamericanos; el camarero blanco, retratado detrás de la barra en la portada del "We Insist!, Max Roach´s Freedom Now Suit", sabe bien de lo que hablo; la aguja cae sobre el "Birdland" del "Heavy Weather" (Weather Report, CBS,Rcds, 1977), blanco y negro resultante del feliz matrimonio entre el jazz moderno y lo que en los años 50 se definía como música pop, (esclarecedor texto de Phil Schaap en "Charlie Parker With Strings: Alternate Takes", RE Mercury Rcds, 2019).
A Adriana.