STONEWALL "STONEWALL"
Puede que se trate de elucubraciones mías pero creo haber comentado con alguien (cercano) en alguna ocasión que me hubiera gustado vivir en dos épocas muy concretas, la implantación de la técnica de la imprenta en la ciudad-estado de Venecia al final del siglo XV y el auge de los nightclubs de Nueva York durante las décadas de los 50 y 60 del siglo pasado. En el primer caso sería usual verme trabajando en los talleres de los hermanos alemanes Da Spira, creadores en 1460 del llamado tipo veneciano, un formato de letra ágil y limpio, fácilmente legible y que rompía con el pesado modelo gótico de la primera escuela alemana de Gutenberg; para pasar, unas décadas más tarde, a colaborar con Aldo Manucio, un auténtico orfebre de la tipografía, quien creó la primera bastardilla y al que se atribuye la invención del punto y coma, un avance gigantesco que propició la aparición de las primeras ediciones de bolsillo de clásicos literarios griegos y latinos, textos antiguos que iluminaron el alto Renacimiento italiano. Para que puedan hacerse una idea, en la ciudad de la Señoría existían, en la época de la que hablamos, más imprentas y mercaderes dedicados a la venta de libros que obradores y panaderos.
El bello país transalpino sería el punto de conexión con la escena de los nightclubs neoyorquinos ya que son ciudadanos italo-americanos los que controlan la mayoría del negocio nocturno de la ciudad de los rascacielos durante los 50 y 60 del siglo pasado. Atrás han quedado las big bands de Duke Ellington y de la primera Count Basie Orchestra, aunque esta última se adaptará a los nuevos tiempos con su "The Second Testament Band", una formación cuya propuesta de jazz más suave y ligero, realzada con la inclusión de las voces de Joe Williams, Frank Sinatra o Billy Eckstine (entre otros), encaja mejor con una audiencia que, desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial y hasta bien entrada la siguiente década, busca tranquilizar sus ánimos. Pero será el bebop de los gigantes del 40, Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Thelonius Monk, el cool de Miles Davis, el hardbop de Sonny Rollins o Art Blakey, el free de Ornette Coleman, las geniales aportaciones de John Coltrane, Albert Ayler y Sun Ra los estilos que dominarán la escena del ocio musical neoyorquino.
La supremacía italo-americana del negocio del espectáculo en Nueva York, que se amplia hasta el fascinante universo del Rat Fink Room de Jackie Kannon, un humorista grosero que disputa a Lenny Bruce el trono de cómico más popular de entonces, tiene sus primeros antecedentes en la ciudad de Miami. La metrópoli más poblada de Florida tiene el honor de ser a finales de los años 40 e inicios de la siguiente década, por supuesto en términos relativos, uno de los centros neurálgicos del crimen organizado y, como no podía ser de otro modo, hasta allí se extienden los tentáculos de la Mafia de Nueva York y Nueva Jersey. Joey Blue Nose, Ice Pick Willie y Matty The Horse Iannello controlan el negocio de los numerosos locales de strip-tease, juego y prostitución más o menos encubierta (los cárteles de Colombia aun no habían acto de presencia por la zona). Entran y salen constantemente del 600 Club, del The Frolics o del Five O´Clock, del Copa City o del Beachcomber, donde muchos de los grandes hombres de negocio y ejecutivos de alto nivel adquisitivo pasan junto a sus esposas las mejores veladas nocturnas de sus vacaciones; partida de golf por la mañana, alguna discreta visita de las mejores hookers a sus suites mientras sus mujeres andan de compras al mediodía, apuestas en las carreras de caballos, galgos y partidos en los jai-alais al atardecer. Las camareras del Five O´Clock toman fotos de Jake LaMotta y de Rocky Graziano, que se han acercado desde el Sea Gull Hotel, para dar mayor ambiente al local. Morris Moishe Levy -Mo a partir de ahora- trabaja entonces como el chico del cuarto oscuro en la mayoría de los mejores clubes de Miami.
Mo es descendiente de judíos sefarditas y nace en Brooklyn en 1927, huérfano de padre a los 4 años, cuando cumpla los 14 es expulsado del colegio después de haber derramado un tintero en la cabeza de su profesora, una anciana de 75 años a la que despoja de la peluca antes de derrarmarle todo el contenido. A la vuelta de Florida se instala definitivamente en Nueva York en 1947 para ejercer el mismo trabajo que venía haciendo en los clubs de Miami, revelar las fotografías de los invitados selectos y asistentes en las sesiones nocturnas. Su centro de operaciones es el Clique Club, un local situado en el 1678 de Broadway, en el extremo norte de la ya entonces famosa West 52nd Street, y que compraría, dos años después, junto a su hermano Zacharias (Irving) y su socio Oscar Goodstein para rebautizarlo como Birdland, (parece ser que en homenaje al seudónimo por el que entonces se conocía al saxofonista Charlie Parker). Por el club, retitulado por los nuevos propietarios como "The Jazz Corner of The World" pasan los mejores artistas del momento, Lester Young, el mismo Parker (aunque éste lo hace solo en par de ocasiones, y ya en el año 54), Harry Belafonte, Stan Getz o Lennie Tristano. En su escenario graban en directo Blakey ("A Night At Birland", 1954), Coltrane ("Live At Birland", 1964), actúan Gillespie, Monk, Davis, Bud Powell, Getz y Young. Allí George Shearing compone en 1952 su famoso "Lullaby of Birdland", un tema que pronto deviene en clásico, posteriormente versioneado por grandes artistas como Sara Vaughan o por las malogradas Dinah Washington y Amy Whinehouse, más recientemente.
Que Mo era un águila para los negocios lo demuestra la conclusión a la que llega después de la visita que uno de los representantes de la ASCAP le hizo en su despacho de Park Avenue, allí mismo donde en la pared trasera aparecía colgada una placa en la que se podía leer: "Oh Lord, Give Me A Bastard With Talent". El agente le anuncia que debe pagar un estipendio mensual por programar en directo la música previamente publicada por los artistas sindicados. Este acontecimiento le anima a crear su propia agencia publicitaria, la Patricia Publishing, en la que registrará, como propietario de los derechos de autor, todas aquellas canciones que su próximo establo de músicos realicen en sus locales, cadena de recintos que ha incrementado también con la adquisición del no menos célebre Peppermint Lounge, en el 128 de la West 45th Street. Pocos años más tarde este Peppermint Lounge se convertiría en el epicentro de un nuevo baile de moda, el twist (confieso que lo he llegado a bailar...), además de ser escenario de visitas de personajes famosos como Marilyn Monroe, Audrie Hepburn, Judy Garland o Truman Capote, también albergaría algunas de las fiestas privadas en las primeras visitas americanas de The Beatles. Una Jackie Kennedy, emocionada por el espléndido ambiente observado en una de sus veladas, lo instala temporalmente en una de las alas de la Casa Blanca, un sucedáneo de espectáculo que emplea para recibir a los estirados y conservadores miembros del Council of the Organization of American States.
Convencido por sus contactos con las Cinco Familias -que ya controlaban gran parte de la industria discográfica de la Costa Este-, y gracias a un crédito avalado por uno de los más poderosos miembros del clan Genovese, Vincent Chin Gigante-, Mo crea en 1957 su propio sello discográfico, Roulette Records, una plataforma que en principio pretende centrarse en la grabación de la nueva sensación musical del momento, el rock´n´roll que Alan Freed ha hecho famoso desde las emisoras WAKR y WJW de Cleveland. Freed ya está en nómina porque desde 1954 trabaja para la emisora WINS que Mo posee en Nueva York; sus programas de radio "Rock´n´ Roll Party 1 & 2" se difunden por todos los EEUU, generando, además de importantes beneficios económicos, una influencia masiva en los gustos de las nuevas generaciones, cansadas de los crooners de décadas anteriores, ignorantes también del legado de los gigantes del jazz de la época. Sus multitudinarias sesiones de baile en los teatros Paramount de Brooklyn y Manhattan (en el St.Nicholas Ballroom llegó a concentrar a 12.000 asistentes) convencen a la cadena ABC de TV para financiar sus famosas series "The Big Beat". Todo parece marchar sobre ruedas hasta que a Frankie Lymon, cantante negro de doo-wop y anterior líder de The Teenagers (intérprete de la maravillosa "Why Do Fools Fall In Love", una de las gemas de la banda sonora del "American Graffiti", MCA 1974) se le ocurre bailar con una chica blanca en uno de los conciertos televisados. Las cadenas afiliadas del Sur cancelan indignadas sus contratos y la ABC suspende definitivamente la emisión de nuevos programas.
Sin contar, desde finales del 57, con el apoyo de la incipiente programación televisiva, Mo decide centrarse en dar a conocer las grabaciones de sus músicos a través de las poderosas emisoras de radio. Él mismo idea entonces, aunque lo negase en todas aquellas ocasiones en las que prestó declaración ante los agentes de la IRS, lo que llegó a conocerse como la payola, esto es, el dj de la emisora de turno recibe un sobre en efectivo para que de preferencia a los artistas del sello en cuestión. Joey Dee, líder a la sazón de unos The Starliters tambíen contratados por Roulette Records, recuerda recorrer gran parte de las estaciones de radio de Nueva York y Nueva Jersey acompañando a los sicarios de Mo. En la parte delantera de la limusina se colocaban los portadores de los sobres, siempre armados con bates de béisbol, en las piezas traseras, un par de despampanantes hookers servían de guinda final de la transacción. El dj que se atreviera a no cumplir el pacto tenía garantizada, a su propia costa, tratamiento y habitación en los hospitales de la zona. Alan Freed, aparentemente una pieza fundamental en el entramado creado por Mo, fue declarado culpable de soborno en 1962, su figura ya había entrado por entonces en un alarmante declive.
A finales de ese año de 1957 nace Roulette Records, un sello que, a pesar de moverse en los círculos cercanos de la Mafia, era si cabe más respetado por estar encabezado por un tipo peligroso y despótico. Mo no solo hace suyos los derechos de autor de las composiciones de los artistas de su establo, tampoco está dispuesto a pagarles sus royalties. El hecho es que Mo se encabrona mucho cuando su hermano y socio Irving es apuñalado y muerto en el callejón trasero del Birdland el 26 de Enero de 1959. En una posterior disputa con un cliente, alguien le oye amenazar con hacerle lo mismo que hizo a los supuestamente asesinos de su hermano, una pareja convicta por robo y prostitución a los que se les había prohibido la entrada, la misma noche en la que actuaba el trombonista Urbie Green. Clavarles un puñal en su éstomago para después girar con fuerza su poderosa muñeca y así provocar el torrencial vomitorio de sus intestinos. Jimmie Rodgers, el meloso cantante de pop-country, cuyos conocidos hits "Honeycomb" y "Kissess Sweeter Than Wine" contribuyeron en gran medida a elevar el nivel de natalidad en la América profunda de los últimos 50, fue vapuleado sin misericordia por tres policías de Los Ángeles en una carretera secundaria con dirección a San Diego el primero de diciembre de 1967. Su delito, haber reclamado insistentemente a Mo el pago de sus salarios, demasiados años atrasados.
Pero si hay otro testigo de excepción que nos pueda hablar del despotismo de Mo, ese es Tommy James, líder de The Shondells, un grupo cuya música recuerdo emular golpeando el tablero del pupitre del colegio tratando de imitar la entrada de batería de su éxito, "Mony Mony" (Columbia 1968, aun conservo el single). Tommy publica su libro "Me, the Mob and the Music: One Helluva Ride with Tommy James and The Shondells" en 2010 (Simon and Shuster), unos años después de cerciorarse de la muerte de Vincent Chin Gigante en Diciembre de 2005. Allí relata su llegada a Nueva York en Marzo de 1966 con su canción "Hanky Panky" bajo el brazo. Comenta la magnífica recepción de sus primeros contactos con los sellos Atlantic, Kama Sutra, Columbia, Epic, RCA y Roulette, todos deseando firmarles el contrato de inmediato. Al día siguiente, descolgar el teléfono y Jerry Wexler de Atlantic, te hablo en nombre de todos Tommy..., ayer por la noche recibimos una llamada de Mo, ya sabes, de Roulette, indignado, exigiéndonos que nos retiráramos de la puja porque el grupo ERA SUYO..., ya sabes cómo se las gasta este tipo Tommy,... buena suerte. Durante los ocho largos años en que la banda de Niles (Michigan) permanece ligada a Roulette Records no ven ni un solo centavo. Será a la muerte del propio Mo en 1990, y después de litigar arduamente en los tribunales, cuando los royalties debidos, por una suma estimada entre 25 y 40 millones de dólares, empiecen a entrar en su cuenta bancaria.
Toda organización que bordee la ley debe disponer de un último eslabón para cerrar la cadena de su actividad delictiva (aunque aparentemente todo parezca cumplir con los requisitos legales). Con este propósito Mo funda un nuevo sello llamado Tiger Lily, una empresa tapadera en definitiva, que tiene como intención la evasión continuada de impuestos. El método que siguen es sencillo, cautivar a cuantas bandas e intérpretes solistas puedan, facilitarles presupuesto y estudios donde puedan grabar sus composiciones, cuyos derechos quedarán (por supuesto) retenidos por el mismo sello y, caso de que llegaran a publicar alguno de sus trabajos, dejarles en la más absoluta indigencia económica. El escenario que manejan es la fingida edición de miles de ejemplares de las grabaciones efectuadas, sin que en realidad ese hecho se produzca, los datos que presentan al fisco hablan de una mínima cantidad de discos vendidos. La diferencia económica por la inversión efectuada, y no recobrada, la presentan como pérdida evitando, de esa manera, el pago de los impuestos correspondientes.
En ese sórdido escalón se encuentran nuestros héroes de hoy, Stonewall, una banda originaria de Flushing Meadows, en el corazón de Queens, cuyos miembros son captados por un asociado de Mo, una especie de cazatalentos que responde al nombre de Jimmy Goldstein. La muchachada de Stonewall, Bobby Dieneman (guitarra, voz, armónica), Robert Demonte (bajo, coros), Bruce Rapp (voz) y Tony Assalti (batería) se encierra a finales de 1969 en el Tower Studio, un coqueto y bien equipado estudio, localizado en el mismo Ed Sullivan Theatre del 1695 de Broadway, muy cerca del escenario donde The Beatles hicieran su primera presentación americana seis años antes. Con libertad total, sin mediación de ningún elemento extraño a la propia creatividad de la banda, con la sola colaboración del mismo Jimmy Goldstein como productor e instrumentista a los teclados, Stonewall da a luz un disco homónimo, un soberbio ejemplo del rock imperante a finales de la década de los 60. Duro, macizo, su sonido recuerda en mucho al estilo de Led Zeppelin y Blue Cheer, las guitarras se expanden en orgánicos riffs, fuzz pleno de contenido heavy, la voz de Bruce cabalga con espacio suficiente, su tonalidad expresiva se desarrolla sin holguras, es convincente, no admite dudas. La base rítmica cementa el sonido, le otorga la callosidad necesaria, los teclados de Jimmy constituyen una gran aportación a la atmósfera general del disco, su contribución colorea y pule un trabajo que no puedo dejar de considerar como soberbio. Tan solo 7 temas, a cual mejor, "Right On", Solitude", Bloody Mary" y "Outer Spaced" en la cara A; "Try & See It Through", "Atlantis" y la suite "I´d Rather Be Blind. Roll Over Rover" en la cara B. Atrévanse a descubrir cualquier punto flaco entre sus surcos.
A comienzos de la siguiente década Stonewall desaparecen del mapa, la gerencia de Tiger Lily -en realidad una silla, una mesa y un teléfono manejado por una secretaria- les asegura que ningún sello está interesado en su reciente grabación, tampoco en firmar con ellos ningún contrato. Retienen los masters originales y esperan a que la banda se desintegre en 1972. Cuatro años después publican, sin previo conocimiento y acuerdo del grupo, el disco. Los beneficios económicos resultantes entran a formar parte del conglomerado creado por Mo y sus cómplices, nada que cobrar, nada que reclamar y, si alguien se pusiera especialmente pesado, mandamos a los chicos con los bates de béisbol. Una historia que, por desgracia, para muchos artistas de la época fue razón común de abandono, causa suficiente para cambiar de aires y trabajo. Algunos años después Mo se vería obligado a dejar paulatinamente el mundo musical, llegaba el tiempo en que una generación de jóvenes ejecutivos, sin ninguna conexión con el crimen organizado, hacía su aparición. David Geffen se convierte entonces en una de las nuevas estrellas del negocio, pero puede que ello merezca otra crónica.
Mientras esperamos la crónica de Geffen, hemos disfrutado un montón con ésta, Javier. Mafiosos, putas, violencia y rock n roll, un cóctel sin resquicios ni piedad. El grupo, como buena rareza de las tuyas, no lo conocía, pero veo uno de sus temas, "Bloody Mary", en YouTube, así que voy a intentar hacerme una idea. Birdland nos une.
ResponderEliminarAbrazos.
El lado sucio del negocio siempre ha estado presente, a veces con mayor crudeza, otras de forma más disimulada. Un trabajo único, en el más exacto sentido de la palabra, el de Stonewell. Su limitada edición original está hoy valorada en 5.000,- dólares.
EliminarAlgo sacaré de Geffen, ya veremos qué y por donde.
Abrazos,
Javier.
Sí, esto viene siendo la cara más "cinematográfica" de los chanchullos que protagoniza el mundo del espectáculo (como cualquier otro mundo). Y precisamente la gente como Geffen, que ya está un peldaño más arriba en la escala del glamour, ejemplifica muy bien el refinamiento del gansterismo.
ResponderEliminarNo olvidemos que Alan Freed no había inventado nada, en realidad: la payola es tan vieja como el mundo,y su exigencia de figurar como co-autor en muchas canciones de otros para cobrar su parte de royalties también (a cambio las radiaba más que otras). Pero no olvidemos tampoco que gran parte de la culpa de su caida la tuvieron los sellos grandes, los que aparentemente estaban "en la Ley": el rock and roll fue un negocio mayoritariamente de sellos pequeños como la Sun o la Stax, y eso escoció bastante a las majors. Solamente la RCA, que le compró Elvis a la Sun, hizo dinero con ese estilo. Y volvemos al principio: los sellos grandes eran igual de mafiosos que Roulette y compañía, pero sus procesos más "elegantes": te machacaba la Ley, no ellos.
Ahora, la de los night clubs de Nueva York tuvo que ser una época brillante...
Si, el efecto cinematográfico de la historia me vino de inmediato a la cabeza según iba sumergiéndome en el personaje. Las imágenes de Scorsese y de Palma están presentes entre sus líneas. También, el lado oscuro del negocio y la implicación en el mismo de todos los sellos, tanto grandes como pequeños, puede dar aliento a escribir un libro, de hecho ya están escritos algunos de ellos.
EliminarMientras veo a Morris como un auténtico mafioso, la figura de Freed es más patética. Lo tuvo todo y su caída fue muy dolorosa.
Gracias, como siempre.
Saludos,
Javier.
Una historia del ampa americana realmente impresionante, no sé si se ha hecho alguna película sobre este tema, creo que sería muy interesante.
ResponderEliminarAgentes, managers, discográficas, productores, promotores de conciertos....,muchos de ellos siempre han intentado robar el máximo a muchos artistas, pobres estos que en su mayor parte solamente se han preocupado de la música (que es su oficio) y daban su confianza a "otros" para que les gestionaran los temas administrativos.
Diría que en un periodo más reciente. el rap y hip hop es donde la mafia musical ha estado más arraigada pero no sé hasta que punto como este personaje llamado Mo.
Saludos,
Si, se han hecho muchas y muy buenas películas sobre el hampa americana en el siglo pasado, me vienen a la cabeza a bote pronto "Casino" de Scorsese, o "Scarface" de de Palma, aunque no se refieren al estricto ámbito del negocio del rock. Como dice Rick, la mano negra en el negocio siempre ha estado presente en éste, antes de una forma más descarada, ahora de forma más sutil.
EliminarGracias y saludos,
Javier.