BILL WHITERS "STILL BILL"
La exaltación, entendida como paráfrasis exacerbada, de la vivencia personal de la población negra norteamericana en los primeros años 70 del siglo pasado, tuvo musicalmente a Marvin Gaye como a uno de sus mayores exponentes. Sus dos grandes y celebrados clásicos, "What´s Going On" y "Let´s Get It On" contenían, alternativamente, una reflexión sobre la caída en picado que ciertos comportamientos sociales estaban suponiendo para dicha comunidad (James Brown y Curtis Mayfield, por ejemplo, también lo hicieron en "There It Is" y "Roots", por ejemplo), y una apuesta por la redención a través de la épica amorosa.
Otros artistas, como el que nos ocupa ahora Bill Whithers, también lo hicieron y no con menor éxito. Éste su "Still Bill", disco de oro en el mismo año de su edición en 1972, se acerca a la dinámica expresada anteriormente para Gaye, Brown o Mayfield y reflexiona en éste caso sobre las relaciones personales y sentimentales hombre-mujer, tema de encandilamiento universal y, por consiguiente, de muy fácil caída tanto en tópicos manidos como en manierismos al uso para adolescentes, personas maduras y septuagenarios alocados.
Hace falta tener las ideas claras, y saber cómo expresarlas tanto lírica como musicalmente para no caer en esa senda facilona y , desgraciadamente y desde siempre, tan común. Bill Whiters lo sabe y aplica su lección en éste "Still Bill" de manera magistral. Le sirve sobremanera el hecho de ser un gran compositor, un magnífico conocedor del ritmo interno de las palabras (el disco está lleno de extensiones silábicas que le ortorgan una magia inigualable), de la sonoridad de las frases y su encaje con distintos tonos vocales, unas veces favoreciendo la atmósfera intima del texto, otras creando ecos expansivos que otorgan a las canciones una sonoridad de gran riqueza sensorial.
Y si esa apuesta vocal en Bill es ganadora en el cómputo general de la grabación, no lo son menos tanto los textos como la orquestación y arreglos que se emplean para conseguir cerrar un círculo casi perfecto. Lírica sencilla, cercana a los sentimientos más orgánicos de los protagonistas, sus deseos, sus ansias y miedos, la convivencia diaria, una vez extendida en el tiempo y vista como enseñanza que pueda recomendar a su comunidad, corren por los surcos con una sensación de credibilidad y guía a usar por y para otros semejantes. Instrumentación, por otro lado, enmarcada en una base rítmica, formada por James Gadson en la batería y Melvin Dunlap al bajo, que saben crear y mantener un ambiente de sólida base "funky-soul", a veces un "blues" muy "soft-metal" (muy típico del Los Angeles fílmico de inicios de los 70) pero sin arabescos, concisa y tensionada, con la orquestación y arreglos necesarios para mantener la palpitación adecuada en cada uno de los temas; Benorce Blackman, inspiradísimo a la guitarra (muy celebrados sus pedales "wah-wah" en muchos momentos de la grabación) y Ray Jackson como teclista y autor de los sensacionales arreglos de cuerdas y vientos que adornan sin cansancio el disco, sobresalen también, siendo de hecho todos ellos copartícipes junto a Bill en la producción final de este trabajo.
Canciones para reseñar todas. Desde los grandes clásicos recogidos en su cara A, "Lean On Me" (cuanto me recuerda esta pieza al "You´ve Got A Friend" de Carole King/James Taylor, aun siendo en su ambiente totalmente diferentes, aquél más "gospel"), "Who Is He (And What Is He To You?)", amalgamándose aquí toda la riqueza lírica y orquestal del disco o "Use Me" (para mí el mejor tema), desde una potente línea de teclados se (re)crea una base rítmica de "funky" trotón y compulsivo, hasta esos comienzos de "Lonely Town, Lonely Street", permítaseme la expresión, paradigma de una sensación "urban explotation" que solamente el gran Isaac Hayes logró superar, o "Let Me In Your Life", cadencia romántica, vaivenes de gran calidad melódica.
Y en la cara B, variaciones sobre un "funky" orgánico, palpable en su explosión rítmica, de "Kissing My Love", Bill se permite aquí hasta hacer de su silbido un elemento más de la orquestación, o el "soft-soul" de "I Don´t Know", un tema que sorprende por su quietud, parece que nada ocurre, la guitarra de Benorce deslizándose hacia terrenos del jazz acústico, el "Another Day To Run", acelerándose rítmicamente conforme se va incrementando la denuncia social de su texto, el "I Don´t Want You On My Mind", blues urbano con riffs de guitarra entrecortados (y deliciosos "wah-wahs") que se acoplan perfectamente al espíritu del tema. Cierra el disco "Take It All In And Check It All Out", delicioso cabalgar desde una base sofisticada "funky-soul" hasta terrenos donde los riffs de la guitarra le conceden un digno recogimiento final.
Bill Whiters pertenece a ese elenco excepcional de músicos negros americanos que han hecho historia en el devenir de la musical moderna. Sam Cooke, Marvin Gaye, Otis Redding, James Brown, Stevie Wonder, Isaac Hayes, Ray Charles, Al Green, Curtis Mayfield y no tantos otros. A cada uno su denario. Bill Whiters se lo ganó aquí de sobra con este genial "Still Bill".
Realmente creo que Bill Whiters es más apreciado por músicos que por la masa. Ello significa que es uno de los grandes por cuanto es maestro. Realmente más que un soulman como Gaye es un cantautor como Dylan, no muy lejos de su altura
ResponderEliminarExacta apreciación Bernardo, que tendré en cuenta a partir de ahora.
EliminarGracias y saludos,
Javier.