G.K.CHESTERTON "WILLIAM BLAKE"
Confieso la dificultad de decantarme sobre una de las dos personalidades
inmersas entre las páginas de este libro, leído hace ya unos meses. Por un lado, la
figura siempre brillante y enigmática del poeta inglés William Blake, nacido en
Londres en 1757, para muchos paradigma de la fuerza creativa y artística de la Inglaterra de la
segunda mitad del siglo XVIII y las primeras décadas del siglo XIX y, por otro
lado, la enorme presencia del escritor G.K.Chesterton, también nacido en Londres en 1874, enorme no solo por su
presencia física (Bernard Shaw decía que, cuando se hablaba con Chesterton, la
mitad del cuerpo de éste quedaba siempre fuera del campo visual de su
interlocutor), si no también por el contrapunto tan acusado entre los dos
personajes; éste último tan justamente objetivo, pleno de la realidad propia de
la experiencia del hombre en su existencia, ligado a la creencia inteligente de
Dios, fiel seguidor de las doctrinas de la Iglesia Católica; el otro, un
iluminado creyente en sus visiones más idealizadas, escéptico de los dogmas
pero, sin embargo, contrario al escepticismo científico, poeta y pintor de
enormes facultades, sintetizador del conocimiento clásico hasta traspasar,
muchas veces, los límites tolerados en su época.
Y esta dicotomía de impresiones se sustenta, igualmente,
ante una querencia propia más proclive al entendimiento con el poeta y pintor
que con el escritor, aunque e éste último al ya conocerle desde hace tiempo, le
estimo y considero como un auténtico campeón de las letras inglesas modernas,
cuestión que refuerza ineludiblemente una especie de empate final. Para uno el
sueño y la idea, para el otro la realidad apabullante de un pensamiento claro y
la fuerza de una prosa de altísimo valor intelectual.
Una parte importante del estudio de Chesterton sobre Blake
se basa en la idea de que el artista estaba loco, de que se trataba de un
maníaco, sólidamente asentado en sus propias mentiras. Anclado en las teorías de
los “rosacruces” y en el conocimiento de los misterios eleusinos, considerado como padre de la Hermandad de los prerafaelistas
y seguidor del llamado “Libro Amarillo”. Visto igualmente como un auténtico
“sobrenaturalista”, firme creyente de que reyes y profetas llegaban del cielo o
del infierno para hablar con él; preclaro exponente de la corriente
humanitarista del siglo XVIII, individualista sin compasión, místico fracasado,
en cuanto que mantiene irracionalmente en el misterio aquello que desea hacer
entender, sin exponerlo finalmente; romántico exacerbado con una visión de la
vida demasiado poética y exuberantemente imaginativa, obstinado en reproducir,
hasta la saciedad, sus fragmentos poéticos como si se trataran de exorcismos
para ahuyentar a los diablos. Tales son algunos de los exabruptos que Chesterton dedicaba, eso sí con cariño, al insigne compatriota artista.
Chesterton significa que si Blake hubiera escrito mal quizá
pudiera no estar loco, y creía firmemente que lo que dañó su mente no fue sino
la realidad de su comunicación con lo espiritual. “Yo digo que estaba loco
porque sus visiones eran auténticas”. Abrió, de par en par, las puertas de su
mente a lo que George McDonald definió acertadamente como “la canalla del otro
mundo”. Y ahonda en su visión de Blake como hombre racionalmente equivocado al sostener que era un impresionista y un escéptico. Primaban en él las impresiones inmediatas de uno mismo a expensas de las ideas generales más permanentes y positivas. Ponía lo que se percibe por encima de lo que se conoce, cayendo por lo tanto en la monstruosa herejía de que ver es creer. Y, sin embargo, de tanto porfiar en su visión ideal, revalorizaba la visión real y se equiparaba, siempre bajo la visión de Chesterton, con todos los místicos y los santos.
G.K.Chestertones.wikipedia.org/wiki/G._K._Chesterton
William Blake
No hay comentarios:
Publicar un comentario