Trataba de orientarme hasta llegar a un punto previamente convenido de la sesión nocturna, en una zona sin apenas geografía, inmersa en una desacumulación de motivos, totalmente incapaz de contextualizar el entorno. Al final todo daba igual, no conseguía controlar las variantes ideales de la felicidad, tampoco me importaba no conciliar el sueño, el ruido del camión de la basura me despertaba temprano, pretendía seguir escribiendo sobre límites difusos pero no lo conseguía. ¿Quién era el que echaba a un lado el edredón de la cama cada mañana? Además las tardes concurrían sin deporte, demasiado apacibles. Escuchaba a Nirvana, la banda inglesa de los excéntricos Alex Spyropoulos y Patrick Campbell-Lyons, en su brillante "The Story Of Simon Simopath" (Island Rcds, 1967), acabé a duras penas cualquier ensayo de Sánchez Ferlosio. Entreveía una voz que hablaba por hablar, ¿o era un sonido que pretendía tan solo llenar un espacio en silencio?. Deduje que lo que realmente consideraba como dinámico no se encontraba muy lejos de las teclas del ordenador, el tránsito ruidoso de mis dedos descongestionaba al buzo submarinista cuando intentaba emerger a la superficie. Alguien consiguió traspasar el paso de aduanas enarbolando una cinta amarilla, se sacudió el polvo de los zapatos con la manga de la chaqueta, hizo un guiño al espejo roto de la peluquería, sonrío y salió a la calle.
En aquellos instantes muchas bandas rabiaban por ser protagonistas de la sesión nocturna, cada artista intentaba trepar por las enredaderas llenas de musgo, hacer sonar sus cláxons en las calles de la gran ciudad americana, poner en marcha una emisora de new-gospel que pudiera escucharse en las autopistas sin tráfico. Las palmas de mi mano reflejaban el neón conductor de las palabras, el poso de tinta china que deja el rastro de chatarra de los satélites, jabalíes montados por nerviosos pasteles de manzana, aparecimos desnudos a la mañana siguiente, a veces quise a mujeres que me explicaban el mundo.
Los primeros invitados fueron los escoceses de la Average White Band, la banda de Alan Gorrie y Molly Duncan, sus creadores. El disco blanco "AWS" (Atlantic, 1974) me confirmó al oírlo la convicción de estar en presencia del mejor blue-eyes-funk. Desconozco si fueron realmente pioneros en Europa de este género, no importa. Llegó después "Wake Up Everybody" (PIR Rcds, 1975) de Harold Melvin & The Blue Notes y la escena cambió, entró una corriente de funk-soul directa desde las cocheras de Filadelfia, un deje black-power, también sensual del que hablaremos después. Le siguió "Angel" (Mercury Rcds, 1977) de Ohio Players, una banda de desordenado soul hendrixiano, majestuosos en los cortos recorridos, de ritmo veloz, paseando por la pasarela de la Great Millenial Soul-Funk Parade en Chicago. Ante la ausencia de material decidí cambiar de sellos, entraron de suplentes Barry White con su "Can´t Get Enough" (20th Century, 1974) y The Ronettes en "Volume 2", una recopilación algo reciente editada por Philles Rcds (el sello propio de Phil Spector). Cerró la sesión nocturna "Midnight Lover" de Marvin Gaye (CBS Rcds, 1982), el disco belga, el de su última ascensión a los cielos. Lo mantuve en las gradas de invitado VIP.
El desarrollo de la sesión nocturna suele estar divida en varias fases, en una primera prima el desconcierto, en la siguiente una luminosidad increíble, la música suena por sí misma, la última plantea una retirada a tiempo.
El desarrollo de la sesión nocturna suele estar divida en varias fases, en una primera prima el desconcierto, en la siguiente una luminosidad increíble, la música suena por sí misma, la última plantea una retirada a tiempo.
Oolacile |
Ya comenté que la AWB fue mi primera opción, su "Pick Up The Pieces" (aunque ahora suene exagerado, entonces me dio por decir que era una de las mejores piezas de disco jamás grabadas), su sofisticado ambiente jazz y soul me recordaban mucho el "Memphis Soul Stew" de King Curtis, tanto por el sonido de ambos temas como por la inmensa fortaleza que transmiten, marchosa, rompepistas de final de fiesta. Desde el mismo inicio, en "You Got It", ya marcan su propio territorio funk. La atmósfera del disco es brillantemente americana (los músicos de la banda graban el Lp en Nueva York y a continuación se mudan definitivamente a Los Ángeles). Su música es, desde entonces, la imagen de la primera mitad de la década de los 70, la de las grandes calles llenas de anuncios y el ambiente en los mejores clubes de baile de Nueva York. Les influyen también los artistas autóctonos de Alabama, Tennessee y Nueva York, sus grabaciones en los estudios de la RCA son coétaneas con las de muchas figuras que por entonces lo hacían en la Sun, Muscle Shoals o Fame. Es más que probable que sus antecedentes como músicos de sesión, requeridos al poco de nacer la banda (formaron el grupo de apoyo de Bonnie Bramlett en su primera gira en solitario, además de grabar con Chuck Berry su conocido "My Ding-a-Lin" y actuar como invitados en el mítico concierto de Eric Clapton en el Rainbow, y todo en ese mismo año 1973), les empujaran para continuar en esa línea más americana, más moderna en definitiva, bastante alejada del gusto del white average man, del tipo de oyente blanco de Londres.
A Harold Melvin y su banda The Blue Notes les conocía desde su "The Love I Lost", una maravilla editada ese mismo 1973, fueron además una de las bandas estrella (junto a The O´Jays y The Three Degrees) incluidas en la recopilación que el sello Philadelphia International Records sacó al mercado ese mismo año ("The Sound Of Philadelphia´73"). Esa misma recopilación contenía además el famoso "Me & Mrs. John" de Billy Paul, pero el tema de Harold Melvin, "If You Don´t Know Me By Now", se convirtió en uno de los favoritos de esa excepcional colección de canciones disco. Sus interpretaciones se amoldan perfectamente tanto en temas reivindicativos, "Wake Up Everybody", "To Be Free To Be Who We Are", como en canciones con un toque más sensual, "Don´t Leave Me This Way", "Keep On Lovin´You" o "You Know How To Make Me Feel So Good". Es ese el momento en que el funk, el soul y los ritmos latinos se han fundido en una inconfundible amalgama que anticipa el sonido disco, un fenómeno que en tan solo un par de años, en 1975, ya ha arrasado en todas las discotecas del mundo.
Bigenheimer´s English Disco, LA 1975 |
Ohio Players arrostraron la hoy políticamente incorrecta fama de ser una ladie´s men band, muchas de sus portadas utilizaron la figura de la mujer ligera de ropa, mostrando sus encantos. La temática de gran parte de sus composiciones no es raro que busque ese sentimiento de cortejo, de satisfacción una vez consumado el acto sexual, de confirmación del rol poseedor masculino. En este "Angel" abundan esas líneas de actuación. "Glad To Know You´re Mine", "Don´t Fight My Love", "Body Vibes" y "Can You Still Love Me" son pegadizas como jugos corporales. "O-H-I-O" es una gran composición funky que se convirtió en favorito en sus actuaciones en directo. Barry White fue un auténtico ciclón en esa primera mitad de los 70, continuador de los renglones ya escritos por Marvin Gaye e Isaac Hayes, en muchos casos su temática no se aleja realmente de la de esos dos gigantes del soul. Lo que si puede que les distinga es la patente que Barry White tiene registrada para rozar sin disimulo el cuerpo de la pareja de baile, permitir el magreo y calentar al personal. Por destacar un solo tema (no, no mencionaré los más conocidos), "I Can´t Beleive You Love Me", 10 minutos y 23 segundos de auténtico trailer soft-porn, tenues las luces de las velas, las sábanas de obligado satén rojo, las bocas, todo es hambre.
El "Volume 2" de The Ronettes es el disco sorpresa de la sesión nocturna. El muro de sonido de Spector se ha transtornado en visillos mecidos por el viento. El ejemplar contiene temas inéditos, a cual de ellos más excitante, también hay canciones en directo que muestran a una Ronnie con voz bluesera, casi en plan Billie Holyday. Durante gran parte del disco el trote de su ritmo es imbatible, temas como"You Came, You Saw, You Conquered", muestra toda la luz de mañana del Sunset Boulevard, su versión del clásico "Sleigh Ride" no llega a la de Johnny Mathis pero podría formar parte del soundtrack de "American Graffiti" sin ningún desdoro. En el "Midnight Love" de 1982 encontramos a un Marvin Gay en Bélgica recuperándose de sus múltiples problemas; refugiado en Ostende, su cura cara a cara frente al Atlántico ofrece como brillante resultado a un artista rejuvenecido, inspirado por un nuevo ambiente bien distinto del que ha dejado en Los Ángeles hace más de un año. Los primeros compases del "´Till Tomorrow" marcan el paso del Rubicón del disco, se desplaza aquí y allá como ritmo precursor un beat con algunos toques techno, a veces los teclados suavizan la atmósfera del disco. Destaca, claro, "Sexual Healing", un canto al punto y final del desorden, a la vuelta al amor como más eficaz curativo. Su sensualidad es femenina, puede que funda algunas luces de neón, su embrujo rítmico reúne toda la sequía, elimina su quejido, a partir de ahora volveremos juntos a cuidar las flores del jardín. Pero el plan desgraciadamente falló.
Es curioso ese salto en el tiempo desde la psicodelia pop de Nirvana hasta el funk blanco de los AWB y luego Filadelfia para rematar con las divinas Ronettes. Aunque tiene su lógica que esa primera opción sea aún en casa y luego llegue la música noctura más carnal, más a flor de piel. Y el final, tal vez a altas horas de la noche, ya casi en la madrugada, nos ha pillado a muchos con esa vuelta a lo angelical, a uno de esos paraísos perdidos que representaba Spector o incluso la Motown (porque este relato podría haber seguido la vena negra y terminar ahí, era la otra opción)... Tal vez Marvin Gaye hubiera quedado mejor antes y no después que ellas.
ResponderEliminarAl principio tuve esa idea, la de la vena negra, aunque la AWB me echó para atrás, esos rubicundos escoceses... Marvin fue la última apuesta, como digo en algún momento, participó de invitado VIP. La sesión tuvo la intención de descongestionar el organismo de tanto exceso kraut, aunque no lo logró del todo.
EliminarGracias y saludos,
Javier.
“Al final todo daba igual, no conseguía controlar las variantes ideales de la felicidad”. ¿Y cómo se hace eso?
ResponderEliminarLas Ronettes… Marvin Gaye (que maravilla de canción es "Sexual Healing”) … Isaac Hayes… Harold Melvin… también forman parte de mi historia. Así que no me suena a chino lo que escribes. Un relato muy jugoso incluyendo frases como esta: “a veces quise a mujeres que me explicaban el mundo”.
Saludosssssssssssssss
Pues yo tampoco lo se..., quizá no pretendiendo controlarlas, dejando que fluyan a su antojo. Difícil no conectar con artistas como los expuestos en esta sesión, en la que Harold Melvin puede que sea el menos conocido.
EliminarGracias y saludos,
Javier.
Da lo mismo quien eche el edredón al otro lado de la cama. Da gusto imaginar tan gran sesión nocturna con este texto. Abrazo grande.
ResponderEliminarLo malo del que te echen fuera el edredón es que destapa una más que probable resaca, sobre todo en sesiones que alcanzan hasta la madrugada. Pero que te quiten lo bailao.
ResponderEliminarAbrazos y gracias,
Javier.
Nota: estuve con los amigos de DWOMO hace poco. Gente amunt.