Me sorprendí abriendo el portillo y firmando el pase de pernocta mientras salían al escenario, uno a uno, los Dum-Dum Boys de Iggy Pop. Sonaban City Kids en "Is it love", la voz de bisturí de Dominique Comont perforaba el córtex del oyente, la guitarra de Pascal Lamy se ocupaba del posterior sangrado; al igual que ocurre en "Girl Of My Life", los desenlaces de las canciones empujaban al observador hacia una sensación semejante a la visión de un volcán en erupción, las lenguas de lava cayendo incontrolables entre las faldas de las montañas. No lo hizo aleatoriamente la aguja cuando se posó sobre los surcos de "Losing Your Mind", su intención era la de subir la autoestima de los pocos asistentes al concierto imaginario de la madrugada. Los choques corporales carecieron de la virtud del coro eclesiástico, buscaban abrirse paso entre caminos aun repletos de ocultas bombas de racimo. "Changing" tenía otro ritmo distinto, más convencional, menos moderno quizá, sonaba más a la producción clásica de Rob Younger, psicodelia aussie con aristas de cristal. "I Need Your Noise" es la gran estrella del EP. Los Dum-Dum Boys comenzaron a tomar el control de la sesión. El salitre del Havre atlántico se coló por los micrófonos, músicos curtidos, se habían pateado durante muchos años gran parte del circuito europeo, recogiendo y asimilando todas las influencias necesarias, desde el genuino blues del Delta hasta los invocados fantasmas de Lux Interior, una pócima condimentada con la santísima receta fuzz de Radio Birdman, Hoodoo Gurus, Birthday Party y Beasts Of Bourbon.
Mucho antes del entreacto el ambiente de la sesión nocturna se movía lentamente, su escena era imprecisa, en otras ocasiones el panorama se tornaba palpitante, sucedía en el momento más inesperado, cuando la habitación se llenaba de libélulas, poco antes de que la añorada niebla londinense hiciera su presentación. Apareció entonces Savoy Brown en todo su esplendor de magnetos. Aposté a ganador en su "A Little More Wine", emocionado al encontrarme con los bardos blueseros criados bajo la humedad perenne del cielo inglés. "I´m Crying" marcaba el retorno de la banda al raw boogie blues más insolente. La sección de vientos no está en el disco acreditada a ningún instrumentista, una lástima porque deberían conocerse los autores de ese ambiente funky que hace presa en el tema. "Don´t you worry about the morning / because the day might never come...", invita sin trabas al oyente a prolongar la velada, a olvidar sus problemas mientras el riff de guitarra de Kim Simmonds mece la cuna universal en este "Stay While The Night Is Young". En "Is That So", la base rítmica sigue el camino del blues industrial, se empapa de la atmósfera del estudio de grabación de la periferia, un paisaje rodeado de almacenes logísticos, de carretillas elevadoras que se mueven al acorde de las poleas mecánicas. Lonesome Dave a la rítmica, Tone Stevens al bajo y Roger Earl comme batteur. Chris Youlden era entonces, junto a Kim Simmonds, el principal compositor del grupo. Mientras llegaba el último tema, "When I Was A Young Boy" de la cara 2 (decidí obviar la crónica de la primera cara por mor del espacio), el líder de los Dum-Dum Boys sorbía su botellín de cerveza, llegaban al escenario los primeros flashes del milagro espacial alemán.
Antes de que apareciera Ash Ra Tempel en el tablado flotaba cierto ambiente novelesco, la memoria de los relatos fantásticos de Wilkie Collins (en los que andaba entonces metido) hicieron acto de presencia. No fue mi intención destacar un tema concreto de este disco porque siempre he preferido contemplar esta obra como una representación global, un "Don Giovanni" mozartiano, un conjunto de piezas que conforman lo que considero como el mejor kraut del momento, desde luego irrepetible. También me dio por calificarlo como un camino de iniciación para el oyente no acostumbrado a este tipo de música, a poco que ahondara en su sonido se vería sorprendido por sus antecedentes floydianos y, más adelante, deduciría su posterior influencia en otras propuestas sonoras (desde los devotos seguidores de Kim Fowley hasta Sonic Youth). Mientras eso ocurre el novicio se enfrentará a la desestructuración del ritmo, lo convencional le quedaría momentáneamente oculto. Dos piezas exultantes, de celestial empuje: "Amboss" en la primera cara, en la segunda "Traummaschine". Hay que escucharlas bien, aprenderlas con indisimulada devoción, no perderse ni un solo segundo de su minutaje, concentrarse en los misteriosos ambientes que crean sus surcos, dejarse llevar así por su inagotable capacidad para sugerir imágenes.
De acuerdo con el guión inicial aquí debería aparecer una nota del Editor presentando las bandas protagonistas de esta segunda sesión nocturna. City Kids, grupo estrella de la ciudad portuaria francesa de Le Havre, Savoy Brown desde Battersea, al sur de Londres, Ash Ra Tempel desde Berlín, otros alemanes en Düsseldorf, Neu!. Max Gamuza, nuestra muchachada del norte, desde Gijón. Leon Russell, el okie universal desde Los Ángeles. Sus obras, el EP "City Kids" (Marylin Rcds, 1984), "Raw Sienna" (London-Parrott Rcds, 1970), "Ash Ra Tempel" (Ohr Rcds, 1971), "Neu! 2" (Brain Metronome Rcds, 1973), "Los Buenos Momentos Están Aquí" (Munster Rcds, 2012) y "Carney" (Shelter Rcds, 1972),
La propuesta de "Neu! 2" puede que sea más circular, el relato del eterno-retorno, del huevo-partenogénesis hecho música, el circuito hidráulico del sonido perfectamente lubricado en sus flujos, la carrocería industrial ciertamente reconstruida. Toda la cara A, un canto secuenciado en loor de la eficiencia liberadora del space-rock, se encuentra tan deliberadamente programado que más bien parece un producto de los laboratorios Bayer. Y es ese antecedente el que se rompe de improviso en gran parte de los surcos de la cara B. ¿Exceso de experimentación?, no lo creo, se pretende más bien sorprender al oyente, y aquí radica lo más atractivo, lo más digno de reseña de la obra. Puede que alguno espere que este "Neu! 2" recupere la atmósfera kraut de la que pretendidamente nunca se debió alejar (y es probable que en alguno de sus temas más extensos, "Neuschenee", "Hallo Excentrico" y "Super" se consiga), pero son sus piezas más cortas y excéntricas ("Neuschenee 78", "Super 16" o la dupla "Casetto" / "Super 78"), las que otorgan a la obra su valor absoluto de referencia.
Quise a esas horas de la noche agradecer a mi amigo Hubert el pasarme tanta mandanga buena, este disco de Max Gamuza entre otras magníficas vituallas. La banda de Busta Spector se marcaba un strip-tease roquero (con inesperados brochazos a lo Domenico Modugno) de alto calibre. En la mayoría de sus textos se asoma una lírica acertada y dinámica (también aparece la generada fruto del aburrimiento y la desolación), en la que se intenta mantener firme la leyenda de los muchachos del Norte como genuinos representantes de la reivindicación post-industrial, acogida toda ella al susurro de las mareas cantábricas. La extensión de los temas no excede los 3 minutos, lo que viene a demostrar en cierta medida su urgencia, salir rápido al ring y noquear al contrario. Destacar a todos los miembros de la banda de Busta: el navarro Joseba Irazoki a la guitarra (al que sigo en su apuesta de Atom Rhumba), Iñigo O. de Zárate a los teclados Farfisa e Iván Mirech a la batería. Mike Mariconda, desde las catacumbas neoyorquinas de The Devil Dogs, produce y participa como músico a la steel y guitarra acústica.
Me dio por elucubrar sobre Leon Russell como el primer artista que aparecía por segunda vez en este blog (y curiosamente con el mismo disco), pero a esas horas de la noche no tuve suficiente voluntad para acreditar tal hecho. Eso sí, quedé sorprendido cuando revisé la entrada anterior, tan manifiestamente capacitado para manejar unas fuentes tan profusas de información. Mientras el disco giraba en el plato me sentí sobrepasado, imposible llegar a la altura del texto de antaño, pensé. ¿Permitirán ustedes que me limite a recordar parte de lo reflexionado entonces? Muy agradecido. Una combinación de estilos que partiendo de la pura raíz sureña (sin olvidar algún toque de vodevil Broadway) concluyen en la fértil huerta de Bakersfield en la Costa Oeste. Entre medias, las llanuras resecas de Oklahoma, el dust-bowl de John Steinbeck. Leon transporta hasta Los Ángeles su riquísimo tejido musical de crossroads. Incluye simples melodías jazz, dixie de Nueva Orleans, ecos de los Apalaches, la atmósfera down the bayou y los bailes en los polvorientos graneros de Arkansas. También excentricidades medicine show ambulantes cuando suena la canción de mismo título, "Carney". No serán las únicas, aparecen además alegatos en los que las brujas de Salem se mecen bajo los aromas del cosmic american music de Gram Parsons. "This Masquerade" (si nadie apuesta más alto, lo considero como el mejor tema del disco a día de hoy) es ya puro pop sunshine. Concluí la sesión rememorando a sus amigos de la Wrecking Crew, recluidos en el Capitol Records Tower de Hollywood (y en un Denny Cordell que ya iba por entonces camino de convertirse en su Bernie Taupin americano). Ignoro si su opinión coincidirá con la mía.
Gran sesión que corona Neu!.
ResponderEliminarAbrazos, Javier.
Neu! me dejó un poco descolocado al principio con este su segundo disco, luego, al escucharlo varias veces más, le cogí el punto. Creo que lo acertado de la sesión fue la mezcla tan variada de estilos.
EliminarGracias y abrazos,
Javier.
En tus relatos (que por otra parte son magníficos) siempre sorprende la inclusión de algunos músicos que no cuadran con el tono general: que surjan aquí Savoy Brown O Leon Russell resulta inesperado en un todo general mucho más caótico, pero al mismo tiempo le dan un contrapunto muy interesante. Casi queda como una curiosa sucesión ying / yang musical nocturna.
ResponderEliminarReitero lo comentado a Gonzalo. De una situación teóricamente plana, como se dio en la primera sesión, donde la música negra tuvo su tronco, preferí abrir la espita a otros estilos mucho más diversos. El resultado fue variado, iconoclasta, parecía ir saltando de un sitio a otro sin una guía común. Como bien apuntas, una experiencia nocturna ying/yang.
ResponderEliminarSaludos y gracias,
Javier.
Sí que has abierto la espita, y mucho. He puesto de fondo el “Idiot” de Iggy pop con Dum Dum Boys. Y Luego a Ash Ra Tempel. A Savoy Brown hace mucho que no lo oigo. Luego los pondré un ratito. León Rusell siempre me gustó. Empecé a pillarle el tranquillo cuando colaboró en aquel fabuloso “Mad Dogs and Englishmen” de Joe Cocker. A Neu los tengo que oír más. Me cuesta entrar por ahí. No los controlo mucho, me quedé con Can (Vitamin C, joder…). En fin, aquí hay mucha tela que cortar. Estos relatos tan personales te llevan a muchos sitios en poco tiempo. Se agradece.
ResponderEliminarSaludosssssss
Si, los Dum-Dum Boys de Iggy Pop son los verdaderos protagonistas de una sesión discordante en sus estilos. Ninguno de ellos (salvo los grupos alemanes) congenian, y aquí es donde precisamente me encontré más cómodo, nadando entre un remolino que me llevaba a no sabía dónde.
ResponderEliminarGracias y saludos,