Observo el enigmático dibujo de la portada de Arzachel mientras intento comprender una vez más su significado. Lo que parece un contorno de ave galliforme, sus poderosas patas sosteniendo unas piernas y muslos en los que principia una piel escamada, la cola de su espinazo recogida en el sueño de un marsupial, se eleva hasta unas cercenadas alas de dragón galés. El pescuezo sostiene una cabeza humana de nariz hebrea, la boca entreabierta, el labio inferior adelantado en forma de percha de la que cuelga una larga perilla de chivo expiatorio, en su interior una representación del rostro lunar extiende unos rayos semejantes al despertar de larvas genésicas. A su alrededor, una placenta deforme muestra bebés marcianos, máscaras de animales con exagerados colmillos, perfiles de corazones acartonados, pasteles de queso, letras y números cabalísticos. En la parte superior izquierda un personaje, con aire semejante al de un William Burroughs sin su típico sombrero modelo Bogart, comparte espacio con la cruz principal de la brújula magnética. El color fucsia de la portada otorga al dibujo una tonalidad de mala digestión estomacal, mientras, las letras del título del disco, ARZACHEL, se organizan de acuerdo al movimiento ondulante del agua en una pecera.
La idea más aceptada del nombre de Arzachel dicen provenir de un cráter de impacto lunar, situado en las tierras altas de la parte sur-central visible de la Luna, al oriente del mar Nubio. Otros investigadores lo asocian, más acertadamente quizás, con Abu Ishaq Ibrahim Ibn Yahya Al-Zarqayi, un astrónomo cordobés autor de las "Tablas Toledanas", compendio científico del siglo XI que fue usado para predecir los movimientos del Sol, de la Luna y de otros planetas con relación a las estrellas. He buscado en la lectura pormenorizada de los textos del disco alguna relación con los cráteres lunares y las tablas astronómicas medievales descritos y creo haber dado con algunas claves interpretativas, desde luego siempre aleatorias porque dependerán, en cualquier caso, del estado mental del oyente. Lo que si debo anunciar es que a fecha de hoy, si existiera alguna conclusión definitiva sobre la imagen de la portada de Arzachel, apostaría por que fuera la del dios Azathoth, "primer motor del caos, la antítesis de la creación, el necio sultán de los demonios...", protagonista en alguno de los relatos aparecidos en "Los Mitos de Cthulhu".
El sonido de "Arzachel" es oscuro, pero no tanto, es asumible. Recomiendo seguir gozándolo en la distancia de sus ecos, prolongarlo en el silencio posterior que acontece tras abandonar su escucha. Su significado adquiere mayor relevancia cuando no se está presente, su misterio permanece mientras el oyente se ha alejado temporalmente de él, su resonancia se cuela entre las entrehoras de una nada que bulle peligrosamente. También es el suyo un sonido de alumbramiento, de desconcierto, porque muestra al interesado que hay vida detrás de las cosas sin aparente importancia. Hay un poema de Walt Withman que habla de las manchas y rajaduras de las ventanas, de seres altos y suficientes que están detrás de ellas y nos hacen señas. Es en esos extremos donde radica su inesperada belleza.
Los intérpretes de "Arzachel" son sacerdotes de un culto perdido, un ritual antiguo hecho música que se asocia con una tradición originada en la novela gótica inglesa del s.XVIII y que tiene en autores como H.P. Lovecraft y sus seguidores su contrapunto americano. Sus nombres: Simeon Sasparella (guitarra solista y voces), Sam Lee-Uff (teclados), Njerogi Gatagaka (bajo y voces) y Basil Dowling (batería), alias respectivamente de Steve Hillage, Dave Stewart, Mont Campbell y Clive Brooks, miembros a la sazón de Uriel, banda que en el momento de su creación en diciembre de 1967 se movía en la onda de Jimi Hendrix, Cream y The Nice. No es hasta que abandonan su estancia como grupo residente en un hotel de la Isla de Wight, apareciendo posteriormente con regularidad por el Londres del Middle Earth en el verano de 1968, cuando se pueda precisar su conversión a la nueva religión de la psicodelia espacial y los juegos de luces estroboscópicas. Pink Floyd es la banda a seguir en ese momento, el ácido lisérgico se ha apoderado de las mentes más lúcidas de la primera generación post-cartillas-de-racionamiento, atrás han quedado los últimos mods y las pastillas azules.
Merece la pena, aunque solo sea de puntillas, entrar en la carrera de unos músicos que, con apenas veinte años de edad, graban "Arzachel". Los más conocidos, Steve Hillage y Dave Stewart, se encargan de la guitarra solista y los teclados en Uriel, acompañados por Mont Campbell al bajo y Clive Brooks a la batería. La salida temporal de Hillage, que prefiere centrarse en sus estudios universitarios de matemáticas, muestra entonces al trío restante que cambia su nombre por el de Egg, una banda ya de cierta referencia en el conocido sonido progresivo de Canterbury. Campbell y Brooks forman parte poco después de grupos como Gilgamesh y Groundhogs, escorados hacia la jazz-fussion los primeros, mucho más inclinados al hard-rock progresivo los segundos. Antes de la desaparición de Egg en mayo de 1972, Hillage y Stewart convergen en las dos primeras formaciones de Khan entre abril del 71 y octubre del 72, banda que sigue inmersa en el sonido Canterbury y que, con la inclusión de Nick Greenwood al bajo, consigue un repique más fiero, en la onda de The Crazy World of Arthur Brown. Stewart culminaría su progresión en Hatfield and The North, una formación de extraordinario paralelismo musical con el primer Soft Machine, mientras que Hillage centraría sus esfuerzos colaborando con Kevin Ayers en su "Bananamour" de 1973 antes de entrar en la formación de Gong al año siguiente.
Es "Arzachel" una obra que en el momento de su grabación, junio de 1969, muestra entonces los últimos estertores de la psicodelia inglesa de influencia floydiana y calado Canterbury, anticipando al mismo tiempo, y ahí reside uno de sus grandes valores, el hard-rock, también progresivo pero con fuertes raíces blues, que bandas como Atomic Rooster, Groundhogs, High Tide o Savoy Brown, entre otras muchas, desarrollarían coetáneamente. En el momento de la grabación, a la que ya han invitado a Steve Hillage, dando así por terminado su retiro universitario, el trío de Egg se ve obligado por razones contractuales a cambiar su nombre, también el de sus protagonistas, utilizando los alias anteriormente mencionados. Aparece entonces la denominación de Arzachel y el título homónimo del mismo Lp, una designación de marca exclusiva que, como los objetos de extraordinaria rareza, no tendría continuidad posible.
Comienza la cara A con "Garden of Earthly Delights" y el Hammond de Stewart nos introduce en lo que será una constante del disco, un tono muy Matthew Fisher de Procol Harum, las ondas de los teclados alcanzan cimas eclesiásticas, mientras que la guitarra de Hillage emociona tanto como pudo estarlo David Gilmour al contemplar el cuadro homónimo de el Bosco. Las voces de Campbell y del mismo Hillage, más poderosa la del primero, narran textos más en concordancia con las beatíficas visiones de Lewis Carroll. Es el siguiente tema, "Azathoth", un paternoster de clara invocación diabólica, la base rítmica de Campbell y Brooks estructura un escenario lúgubre, de la voz de Hillage surge un oratorio en modo de cámara oscura. En "Queen St. Gang", primer tema instrumental, el órgano adquiere aun más relevancia, sus líneas melódicas son hondas, el punteo grave del bajo y una batería que roza el minimalismo contundente, otorgan al tema un sabor añejo, de madera quemada. Cierra la primera cara "Leg", inicial aproximación al nexo de unión entre la psicodelia de Canterbury y el hard-prog de base bluesera. Aquí la guitarra de Hillage adquiere mayor protagonismo, sus fraseos pertenecen claramente a la escuela John Mayall & The Bluesbreakers, mientras el teclado de Stewart otorga al oyente, sobre todo al final de la composición, un aviso del universo por el que se va a mover "Arzachel" en la cara B.
"Clean Innocent Fun" (10:31) anuda instrumentalmente el cordón hard-prog con el de la psicodelia floydiana. En los textos se habla de muros hirientes a punto de llorar, de las caras de cristal de yeguas frígidas, del rezume púrpura de las grietas, de faros cuyos rayos de luz se cruzan con negros despojos, todo ello enmarcado por el sonido de un órgano que parece bombear sangre a punto de coagulación. En el transcurso de los puentes el resto de los instrumentos van intercalando fraseos de blues ácido y psicodelia de ecos expansivos. "Metempsychosis", segunda pieza instrumental con casi 17 minutos de duración, es el perfecto contrapunto al "Interstellar Overdrive" de Pink Floyd, menos melodramático si cabe, sin que deje de ser por ello igual de exuberante. Es aquí donde el observador encontrará las referencias a los cráteres lunares anteriormente mencionados. El tema es un claro ejemplo del mejor space-rock posible, escuela inglesa (precursora de la alemana). Brillante ascensión. Silencio, coincidiendo con los momentos inmediatamente posteriores al alunizaje. La mente parece recogerse en sus propios pensamientos, su letargo se asoma a abismos de mármol, lo que observa puede que le cause un terror cósmico, parecido al "Phaedra" de Tangerine Dream. Las líneas de bajo y batería advierten de la explosión final, corredores de lava resurgen en la cara oculta de la luna. Voy a escuchar de nuevo el "Pawn Hearts" de Van Der Graaf Generator.
Debo concluir diciendo que las anteriormente mencionadas referencias astronómicas en éste "Archazel" se pueden encontrar, no podía ser de otra manera, en la profusión de imágenes celestes que se manifiestan preferentemente en sus dos últimos temas del álbum. El lector curioso también las hallará en el mismo origen árabe del autor de las "Tablas Toledanas" y del propietario del sello Evolution que publicó el álbum, Mohamed Zackariya. Pareciera como si se hubiera producido una suerte de coincidencia interplanetaria que concluyera en la misma denominación del disco, un homenaje postrero quizás. El astrónomo cordobés, precursor de Copérnico, entendía la tierra como un elemento estacionario en el centro del Universo; el londinense, sin duda más modesto desde su atalaya de Old Compton Street, ni le dio ni le quitó la razón, simplemente propició la aparición de una obra que se convirtió, sin que apenas nadie lo llegara a comprender entonces, en uno de los eslabones perdidos entre la ya desfallecida psicodelia de la época y el naciente y pujante rock progresivo inglés.
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ResponderEliminarVaya, la escuela de Canterbury ataca de nuevo... Patafísica, decía el señor Jarry, el precursor sin saberlo de toda aquella encantadora chifladura. Aunque Hillage es de los últimos en entrar en la cofradía, la evolución de Gong, por ejemplo, es más cosa suya que de Allen; y sus primeros discos en solitario son realmente interesantes, aunque con este tipo de persponajes ya sabes que a veces puedes llegar a aburrirte.
ResponderEliminarEste disco, en concreto, me parece irregular. Pero vale la pena, como casi todo lo suyo. Y en cuanto a la portada, cada sello discográfico de cada país hizo lo que le dio la gana: esa es la copia yanki, pero yo tengo la copìa española y en vez de roja es azul. Debería haber una ley sobre el respeto al diseño original, o algo así.
Si, tengo pendiente el "Ubu Rey" del señor Jarry, de momento me conformo con el acercamiento de don Pío y sus excentricidades del amigo Paradox. A mí el disco me parece excelente, vaya, aunque coincido que la etapa posterior de Hillage es interesantísima. Tengo prevista alguna nueva entrada Canterbury (ya hice una hace tiempo sobre Caravan).
EliminarGracias y saludos,
Javier.
"Su significado adquiere mayor relevancia cuando no se está presente, su misterio permanece mientras el oyente se ha alejado temporalmente de él, su resonancia se cuela entre las entrehoras de una nada que bulle peligrosamente": esta magnífica frase me hace desear este disco, Javier. Las referencias que bullen a su alrededor en tu texto han hecho que me haga una idea muy clara de lo que me espera.
ResponderEliminarAbrazos.
Conforme van pasando los días esos ecos quedan dispersos sin que llegue nunca a desaparecer la sensación última de un gran trabajo de este grupo. Recomendable Gonzalo.
EliminarAbrazos y gracias,
Javier.