J.J. CALE "NATURALLY..."
Ocurre sí, ocurre a veces cuando la adormidera de los años se apodera del tiempo todo y , sin respeto a la memoria, sin ceder el paso en la cebra de la experiencia, se vive un presente que no es más que una pesada losa de olvido. Es entonces cuando parece que se esfumaran incluso las referencias más personales, aquellas que incólumes están ligadas al ritmo genético de las personas. Si hubo pasado no forma parte del hoy, el ahora no tendrá sitio en el futuro.
Nada de esto, afortunadamente, ocurre con J.J. Cale porque su música es similar al latido del corazón, pero en su fase de diástole, cuando el órgano se relaja después de su impulso poderoso y la vida toda se nos ofrece como una dicha en calma, un "alegre run-run de la existencia", como dijera don Benito Pérez Galdós. Es entonces cuando la propia respiración nos contenta en su bondad, el estómago subiendo y bajando impulsado por el fuelle de unas apacibles melodías, un susurro al oído que nos viene desde Oklahoma, que nos dice "Call Me The Breeze".
Mi primer contacto con el bardo de Tulsa fue allá por el 74 en el Rastro de Madrid, en el templete donde "el Rubio" vendía discos de segunda mano, normalmente en buen estado y a precios asequibles. Adquirí entonces el "Okie", me impactó su portada tan aparentemente sencilla, casi dibujo de un comic. A partir de entonces me convertí en un fiel admirador del compositor americano y tres años más tarde compré el "Naturally...", desde entonces mi disco de referencia del artista.
Todo el disco es una invitación a disfrutar del ritmo sosegado de la existencia. Desde los latidos iniciales del bajo de Norbert Putman en "Call Me The Breeze" hasta la última balada, soñolienta de guitarras y teclados, de "Crying Eyes", incluso en los momentos más álgidos, donde el pulso de la melodía se desata como un torbellino, "Bringing It Back" (para mí uno de los mejores temas del disco), se sucede una fiesta subterránea que une al cantante con su audiencia.
¡Qué swing, qué bondadosa mano meciendo los sentidos del oyente!, ¡qué transporte, qué gozo, qué primer susurro de Morfeo en nuestros nervios a punto ya para la inercia! Y es que todos y cada uno de los temas envuelven al oyente en una fraternidad de sonidos, melodías, compases, ritmos de los que a nadie he escuchado perjurar. ¡Una psicodelia del aire puro!
Y esa auténtica y genuina filarmónica rural de Mt. Juliet y Nashville, con instrumentistas de la categoría de los Radle y Drummond mencionados, más David Briggs, Bob Wilson y Jerry Whitehurst a los teclados, Himmel & Browning a las baquetas, el "steel" de Weldon Myrick, al "fiddle" Buddy Spiker y Shorty Lavender, el dobro de Walter Haynes y la harmónica de Ed Colis, todos merecedores de ser mencionados al haber participado en una grabación que se me antoja antológica, cooperadores necesarios de un disco entrañable. Y el detalle en el reverso, con los puntos coloreados para indicar al oyente, que coge el disco, que palpa su extensión, que se recrea en su propia materia de cartón difuminado, aquellos músicos que participan en cada uno de los temas. ¡Qué lujo!
Imposible resaltar con justicia las preferencias de las canciones de esta obra maestra. "Don´t Go To Strangers" (maravilloso sonido pre Dire Straits), ese "Woman I Love" tan "cajun" emulando al mejor Dr. John, "Magnolia" (qué barbaridad de canción), los "fiddles" entrando en "Clyde" y haciendo de ella pura emoción country-blues, la vacilada pantanosa de "Crazy Mama", el funky vaquero de "Nowhere To Run" (¡qué piano de Bob Wilson, sumadresanta!), la conocidísima "After Midnight" (más sencillo aquí J.J. que el colosal Clapton en la versión de su primer Lp en solitario), el sendero solitario de la guitarra en "River Runs Deep". No hay quien dé más.
"One, Two, Three, Four"..., en varios temas J.J. Cale da entrada a los músicos a la antigua usanza, el oyente se prepara feliz para cabalgar junto a la banda y el mundo sigue su rumbo. Gracias Gei Gei, Gi Gi, Jota Jota Cale. Mi amigo Álvaro ya tiene nuevo compañero en el cielo.
(Dedicado a mi amigo Álvaro, fallecido hace 5 años, aquél que me convenció de lo de Gei Gei, yo empeñado toda la vida en lo de Gi Gi)
Una perdida irreparable; Maestro
ResponderEliminarLástima que nos acordemos de Santa Bárbara cuando truena.
EliminarSaludos y gracias.
Bonito homenaje y merecido, sin duda. De lo mejor que he leído hasta ahora dedicado a la memoria del gran guitarrista.Salud!
ResponderEliminarGracias Antonio..., y que no nos falte eso, la salud.
EliminarSí, sí, es leer y pensar lo mismo.
ResponderEliminarCelebro pensar igual que tú Juanma, sobre todo en estos temas tan importantes
EliminarGracias y saludos,.
Grande J.J.Cale, y éste disco es una pasada. Un abrazo.
ResponderEliminarSi, efectívamente un disco descomunal, obligatorio en toda colección que se precie.
EliminarGracias y un abrazo Savoy.