24 HORAS ANTES…todo era como un torbellino… sucedía como en un desagüe, de golpe... vaya... nada parecía someterse a un flujo previamente programado… ¿para qué era entonces necesario un canal, una presa de aguas quietas?..., ¿acaso había algo (…quizá otro algo, otro alguien…) que fuera capaz de imponer un pensamiento, una acción uniforme?..., no tomarás las horas de ocio en vano, aprovecharás cada momento del día como si fuera la última oportunidad, como si te fuera la vida en ello… Ese era el caso, si. Ese torbellino del que eran muestra fiel los inodoros, el fregadero de la cocina, los sumideros de las recientes lluvias, podría resultarme hasta atractivo, transmitía cierta agradable y constante sensación de comodidad, un plus de pereza atrasada, un dejarse llevar hacia ninguna parte... nadie tiene que limpiar el exceso de residuos acumulados sobre las bocas de las alcantarillas, tampoco debiera existir la obligación de fingir ser una persona salpicante. Mejor así, ser un ser normal, abandonado como el torrente de la rambla fluyendo hacia su cauce natural… escuchar ese sonido, atentamente, ¡glog, glog, gluuaaag!, un concierto gratuito para el que aun no se habían inventado los instrumentos musicales adecuados.
Ocurrió mientras
los papeles de aluminio (enmarcados en sus correspondientes tiras transparentes
de plástico) se extendían en la mesa auxiliar de la cocina, en ese preciso
instante las tres manzanas golden delicious empezaron a bailotear, ¡pom, pom, dim! (3 x 4, ¡dim, dim, pom, pom!) la paraguaya aplaudía
emocionada, sus escamas mostraban orgullosas
ese tono celeste incrustado alrededor sus células, los plátanos… ¡ah, los
plátanos, repletos de pella amarillenta
y pecas abstractas!, asesinaban sin piedad sus bostezos en la última hora de la
tarde festiva…, la luz, además, había sido condenada a muerte, no hubo medida
de gracia para ella… ¡qué maravilloso!... ¿por qué esa secuencia de
acontecimientos imprevistos no es digna de un ensayo metafísico?
24 HORAS DESPUÉS (Y 24 HORAS ANTES)… y qué sucede. Sucede que Bruno, el crítico de jazz autor de una biografía sobre Johnny Carter, el trasunto de Charlie Parker en “El perseguidor” de Julio Cortázar, fracasa a la hora de retratar al saxofonista americano… se limita a presentar a un protagonista genial pero lo hace convencionalmente… el propio Johnny-Charlie se lo echa en cara mientras pasean de madrugada por las riberas del Sena-Hudson… te has olvidado de mí Bruno, no has hablado sobre el traje rojo de Lena, mi esposa, tan elegante el día de nuestra boda, ni de Bee, nuestra hija menor muerta unos días antes en Baltimore, una hermosa piedra blanca pulida conserva su imagen entre las manos del músico, tampoco de los campos de urnas que aparecieron repentinamente en mis sueños, las hojas que ha recogido en el parque y que llenan los bolsillos de su sucia gabardina… no has dicho nada de todo esto Bruno, y mi música intenta reflejar una experiencia que se encuentra ahí mismo, la música sacándome del tiempo… metiéndome en otro tiempo distinto que no tiene nada que ver con… bueno, con nosotros, por decirlo así.
La experiencia
en la lectura de este texto de Julio Cortázar es única… las palabras adquieren
un brillo nuevo, desconocido, porque antes se encontraban en el lado oculto del
abecedario… todo en ellas es inicio… es lo que está en las palabras, dentro, lo que
importa, ”esto lo estoy tocando mañana”,
“yo no me abstraigo cuando toco, solo que
cambio de lugar”, “estoy parado en
una esquina viendo pasar lo que pienso, pero no pienso lo que veo”, “envidio a ese Johnny del otro lado, sin que
nadie sepa qué es exactamente ese otro lado, se sitúa en un plano aparentemente
desasido donde la música queda en absoluta libertad, así como la pintura
sustraída a lo representativo queda en libertad para no ser más que pintura”… ”todo era como una jalea temblando
alrededor… todo lleno de agujeros, como un colador colándose a sí mismo”... ”¡por un rato no hubo más que siempre!”…
más que nunca solo frente a lo que le persigue, a lo que se le huye mientras
más lo persigue, Johnny-Charlie, son el perseguidor, etcétera… el personaje genial
que puede crear nuevas palabras empezando por desagüarlas, una a una.
MIENTRAS… suena
“Bloomdido”, Charlie junto
a Dizzy Gillespie (trompeta), Monk
(piano), Curly Russell (bajo), Buddy Rich (batería), año 1950, Nueva York… ”es el nuevo estilo de la posguerra, pero
bien puedo decir que el 48 –digamos hasta el 50- fue como una explosión de la música,
fría, silenciosa, cada cosa quedó en su sitio… la costra de la costumbre se rajó
en millones de pedazos”… escribe Bruno-Cortázar. Bueno, 1948-1950, me he ido
un poco más atrás, hacia 1945, cuando Charlie actuaba con la Clyde Hart All
Stars, con el Dizzy Gillespie Sextet, con Red Norvo & His Selected Sextet.
para escuchar ese elegante medio tiempo de “Seventh
Avenue”, el descarado chisporroteo de “Salt Peanuts”, a Sarah Vaughan como vocalista en “Lover Man”, esa Sara que conocí
en su imbatible “The More I See You”,
haciendo dúo con el gran Billy Eckstine… los blues de “Slam Slam Blues” y “Congo
Blues”… ”negando por adelantado
los encuentros fáciles del jazz tradicional. Por eso, creo, a Johnny-Charlie no
le gustan gran cosa el blues”…, pero ¡amigos!, ese “Salam Slam Blues” es una composición en la que, si bien la
presencia del saxofonista apenas destaca, el sentimiento de masoquismo, de
nostalgias propios del género están bien presentes, arañan el alma como un buen
trago de ron jamaicano.
Seguimos con grabaciones de los años 46 hasta 1953, dos años antes de su muerte… en el relato hay una coincidencia en el lugar del óbito, también en la presencia de la anfitriona mecenas, en el tiempo fingido y en el real del que Johnny abjura porque para él... en apenas unos minutos... han pasado tantas cosas como en un cuarto de hora. De las formaciones y grabaciones de sus Quartets, Quintets y Septets destaco su “Ornithology”…Miles Davis a la trompeta, los dedos de Charlie se deslizan entre fideos calientes, incontrolables, las notas resbalan entre la baba grasienta de la pasta…en un tema propio, “This Is Always”, la voz de Earl Coleman, el piano de Erroll Garner, el bajo de “Red” Callender, cuando Charlie entra con su saxo, en apenas tres o cuatro notas, la sensación de apertura se ralentiza porque Charlie necesita de esos otros músicos, se hermana necesariamente con ellos (él tan solo se bastaba para seguir su camino de autodestrucción). “Scrapple From The Apple”, con Max Roach a la batería, en enero de 1949, otro gran trompetista, Kenny Dorham, el edificio se derrumba para volver a crear desde sus ruinas un nuevo establo… el flamante Fats Navarro (recientemente revisado en las grabaciones que realizó con Tadd Dameron y Bud Powell) apuntala apoteósico en “Street Beat” el ambiente eléctrico de un Birdland abarrotado en junio de 1950… poco tiempo después negarían a Bird la entrada en el local que lleva su nombre, su desastrada imagen de toxicómano cerró las puertas que él mismo abrió de par en par… mucho antes.
ENCORE… los dos últimos temas de esta sesión deberían corresponder a las grabaciones realizadas por Dizzy y Charlie en junio de 1950 en Nueva York (“Bird And Dizz”, Clef Rcds, 1954)… ¡no, antes, antes…, haz justicia a esos coetáneos “Koko” o al “Groovin´High”, también con Dizzy!… ambos intérpretes deberían recordarte además a los geniales gemelos Epstein, guionistas de “Casablanca”, ambos luchando en su parcela de talento, codo a codo, creando entre ellos la suficiente tensión como para reconciliarme por una (sola) vez con Nicolas Cage… su interpretación en “El ladrón de orquídeas”, émulo con su también hermano gemelo Donald de Julius y Phillip Epstein, merecería ser admitida como la resurrección de un actor echado a perder tantas veces. Entonces… te decía… esa hermosa batalla entre Bird y Dizzy... ocurre en esos temas tan rápidamente que apenas somos capaces de comprender su alcance... nos quedamos como huérfanos en un instante, yo creo que hemos vencido al nazismo para tomarnos las cosas con más tranquilidad.
Por eso UN SEGUNDO BIS. Entonces… ella, Meryl Streep, que durante su viaje desde Nueva York a Miami va anotando el elenco de músicos presentes en este segundo bis (Bud Powell, piano, Charlie Mingus, contrabajo, Art Taylor, batería, y un gran desconocido Cándido, a las congas...) asoma sus ojos diamante a la ventanilla del avión y contempla el milagro de las mismas pajitas que Johnny vio reflejadas en las aguas oscuras del Sena, aquella misma madrugada en la que Johnny-Charlie parecían (sin saberlo) despedirse de un Bruno agotado. “Moose The Mooche” y “Cheryl” (esta última una de las tomas más extensas grabadas en la carrera de Charlie, casi ocho minutos), eran esas dos piezas de mayo de 1953 que antes te mencionaba ¡menuda propina! “Me acuerdo en Nueva York, una noche... Un vestido rojo. Si, rojo, y le quedaba precioso. Bueno, una noche estábamos con Miles y Hal… llevábamos yo creo que una hora dándole a lo mismo, solos, tan felices… Miles tocó algo tan hermoso que casi me tira de la silla, y entonces me largué, cerré los ojos, volaba…” …”OK, I´m ready now”, la voz de Charlie suena en el comienzo de la segunda toma de “Leap Frog”, pero todo sigue su flujo, inagotable…
¡Lo se, lo se… no
insistas!... esta es mi visión sobre el cuento de Cortázar y posiblemente, al igual
que Johnny-Charlie desaprobaban la visión de Bruno, Julio no aceptaría la mía… no
has hablado de la pieza donde Johnny vivía junto a Dédée en la rue Lagrange, del
saxo que Johnny perdió en el metro, de Dylan Thomas, “a quien Johnny lee todo el tiempo”, de Art Boucaya, Marcel Gavoty y
dos chicos muy buenos de París que acompañaron a Johnny durante la grabación de
su maravilloso “Amorous” -probablemente
una licencia literaria del mismo Julio sobre el “Lover Man” de Charlie- del incendio provocado por Johnny en el hotel
después de la grabación, del regreso a Nueva York con Baby Lennox, su nueva amante… te
has dejado todo esto en el tintero… a la espera de qué se yo… ¿de otro tiempo? ¿de
otro siempre? De acuerdo, lo admito, cualquier lector de “El perseguidor” se sentiría también decepcionado, ¿no es cierto?
Sí, este texto de Cortázar es como una abstracción muy bien hecha sobre el señor Parker. No he leído esa biografía que citas, pero creo que con "Bird", la película de Eastwood, queda bastante bien perfilado.
ResponderEliminarEs curioso lo de Cortázar y nuestra generación: tal vez tengan más categoría García Márquez o Vargas Llosa, pero don Julio nos arrebató el alma durante mucho tiempo. Era -a veces, no siempre- como un luminoso niño grande de otra galaxia.
No he visto la película de Eastwood, malgré moi... y para un fan de Bird como yo no deja de suponer una mácula, en fín...
EliminarPrefiero a Cortázar antes que a Vargas y Gª Márquez (sin desmerecer para nada a estos dos gigantes...), su "Rayuela" supone una de las cimas de la novela del siglo XX. Recuerdo ese boom inicial de la literatura latinoamericana, dada a conocer aquí (para el gran público) por aquella famosa colección de TVE (antes que el Círculo de Lectores). Para mí fue una auténtica revelación... Cortázar, Borges, Uslar Pietri, Carlos Fuentes, Sábato, Bryce Echenique... a ellos les debo gran parte de lo mejor de mi existencia.
Gracias Rick
Javier.
Lo dije hace poco en mi blog, "El perseguidor" es mi relato favorito junto con "Bartleby, el escribiente", "La muerte de Iván Ilich" y "Una avanzada del progreso". La película de Eastwood que cita Rick también me parece muy buena. Una cosa, Rick, la biografía a la que se refiere Javier, si no me equivoco, es a la que Bruno escribe en el relato de Cortázar, es decir, en la ficción.
ResponderEliminarAbrazos.
Tomo nota de las obras de Tolstoi y Conrad que mencionas..., por cierto recuerdo una novela, "Victoria", de este último. Pocas veces he leído algo tan sublime.
ResponderEliminarY si, tienes razón, el Bruno al que me refiero es el relator del cuento, y su biografía es uno de los entramados del texto.
Gracias y abrazos,
Javier.
"Victoria" es una obra maestra, Javier, al igual que "Lord Jim", "Nostromo" o "El corazón de las tinieblas". Conrad es uno de mis cinco o seis escritores de cabecera, junto con Carpentier, Proust, Sánchez Ferlosio o Kafka.
EliminarAbrazos.
De Conrad creo recordar que esta "Victoria" es la única novela que he leído de él.Hay por ahí una obra suya que tiene a la guerra carlista como telón de fondo, con un contrabandista de armas como protagonista.
EliminarAgur,
Javier.
Leí “El perseguidor” hace tiempo. Cortazar fue uno de mis escritores favoritos en los primeros 70. Charlie Parker es uno de los músicos que más admiro. Y tu relato me parece brillante. Menos mal que te has dejado cosas en el tintero. Con las que cuentas he tenido para darme un buen atracón de literatura y música.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias Bab. Para mí es Cortázar quizá el escritor de aquella época que más me gustó. "Rayuela" me parece una de las mejores novelas que he leído en mi vida..., y de Bird, ya sabemos hasta donde nos impulsa.
EliminarAbrazos,
Javier
Palabras mayores, hace mucho tiempo que no lo leo. Eso digo yo, como Bab, menos mal que te has dejado cosas en el tintero. Abrazos Don Javier.
ResponderEliminarGracias míster..., y si, hay que recuperar de vez en cuando las lecturas de juventud, es un ejercicio de memoria que viene especialmente bien a los que ya entramos en una edad provecta.
ResponderEliminarFuerte abrazo,
Javier