KARATE PRESS Nª 2
Continuando con la ya algo lejana entrada hecha en junio del año pasado sobre la revista Karate Press en su número 0, me atrevo (de nuevo sin previo aviso) a turbar el plácido sosiego de la siesta de mis pocos lectores. En esta ocasión, y a destiempo seguramente de otras actividades más interesantes que tuvieran Vds. a bien hacer, les voy a soltar una pequeña y breve parrafada sobre el número 2 de la citada publicación musical. Los pocos que recuerden el contenido de aquella primera exposición (los que no lo hagan, sin duda por pereza, pueden recuperarla tecleando el título "KARATE PRESS" en el campo de "buscar este blog") rememorarán la idea central del texto de entonces cuando hablaba, por la misma boca de sus creadores, de la publicación como una revista de rock´n´roll abierta a la disidencia del no y a la libertad mental del grito, la acción y la palabra del sí. Excelente diatriba programática, que preveo anclada en el arcano genital de los redactores y colaboradores de la publicación, y que me movió entonces a considerar a KARATE PRESS como una suerte de revelación inédita del más allá musical, aquella manifestación contracultural (reivindico esa palabra tan en desuso últimamente), escrita y dibujada (excelentes las aportaciones de Jess García, El Ciento y Don Rogelio J. en este número 2) y que solo pudiera encontrarse en las más excéntricas madrigueras de la geografía urbana de nuestro país. La revista sigue por lo tanto subtitulándose, con acierto, como "La verdad está bajo tierra".
La entonces tan agradable sorpresa al encontrarse con una revista de investigación musical, término que se ha mantenido como perfectamente válido durante los hasta ahora 3 números publicados, se sigue aplicando actualmente en la orientación ideológica y editorial de Karate Press. Investigación musical que, apoyándose en una disposición principal tanto hacia el rock nacional como al internacional contemporáneo, no olvida en absoluto su pequeña porción de pimienta clásica, en este número 2 concretamente con un excelente artículo de Carlos Lapeña sobre el compositor e intérprete norteamericano George Antheil. Sus devaneos artísticos y vitales por el Paris y el Berlín de principios de la década de los 20, relatados con divertida y amena precisión narrativa, otorgan a la revista un plus adicional, algo más que opiniones musicales, la visión de la misma vida en las ciudades mencionadas, sus protagonistas más señalados, las cortas líneas de una historia singular y desconocida que se convierten en acontecimientos y enriquecen la propia visión del lector.
Desearía creer que esta percepción del lector, por lo menos en mi caso, al considerar a Karate Press como una revista de divulgación e investigación musical, casaría con una pretendida intención pedagógica por parte de los creadores de la publicación. Sostengo que la gran mayoría de las revistas especializadas (dejando al margen lógicamente a las de contenido generalista) buscan influir a sus lectores de alguna manera más o menos evidente, y mantengo esta afirmación para Karate Press tanto en el contenido como en la forma. En la continuidad y diversidad sobre los contenidos de los artículos que han venido recogiendo los tres números hasta ahora publicados y, lo que es quizás más interesante, en la visión y el espíritu que los creadores y autores pretenden aportar para dar a conocer la particular percepción que poseen sobre los artistas y obras que citan en ellos.
La continuidad en los contenidos decíamos que se traduce en los excelentes artículos de Mikel Primigenio sobre la Caída y auge del black metal (ya en su parte III final) o, siguiendo en el mismo estilo musical, aquel de Kurzio Malapraxis sobre Neill Jameson y su banda Krieg, como respuesta del black metal americano al preponderante dominio de la escena metalera noruega. El texto de Macky Chuca sobre la factoría musical La Paternal de Buenos Aires y su formación estrella Fundación 72, incluyendo en relato aparte la entrevista con Tomás Spicolli como uno de sus principales protagonistas. (El otro gran personaje sería la misma capital argentina, excelentemente retratada en su perfil musical periférico). Los artículos de G. Powers y Antonio J. Moreno sobre las ciudades de Madrid y Granada; la primera de ellas escenario múltiple de la banda Femme Fakir, la segunda urbe andaluza, plataforma de la revitalización del blues a la mala follá, expresivo sinónimo de un carácter esencialmente granaíno y de su influencia contundente en dicho género musical. Crónicas de Luis Boullosa sobre el últimamente feliz redescubrimiento de Rafael Berrio y su primer trabajo como Amor a Traición, de Mareike Philipp sobre Nick Oliveri (fundador de los míticos Kyuss y Queens of The Stone Age), del Gruppo Ungido, colectivo experimental guiado por Antonio L. Guillén y Angelina Olea, retratado por el Coronel Mortimer (para mí la sorpresa escondida de este número 2 de Karate Press), del grupo portugués 10.000 Russos, también escrito por G. Powers, completan un volumen de amplísimo gusto músico-mental. Las ya consolidadas secciones sobre Reseñas de discos, el Disco Oculto (sobre un arqueológico "Batiscafo" de Gregorio Paniagua) obra del Profesor Franz, Arqueología Intravenosa (con muy merecidos artículos sobre el gran Epic Soundtracks y Vetiver) y Canciones para Perros en Peligro, con su tema "I Am Europe" de Chilly Gonzales, consuman un trabajo de altísimo poder de adicción.
La forma característica de Karate Press, recogida en la mención anterior sobre la visión y espíritu que los creadores pretenden inculcar a la revista, sigue siendo para este lector su valor más en alza. La percepción de la misma esencia punk, en su más variada y oligofrénica patología, ha sido asimilada por un grupo de dementes que, alejados de lo musicalmente correcto, buscan tornar el invierno de la vida en un lugar cuando menos algo más hospitalario. Casa de acogida para seres ya más que de vuelta de la peremne revitalización psicodélica, del inacabable americana, del new sunshine-pop y del country-alternativo; cansados de tanto box-exclusivo-con-incalculables-gemas-antes-nunca-publicadas, mosqueados por tantos mega conciertos y macro festivales a-la-moda-saca-perras (a rebosar de hipsters y gafapastas disfrazados de marca), hastiados de tantas nuevas promesas que cuajan solamente en las revistas más vendidas. Su oferta exclusiva de tropezar con la música y herirse con ella, como en la vida misma, no deja de ser una apuesta seductora y bellamente incómoda.
La verdad es que la revista pinta maravillosamente. El último párrafo lo aplaudo y a él me sumo, harto de tanta majadería.
ResponderEliminarAbrazos, Javier.
La revista merece la pena, muy alejada de la tónica general de las publicaciones musicales. Estuve el sábado pasado en la presentación de este número 2 en la sala Juglar de Lavapiés. Actuaba Jowe Head, el primer bajista de los maravillosos Swell Maps. Fantástico concierto en familia. Me acosté a las 5,45 am.
EliminarAbrazos,
Javier.
Me estoy poniendo al día con lo que hablas de esta revista. Muy interesante eso de la divulgación e investigación musical. Grande Javier. Abrazo.
ResponderEliminarLo dicho Johnny. Divulgación, educación, libertad de opinión para seguir tu propio camino.
EliminarAbrazos,
Javier.