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25 jun 2014

CALMA CHICHA





JONATHAN WILSON                  "FANFARE"
Al inicio del verano, recién pasados los días de la festividad del fuego, cuando los necesarios augurios quisieran llegar tan altos como las llamaradas, y el humo y los rescoldos en la tierra propician el abono benefactor para las próximas simientes. También las ruedas prendidas de paja y alquitrán ardiendo, descolgadas y rodando desde lo alto de las montañas, cabalgando sin rienda hasta el frescor de las nuevas llanuras verdes, anunciando una nueva suerte de revolución campestre. Tal es así el papel de una Naturaleza a la que quiero hacer más viva, más impactante, por la acción de un propósito, cómputo feliz de muchos siglos y generaciones pasadas, ineludiblemente imbricado en el juego de la vida y de la muerte. Y la breve espadaña en el jardín, afilada su punta por el reflejo de un sol verde, acoge el aire bueno que sigue a la tormenta. Muere Junio y empieza el verano.

Comienza también la tarde y siento su pesado ADN caer mientras suena el "Fanfare" de Jonathan Wilson invitándome a descalzarme, a sentir el calor en las plantas de mis pies que se elevan en burbujas de leves colores. Hay un sedimento de polvo acumulado entre las estrías y huecos de la madera, una brevísima patina de vuelos de moscardones que han recorrido, días antes, ese mismo territorio en el que ahora me encuentro. Voy, estoy, buscando, redescubriendo ese antiguo camino que hace muchos años dejé semioilvidado, cuando en otros ámbitos del verano escuchaba a Pink Floyd con la reverencia del neófito. Suena la música pero, en verdad, suena el silencio del primer verano recordado. Aquel que surge en el trasfondo de tantos sueños (siestas) al fragor de una temperatura narcotizante, una brisa que alimentaba un corazón sosegado, a punto de considerar el mundo como una celebración interminable de sabor a pipas de girasol y olor de trilla. "Dear Friend", me invita a reconciliarme con el tiempo pasado.

"Her Hair Is Growing Long" (como el mío ahora), una suerte de acogimiento para que la brazada airosa de todas las mujeres a las que admiré no quede relegada al mero vaivén de la memoria, sus cabellos ondulando bajo puentes de lino y esparza. "Love To Love" me encuentra cogiéndote de la mano, la que sabe a pan y a sal, recreando contigo un arco voltaico de estrellas en los cines de barrio, sandalias de cartonaje bíblico entre las que copulaban los saltamontes, tus axilas limpias reflejando sombras de un erotismo aun no comprendido. "Future Vision" abriendo puertas y prados de olor de lluvia. Un tic-tac apenas controlado por la caída de una y otra gota de rocío entre las zarzas, las moras de un rojo coagulado al alcance de tus labios medio abiertos, aquellos por donde escapaban esas palabras que nunca te oí decir. Y "Moses Pain" era esa mies vista desde el espantapájaros, la visión de sus ojos de trapo alcanzaban hasta los confines de John Steinbeck, ese horizonte de doradas espigas jamás sometidas, susurrando el primer eco del folklore sureño, tantas veces después amado.

He sentido la instantánea dulzura del campo, la de Neil Young, cuando me dejaba arrastrar por las melodías de "Cecil Taylor" y de "Illumination", un aire rubio y caliente sobre el que vuelan unas pocas nubes de algodón, una quietud de mariposas que revolotean entre espinas, lentas como un tiempo casi detenido, mi madre desde el porche tejiendo el jersey del nuevo hermano, mi padre acariciando las cabezas de los mastines que olían a la Castilla de Oklahoma. Ya mayor, muchos años más y a punto de padecer el maravilloso presidio del amor, rodear mis brazos y manos con bucles eléctricos hacia el viento, cercano ya de las experiencias narcolépticas que tanto me enseñaron. "Desert Trip" es ya el viaje hacia el interior, a la orilla y al barro de las ranas, y cuando se abrían sus ojos y me miraban sentía el espanto de ser yo el que profanaba su santuario, una pequeña cabaña sobre el agua, la caña de pescar y los pies descalzos, como ahora.

Es el color de la piel,  salpicado por lunares de almendra, el que deseo perpetuar en esta tarde, en su tono cetrino y en su presencia descarada, simplemente. Ya el sol empieza a correr el velo de las cortinas y "Fazon" me saluda desde la distancia. Es un sonriente último rayo el que se cuela por la buhardilla, unas veces brillante como un haz de trigo, otras apagado por la penumbra de un cielo caprichoso, un cielo de finales de Junio. Me conmueven las despedidas de "New Mexico" y "Lovestrong", como cuando abandono una casa antigua, grande, llena de recuerdos, también de olvidos, aquellos que te llaman en las esquinas, que invitan a quedarte un rato más. Crujen al final las maderas en borbotones pálidos, hierve húmeda una chimenea hace muchos años apagada, el sonido del piano parece que desenreda las telarañas, una ventana entornada golpea contra su marco carcomido. Hay un chasquido final de libélulas. Calma chicha.




10 jun 2014

NO ES INVISIBLE EL PASADO





LA BUSCA                                         PÍO BAROJA
Existen círculos en la historia de lo visible y también existen en la historia de lo olvidado que,  a fuerza de ausencia de recuerdo, lamentablemente se tornan en invisibles. No deja de estar, no deja de existir ahora lo que no se ve, lo que hace mucho tiempo pasó y, demasiado alejado en la memoria, parece como muerto, como inexistente. Es cuando confluyen ambos círculos, el del presente y el del pasado, y vemos reflejada en una misma historia aquellos acontecimientos que son y que fueron un mismo hálito, un mismo tiempo para todo, cuando podemos entonces entender esa perenne filosofía del "eterno retorno", la vuelta a un origen que marcará, eternamente, un camino semejante al ya andado y que, de igual modo, nos conducirá a un final similar. La balanza de la vida plena, rica, ahíta de presentes frente a la existencia ausente de regalo, condenada a la interminable búsqueda de lo mínimo.

En el Madrid finisecular que retrata Pío Baroja en 1904 en su novela "La Busca" hay pobreza, y en el Madrid de la segunda década de este siglo XXI también la hay, y al salir a la calle cualquier día, en las aceras, en los esquinazos, en las escaleras de las estaciones, en los soportales de las plazas, entre los semáforos, (en las alambradas de las fronteras, muy lejos de la ciudad), ocurre lo mismo que sucedía hace poco más de un siglo. No es quizá una miseria similar a la de antaño, es aun peor, es la propiciada por la abundancia venida a menos, aquella que anega de egoísmo a toda una clase media, ingente en su número y proporción, que une la displicencia de su status, mucho menos empobrecido, con el rechazo hacia el sujeto pobre, diferente, rumano, negro, subsahariano, moro. Han cambiado los protagonistas, los del aluvión andaluz y castellano de finales del XIX , por aquellos que han venido de mucho más lejos, paisajes de una tierra sin esperanza que se vislumbra claramente en sus pupilas blancas.

Si, "La Busca" es un círculo, una gran circunferencia humana por la que transitan personajes y situaciones que convergen en un mismo punto inicial y desembocan en un idéntico final. Llegada a la ciudad y difícil tránsito para un protagonista principal, Manuel Alcázar, que es fiel trasunto de aquellos otros personajes que en la novela viven y padecen su misma situación, la lucha permanente por subsistir en un ambiente cruel y hostil, trabajando honradamente las menos, las más de las veces cruzada ya la línea de la delincuencia. También existe similitud circular en la propia trama histórica del protagonista principal con sus acólitos, aquellos jóvenes "randas" y golfos que, sujetos unísonos de las pasiones más perentorias, caen en el rechazo furioso contra la sociedad que les condena, cuando no en la violencia, pretendida cura del "honor" ultrajado, otras, las más ocurrentes, dando buena cuenta de la mejor picaresca urbana y del más acrisolado lenguaje de la nueva germanía.

La novela de Baroja, primera de las que compusieron, junto a "Mala Hierba" y "Aurora Roja", su afamada trilogía "La lucha por la vida", no es solo un gran documento social del Madrid de los primeros años del siglo XX, es también un claro ejemplo de la mejor práctica literaria puesta al servicio de la narrativa, de la claridad en la expresión y de la concisión de vocablos y diálogos al último fin de la sencillez lectora. Su sentido más profundo se recoge en la visión de un imaginario potentísimo, reflejo de múltiples acciones que le deben mucho a una estructura semejante a la representación teatral, y que marcan indeleblemente el curso de una novela que galopa desbocada hacia un final presentido, aunque no falto de drama.


Teatro y también pintura, y poesía en breves frases de acertadísimos adjetivos, ecuánimes epítetos que enriquecen la prosa hasta cotas de breve belleza. Pinceladas, ya que hablamos de pintura, de una ciudad vista y observada desde la próxima lontananza de los arrabales y suburbios, geografía por la que transcurre gran parte de la acción de la novela. Un Madrid de tenues trazos horizontales, alargados esbozos pálidos, blanquecinos, húmedos, cobrizos a veces, otros plateados, en superposición de escalas cromáticas, hasta la cumbre de un pigmento azulado que corona la cresta del Guadarrama. Baroja pinta escribiendo, escenifica la acción, transcribe la realidad en su más pura e inocente verdad. Le queda al lector el placer, y la osadía, de soñarlo.


(Próxima convocatoria II Ruta Barojiana)
http://alazardelasletras.blogspot.com



30 may 2014

EL ÚLTIMO VIAJE DE JACK




LA VANIDAD DE LOS DULUOZ                        JACK KEROUAC
Oh viejo Jack, si estás en algún sitio conocido, aunque solamente sea en aquel en el que habitan los elegidos, ese desvencijado almacén que debemos descubrir por sus relatos y por nuestra santa intuición de bebedores, muéstrate de nuevo y marca el camino a seguir, semejante a aquel que nos enseñaste a finales del 57. Haz que tu aliento de cobre viejo tome nueva vida y dicte unas pocas palabras, aunque sean incomprensibles, para todos aquellos que, como nosotros, últimos seguidores de las curvas hacia ninguna parte, precisamos de un guía, alguien que nos cuente de nuevo como salpicaban sus oraciones los solistas de jazz de la calle 52, mojados hasta los huesos por el mejor alcohol barato canadiense, cegados por nieblas de humo de Virginia. Haznos entonces alguna señal, podría ser semejante a la que mostrabas a las innumerables nubes que bajaban por el Hudson, y seguiremos tus indicaciones sin pestañear, dichosos por llegar derrotados a cualquier cuartucho del Village y, tumbados a lo largo de una desvencijada alfombra persa, entonar los acordes secretos al compás del "koto" japonés. 

He visto a una mujer de gigantesca belleza suburbana, su boca orillada por los más hermosos labios posibles en un atardecer de la Linea 2. Y eran una concha de carne celestial, esa bulba externa que al abrirse solo podía mostrar un halo de bienestar para los demás, pasajeros sumidos en un sórdido traqueteo hacia los oscuros rincones de la eterna rutina. Sentada sin elevar sus ojos más que esporádicamente, de un azul semejante a las crestas de los delfines del estrecho, con la mirada perdida hacia al suelo y una tenue sonrisa que mostraba una tristeza infinita, un canto silencioso de paz y resignación. ¿Donde irás nueva musa de los sonidos de los ferrocarriles, esposa de mis manos que quisieran recoger las tuyas y besarlas, aspirar el dulce sabor de la pérdida, acompañarte hasta la estación donde finalmente abras tu boca y vea salir de ella todos los mares que añoro?

Jack Duluoz, genuina mezcla de los vientos de la costa este americana, nos cuenta su pequeña y gran historia del adolescente de Lowell, Massachussets, cuando a finales de la década de los 30 busca su propio camino como estudiante y jugador promesa de fútbol americano. Protagonista en un país que aún conserva la deliciosa diferencia entre la ingenuidad de los paisajes rurales y la pujanza industrial y cosmopolita de las grandes urbes. Mundos e imágenes de casas de madera con sus porches de malla metálica, primeras borracheras con sus compañeros colegiales, (algunos fieles en su amistad durante muchos años), playas desérticas donde corre un viento helado en invierno, innumerables tardes de lluvia que hacen más grises las olas y sucias las nubes de algodón, vecindarios llenos de ecos polacos, griegos, judíos, helados, cervezas, cánticos absurdos e ingenuos de una generación que muy pronto entrará en el horror ya presentido de la II Guerra Mundial.

Su paso por el Brooklyn de aceras calientes, por la Universidad de Columbia, los encuentros de fútbol que le enfrentan con otros equipos de la liga universitaria, sus desavenencias con el entrenador, las aspiraciones por que le sea reconocido su valor como deportista destacado, sus primeras relaciones con la que posteriormente sería su primera mujer, personaje en la sombra a quien va dirigido el libro a modo de carta y relato de sus vivencias escondidas. Un Nueva York vibrante donde tienen cabida cualquier tipo de situaciones y, aun siendo aparentemente normales, nunca banales ante el empuje narrativo del viejo Jack. Barrios, aceras, personajes de paso y protagonistas de escenas que muestran vívidamente la pujanza de una ciudad que siempre está al límite de su expresión urbana. Cines, libros, comentarios interminables sobre aquellos escritores por los que se pronuncia Jack y su grupo de amigos y, al momento, sin dar apenas respiro al lector, salida a la calle y vuelta al bullicio febril de las esquinas del Village, correrías nocturnas por los puentes y sentir la velocidad torrencial de un millar de pensamientos cruzando por un cerebro que todo lo quiere abarcar.

Y los viajes como entrenamiento para que el escritor se engarce con la América eterna de las praderas, hacia el sur del aroma criollo, vagabundo crepuscular de toda una posterior generación de compatriotas. Impulso que refleja el ansia estremecedora por vivir y contar la gran historia de una nación adormecida, arquetipo de una sociedad enferma de soledad y búsqueda del éxito a ultranza. Navegación por los mares de Terranova hasta la bahía de Baffin, viejos cargueros que proveen de armamento y material militar a las bases americanas, atenazados por el miedo a los submarinos alemanes. Su llegada a Inglaterra en 1943, siempre de cara a un mar que le trata a menudo con la dureza metálica de los supervivientes, recordando aquella frase genial de Shakespeare, "Gran Bretaña, la isla que empuña el cetro", y vuelta a un Nueva York que les espera con los brazos abiertos de la gran matrona de la muerte.

Quizás sea la última parte de la novela la mejor, aquella que relata la etapa en que consolida su decisión inequívoca de ser escritor. Las nuevas amistades con los escritores ya casi consagrados de la época. La que narra su complicidad en el asesinato de un obsesivo homosexual, personaje tangencial en su círculo de amistades más cercano, epílogo en el que concluyen jornadas interminables de creación alimentada por el alcohol y las drogas, locura colectiva de una banda de lagartos brillantes entre las esquinas doradas de una ciudad enfebrecida por el dolor. Una línea constante de mundos espontáneos, de acciones donde no importa si la inmediatez es sórdida o formidable en su genialidad instantánea, buscando experiencias cuya meta se presume imposible.


Así es que me decido a recoger aquel libro de Rafael Argullol en la librería de la calle Santa Teresa, y mi intención más profunda es volver a ver los ojos de aquella mujer joven que atiende el mostrador en la misma entrada del local. Voy pensando en ella durante el trayecto en tren hasta el centro de una ciudad que a veces es del color de un caldero dorado, otras veces se me presenta como una línea transparente de lluvia recién posada en sus calles. Huelo mis manos que aun mantienen el olor de cebolla de la tarde y los árboles me saludan, fondeando después en las lágrimas de otros. Me invade una sensación de color de berzas deshojadas, enfangadas en las fronteras abisales de las aceras, cuando ella me mira y solo siento un calor que apenas me trata como al buen cliente que ha recogido su encargo.

16 may 2014

OJOS ABIERTOS EN LA OSCURIDAD




"LOS MITOS DE CTHULHU"                     H.P. LOVECRAFT Y OTROS.
Nunca he sido demasiado aficionado a la llamada "literatura de terror", por emplear una expresión que ya de por sí considero algo feble, aunque, eso sí, no le he hecho ascos casi nunca a la denominada, esta vez con más acierto, de "ciencia ficción", y es que aparecen aquí términos que merecerían cierta clarificación al ser ambos géneros concomitantes en muchos casos. A primeros de la década de los 70 del siglo pasado (fuera de España el fenómeno se dio algo antes), ante la influencia del movimiento "hippie", toda una serie de escritores entraron en la onda de los lectores "enrollados" de entonces. Kerouac, Hesse, Castañeda, Huxley,  Burroughs,  Ginsberg,  Bowles,  Asimov,  Bradbury, otros anteriores en el tiempo como Egard Allan Poe,  Walt Withman o  William Blake. Gran parte de estos escritores planteaban, por decirlo de una manera sencilla, el hecho y la necesidad del viaje físico y mental como una alternativa a la rutina de una sociedad anquilosada, propiciando, al mismo tiempo, una ruptura de valores frente a generaciones anteriores. 

Si la experiencia provocada por la realización del viaje, del movimiento, de la acción comunal, motivó fuertemente a toda una generación durante los últimos años 60 y un período importante de los 70, gran parte de los escritores anteriormente enunciados tuvieron mucho que ver con ese nuevo rumbo y H.P.Lovecraft también estuvo, por mérito propio, entre ellos. La "literatura de terror", tomada en su estricto concepto, poco favor podía hacer a aquellos lectores "enrollados" de entonces que, en muchas ocasiones estando bajo el influjo del "viaje mental", (esto es, "colocados" hasta las cachas), lo que intentaban evitar a toda costa era un "mal rollo" o un "viaje chungo". Situación terrorífica que caso de producirse (y sobre todo si la ingesta había sido de ácido), podría despeñar al hipotético lector por territorios realmente peligrosos, parajes mentales totalmente incontrolados donde al incauto les esperarían sus buenos disgustos y, en estos casos, lógico es pensar que al amigo Lovecraft le fuera previamente colgado el sambenito de "persona non grata".

Al escritor de Providence había que paladearlo fuera de esos entornos mencionados, a sabiendas entonces que las sensaciones que produciría su lectura, la mente controlada y las pulsaciones cardíacas en su justo trote, serían muy bien recibidas por el sujeto lector de turno. De esa manera, y por aquellas épocas, me acerqué a Howard Philipps Lovecraft leyendo su magnífico relato "En las Montañas de la Locura", experiencia que aun recuerdo con cierta nitidez, tan gratos me resultaron los momentos (casi siempre nocturnos) en que me dejé llevar por su maravillosa fantasía. Desde entonces, aunque en mi imaginario mental entraron muchas figuras hijas legítimas de la "ciencia ficción" (procedentes muchas de ellas de los "comics" y de las propias películas del género), no había vuelto a vérmelas con el gran maestro de la, ya lo anuncio con todas las consecuencias, ¡ea!, mal llamada "literatura de terror". La escucha, y posterior transcripción, de las sensaciones mentales que me produjo el disco de Sendelica "The Kaleidoscopic Kat And It´s Autoscopic Ego", hicieron que me acercara a "Los Mitos De Cthulhu", asignatura que, desde hacía demasiados años, tenía vergonzosamente pendiente en una balda llena de polvo.


"Los Mitos De Cthulhu", nombre que da cabida a una comunidad de escritores (sus "corresponsales", como los llamaba el propio Lovecraft) y que participan en los distintos relatos que componen el libro, no es un libro de terror al uso, calificarlo de tal manera sería denostarlo. "Los Mitos..." es un prodigioso acercamiento a la más profunda y extravagante experiencia cósmica del hombre. El hombre tomado como un todo, un ser donde siguen palpitantes los ecos y oscuros deseos de toda una humanidad reprimida, a la espera secular de su definitiva liberación por las fuerzas que radican en lo más profundo de su mente. La lucha, nunca resuelta (tampoco en la actualidad) entre el Bien y el Mal. Un Bien asentado en una sociedad corrompida por un progreso de los iguales frente a un Mal representado por númenes y divinidades proscritas. Un entorno físico donde el aura del misterio y de los enigmas no resueltos ululan entre un aire viciado por la venganza, por la resurrección de un mundo muy antiguo que hará por fin justicia, que otorgará solo a los iniciados el poder final para instaurar una nueva raza amorfa, señora y dueña del Mundo antes de que incluso existiera. "Los mitos de Cthulhu" es mucho más, es un libro de filosofía, un libro de religión.

Este panorama desolador se le ofrece al lector muchas veces bajo el tenue velo del sueño del narrador, experiencia onírica que araña en no pocas ocasiones el tablón desvencijado de una realidad que nunca queda oculta, patente en su desolación a ultranza; otras veces en largas disquisiciones psicológicas, donde los meandros de la pura ficción se entremezclan con razonamientos científicos e interpretaciones somáticas, otorgando a la narración en alguno de sus mejores relatos un aura de "libros de iniciación", compendio de verdades oscuras, listas para ser redescubiertas y elevadas a categorías malévolas de obligada reverencia. Líneas, entre líneas, frases, párrafos, ambientes deformes los vistos por el lector, aun más espeluznates los que se adivinan según transcurre la lectura de los relatos; vahos, suspiros, alientos, jadeos, aire de podredumbre nocturna, no importa que la acción se desarrolle a la luz de un sol que ya no alumbra. Dudo de verdad que algún director cinematográfico, incluso entre los especialistas del género, pueda llegar a plasmar en imágenes fiables la sensación de vacío abisal, de temor lumínico erigiéndose desde el mar, de clima atosigante, empapado en un sudario ya medio devorado por las larvas de la sinrazón. El resplandor refulgente, la parálisis disecada por esas visiones nunca antes previstas será siempre superior para el lector atento.

Además de Lovecraft son otros los excelentes escritores que participan en este "mitico" volumen de relatos. Lord Dunsany,  Robert W. Chambers, Arthur Machen,  Algernon Blackwood,  Frank Belknap Long, Robert E. Howard,  Henry Kuttner, Robert Bloch,  August Derleth o J. Ramsey Campbell, por no citarlos a todos. A destacar, sin caer en el desmérito por no mencionar algún otro relato, todos de gran calidad, un trío de ellos : "El Wendigo" de Blackwood, "La sombra sobre Innsmouth" del mismo Lovecraft y "La sombra que huyó del chapitel" de Bloch. Excelente el prólogo de Rafael Llopis, seguramente el más importante experto español en la obra de Lovecraft, y el pequeño epílogo-relato del catalán Joan Perucho, autor de la mejor literatura de ficción en nuestro país.

5 may 2014

SUDOR, POLVO Y CALOR




THE SHEEPDOGS                                  "THE SHEEPDOGS"
En estos días en los que parece asomarse el verano, no por el propio devenir del calendario si no más bien por esas altas temperaturas que empezamos a padecer, cuando las espigas que coronan la hierba del campo empiezan a amarillearse, y algo lejana queda ya esa imagen de inicio de primavera con ese verdor fresco y primitivo, no estaría de más recordar la grabación original de un grupo que destacó no hace muchos meses y que, desde su puesta en marcha oficial,  parece consolidarse como una de las bandas más prometedoras en el panorama actual, The Sheepdogs. Sirva esta entrada, pues, como prefacio de aquellas emociones temporales que nos esperan dentro de muy poco y que, a falta de un ensayo literario más profundo, podrían reducirse a palabras como sudor, polvo y calor.

The Sheepdogs, canadienses originarios de Saskatoon (ciudad localizada en la provincia central de Saskatchewan, frontera con los estados norteamericanos de Montana y North Dakota), pertenecen a un lugar por donde seguramente no pasaré nunca, además de no representar, por ella misma y por su entorno más cercano, un escenario propicio para la profusión de moscas, grillos chillones, carrizos voladores y plantaciones de secano, tampoco para fauna tipo serpientes, alacranes o saltamontes. Mas al contrario, su flora característica conforma el típico paisaje ensamblado entre el bosque boreal y la pradera, álamos, abetos y arbustos densos frente a los pastizales cubiertos, según la zona climática de una zona tan extensa, por alces, venados, osos, coyotes, ardillas, castores o lobos grises. ¿Por qué entonces hablar de esas sensaciones tan meridionales en un decorado tan antitético? La respuesta es bien sencilla. The Sheepdogs representan la revitalización del mejor rock sureño americano, y ahí si que pueden entrar en nuestro abecedario las palabras con las que finalizábamos el primer párrafo de esta entrada.

La historia, breve pero intensa, de esta primera "grabación oficial" de la banda canadiense tiene un sabor a academia añeja, unos antecedentes y desarrollo que marcan un recorrido de corrección musical a ultranza, reflejo de unos pasos dados con la precisión adecuada de aquellos que buscan afanosamente un objetivo. Primeras reproducciones en los años 2007, 2008 y 2010, "Trying To Grow", "Big Stand" y "Learn & Burn", solamente accesibles en su momento a través de descargas digitales, posteriormente editados en CDs. Ese era su bagaje musical, en el que se incluyen un buen número de giras desde 2006 en adelante (con gente como Kings of Leon o John Fogerty) y participaciones en numerosos festivales hasta que, y aquí entra en juego el "Manual-del-perfecto-boy-scout-roquero", ganan un concurso promovido por la conocida revista musical Rolling Stone en Agosto de 2011. Dicho certamen, bautizado como "Choose To Cover", y la consecuente victoria (auspiciada por los votos de más de un millón y medio de participantes) supone la aparición de la banda en la portada de la publicación americana (primer grupo que lo hace en la historia de la revista sin tener un disco publicado anteriormente) y, lo más importante, un contrato para una primera grabación con el prestigioso sello Atlantic. Perfecto compendio de cómo se deben hacer las cosas, además de contar con el factor suerte como aliado.


Patrick Carney (cómo no, "el otro" de The Black Keys...) entra en escena a continuación y en el mismo verano de 2011, después de una brillante actuación del grupo en el festival neoyorquino de "Petty Fest ", les propone producir ese primer disco. Le ayudarán Austin Scaggs, entonces editor de Rolling Stone, y Roger Moutenot, ingeniero de sonido de los Haptown Studios. El Lp, editado en el verano de 2012 con el mismo nombre del grupo, además de vender 40.000 copias en pocos meses (y alcanzar el status de "disco de oro"), es elegido como "Disco Rock del Año", la banda como "El Nuevo Grupo del Año" y uno de sus temas, "Feeling Good", también como "Single del Año" en Canadá. Las puertas quedan más que abiertas para su consolidación y el salto internacional del grupo.

Mucha de la crítica especializada que, con mejor o menor acertado criterio, ha hablado sobre The Sheepdogs en estos últimos meses coincide en calificarles como revivalistas del mejor rock sureño americano, aquel que bebe de las fuentes de Lynyrd Skynyrd o de Allman Brothers Band, recalando en el peaje obligatorio de The Black Crowes. Un rock sureño que coge vuelo también con toques de "boogie", blues de carretera y algo de ondas psicodélicas, también con la inmediatez de un garaje cortante y preciso. No seré yo quien lleve la contraria, toda vez que estoy muy de acuerdo con esas indicaciones. Armonías vocales a tres, sonidos de guitarras perfectamente superpuestos, órganos Hammond y pianos Rhodes que otorgan a su música un sabor a remozado "barrel-house", líneas de bajos que refuerzan un ritmo trotón muchas veces, melancólico en sus baladas, extensivos en sus dibujos finales. Hay que decirlo. El trabajo en la producción de Patrick Carney es excelente y, después de varias escuchas del disco, siempre gozosas, queda un halo de sonido "blackkeysiano" que redondea y beneficia enormemente a esta grabación. 

Algunos de los posibles lectores de esta entrada conocerán sin duda a The Sheepdogs. Otros, con más suerte, habrán sido testigos de los conciertos que dieron en nuestro país el año pasado. El que suscribe, tonto de él, desmotivado por la pereza del solitario, ya con la entrada en la mano para asistir a su presentación en Madrid delegó tal privilegio en la persona de su querido hijo y heredero. Una obra de caridad que espero se sepa tener en cuenta el día del juicio final. ("Lo siento Javi, pero no lo volveré a hacer, por lo menos con The Sheepdogs"...). Lo que si me digo es que la próxima llegada de la canícula, esa que de seguro propiciará sudor, polvo y calor, no me pillará desarmado. ¡Qué pasen calor ellos!... Este su compadre les disfrutará a la sombra saboreando un botellín de "Mahou Cinco Estrellas".

30 abr 2014

NARCOLEPSIA MODERNA




THE SOUNDCARRIERS                      "HARMONIUM"
Reconozco un sentimiento un tanto enigmático después de haber escuchado en numerosas ocasiones el primer disco de The Soundcarriers, "Harmonium", publicado en 2009 por el sello Melodic. El caso es que, al cabo de tantas audiciones, no encuentro la posibilidad de resolver el mensaje que los músicos de Nottingham pretendan plantearme, si es ese el caso, y a tanto llega mi incapacidad. El dilema se construye gracias a un sonido que se abre hacia un mundo brillante y atractivo para la imaginación, propiciado por muchos momentos en los que la música fluye de una forma natural, auspiciando un abandono del oyente hacia territorios de ensoñación melódica y otros, cuya sensación no deja de abandonarme, en los que no siento más que una suerte de "perfección de diseño", un cúmulo de cualidades perfectamente ensambladas que no llegan a traspasar una primera corteza de mis emociones.

The Soundcarriers hacen básicamente música para el entramado mental del oyente y, pienso que de una forma instintiva, éste se ve naturalmente obligado a intelectualizarla, a sintetizar su mensaje sonoro tratando de comprenderla y, caso que lo consiga, almacenarla en su archivo de "neuronas abiertas", aquel donde solo caben propuestas de cierto riesgo musical y artístico. Comprensión que puede quedar peligrosamente banalizada si el oyente, como es mi caso en muchos momentos de la audición del disco, se deja simplemente embarcar por un sonido a todas luces envolvente pero que, y de ahí surgen mis dudas y la razón del enigma expuesto, queda un tanto empobrecida si percibe, también es el caso que me ocupa, un producto perfectamente diseñado y empaquetado para el mejor solaz del consumidor.

Bueno, el caso es que estos ciudadanos de Nottingham, que responden a los nombres de Adam, Pish, Dorian y Leonore (ella), llevan grabando música desde el año 2007 en que editaron un primer sencillo titulado "I Had A Girl" en el mismo sello (Melodic) de este su primer Lp que comentamos. Construyen su sonido estructurándolo en base a claras influencias de jazz, folk y rock y lo envuelven, de una manera brillante y efectiva, en una aureola de armonías vocales que propician un cauce melódico de indudable sabor añejo. Corren por sus venas sangre de los grandísmos The Free Design, de Pentangle, de Renaissance, de David Axelrod, de Neu! y de Velvet Underground, también de John Barry. Y es que , a poco que el oyente se deje llevar, el sonido de The Souncarriers en "Harmonium" le transporta por carreteras secundarias de la campiña inglesa, salpicadas por rasantes donde la niebla se alinea esporádicamente con algún rayo solar, o se encuentra, dichoso él, sumergido en algún húmedo sótano del Village celebrando un inesperado eco en las paredes (de ladrillo blanco visto), quizás conduciendo su caravana hacia la salida auxiliar de una autopista alemana, dirección ruta romántica de Schongau. Hay viaje, hay "road movie", hay pantalla de televisión permanentemente conectada en la que las secuencias del sonido favorecen imágenes dinámicas, avejentadas por una oxidación premeditada.

Casi 65 minutos, 16 cortes para un pulso rítmico que rodea toda la composición de "Harmonium" haciendo de ella una aventura sensorial, un cúmulo de ecos transparentes que fluyen como la respiración de la siesta, sosegada, transparente en su quietud, tan alejada de la agresión urbana. Psicodelia moderna, distintos estilos compositivos dirigidos, todos ellos preservando su grandeza histórica, hacia un punto final que retorna, una y otra vez, hacia su origen. Voces perfectamente armonizadas (grato duelo femenino-masculino) que se asemejan, sin exactamente serlo, a un único coro que sobrevuela entre el aire de las propias grabaciones. Punteos en las líneas de bajos que trotan lentamente, marcando un paso posesivo sin ser hiriente. Harpas, teclados y harpsichords suaves como el agua buena en la garganta, "fuzzs" ácidos de guitarras que construyen tenues surcos móviles entre los visillos. Todo encapsulado en un éter fluido, un aerosol que cuando se maneja hace caer lentas partículas que paralizan la mente, pura narcolepsia de la segunda década del siglo XXI.


Y entonces..., ¿por qué no dejarse seducir por tantos y tan sugerentes argumentos oníricos, por esa belleza intrínseca a un sonido que parece obra más de orfebres divinos que de seres humanos? Lo ignoro, aunque adivino, según mis impresiones antes apuntadas, que la causa estriba en la total ausencia de imperfección. Ni siquiera las armonías vocales, que a veces pueden pecar de cierto infantilismo, quedan puestas en solfa, más bien al contrario, constituyen el mismo frondoso andamiaje orgánico del disco. La instrumentación, medida en su máxima precisión, los arreglos sabiamente disciplinados, cada acorde marca su propio terreno, nada queda al azar. Música para oyentes sin sorpresas que buscan, como en tantas otras labores, el perfecto manual de la hora aprovechada. Demasiado redondo para ser huevo; eso sí, un huevo maravilloso.



25 abr 2014

EL PASO DEL NOROESTE



SENDELICA       "THE KALEIDOSCOPIC KAT AND IT´S AUTOSCOPIC EGO"
Lowri Gwyn no daba crédito al informe que el MI6 le había hecho llegar el lunes pasado 26 de Abril de 2019, una pequeña sección seudorrómbica encriptada a través de una tableta especial con código de máxima seguridad. Así se le daba cuenta de manera oficial (y por más que releía el informe no dejaba de sentir una terrorífica parálisis mental) como el Gobierno de Su Majestad consideraba desaparecidos y fallecidos a su hermano Piort Gwyn y a su compañero Einion Pen, ambos veteranos pilotos adscritos a la base aeronaval de Llandudno en el norte del País de Gales. Su avión, un modelo militar ruso Tupolev SB-2 adaptado y modernizado para su uso civil, bautizado como "Golden Dawn" y que, sin mayor contratiempo, había partido con rumbo a la bahía de Baffin un año antes (el 18 de Abril de 2018), se consideraba igualmente "extraviado en operaciones de reconocimiento sin causa aparente (técnica o humana) que lo justificara (sic)". Adjunto al informe del Servicio de Inteligencia Británico aparecía una pequeña cinta grabada con la voz del propio Piort Gwyn, testimonio del vuelo que voluntariamente quisieron añadir al archivo de la caja negra recuperada de la nave. Transcribimos a continuación alguno de los comentarios más significativos.



"Sábado 18 de Abril de 2018, despegamos sin incidencias de la base de Llandudno con dirección a la bahía de Baffin, entre el mar de Labrador y el Oceano Ártico. El motivo del viaje de reconocimiento, que hago junto a mi compañero el comandante Einion Pen, es el de rendir cumplido homenaje al Contraalmirante William Edward Parry que, en tal día como hoy hace 200 años, partió junto al capitán John Ross a bordo de los veleros de dos mástiles "HMS Isabelle" y "HMS Alexander" para descubrir el Paso del Noroeste, la ruta de conexión entre los océanos Atlántico y Ártico, hasta entonces inexplorada. Es nuestra intención, una vez lleguemos a un punto de aproximación previamente delimitado, conectar el FMS (Sistema de Gestión de Vuelo) y dejar que la nave alcance "un punto de no-retorno (sic)". Con tal motivo, y al objeto de no participar por nuestra parte en ninguna operación de pilotaje que pudiera trastocar estos planes, ingeriremos en el punto anteriormente indicado una "cápsula permanente del sueño", de tal manera que desde ese momento nuestro destino quedará exclusivamente en las manos de la Providencia. Queremos decir que nuestra decisión ha sido tomada con total libertad y que nuestras últimas palabras o pensamientos serán para nuestros seres queridos. Hemos acordado previamente que, además de los comentarios que podamos realizar durante el transcurso del viaje, sonará como música de acompañamiento uno de los discos grabados por nuestros compatriotas Sendelica, "The Kaleidoscopic Kat And It´s Autoscopic Ego". "Dios Salve a la Reina"

Fase 1. Aproximación al estrecho de Davis. "The Kaleidoscopic Kat" & "Tinsel Tears"
Los efectos principales de la "cápsula perenne del sueño" (CPS si se hiciera nueva mención a dicha píldora) hace que nuestras vivencias y sensaciones se produzcan exclusivamente a nivel mental, esto es, ni veremos ni sentiremos nada fuera de lo que pueda quedar representado como una sucesión de imágenes virtuales. Las palabras que podamos pronunciar, las visiones que podamos alcanzar, colores y dimensiones espaciales que nos acompañen se producirán exclusivamente en una escala en la que el movimiento no existirá, tan solo contemplaremos secuencias de momentos angulares de dirección estática, una y otra vez repetidas a través de campos electromagnéticos producidos cada zeptosegundo. Los "quarks" que nos atraigan o repelan lo harán en consunción con el fluido ultraelástico del éter que nos rodee. Si nos encontráramos en nuestro viaje con un sistema más complejo tendremos, como última opción, la posibilidad de acceder a modelos de simulación y construcción mental más convencionales. En tal situación inicial, y aleccionados por un inimaginable resplandor celestial interior, no acertamos a comprender más que los dibujos producidos por una serie ordenada de colores, alineados como algoritmos genéticos. Cuando interioricemos la geografía del estrecho de Davis ya nos habremos convertido en autómatas celulares.

Fase 2. Costa meridional de Groenlandia, dirección Oeste-Noroeste. "Something In A Grain Of Sand" & "It Happened One Sunday Afternoon In Wales"
Imaginamos que la costa más meridional de Groenlandia está formada por una ingente e incontable cantidad de crustáceos que, siglo a siglo, han ido conformando su geografía rocosa, también su color grisáceo en invierno, resplandeciente ahora en el mes de Abril. Corre por sus milenarios intersticios un mar pequeño de magma y burbujas que, según la propia y genuina respiración de la costa, hace que nunca sea la misma, tal aumenta o disminuye en longitud o altura. Según desciende o se contrae el tamaño de nuestra visión creemos escuchar un sonido semejante al eco de miles de lemmings rumiando su suicidio colectivo. Extiendo mi brazo derecho hacia la pantalla del monitor del anemómetro y entre las últimas chispas del píxel sube una burbuja amorfa hasta mis labios. "Que sea el último deseo de tus ojos el que te permita contemplar por última vez a Ithaqna, El Dios Que Camina Por El Viento", me dice. Y prosigue de esta manera: "Veréis a los Seres Primigenios, aquellos que por practicar la magia negra perdieron sus conquistas y fueron expulsados a las profundidades del océano cuando la raza humana se hizo con el poder en la Tierra. Mas no dejéis que se inmiscuyan en vuestros sueños de hoy".



Fase 3. En las coordenadas del Monte Thor, 1.250 metros, ya situados en la isla de Baffin. "Set The Controls For The Heart Of The Buddha" & "Clever Meat"
El Monte Thor ha ascendido recientemente de las simas marinas más profundas, aquellas que superan los 3.500 metros y en las que, al contrario de lo que ocurre en los océanos convencionales, no existe oscuridad alguna ni monstruo marino que refleje la inmensa maldad del Creador Negativo. Por el contrario, sus enormes cornisas de ceniza fosilizada se pueden derretir como el fango fluvial y en sus múltiples cavernas el viajero podrá hallar ruinas de civilizaciones perdidas, antiguos palacios de ónice cubiertos por una vegetación salvaje y habitantes perfectamente habituados a vivir en armonía con los cambios climáticos más extremos. En una de esas cavernas, conocida como la fortaleza de Yuggoth, entorno devótamente el Noveno Verso del "Necronomicón" y el Profeta del Libro del Prefacio me abre la puerta. Entro así al Desierto Helado del monte Thor e imagino las más maravillosas columnas de cobalto, enormes como rayos congelados en su extensión, sus nervios gigantescos se entrecruzan en un espacio que solo puede quedar limitado por la propia mente del espectador. Cambia instantáneamente la secuencia de la imagen y, en el mismo estrato geológico en el que se sucede esta portentosa visión, alcanzo un estado mental protoplasmático y, convirtiéndome en un desmesurado fósil de "limulus", cierro la puerta que conduce al primer camino del Paso del Noroeste. Hacia allá nos dirigimos ahora.

Fase 4. Hacia las Islas de Devon y Ellesmere. "21st Century Autoscopic Ego Man" & "It´s The Neu!! Komische Disko"
Noté, o eso creí percibir, un signo de mal agüero cuando salíamos de la isla de Baffin en dirección hacia los archipiélagos de norte. Entre las polinias del mar helado corrían veloces pequeños zorros azules, empujados por la alargada y cruel sombra de una gigantesca alca gigante que había subido desde Terranova. Sus inmensas alas generaban un sonido parecido al choque de dos gigantescos maxilares hipertrofiados. Sentí también como el silencio oscuro de un abismo glacial arañaba la cabina de la nave y algo, que no sabría bien definir si fue deseo mío u orden de un númen desconocido, elevó nuestro vuelo hacia una nueva dimensión cósmica. El cielo quedó encuadrado en sucesivas partículas boreales, a cual más extensa, bruñida y enigmática. La excitación de los campos magnéticos era de tal magnitud que los colores del cielo se desvertebraron en bacterias simbióticas y, superior a ellas en el espacio infinito, la gigantesca costilla del universo mostraba un esqueleto de algodón lumínico. Confluyeron en ese momento estático todas las coordenadas del viaje, los vectores matemáticos y las partículas subatómicas más primigenias en una explosión elemental de mar, llanura y cielo, del todo pleno y la nada más vacía que me (nos) llevaron a la antesala de la sabiduría infinita. El "punto de no-retorno" comenzaba a tomar forma.



Fase 5. Se cierra el Paso al Noroeste. "The Kaleidoscopic Kat (Reprise)"
Germinó en mis entrañas la larva. Un animal precedente a mi propia historia quiso tomar mi lugar y vengar así a sus Primitivos Dioses Mayores, confundidos y exiliados (aunque nunca del todo domesticados). Un ente subconsciente de vagas formas se hizo con el poder de mi sueño mental y, resuelto contra una voluntad adormecida, me guió a ras de la superficie del océano helado. Si durante el transcurso del viaje no hubo espacio para la razón, el verbo o la palabra real, ahora cuando culminaba la vida sintética de los protagonistas, un miedo atroz con alas románticas hizo del sueño una pesadilla. Paseaba por puertos lóbregos y el olor a pescado podrido crecía enriquecido por "humus" insanos. De las cantinas oscuras se escuchaban ecos de canciones impuras e imprecaciones hechas en todas las lenguas imaginables. Un unicornio violeta apareció escurriéndose en un galope esquinado y febril se dirigió hacia la mar. Allí entonces, a muchas más millas de las que el indicador de rumbo del "Golden Dawn" pudiera precisar, vi claramente el perfil metálico de una beluga gigantesca. Su inmensa cola descendía mecánicamente hacia la profundidad más insondable y la seguí. Lógicamente me anticipé al momento del choque y apreté el gatillo. Ignoro todo lo que pasó a continuación".

Lowri Gwyn no tuvo necesidad de ninguna asistencia psicológica para enfrentarse a unos acontecimientos que, a todas luces, dejaban a las claras la incompetencia gubernamental (¿ninguna causa justificativa de índole humana..., después de escuchar la cinta grabada?, se preguntaba...), además de las ganas de unos aviadores por desaparecer del mapa de una manera cuanto menos original. Aunque..., en justicia deberíamos reconocer que los verdaderos protagonistas de este breve relato no fueron Piort Gwyn ni Einion Pen sino, más bien, los músicos galeses de Sendelica que, queriéndolo o no, propiciaron un viaje tan excéntrico como el reseñado. Al final, no obstante, me queda la duda de saber si lo narrado es pura ficción o, por el contrario, no deja de ser un caso flagrante de una realidad virtual que vivimos y viviremos eternamente, desde que apagamos la luz en la noche hasta que la misteriosa neblina del alba nos llama a una nueva representación.




(Entrada dedicada al insigne bloguero Bernardo de Andrés Herrero que me dio la pista del grupo Sendelica y, en consecuencia, la coartada para narrar este extraño viaje)

14 abr 2014

UN POCO DE GALDÓS...Y DE MADRID.




"MISERICORDIA"                                     BENITO PÉREZ GALDÓS
La lectura de uno de los mejores libros de un autor consagrado, en ambos sentidos, tanto a nivel interno como externo, supone siempre un benéfico ejercicio para el lector. Si ese autor es Benito Pérez Galdós y el libro "Misericordia", créanme, se cae rápidamente en la cuenta de haber dado al tiempo su merecido, de haberle vencido en toda regla, sabedores de que la partida ha caído esta vez de nuestro lado, tan grata es la satisfacción producida al concluir la obra. Y cuanto más cuando ahora mismo, en esta especie de submundo virtual en el que vivimos, la lectura pone aun en marcha todo un proceso mental en el que la imaginación, potenciada al máximo en los buenos textos de los grandes escritores, choca y vence afortunadamente contra los guiones de cartón piedra impuestos por unas plataformas sociales que, intentando englobarlo todo, solo consiguen patentar su más que continua vaciedad.

Lejos de mi intención el imponer una previa distinción entre los lectores (incluyendo a aquellos que pretendan serlo) de esta magnífica novela, pero no deja de ser evidente que al ser "Misericordia" un historia eminentemente localista en su entorno geográfico, el Madrid de las postrimerías del siglo XIX, aquellos habitantes "gatos", oriundos o producto del aluvión inmigrante (que todos maullamos en este extenso prado), jugarán siempre con ventaja respecto de aquellos otros que no tengan la suerte (nunca la desdicha) de ser habitantes de esta ciudad sin ley. Y es que por sus páginas corre el sabor añejo de un Madrid ya en el filo del fin de siglo decimonónico, con especial mención a muchas de sus calles, todavía hoy en buena medida subsistentes, barrios que pueden haber cambiado de nombre (en pocos casos) y de contorno social (afortunadamente en la mayoría de los entonces más degradados) y ambientes populares (afortunadamente también ajenos al casticismo chulapo) que nunca serán del todo ajenos a todos aquellos que llevamos viviendo ya unos cuantos años en la ciudad de Madrid. Así de fácil, entonces, resulta en muchos de los pasajes de las novelas que el "lector madrileño" (¿queda alguno por ahí...?) pueda identificar con facilidad el entorno urbano del que se sirve Galdós para presentar a sus protagonistas y, en ellos, la historia que conforma el entramado de la novela.

Madrid que a principios de siglo XIX no llegaba a los 200.000 habitantes ve, en el transcurso de apenas 90 años, incrementada su población hasta la cercanía del medio millón. Una ciudad a la que acude un torrente ingente de inmigración interior, rural en su mayoría, que tiene más que difícil acomodo en una urbe sin apenas industria, casi nulo trabajo que ofrecer a esa riada de foráneos, además de no disponer de suficiente espacio inmobiliario para acogerla, produce sin quererlo una tipología de habitante que será lacra hasta los primeros años 30 del siglo pasado. El pobre, el miserable, un ser humano sometido a las condiciones de vida más penosas que podamos imaginar, falto de todo tipo de prestaciones sociales (salvo la proporcionada por los servicios oficiales del propio municipio, a todas luces escasísimo, o por una Iglesia acomodada a una labor caritativa, lejos también de solucionar el problema en origen), condenado de por vida a la mendicidad, a la delincuencia en muchos casos, cuando no y en toda forma, a una corta expectativa de vida, tantas veces segada por la falta fragante de condiciones higiénicas en sus lugares de residencia o de atención sanitaria adecuada. 

Todo ello enmarcado en un ambiente social donde el inmovilismo, la parálisis de ideas y el recelo por el esfuerzo productivo promovían en la mayoría de la ciudadanía madrileña una sensación de grande apatía por el cambio y el progreso (cambio y progreso que ya se habían dado en ciudades como Barcelona o Bilbao...) Madrid, entonces habitada por una burguesía de pequeños comerciantes y artesanos, enriquecidos especuladores de Bolsa, aristocracia terrateniente, funcionarios y cesantes, incipiente clase obrera, se enfrenta a un reto de inmenso alcance que nunca supo (o quiso) resolver. Políticos logreros, al arrullo de las regalías y corruptelas producidas por el propio sistema de la Restauración, hicieron todo lo posible para perpetuar esta situación, paradigma de una concepción fuertemente arraigada entre la clase dominante, la de un país del que se consideraban como dueños absolutos y del que pretendían seguir siéndolo.

Es este el entramado histórico de la novela de Galdós, "Misericordia", cuyo título hace alusión a un asilo para ancianos y ancianas mendicantes que se encontraba a las afueras de la ciudad, en El Pardo y que, según comentan algunos de los protagonistas que tienen la desdicha de "alojarse" en sus instalaciones, más bien parecía cárcel que hospicio. Y por esos vericuetos se mueven, buscándose la vida como pueden, la Benina, doña Paca y sus hijos, el ciego Almudena, el sacerdote don Romualdo, y tantos otros tipos humanos que otorgan a la novela, con un colorido de evidente denuncia social, un friso incomparable donde queda patente y a la luz pública la situación de tremenda decadencia y desigualdad de la sociedad de entonces. 

Galdós, escritor de poderosa prosa, artífice de un idioma brillante, humorístico e irónico, arrebolado a veces en su ansia de recreo estilístico, lleva al lector en volandas por los meandros de una acción que, según transcurren los capítulos, convierte inesperadamente lo ideado en realidad, dando un giro argumental a la novela que la dota, en toda regla, de una chispa incomparable. Queda así el lector atrapado, tanto por la sólida estructura narrativa como por el capricho de unos acontecimientos que, gracias al invento y al embuste perseguido, no dan hasta muy al final del libro con la solución buscada. Una suerte de respuesta evangélica que pueda redimir a una última prepotente protagonista, una absolución del pobre frente al nuevo rico que, en buena medida, nos sitúa frente a un autor que reconoció al final en la piedad unas mínimas condiciones salvadoras.


4 abr 2014

RAREZAS III RETORNO AL PASADO





FIX PLANET!                    "AN INTERNATIONAL RECORD"
En el verano de 1981 la "Rote Armee Fraktion" (RAF) ejecuta en Ramstein y Berlín dos actos violentos en su lucha armada contra el sistema entonces imperante (el mismo que ahora). En el primero (ocurrido en Ramstein, a mitad de camino entre Düsseldorf y Munich), el comando "Sigurd Debus" ataca con una bombona de gas el Cuartel de la Fuerza Aérea norteamericana. En el segundo, se produce un intento fallido de asesinato del General Frederik Kroesen, entonces Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas norteamericanas en la OTAN. Esta acción fue reivindicada por el Comando "Gudrun Ensslin", formado entonces por los activistas Brigitte Mohnhaupt y Christian Klar, utilizando un lanzacohetes RPG-7. En esos mismos meses de 1981, en Düsseldorf,  Frank Fenstermacher, Moritz R, Robert Görl y Chrislo Haas, miembros de la banda mimalista "Der Plan", graban en el sello AtaTak (conjunción de Art Attack) su primer single "Untitled", virgen de títulos en ambas caras, salvo unas palabras en alemán que misteriosas aparecen a cada lado del pentágono azul de la galleta. "Klarheit", "Liebe", "Tod", Einfachheit" y "Brot", "Claridad", "Afecto", "Muerte", "Sencillez", "Pan". (Cualquier sintonía con las proclamas de la banda Baader-Meinhof queda al arbitrio del lector).

Kurt Dahlke, antes de los hechos mencionados, teclista de la formación punk alemana Fehlfarben y creador del sello AtaTak, entra en Der Plan después de la grabación de "Untitled" y planea, junto al resto de un grupo del que ya han salido Görl y Haas, la edición de un disco recopilatorio. Con tal objeto invita a unas cuantas bandas internacionales a enviar a su distrito postal una cassette con sus grabaciones. La idea es la de intensificar los contactos entre grupos con estilos más o menos afines a cierta experimentación musical y, lo más importante, conseguir una exposición mediática de aquellos elegidos, muchos de ellos huérfanos de publicidad para sus obras. Al reclamo del irónico "What´s Next Humans?" Dahlke recibe una cantidad ingente de grabaciones, unas en mejores condiciones que otras y, después de una reñida selección, edita en ese año 1981 este album recopilatorio al que titula "Fix Planet! an international record". La distribución se realiza a través de las bandas integrantes de la recopilación, una vez que cada una ha recibido unos centenares de copias, comprometiéndose las mismas a darles salida en las tiendas y canales de venta existentes en cada país. Lo curioso (y enormemente atractivo) de este disco, patente en cada escucha, es que en todos los temas se cuela el aire (y la emoción) de cada uno de los países representados por las bandas participantes. Cada canción seleccionada viene a personificar, quizás sin tener esa intención inicial, el ambiente social y cultural del país al que representa. Una enigmática Torre de Babel se abre paso desde el mismo momento que baja la aguja al surco.

El album se abre en su cara A con la participación del grupo japonés Sister M que, con su título "S.M", parece (como bien indica el breve texto que lo presenta) que estén tocando su música "al revés", tal falta hay de una melodía mínimamente comprensible aunque, hay que decirlo también, los últimos acordes avanzan y desarrollan cierta cacofonía de agradable secuencia anímica. Una de las grandes estrellas de la recopilación surge con una fuerza descomunal en el siguiente corte, el del grupo madrileño Esplendor Geométrico titulado "Moscú Está Helado". La banda, proveniente de una escisión en El Aviador Dro (Y Sus Obreros Especializados), seguidora de las ideas del artista futurista italiano Filippo Tommaso Marinetti, da cumplida cuenta con su estilo post-industrial de las ansias por llegar a una representación musical donde quepan alocuciones públicas (la presentación de la pieza con el prólogo de tono soviético no tiene precio), acordes de una bellísima mecánica industrial, melodías donde priman prosas casi matemáticas en cuyos textos, de una frialdad y exposición sobrecogedora, Sanz, Riaza y Sastre (sus miembros) exponen sin rodeos la magia escondida de las fábricas, el calor vivificante de la sobre-producción manufacturera, una auténtica delicia que no ha perdido un ápice de su emoción. Le sigue, sorprendiendo por lo inesperado de la propuesta, un canto religioso, "Fiesta De La Virgen Del Carmen", grabado en la región de Atacames en el Ecuador. Valiéndose tan solo del acorde plano de la percusión, las voces femeninas ensalzan la figura de la Virgen entre las voces y griterío de los chiquillos. No es nada difícil imaginar, mientras se escucha esta pieza del folklore indígena, el baile y la vestimenta de los participantes en esta fiesta, grabación efectuada por un tal Eberhardt Steinkrueger durante un viaje efectuado por el país ecuatoriano.


El grupo representante de la entonces Checoeslovaquia, Bruchotin Automatic Band, nos deleita a continuación con dos piezas seguidas. En la primera, "Adam´s Apple", escuchamos como nuestro padre terrenal se zampa su conocida fruta y, a raíz de los ruidos de delectación que genera, entendemos que lo hace sin saber lo que el destino iba a deparar después a todos sus descendientes. La segunda pieza de los checos, "Siluete 61", se mueve en los entornos del plano minimalista de una percusión adornada con una recitación ininteligible, ruidos de gnomos revoloteando entre la techumbre y bucles de teclados y sintetizadores que cierran el círculo de cada frase. Un tema adecuado para ensayar cualquier desfile militar, su tono no deja de tener el aroma de la ordenanza de sables. Los noruegos Fra Lippo Lippi, con su "Fabric Wardrobe", elevan el nivel artístico de la grabación con un delicioso tema de pop sintético. Sus acordes consiguen una melodía cercana al primer ambiente de Joy Division, un ejercicio de ensoñación gótica que alcanza grandes niveles de expresividad. Continúa uno de los grupos más singulares de la grabación, a los que entonces no presté mayor atención y que, con el paso del tiempo, se han convertido en una de mis grandes referencias, los míticos húngaros Vágta Zó Hallot Kémek (prohibidos en su país durante 11 años). Abanderados de la música entendida como liberación energética, propiciada fundamentalmente durante sus conciertos, donde el más ingenuo primitivismo corporal y sensitivo da pie para crear composiciones de altísimo valor emocional. Banda mencionada y recomendada por gente como Enstürzende Neubaten, Henry Rollins, Jello Biafra o Iggy Pop, nos "deleitan" en esta recopilación con su (no title), un escenario de canibalismo tribal, lucha por la posesión de la última pieza de caza, en el que el protagonista grita ostentosamente su primacía mientras el resto de los asistentes, aterrorizados, solo responden con crudas líneas de bajo. Los últimos gemidos del jefe adivinan una satisfacción profunda, que también puede ser sexual. Grandioso. (Atención a este grupo que sigue en activo). Y ante tanta brutalidad, que mejor que terminar la cara A que con el famoso compositor iraní Hossein Alizadeh en su tema "Marerebus", interpretada por el cantante Raha. Tema prohibido durante los regímenes del Shah y de Jomeini, narra la despedida a su hija de un joven reclutado para la guerra, conocedor de antemano de su próxima muerte. Una deliciosa balada interpretada al "tar" (guitarra iraní) acompañada por un piano.

Se abre la cara B con el primero de los grupos norteamericanos, Man Ray Band, banda creada por Mark Mothersbaugh, antiguo y muy original miembro de los Devo de grato recuerdo. Aquí hay mucho nivel. "I Feel So Bad" se llama el tema grabado, según el texto, en la zona más "redneck" y ultra-conservadora del Orange County angelino, ofreciéndonos una breve e intensa secuencia de un supuesto enfrentamiento policial (su "hello, hello cop..." del inicio es insultante y memorable) enmarcada por toda una orquesta de sintetizadores, percusión minimalista, líneas de vientos y arreglos de cuerdas que la otorgan una sensación de latigazo sónico. Pura delicia post-punk. Llega el turno del enemigo de Reagan, la URSS de entonces, con sus representantes Peter X y Kolia Y y su decadente tema "Bbíwe, Bbíwe" ("Higher", "Higher"), una especie de "saudade" pergeñada desde los sótanos del Leningrado de los últimos años 70. Guitarra acústica y voz que parecen como encajados entre el humo espeso de los cigarrillos, compañeros probables de un campo de castigo en Siberia o de un aburrido ensayo para la fiesta del 1º de Mayo. Muy ruso, muy melancólico. Pasamos el Telón de Acero para situarnos ahora en Bélgica con Kid Montana. Un proyecto en solitario de Jean-Marc Lederman, miembro anterior de la seminal banda punk belga Digital Dance, habitual visitante del mítico sello "Les Disques Du Crepuscule", nos ofrece aquí en su tema "Amour d´Electrons" un hermoso ejercicio de pop sincopado, muro de sonido combinando percusión y sintetizadores al ralentí, su voz invitando al oyente a la aventura del conocimiento amoroso entre partículas subatómicas. Estimulante ejercicio eléctrico para una de las piezas más delicadas de la recopilación.

Detrás (¿seguro detrás...?) de los belgas vienen los franceses, representados en este caso por Eva Johanna Reichstag + Die Form que, con nomenclatura tan gala, nos ofrecen en "Valium" una pieza de sabor sintético, mezcla de pliegues electrónicos acelerados por una voz histriónica, todo ello concluyendo en una suerte de imagen de cortocircuito mental, muy "ad hoc" con la trayectoria del autor, Philippe Fichot, músico y artista visual, miembro de varias bandas, entre ellas la conocida Camara Obscura. Volvemos a pasar hacia territorio del Pacto de Varsovia para irnos, y no es casualidad, a Polonia. Allí un grupo que responde al nombre de Senae nos deleita con su tema "I Think", uno de los más logrados del disco. Hay un ritmo obsesivo de bajo y piano, revolotean los sintetizadores detrás, delante, por todos lados, para crear una pieza mezcla entre yunque y caja registradora. Su texto..."I think of the combination of age, and the possibility of coming together..." ofrece al oyente pastos más suaves y optimistas que la propia melodía. Muy interesante. Continuamos esta vez acercándonos a los "cliffs" de Dover, ya sobrevolamos Londres donde nos espera el gran Bob Giddens con su banda anglo-alemana Surplus Stock, ejemplo del mejor, y lamentablemente desconocido, "minimal-new-wave" experimental inglés de los primeros 80. Miembro también de grupos como Cliff Barnes & The Fear of Winning, nos ofrece en su tema "Let´s Kill Each Other" una inmersión subterránea. Nos enfrentamos entonces a toda una sucesión de notas que conforman, una a una una, toda una secuencia que, estirada hasta el límite, produce sonidos de inexpugnable belleza rítmica. Sintetizadores en vuelo rasante, líneas desnudas de bajos, voz martilleando el poco silencio que queda liberado, nos encontramos así ante uno de los mejores temas del disco.

Los tres últimos cortes del Lp nos conducen, en primer lugar, a Italia. Allí, M.B., Maurizio Bianchi, "experimental non-artist" como le gustaba identificarse, nos regala su "Milan Bruits", una pieza de sonido tecnológico que busca producir en el oyente una conciencia de decadencia, una cacofonía premeditada parece que nos impulsara a buscar un refugio sonoro más agradable. Líneas obtusas y capas de sintetizadores pugnan por encontrar un hueco en la mente del oyente. Sin duda uno de los temas más arriesgados y experimentales de la compilación. Sin dejar ese arriesgado nivel de experimentación nos alejamos hasta los Estados Unidos donde nos aguarda Jad Fair, conocido sin duda por ser miembro de los cenitales Half Japanese, colaborador también de estrellas como Moe Tucker, Daniel Johnston, Kramer, Yo la Tengo o Teenage Funclub, artista multimedia (me encantan sus pinturas en los discos de 1/2 Japanese). Apenas un minuto para dar entrada a un piano jugetón, que intenta sujetar un desmadre vocal acompañado de unos vientos saltarines. Nada especial teniendo en cuenta la trayectoria del autor, aunque siempre queda el sentimiento de que, en un disco de estas características, no es inoportuna su pequeña colaboración. Termina la grabación siguiendo el mismo camino arriesgado y más experimental que los anteriores participantes nos marcaron. Se trata ahora de reseñar el tema de Alexao Sevsek, músico y guionista cinematográfico austriaco que con su "Das Edelweiss" se atreve a proponernos un especie de recitación inentiligible amparada en ecos de voces femeninas. Los instrumentos que utiliza, voces y pequeña percusión tímbrica, tienen el efecto muelle de acercar y alejar al oyente hasta un punto fijo, dejándole al final en una suerte de mantra inconsciente, repetición de sonidos emocionales,  vaivenes sísmicos que producen un agradable mareo. Buen final.


Desconozco si el sello AtaTak (u otros) publicaron posteriormente otras compilaciones tan atractivas como ésta. (Tengo en mis manos otra fantástica del sello Cherry Red llamada "Miniatures" que comentaré próximamente)  En todo caso he de añadir que "Fix Planet!", visto lo que sugiere  (ese aire extraño que se mete entre sus surcos) y escuchado lo que compila, consigue sus objetivos de manera clara. "What´s Next Humans?"..., planteado en el año 1981, produjo una respuesta múltiple en todas sus facetas, dando un adecuado protagonismo al estilo más experimental de la música moderna que era, en definitiva, lo que perseguía la iniciativa de los alemanes entonces, además de dar a conocer al oyente interesado a un buen grupo de bandas e intérpretes fuera del circuito más convencional. Gracias a ellos conocí nuevos grupos, muchos de ellos sorprendentes, que han enriquecido sin duda mi cultura musical.