SRC "SRC"
Tengo a los cuatro miembros de Television instalados desde hace algún tiempo en el salva pantallas de mi ordenador, mirándome de forma acusadora, me atrevería a decir, desde una calle del Village neoyorquino, como si increparan la falta de acción en este blog de mis penares. La pose urbana y medio relajada de la banda, enfrentándose desde una sucia esquina cualquiera a un observador que no deja de estar enamorado por su imagen en blanco y negro, es de tal quietud que pareciera sinónimo de la inmovilidad propia del autor, aquella que atenaza supuestamente su mente creativa. Y parece suceder que en estas últimas semanas de julio y primeras de agosto gran parte de la pereza del escritor se haya concentrado entre sus extremidades superiores, aunque para no acrecentar más su mayor escarnio debo decir que su actividad lectora, de intensa y fructífera escucha musical e incluso, ¡quién lo iba a decir de una persona de secano!, las largas jornadas pasadas junto al césped de la piscina han ocupado una buena parte de su actividad diurna. No todo han sido siestas ni ver las Olimpiadas por televisión, de hecho, y así de paso elevo honradamente la calidad de ocio del autor, ningún trato ha habido a deshora con Morfeo, ni los anillos olímpicos han llamado tampoco en mínima medida la atención del dueño de la casa.
El caso es que hacia finales de Junio, cuando iluso programé las actividades del blog para el mes de Julio, planeé en la segunda semana de dicho mes una entrada dedicada al grupo SRC, una banda del área de Ann Arbor y, por lo tanto, devota del sonido y ambiente del mejor Detroit de los últimos años 60. Debo decir para mi descargo, y espero que ello sirva de ejemplo a la juventud que con tanta pasión sigue mis entradas, que la dejadez en la publicación del texto no se vio mermada por la falta de escucha continuada de su primer albúm homónimo, todo lo contrario, sus surcos han recorrido la aguja del plato un día y otro también desde aquellas fechas y, como consecuencia de ello, una especie de ansiosa necesidad de hacer públicas mis impresiones se iba apoderando de mí sin solución posible. Las jornadas iban pasando y el autor, algo avergonzado por el retraso, buscaba en algunos momentos un hilo argumental que diera pie a una entrada digna de la casa, ya saben, de esas incoherentes de las que me voy sirviendo últimamente.
Y la idea surgió mientras leía la última novela de Juan Marsé, "Esa Puta Tan Distinguida" (Edit. Lumen, Barcelona, 2016). En una de sus citas al comienzo de la obra aparece una frase de mi querido amigo G.K. Chesterton: que dice así: "Hemos descubierto la verdad, y la verdad no tiene sentido" ("El candor del padre Brown"), y sigue otra joyita encontrada casi por azar en la página 140: "...estás preparando al lector para algo que no le vas a dar, me dije, cuando te gustaría prepararle para darle algo que no espera..., aunque tú mismo ignoras qué podría ser"
¿A quién le importa por lo tanto la historia de SRC, acrónimo de la Scott Richard Case"? ¿Hay alguien por ahí interesado en los antecedentes musicales de los miembros de la banda?. Y si ligo estas preguntas con algo tan querido en esta casa como el sonido blanco del Detroit de 1967, ¿conseguiría el autor que algún aficionado a la música dejara de fruncir el ceño y siguiera leyendo la entrada? Y como dicen los abogados en las vistas orales de los juicios, ¿no es más cierto que el posible lector de blogs, imputado por la comprensiva indolencia veraniega de estos días, haya buscado más la visión y el recreo de una tetas bruñidas al sol, fuera de un texto que le obligue en cierta manera a recorrer líneas y palabras que al final van a quedar vacías de contenido? ¿Y si les dijera que hasta The Rolling Stones, cuando se dejaban caer por el Grande Ballroom de Detroit en alguna de sus memorables giras americanas de la época, recalaban en el estudio casero de los hermanos Quackenbush, ambos miembros y alma mater de SRC, para probar, en interminables jams nocturnas, el mejor equipo de sonido disponible en todo el estado de Michigan?
Bueno, sea el caso por lo menos advertirles que SRC son conocidos como The Royalty of the Detroit Psychedelia, hasta algunos más entendidos les han llegado a calificar como la única y original banda mod de la american motor city. La mezcla del mejor r&b de The Yardbirds, Procol Harum, The Pretty Things y otras luminarias de la british invasion en la mitad de la década sesentera, junto al sonido fuerte y aristado de la mejor tradición de Detroit, hacen de SRC una banda única en una escena tan característica como la mencionada. He visto arder los colores en las ramas de los árboles durante el inicio de la mañana, sus movimientos ondulantes despertaban un cielo aprisionado en un color tan azul. Los textos de las canciones de SRC discurren por estos vericuetos psicodélicos. "Captura la montaña y embalsa el mar, llena en una jaula el viento que fluye libremente" ("Onesimpletask"). "Los carruajes del cielo se han mostrado como un arcoiris de fuego entorchado" ("Paragon Council".
Las guitarras de Gary Quackenbush (un instrumentista innovador y de grandísimo talento) y de Steve Lyman, los teclados de Glenn Quackenbush, la batería de E. G. Clawson, el bajo de Robin Dale y la voz y convincente presencia de Scott Richardson, crean un sonido envolvente, ideal para exponer sus mensajes psicodélicos, armados con una instrumentación cuya estructura rítmica recuerda mucho a los grupos ingleses anteriormente mencionados. La suerte de ser parte importante de una escena irrepetible como la de Detroit de 1967, el mismo escenario también de los históricos disturbios raciales de aquel año memorable, y la novedad de su propuesta, frente a unos The Stooges, MC5, The Rationals o el Mitch Ryder & The Detroit Wheels, hace que su base de seguidores crezca y se extienda a lo largo de todo el estado. No ocurre así, lamentablemente, cuando pretenden darse a conocer en el área de San Francisco. Aunque su lírica podría encajar en el ideario hippie de la época su propuesta musical no lo hace. Las tribus de la California de entonces seguían encerradas en su aprisco pastoril, la oferta de SRC era más mundana sin ser convencional. Ofrecían los primeros signos de descomposición del sueño, la imagen de la ciudad paulatinamente arruinada frente a los gurus lectores de Alan Watts, colgados aun en su mal viaje de Cielo Drive.
Suenan una y otra vez "Black Sheep" (auténtico himno psicodélico de los Grandes Lagos), "Daystar", "Exile", "Marionette", "Onesimpletask", "Paragon Council", "Refugeve" e "Interval" en un Thorens TD 105 Mk II (si, también hay line-ups en los platos), la grabación original de este primer album de SRC editado por Capitol Records en 1968. Me sirvo una Judas Blond Bier Van Hoge Gisting, con sus preceptivos 8,5º alcohólicos, y el tiempo se detiene como una pajarita de papel de Unamuno. Las sombras a esta hora de la tarde se cuelan entre todas las habitaciones de la casa, las ventanas todas abiertas, y corre un aire bueno que anuncia caricias, visiones de terrazas vecinas donde las mujeres apalachianas cuelgan sus trajes de baño, el jardín desprende un vapor de paja quemada por unos rayos de sol que han desaparecido hace tan solo unos minutos. Son esos momentos en que el autor está dispuesto a llegar al disparate, maldiciendo el tiempo y el país en el que entonces le tocó vivir, tan solo algo peor que el de ahora.
No deja de tener también su interés para la rata de taberna, porque curiosamente es en ese entorno donde vengo recordando últimamente las escuchas de mis discos preferidos. Aquel roedor que, no es sorpresa que sea paralelo en lo de mamón al carácter del que suscribe este antojadizo discurso, rememora entre vino y vino los discos oídos durante la misma jornada (desde que canturrea la primera canción que le viene a la cabeza, cuando hace la primera micción ya muy de madrugada...) o, ya rebobinando en un increíble looping, los que ha saboreado durante la semana en curso. Y no paro de relamer mis canosos bigotes cuando, uno tras otro, vienen a mi memoria los tirabuzones de Gary en la guitarra, el Hammond de su hermano Glenn, creando un pesebre aromatizado con el cáñamo más potente, la base rítmica de Clawson & Dale sumergiéndome en un delicioso Motown blanco de autopista. Los camareros, ya amigos porque conocen las debilidades y vicios del autor, llaman mi atención al verme cabecear ferozmente. Una niña con cara de avestruz se ríe sin piedad de mí.
SRC, una banda que después de su hoy comentado primer disco publicó, antes de romperse a tan temprana edad de 1973, otras dos grandes obras, "Milestones" y "Traveler´s Tale". Su estilo, gallardía e imagen (compraban su ropa en las mejores tiendas de Nueva York, ciudad que emulaba entonces al más celebrado Londres de Carnaby Street) ya les vale para que este autor enloquecido les otorgue el título figurado de Mejor Banda de Caballería Andante de América en 1967. No fue su destino el de desfacer entuertos encomendándose, de paso, a la más bella doncella del lugar. Existen, en este aspecto, pruebas fehacientes que acreditan el rodillo cipotil por el que pasaron multitud de groupies durante la corta vida del grupo, tan poco fieles fueron a sus musas. Su viaje fue un extravagante experimento en la ciudad más salvajemente rock de la America de entonces. Pocos años más tarde llegó Elvis y se hizo la foto con Nixon en el despacho oval de la Casa Blanca, y ya nada volvió a ser lo mismo.
ilustrativo como siempre. Tengo ese primer disco y es excepcional en cambio no recuerdo oir los otros dos lo que me pica la curiosidad ya que no encuentro razones logicas para no haber indagado en la historia del grupo. Palialremos tal olvvido
ResponderEliminarYo también me tendré que hacer con los dos siguientes, de los que he escuchado alguna cosa suelta y leído muy buenas críticas, sobre todo del "Milestones"
EliminarSaludos y gracias,
Javier.
Espléndido, Javier, desparramando tu sabiduría de retales bien armados. Apuntado queda.
ResponderEliminarY un abrazo, que se me pasaba.
ResponderEliminarGracias Gonzalo. Muy recomendable este grupo SRC, la primera guitarra psicodélica de Detroit.
EliminarFuerte abrazo,
Javier.
Pues yo ni idea, Javier. He buscado en youtube y he encontrado In the hall of the Mountain King/Bolero; muy curiosa versión; hacia la mitad me han recordado a Vanilla Fudge; un poquito pesados; pero luego he oído Up All Night, ya en otro plan, sonido Detroit vertiente psico, como dice Gonzalo.
ResponderEliminarBuena crónica.
Gracias. Me los apunto y espero no olvidarlos.
Saludosssssssssss
Un grupo, como casi todo lo salido de Detroit, que tiene su punto de interés indudable. Más si cabe que otras propuestas de otros lugares más en consonancia con la psicodelia (SF o el Londres de los últimos 60) De los muy primeros que mezclaron estos génerso High energy + psicodelia.
ResponderEliminarGracias por tu comentario y saludos,
Javier.