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4 feb 2013

CHESTERTON Y BLAKE II









 
 
G.K.CHESTERTON   "WILLIAM BLAKE"
Su visión de Cristo, por ejemplo, y aquí entra Chesterton con toda su batería intelectual de creyente, era la visión de un ser misterioso y vehemente, con frecuencia airado y alguna que otra vez incluso desdeñoso. Sin embargo, era cada vez más sólido a medida que nos acercábamos a Él. La Divinidad es más corpórea y concreta cuanto mejor la conocemos, aunque esta certeza Chesterton la apuntala básicamente cuando intenta explicar la extraordinaria literalidad de la obra pictórica de Blake (donde los hombres muestran su coraje más allá de todo pudor,  y las mujeres su inclinación a ostentar su belleza, exagerando lo característico de ambos géneros) Y esa Divinidad, como idea suprema, es más sólida que la humanidad, y más bella que la propia realidad. Es la gran idea de las ideas, la preponderancia de la Imaginación frente a la Naturaleza, incluso frente al materialismo,  y en este punto, que supone una cuestión esencial para comprender el arte de Blake,  coinciden tanto el artista como Chesterton.

 Blake, en otro capítulo apuntado por Chesterton, fue seguidor de la Revolución francesa, después decepcionado por ella, también proclive a las modas pasajeras,  que permitieron que sus inclinaciones y perjuicios se apoderaran de él a expensas de otras cosas más permanentes y humanas (aquí reside una de las argumentaciones más pretendidamente sólidas del escritor contra Blake);  pedante que buscaba una perfección falsa en sus transgresiones aunque nunca, y así también lo reconoce Chesterton, en su poesía.
 
Dentro de estas modas pasajeras no se alineaba Blake, y así lo reconoce Chesterton, cuando, fuera de las corrientes disgregadoras del Oriente y de la concentración e identidad de Occidente, siguió los pasos de la escuela platónica y de los filósofos del Renacimiento, otorgando a la Naturaleza, de un modo osado y brillante,  un papel de alegre ocultismo, aseverando que aquello que es amable puede también ser adorado. Y esta certeza es la que acerca, según Chesterton, a un mejor entendimiento y  otorga mayor valor a la obra de Blake, sobre todo en sus Libros Poéticos y no en sus Libros Proféticos, relegados por Chesterton a un segundo término en cuanto a su importancia mediática.

 Se cierra este magnífico libro de Chesterton sobre Blake con un interesantísimo epílogo de André Maurois sobre el escritor inglés. Se suceden allí de forma amena apuntes sobre la personalidad de Chesterton, muchos de ellos reflejados en frases del propio autor. Algunos ejemplos: “La única base de todo optimismo es el pecado original”. “Todo interesa, excepto el todo”. “Lo que hace la vida interesante es la gran limitación natural que nos fuerza a todos a doblegarnos ante los acontecimientos que no hemos previsto” “El loco no posee la complejidad del hombre saludable, está encerrado en la prisión neta y clara de una sola idea” “El hombre saludable vive para el cuerpo y es en el cuerpo y gracias al cuerpo cómo las ideas abstractas pierden su importancia y su virulencia” “La locura es la razón razonando en el vacío” “La tradición es la democracia de los muertos” “La naturaleza no es una madre, sino una hermana”

A la postre, queda la sensación de que un abrazo fraternal entre los dos polos es posible. A efectos simplemente estéticos, tanto vale la lucidez misteriosa de Blake como la prosa torrencial de Chesterton. Aquí reside el milagro del libro.

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