PÍO BAROJA "MALA HIERBA"
Llega ahora la segunda entrega de la trilogía "La lucha por la vida" con "Mala Hierba", obra en la que Pío Baroja ofrece al lector la continuación de las aventuras urbanas de su personaje principal, Manuel Alcázar, y también los quehaceres de muchos de los protagonistas que aparecieron durante el transcurso de la primera novela de la trilogía, "La busca", recientemente comentada en este blog.. Lejos de la estructura folletinesca, tan denostada por el escritor donostiarra al acusar a esta de falta de exigencia estética, se sirve sin embargo de su típica secuencia narrativa para enfrentar al lector a un conocido entorno (el Madrid de principios del siglo XX) en el que tanto hombres como parajes aparecen en sucesivas travesías de tiempo y espacio, armadura que da pie al escritor para representar y dar a conocer las costumbres, casi siempre degeneradas, de determinadas clases y capas sociales madrileñas.
Si en "La busca" asistimos a las vivencias de un Manuel Alcázar demasiado joven e inexperto, ingenuo y más proclive a vivir "el juego de la vida" (aunque en el flanco más deteriorado por la miseria y la falta de recursos), en "Mala Hierba" le observamos ya dando el salto hacia una existencia más adulta, plagada también de sinsabores. Un muchacho joven, aprendiz de hombre, que une a su falta innata de energía una gran capacidad de observación, también unos inicios de percepción hacia una realidad que en nada le ayudan para consolidar su más íntimo deseo, aun desconocido en su totalidad, la lucha por abrirse camino honradamente en un mundo que por principio está mejor organizado para rechazarle. Esa contemplación, y el propio papel que juega el protagonista a lo largo de la novela, le conducirá igualmente hacia un constante autoanálisis que, en su propio desconcierto concluyente, le llevará hacia situaciones donde pugnará por sobrevivir como persona decente para caer, las más de las veces, en fases de abandono y dejadez, rayana la delincuencia. Su inquietud por llegar a ser partícipe de una determinada clase menestral y pre-burguesa choca, ineludiblemente, con sus querencias de antaño, la vida libre y sin cortapisas, el alegre deambular del golfo sin mayor objetivo que el vivir la inconsciente inmediatez de la vida, aun a costa de existir como marginado.
Uno de los mayores logros de la novela, conquista que es paradigmática en muchas de la obras de Baroja, es la confluencia entre el deambular propio del protagonista y su relación con los distintos personajes que le acompañan. Aunque se salga un poco del tono de esta breve entrada, ese famoso himno liverpudiano del "You Never Walk Alone" epitomiza la imbricación de Manuel Alcázar con todos y cada uno de los compañeros de viaje que se asoman por las páginas de "Mala Hierba". Su vida y andanzas no le pertenecen al cien por cien, sus decisiones, éxitos y fracasos, le vienen dados en muchos casos por las determinaciones tomadas por otros, los desenlaces de sus aventuras, enmarcados en una perpetua y brillante línea de sucesión (otro de los grandes aciertos del libro), se suceden dentro de unos escenarios en los que parece que Manuel es un mero comparsa, la pequeña pieza de un "puzzle" del que otros (los más aprovechados, también los más vinculados por su amistad) toman decisiones que le llevarán de un espacio a otro, de un estado anímico a aquel diametralmente opuesto.
A fuerza de ser redundante no me cansaré de repetir (y elogiar) el ritmo narrativo cíclico de muchas de las novelas de Pío Baroja, y esta "Mala Hierba" no se queda al margen de esta afirmación. Y ese tiempo seriado de acontecimientos queda perfectamente reflejado en la misma geografía urbana del Madrid de la época. De una ciudad arrabalera saltamos a los núcleos situados en el centro de la misma para volver, al finalizar, al origen primario de su contorno más externo, el propio extrarradio de la ciudad. Y en cada mapa se suceden los acontecimientos más identificados con su propia topografía; la miseria extrema de la periferia, la corrupción y el vicio lacerante en el centro (también el trabajo menesteroso y la supervivencia honrada, no todo debería ser tan penoso) para finalizar, como si de una extraña moraleja se tratara, con una escenificación donde, al amparo de un texto de acerada crítica social, aparece el breve atisbo de una futura arcadia anarquista, suceso que tendrá lugar en los suburbios más lúgubres. El ciclo se cierra convincentemente.
En la anterior entrada dedicada a "La busca" apuntaba yo brevemente la capacidad del escritor vasco para reproducir pictóricamente muchas de las imágenes más características de la ciudad. Si entonces mencionaba esa su brillante disposición para colorear los contornos externos y los perfiles de la misma, ahora en "Mala Hierba" debería hacer lo mismo con aquellos interiores que son también espejos (nunca enmudecidos) de Madrid. Calles empedradas, salpicadas por una lluvia triste, soportales de una oscuridad casi medieval, faroles de gas frente a un nocturno Palacio Real, tabernas recónditas y bullangueras, cuartos lóbregos donde malviven la bohemia y la delincuencia, barrizales por donde trasiega un ejército de desheredados, portalones de cuarteles y prostíbulos y casas de timbas encubiertas. Toda una pirámide de imágenes que, más que una sucesión de fotografías añejas, mejor se nos antojaría como una cadena de grabados de tipos y de rincones madrileños que tan bien supo reflejar Ricardo Baroja, hermano del escritor.
Ni idea de esta obra. Sólo leí El Árbol de la Ciencia: una maravilla. Bravísimo de principio a fin. Un abrazo, Javier. Invitas a la lectura, sin duda.
ResponderEliminarPues ánimo Alex, a por ella. Recomiendo la lectura de la trilogía completa ("la Lucha por la vida", compuesta por "La busca", "Mala Hierba" y "Aurora Roja") Imprescindibles.
EliminarGracias y saludos,
Javier.
Yo tampoco la conocía pero sin duda leer tu post invita a la lectura. Siempre me ha gustado Baroja. Un abrazo, crack.
ResponderEliminarPues te comento lo mismo Johnny. Baroja es un "Roquero" a su estilo, iconoclasta, inconformista, rebelde, ácrata,...y además escribe de puta madre.
EliminarGracias y abrazos,
Javier.
Ahora estoy con otro genio , Quevedo ; y como es cuestión de relacionar encuentro conexiones al margen de su común ironía demoledora ; grande Baroja , en Mayo recuperé Las inquietudes de Shanti Andía y como él también hecho de menos el mar y necesito de su fuerza ya que soy de secano .
ResponderEliminarA todo esto , un placer su lectura acompañándolo con ese disco de Plainsong , me encanta esa época de Ian Matthews y ese disco es un incunable ; nunca se apaga , como el genio de Baroja ... y de Quevedo.
Un abrazo!
¡Menudas ganas le tengo a Quevedo!, lo he leído muy poco ("Los sueños" y algo de poesía, poco más). ¡Que se puede decir de un escritor que llama al sol "bermejazo plateado de las cumbres, a cuya luz se expulga la canalla...", sencillamente genial!
EliminarEste agosto haré una entrada del disco de Plainsong, también un favorito.
Gracias y abrazos,
Javier.