Un artículo del Chicago Defender de Julio de 1943 hablaba así de nuestra protagonista de hoy: "El "Hey Lawdy Mama" de Maye Bell llegó hasta nuestra ciudad la última noche cuando ella prendió fuego al Memorial Auditorium con un blues que fascinó a todos los asistentes... Maye engatusó a todos sus fans con su original estilo de swingin´blues, y cuando interpretó su canción favorita, "Hey Lawdy Mama", el Auditorio empezó a relampagear hasta bien entrada la madrugada". Maye Bell sería más conocida como Big Maybelle. Una de las más bizarras vocalistas femeninas del más temprano rock´n´roll, grabó una canción titulada "Whole Lotta Shakin´Goin´ On" dos años antes de que un bisoño lector de la Biblia llamado Jerry Lee Lewis lo elevara a los altares de los hits.del rock´n´roll.
Nada, no hay manera de recuperar la vida fantástica del siglo XIX, imposible hacerse a la idea de revivir una nouvelle belle-epoque transilvánica, aquel tiempo brillantemente sombrío, cuando el coincidir de dos siglos, el antiguo, supuestamente renovado después de rematar el Ancient Regime, pretendió conjugarse con el moderno, deslumbrado éste por vacuas expectativas mundanas. Aquel matrimonio mal avenido nos jodió con sus trincheras y gas mostaza. Quizás fue mejor así.
Dependemos más de la programación de las series televisivas, un miedillo repleto de efectos especiales que acecha a los paseantes ahorcados en sus teléfonos móviles. El algoritmo de marcas blancas - diseñado para acceder a la felicidad eterna - sigue ocupando el sitial del Vaticano. Apenas queda contacto con aquella naturaleza virgen y pagana, aquella que un buen puñado de escritores dominaron con su imaginación enferma. La naturaleza hoy nos somete con su más que justificado cabreo climático.
Así que si no conseguimos recobrar ese vacío cósmico, reconquistar aquellas pesadillas nocturnas de tardía adolescencia, igual nos vendía bien rehabilitar a una serie de novelistas que hicieron del horror arte. Mencionaré tan solo a algunos que aparecen en la extensísima antología (más de 1.200 páginas) que Jacobo Siruela ha publicado en su "Antología Universal Del Relato Fantástico" (Atalanta, 2022). E.T.A. Hoffman, Edgar Allan Poe, Wilkie Collins, Sheridan Le Fanu, Vernon Lee, Arthur Machen, Hanns Heinz Ewers, Algernon Blackwood, Gustav Meyrink, Franz Kafka, H.P. Lovecraft, Jorge Luis Borges, Francisco Tairo, Rosa Chacel, Silvina Ocampo, Paul Bowles...
Excelente el prólogo que Jacobo Siruela introduce en esta edición; allí explica con detalle tanto las obras (cuentos) seleccionadas como una breve sinopsis de los autores elegidos. Me ha recordado, por su calidad e interés bibliográfico e histórico, aquel preámbulo que Rafael Llopis introdujo en el texto de su ya célebre "Los Mitos de Cthulhu. Narraciones de Horror Cósmico" (Alianza Editorial, RE 1989). Magníficos ambos.
"Un hombre puede ser horrible e ilimitadamente perverso sin que nunca llegue a sospecharlo" (Arthur Machen, "El pueblo blanco")
Debo el título de esta entrada a mi hermano, sus comentarios tras la lectura de "Los destrozos" (corría el primer incendio del verano de 2023) fueron fruto de aquel individuo que duda del calibre de la pieza que ha cobrado. Al final no se que me cuenta este tío..., será una película, dije yo, no, argumentó él de inmediato, es más bien como si asistieras a una sucesión de videoclips, las constantes referencias que los protagonistas hacen a la música de los años 80 envuelve todo el texto, las imágenes de los videoclips a los que se hace referencia convierten a este libro en algo parecido a una "road movie".
Para un tipo genuino como yo, fanático de la música contemporánea (llámenla como gusten, jazz, pop, rock, folk, blues...) esa primera impresión de mi hermano sobre la última obra del escritor estadounidense Bret Easton Ellis me causó cierto impacto. Únicamente conocía su primera novela, "Menos que cero", y su ya lejana lectura, allá en los últimos años 80, apenas había dejado huella en mi desgastada memoria.
Así que me puse manos a la obra y en apenas semana y pico me ventilé el libro. Un libro enormemente adictivo, es esto lo primero que quisiera resaltar. La trama principal (hay otras secundarias, más subterráneas, no menos importantes) desarrolla una secuencia de asesinatos en serie, presuntamente cometidos por un individuo (¿cómo podría calificarlo?) aparentemente etéreo, flotante, desdibujado hasta el punto de que nunca se adivina si actúa como única esencia real del mal o como entidad múltiple, Esa dicotomía metafísica atrae al lector imperiosamente.
Diré que una de las cosas que más me han llamado la atención son los escenarios de la obra. Bret Easton Ellis ha recogido acertadamente las señas de identidad de la novela y el cuento fantástico del siglo XIX. Personajes solitarios (a pesar de su aparente vida en sociedad), casas vacías, casas abandonadas, habitaciones donde el mobiliario se mueve sin causa justificada, animales y mascotas domésticas sacrificadas, luces tenues y fogonazos inesperados, persecuciones, el agua como purgación de los pecados. El paisaje romántico de la naturaleza salvaje de Friedrich queda aquí solapado por la presencia de la arquitectura del momento (piscinas, bungalows, discotecas), tecnología apropiada a la época (mensajes en cinta, los anteriormente relatados videoclips musicales). Y todo ello en un Los Ángeles laberíntico, el continuo recorrido que hacen los protagonistas por sus calles recuerda a directores como David Lynch o Joel y Ethan Coen o Quentin Tarantino (este último, más por las bandas sonoras que suelen acompañar a sus películas)
No opondré, por otra parte, ninguna pega al estilo narrativo del escritor norteamericano. Escritura moderna, escritura cinematográfica, guión cercano a las series televisivas, breves elipsis temporales debidamente ajustadas, papel de narrador-guía que utiliza su memoria como escritor en ciernes (encuentro aquí cierta impostura, ¿un chaval atolondrado de apenas 16, 17 años, supuestamente ya centrado en su vocación literaria...?) y posteriormente consagrado. Todo funciona más que previsiblemente, sobrevuela un algoritmo de novela perfectamente diseñada para el gran público. Glamour a raudales, residencias de alto standing, coches deportivos y ropas de marca, restaurantes y hoteles exclusivos, fiestas, muchas fiestas, drogas y sexo a mansalva.
¿Qué permanece después de la lectura de "Los destrozos"? A nivel primario, entretenimiento en abundancia (y eso es algo que siempre se agradece en una novela extensa como esta). Si además se añade el visionado por you-tube de gran parte de los videoclips musicales a los que hace referencia la novela, mayor diversión.
En la esfera sensitiva, aquel rastro que debería marcar la envergadura de una supuesta obra de referencia (como pretende serlo esta), reconozco que, después de darle unas cuantas vueltas, lo que me resultó más seductor fue esa trama subterránea a la que anteriormente hacía referencia. La doble visión del protagonista; visto desde fuera como un ser producto de la época y de su espacio geográfico, físicamente atractivo, indolente, sensual, hasta cierto punto huraño; desde su propio punto de vista, autor e intérprete de un argumento interior que, a la luz de los trágicos acontecimientos relatados, solamente él considera como cierto, como real. El final de la novela coloca a los lectores en una suerte de embrollo. La capacidad de elección del principal culpable por nuestra parte queda aparentemente abierta. Yo ya elegí al mío.
El mánager de la emisora WHFC de Chicago rechazó grabar en vivo a la Walter Barnes & His Royal Creolians. "No emitimos a tíos de color". Walter fue a ver a su padrino Al Capone, propietario del Cotton Club en Cicero, pequeña localidad cerca de Chicago. Este se presentó en la emisora y escuchó del mánager las mismas palabras que había dicho a Walter. "Lo harás a partir de ahora", contestó Capone.
A últimos de los años 30 Walter Barnes dirigía la primera bigband negra de Chicago que grabaría en vivo un tema de su repertorio. Aquí le vemos interpretando su "It´s Tight LikeThat"
No me envidio. Regresar al foro atormentado con la perspectiva del sofocante calor de Julio (Ignacio Aldecoa comentaba en alguno de sus relatos que es muy difícil sonreir en Madrid en Julio) supone un sobresalto merecido. Si, me lo merezco por ser malo y haber torturado la mitad de mis madrugadas con la lectura de un libro tan birrioso como "Cronomoto" de Kurt Vonnegut, una basura literaria digna de la Fox. La ausencia de librerías en San Juan de la Arena (Occidente Asturiano) se pudo compensar con la presencia de un paisaje tan bello como la digestión de las gulas en mi estómago.
Ya instalado en mi negociado del noroeste les acompaño con una grabación del grupo space-rock alemán Electric Moon. Se titula "Theory of Mind" y ya se que no lo escucharán entero, dura más de 19 minutos y hay que sacar la colada y colgarla en el tendedero. No importa, yo les cuento. Se trata de un sueño en el que aparecen ríos que tienen agua, cielos con nubes, colores en los árboles y nieblas que bajan desde las montañas, todas verdes aun.
Al entrar en uno de los clubs del clan familiar Mitchell (Denver, 20 de Febrero de 1937), Annabel White, una paleta granjera de 21 años de edad, observa como su esposo Raymond Clark de 28 años comienza a flirtear con una damisela del lugar. Annabel se dirige hacia el juke-box Seeburg y elige una canción, "My Last Affair" de Bille Holiday. Acto seguido se vuelve hacia su esposo y le apuñala repetidas veces hasta causarle la muerte.
"Can you see / What love and romance have done to me / I´m not the same as I used to be / This is my last affair"
Vivir lejos del mar no significa nada, la ausencia ignora su existencia, Si acaso el sonido de las olas despierta de madrugada. Afortunadamente, la obra de Iris Murdoch queda fondeada en la bahía.
Sol de media tarde
Las baldas cambian de protagonistas constantemente. Manos llenas de colores saludan y cierran la cortina.
Desapareció del balcón porque nunca estuvo asomada a él. Tampoco pensaba en ella. Surgió su imagen mientras sonaba "You´ve Heard It Before" de The Durutti Column (Factory / Nuevos Medios, 1983)
Salgo de la corte franco-inglesa de Leonor de Aquitania (Regine Pernoud, Edit. Acantilado, 2009) para introducirme de lleno en las peligrosas calles de Detroit (Wayne Kramer, Edit. Neo-Sounds, 2021) De los trovadores y del amor cortés, del relato de las Cruzadas y Ricardo Corazón de León me embarco hacia el endiablado ambiente de una de las más explosivas escenas del rock contemporáneo. Me esperan MC5 y la carrera en solitario de un guitarrista portentoso.
Como homenaje al autor, inserto unas pocas líneas. Pertenecen a una entrada en Rate Your Music de Junio de 2021.
"Cortes de riffs estratosféricos, melodías pure-high-energy, base rítmica contundente, calor de olla a presión, vapor condensado en vestuarios llenos de college-girls quitándose los patines, melenas rizadas al aire, cervezas (muchas cervezas), abruptos gestos corporales que emulan punteos y golpes de batería, manos al escroto, puños en alto, los colegas se quitan las mascarillas, se empujan entre sí, alocadamente, luchan sin cuartel, ¡a mi Sabino que los arrollo!... en cualquiera de sus temas, "Crack in the Universe", "Bad Seed", "Poison", "Realm of Pirate Kings", "Pillar of Fire", "Hope for Sale", "Edge of the Switchblade" se palpa ese inigualable ambiente; en otros, "Junkie Romance", el sentido homenaje al colega Thunders, en "Incident on Stock Island" y "Sharkskin Suit", el spoken-word (el primero de ellos digno de un breve corto en los que Billy Bob Thornton y Steve Buscemi podrían ser protagonistas)".
Mientras escucho el disco por segunda vez en las últimas 72 horas, recupero un breve extracto (parcialmente modificado) de una entrada publicada en Rate Your Music (RYM) en Septiembre de 2012.
¡¡Atención!!, es este un trabajo muy especial. Se trata de la reconstrucción vital, moral y musical de un hombre, uno de los más significativos representantes del prestigioso club de Canterbury. Robert Wyatt. Tiempo antes (finales de 1972) de la edición de este "Rock Bottom" (Virgin Rcds, 1974) Robert está temporalmente instalado en Venecia junto a su compañera Alfie (contratada por el director inglés Nic Roeg como ayudante en su película "Don´t Look Now"). En Junio de 1973, "in a split of a second", el destino le tiene reservada una mala jugada, Robert cae al suelo desde un cuarto piso y se rompe la espina dorsal. Queda paralítico de por vida.
Parte de las ideas compositivas ya estaban en su mente antes de tal accidente, así lo reconoce el ex-batería de Soft Machine en el texto ("Rock Bottom", The Odd Story Of A Piece Of Music") que acompaña los créditos de esta extraordinaria obra.
El itinerario que propone el artista inglés a sus oyentes es realmente singular. Pertrechado en una base músical aparentemente simple, instrumento de bajo (con las colaboraciones de Hugh Hopper [colega de Soft Machine] y Richard Sinclair [Caravan] y teclados del propio Robert, acompañado en algunos temas por Laurie Allan en la batería y en otros por Mongezi Fera a la trompeta (qué gran atmósfera crea en la primera parte de "Little Red Riding Hood Hit the Road"), Gary Windo al clarinete, el querido Fred Frith en una preciosa interpretación de viola (segunda parte de "Little Red Riding..."), las guitarras de Mike Oldfield y las voces barítonas de Ivor Cutler, excéntrico compositor escocés, todo ello supone un perfecto contrapunto para un album que sorpresivamente culmina entre risas, gorgoritos, imitación de sonidos de gárgaras humanas, insectos campestres y el tic-tac reflejando el paso del tiempo.
La obra parece invocar una suerte de acuerdo consigo mismo, un pacto sanador ante la irremediable situación de desgracia física. "Rock Bottom", se eleva como un inapelable artilugio poético y musical, un profundo ejercicio de introspección, válido tanto por lo que dice (maravillosos esos múltiples versos sueltos en "Sea Song" y "A Last Straw") como por la música que se interpreta. Más que sonar, sugiere. En esa pieza de tristeza abierta y despejada de "Alifib/Alife" se encuentra uno de sus muchos tesoros.
Y gran parte de ello gracias a Alfie..., su compañera, su fiel guardiana, aquella mujer que supo guiar y soportar a un Robert que muchas veces no se lo puso fácil.
Disco producido por Nick Mason (aquí se lució el batería de Pink Floyd) y editado el 26 de Julio de 1974, coincidiendo con el 21 aniversario del ataque al Cuartel de La Moncada en Cuba. Al día siguiente, Robert y Alfie contrajeron matrimonio.
Entrada dedicada a mi buen amigo Gonzalo Aróstegui, gran conocedor del artista y prescriptor de su legado musical y político.
La cuadrilla de buzos contratada para la ocasión se dispone a revisar el estado actual del blog confinado. Previo informe técnico preceptivo de la Oficina de Sumideros y Albañales, el Jefe Operativo de la cuadrilla cita a los operarios a primera hora de la noche estival. La actuación consistirá en sumergirse en el subterráneo más profundo, allá donde pueda observarse con nitidez el estado del pecio.
Además del utillaje adecuado para culminar con éxito la operación, el susodicho Jefe Operativo decidió proporcionar a la cuadrilla una florida selección musical. El motivo aducido fue la necesidad de contrarestar los numerosos momentos de estrés que pudieran producirse entre los buzos contratados. Ponemos en conocimiento de los interesados el repertorio elegido: Blaine L. Reininger ("Night Air" GASA, 1985), Chrome ("Alien Soundtracks", Siren Rcds, 1977), Current 93 ("The Moon At Your Door", The Spheres Rcds, 2015), Fred Frith ("Cheap At Half The Price", Ralph Rcds, 1983), Fripp & Eno ("No Pussyfooting", Island Rcds, 1973), Robert Wyatt ("Rock Bottom", RE Domino Rcds, 1974), Soft Machine ("Bundles", Cherry Rcds, RE Cherry Red Rcds, 2010), Spacemen 3 ("Playing With Fire", Bomp Rcds, 1988) y Swell Maps ("A Trip To Marineville", RE Secretely Canadian Rcds, 2012).
Una vez finalizado el contrato por obra los operarios volverán al paro. Tan solo uno de ellos (3 en total) tendrá la oportunidad de hacer públicas sus impresiones.
Aquello sucedió mientras estaba
leyendo la edición de Félix Martín sobre los “Relatos” de Edgar Allan Poe
(Cátedra, Letras Universales, 2012). En la página 14 se hacía referencia a un
comentario del conocido crítico literario Harold Bloom en el que calificaba la
poesía del escritor de Boston como digna de poca atención, de hecho la situaba
detrás de autores tan poco conocidos como Timrod, Tuckerman y Jones Very…
“¡Jones Very!”…, su nombre me llamó
de inmediato la atención: “¿no tengo acaso un Lp de una banda con la misma
denominación?”. Efectivamente, busqué en la balda correspondiente y extraje el disco, “Radio Wave” (Bitzcore Rcds, 1991), allí se encontraba el vinilo de una
formación a la que ya iba teniendo ganas de recuperar.
No todo aconteció de manera tan
sencilla, lo comento porque en cuanto me puse a escribir se me vino el mundo
encima. No había forma humana de concentrarse, por mi cabeza galopaban un buen
puñado de distintas influencias musicales, alimentadas por la escucha
compulsiva (en una nueva e inesperada sesión nocturna) el ambiente se iba
volviendo cada vez más incontrolado.
El Black Lives Matter de Marvin Gaye (”What´s Going On” y “Marvin Gaye Live”), Sam Cooke (”Live At The Harlem Square
Club”), Isaac Hayes (“Hot Buttered Soul”) y la Martha and The Vandellas (“Dance
Party”) de inmediato se hicieron con el mando de las operaciones; para
compensar tanta abundancia de momentos estelares no se me ocurrió otra cosa que
acudir a Gong (“You”), The Flying Lizards (“S/T”) y Make-Up (“In Mass Mind”),
allí me enfrenté a una necesaria variante de sonidos etéreos y a ratos algo
chirriantes; di por finalizada la sesión con My Bloody Valentine (“Loveless”) y
Teenage Fanclub (“A Catholic Education”), convencido de que esas eran las obras
definitivas, las que realmente buscaban los titulares de prensa nocturnos. Para afianzar el totum revolutum mental nada
mejor que ir recordando algunos de los temas escuchados la tarde anterior, el
“Casiopony” de la banda catalana Achilifunk Sound System ocupó buena parte de
esos instantes.
Aun ahora, muchas horas después, me
cuesta reconocer si llegue a acostarme con la sensación de haber superado la
prueba.
A la mañana siguiente, mientras me
preparaba un zumo de naranja, decidí identificar el espacio geográfico de los
protagonistas aspirantes al trono. La banda de rock homónima grabó su “Radio
Wave” en vivo en las emisoras de los campus universitarios WJUL y WMBR de
Lowell y Cambridge, ambas localizadas en Massachussetts, el mismo estado en el
que está ubicada la ciudad de Salem, lugar en el que vino al mundo el Jones
Very poeta. Huelga decir que ahí encontré un punto de apoyo.
“Vic Bondi, líder de la banda Jones
Very, ¿acaso la llamó así en homenaje a este otro Jones Very oscuro?”.
Investigué a continuación sobre las ciudades de Lowell, Cambridge y Salem. La
primera (básica para los amantes de la literatura beatnick), origen del escritor Jack Kerouac, descendiente de emigrantes franco-canadienses,
establecidos allí hacia 1880 al amparo de la entonces pujante industria textil.
Cambridge, cuna de las grandes corrientes culturales norteamericanas, sede
además de la prestigiosa Universidad de Harvard, en su ambiente literario
crecieron autores como William James, Margaret Fuller, E. E. Cummings o T. S.
Eliot. Salem, la última ciudad, más conocida por los antiguos episodios de caza
de brujas acaecidos durante el siglo XVII. Las tres quedarían ubicadas en la “Miskatonic Region”,
célebre ruta literaria que conmemora muchas de las mejores escenas del Cthulhu de H. P. Lovecraft.
Aunque nacida de las cenizas de
Articles of Faith, grupo de Chicago, la banda Jones Very es originaria de
Boston; ambas formaciones siguen la estela del punk melódico que se extendió
rápidamente por los EEUU durante los primeros años de la década de los 90. La
misma apuesta de Jones Very, también alineada con el indie más hardcore, recoge
en Molly Hatchet, Fugazi y Hüsker Dü sus referencias más próximas. El activismo
militante de su líder, Vic Bondi, acopia en sus textos las reivindicaciones
sociales y políticas de la época. Al enfrentarme a los créditos del disco
observé la existencia de un pequeño recorte de prensa; allí, como en un
manuscrito antiguo, se recogía la entrevista que un tal Tom Perlich le hiciera
a Vic Bondi: “el nombre del grupo proviene de la figura de un ministro
protestante que, durante los 1830s, formó parte de un grupo de escritores
trascendentalistas que, incluyendo a Henry David Thoreau, buscaban lograr una
novedosa perspectiva vital, que todos los elementos de la vida diaria pudieran
quedar imbuidos por un halo de profundidad espiritual” (sic)
El 13 de septiembre de 1838, con
apenas 25 años cumplidos, el joven Jones Very se dirige a sus alumnos de griego
en la Universidad de Harvard: “¡Huid a las montañas, porque el final de todas
las cosas está al caer!”. En el transcurso de los doce meses siguientes cree
firmemente ser el elegido de Dios, se manifiesta como el embajador
plenipotenciario de la Segunda Venida del Mesías; a partir de entonces comienza
una exhaustiva labor de proselitismo en la que, si bien logra convertir a su
madre (hasta entonces una activa atea y librepensadora, emparejada con su primo
hermano) y a sus alumnos más cercanos, fracasa cuando lo intenta en el
exclusivo reducto intelectual de Harvard. Elizabeth Peabody, Ralph Waldo
Emerson, Nathaniel Hawthorne, Henry David Thoreau, autores que le ofrecieron
inicialmente su cobijo, se resisten a convertirse en sus apóstoles. Sus “Essais
and Poems”, publicados en 1839, siguen las pautas clásicas de los sonetos de
Shakespeare; la temática mística (desde la renuncia a la propia voluntad, la
simbiosis del individuo con el Ser Supremo y la comunión íntima con la
Naturaleza) conforman los pilares en los que se asientan su visión poética.
Poco tiempo antes, el incómodo revuelo que causa su fervor ultra-religioso, le
obliga contra su voluntad a recluirse en un hospital psquiátrico. A la salida
del asilo, seis meses después, profesando ya como ministro, le esperaba la
reclusión más absoluta hasta su muerte en 1880.
“¿”Vic Bondi y Jones Very confluyen
en sus textos, en su forma de ver la vida?”. En cierto modo creo que si lo hacen. Ambos
son excéntricos de la soledad y del estudio. Jones Very estudia en Harvard a
Shakespeare, está obsesionado con el personaje de Hamlet, su padre (marino
mercante) lo lleva a conocer el castillo de Kronborg con tan solo nueve años.
Queda fuertemente impresionado. Vic Bondi estudia Historia Moderna en la
Universidad de Boston, aplicadísimo durante tres años, pronto llega a la
conclusión de que necesita de nuevo salir a escena, lo hará dando continuidad a
sus antecedentes líricos de condena social, sigue utilizando la música como el
medio más apropiado para dar publicidad a sus ideas.
El hecho de ser fruto de un
matrimonio sin bendecir convence a Jones Very de ser partícipe del pecado
original. Necesita salvarse a toda costa. Comprende que abjurando de las
relaciones sexuales puede tener buena parte del camino andado. Harvard le sirve
de trampolín. Su propia figura humana, esbelta, elegante, mística, irradia un
irresistible aura de santidad. Escribe como Shakespeare debería haber escrito
pero no le culpa por ello. Es presentado en el gran sanedrín de Nueva
Inglaterra y se le acepta. La sociedad más conservadora le rechaza. Vic Bondi
también pretende emplazar al individuo en un contexto social donde lo político
y lo espiritual vayan de la mano. Comenta que desde su obra anterior, “Words
and Days” (Hawker Rcds, 1989) persigue la idea de conectar las cosas.
De este extremo podrían ser los
textos compartidos por Vic Bondi y Jones Very: “La primavera llega repleta de
brotes y hierba / En el próximo milenio todos hablaremos spanish / Caen las
gruesas hojas, una a una, todavía guardan su aire muerto / Dios ha pasado de mi
últimamente / Encontró un millar de mentirosos en mi lugar / Es esta una nueva
vida; los pensamientos sumergidos entre los pasos inciertos de la mente / Ya no
se mueven como antes / Se casó en un pis-pás / El sueño del hombre sigue
confundido / Nota que le falta algo”
Soy de los que tiende a creer que el
poco reconocimiento que se le confiesa en su país a Jones Very ha influido en
la corta carrera de Vic Bondi. Me conforta saber que actualmente siga al frente de
varias bandas, buscando en el fracaso de ambos Jones Very su “Draft Morning”
(suenan ahora The Byrds).
Aquello sucedió mientras leía la edición de Félix Martín sobre los "Relatos" de Edgar Allan Poe (Cátedra, Letras Universales, 2012). En la página 14 apareció un comentario del conocido crítico literario Harold Bloom en el que califica la poesía del escritor de Boston como digna de poca atención, de hecho la sitúa detrás de autores tan poco conocidos como Jones Very, Timrod y Tuckerman...
“¡Jones Very!”..., su nombre me llamó de inmediato la atención: "¿no tengo acaso un Lp de una banda con la misma denominación?". Busqué en la balda correspondiente y extraje el disco, "Radio Wave" (Bitzcore Rcds, 1991), allí estaba el vinilo de una formación a la que ya iba teniendo ganas.
No todo aconteció de manera tan sencilla, lo comento porque en cuanto me puse a escribir se me vino el mundo encima. No había forma humana de centrarse, por mi cabeza galopaban un buen puñado de distintas influencias musicales. Alimentadas por la escucha sucesiva (en una nueva e inesperada sesión nocturna) el ambiente se iba volviendo cada vez más incontrolado.
El Black Lives Matter de Marvin Gaye ("What´s Going On" y "Marvin Gaye Live"), Sam Cooke ("Live At The Harlem Square Club"), Isaac Hayes ("Hot Buttered Soul") y Martha and The Vandellas ("Dance Party") se hizo pronto con el mando de las operaciones; para compensar tanta abundancia de momentos estelares no se me ocurrió más que acudir a Gong ("You"), The Flying Lizards ("S/T") y Make-Up ("In Mass Mind"), y allí me enfrenté a una necesaria variante de sonidos etéreos y a ratos chirriantes; finalice la sesión con My Bloody Valentine ("Loveless") y Teenage Fanclub ("A Catholic Education"), convencido de que esas eran las obras definitivas, las que realmente buscaban los titulares. Para rematar el caos mental, a ráfagas iban llegando los recuerdos de algunos de los temas escuchados durante la tarde anterior, el sorprendente descubrimiento del "Casiopony" de Achilifunk Sound System, una banda catalana de rumba moderna.
Aun ahora, me cuesta reconocer si me acosté convencido de haber superado la prueba.
Lo primero que hice a la mañana siguiente fue intentar localizar el espacio geográfico de ambos protagonistas Jones Very. La banda de rock homónima grabó este "Radio Wave" en vivo en las emisoras universitarias WJUL y WMBR (de ahí su nombre) de Lowell y Cambridge, ambas en Massachussetts, el mismo estado en el que está ubicada la ciudad de Salem, lugar de nacimiento del Jones Very poeta. Ahí encontré un punto en común.
"¿Vic Bondi, líder de la banda, ...acaso la haya llamado así en homenaje a este poeta oscuro?" En segundo término, investigué sobre las ciudades de Lowell, Cambridge y Salem. La primera, origen del favorito Jack Kerouac, descendiente de emigrantes franco-canadienses establecidos allí hacia 1880 al amparo de la entonces poderosa industria textil de la zona. Cambridge, una de las grandes capitales culturales norteamericanas, sede de la prestigiosa Universidad de Harvard, en su ambiente literario fueron protagonistas, entre muchos otros, escritores como T.S. Eliot, E. E. Cummings, Margaret Fuller o el filósofo William James. Salem, ciudad más conocida por los episodios de la caza de brujas del siglo XVII (a añadir la exitosa revisión teatral como “Las brujas de Salem” de Arthur Miller en 1953). Las tres quedarían encuadradas en la célebre "Miskatonic Region", ruta literaria donde muchas de las escenas de H. P. Lovecraft tienen lugar.
La cosa prometía.
Aunque nacida de las cenizas de Articles of Faith, formación de Chicago, la banda Jones Very es originaria de Boston; ambas dan continuidad al estilo punk-melódico que se extendió rápidamente por los EEUU durante los primeros años de la década de los 90. La apuesta de Jones Very, también alineada con el indie más hardcore, recoge en Molly Hatchet, Fugazi o Hüsker Dü a sus referencias más próximas. El activismo de su líder, Vic Bondi, seguidor de la izquierda progresista de raíz universitaria, recogía las reivindicaciones sociales y políticas para traspasarlas a sus textos. Al enfrentarme a la funda de los créditos observé (“¡se me pasó de largo durante casi treinta años!”) la existencia de un pequeño recorte de prensa en la parte inferior; allí, como en un manuscrito antiguo, un tal Tim Perlich entrevistaba a Vic Bondi: "el nombre del grupo "proviene de un ministro protestante que, durante los 1830s, formó parte de un grupo de Trascendentalistas que, incluyendo a Henry David Thoreau, buscaba lograr una nueva perspectiva vital, que todos los elementos de la vida diaria quedaran imbuidos por un halo de profundidad espiritual" (sic).
El 13 de septiembre de 1838, con apenas 25 años cumplidos, el Jones Very poeta se dirige a sus alumnos de griego en la Universidad de Harvard: "¡Huid a las montañas, porque el final de todas las cosas está al caer!". Durante los siguientes doce meses cree firmemente ser elegido por Dios, se manifiesta a continuación como el embajador plenipotenciario de la Segunda Venida del Mesías; a partir de entonces comienza una extraordinaria labor de proselitismo que si bien logra convertir a su madre, anteriormente una activa atea y librepensadora emparejada con su primo hermano (su padre en realidad), y a su círculo más cercano de alumnos, fracasa cuando lo intenta en el exclusivo reducto intelectual de la élite trascendentalista de Harvard. Elizabeth Peabody, Ralph Waldo Emerson, Nathaniel Hawthorne, Henry David Thoreau, autores ya reconocidos que le ofrecieron inicialmente cobijo, se niegan a convertirse en sus apóstoles. Sus "Essais and Poems" (no he encontrado traducción al castellano), publicados en 1839, siguen las pautas clásicas de los sonetos de Shakespeare; la temática mística (de la renuncia a la propia voluntad y la simbiosis del individuo con el Ser Supremo), además de la comunión íntima con la Naturaleza, son los dos pilares en los que se asienta su visión poética. Poco antes, el tremendo revuelo social causado por su fervor ultra-religioso, le conmina a seguir un tratamiento psiquiátrico en el McLean Hospital de la vecina Charlestown. A la salida del Asilo, seis meses después, profesando como ministro religioso, le esperaba la reclusión más absoluta hasta su muerte en 1880.
“¿Vic Bondi y Jones Very confluyen en sus textos, en su forma de ver la vida?”. En cierto modo sí lo hacen. Ambos son excéntricos de la soledad y del estudio. Jones Very estudia en Harvard a Shakespeare, está obsesionado con el personaje de Hamlet, su padre lo lleva a conocer el castillo de Kronborg con tan solo nueve años de edad. Queda impresionado. Vic Bondi estudia Historia Moderna en Boston, lleva tres años aplicadísimo, sin tocar en ningún grupo, así que pronto ha llegado a la conclusión de que necesita salir de nuevo a escena. Lo hará dando continuidad a sus antecedentes líricos de condena social, la música le sigue pareciendo el medio más apropiado para seguir dando publicidad a sus ideas.
Jones Very está convencido de ser el origen del pecado original. Necesita a toda costa salvarse y sabe que abjurando de las relaciones sexuales tiene buena parte del camino andado. Harvard le sirve de trampolín. Su propia figura humana, alta, mística, elegante, irradia un aura de santidad. Escribe como Shakespeare debía haber escrito pero no le culpa por ello. Es presentado en el gran sanedrín de Nueva Inglaterra y se le acepta. Vic Bondi pretende también emplazar al individuo en un contexto social donde lo político y lo espiritual fueran de la mano. Comenta que desde su obra anterior, “Words and Days” (Hawker Rcds,. 1989), persigue la idea de conectar las cosas. Las mentes más conservadoras rechazan a Jones Very, le obligan a entrar en un asilo. Allí escribe sus mejores obras.
De este extremo serían los textos de Jones Very y Vic Bondi compartidos: “Llega la primavera repleta de brotes y hierba / En el próximo milenio todos hablaremos spanish / Caen las gruesas hojas, una a una, todavía no esconden su aire muerto / Dios ha pasado de mi últimamente / Encontró un millar de mentirosos en mi lugar” / Es esta una nueva vida; los pensamientos ya no se mueven como antes / Sumergidos entre los pasos inciertos de mi mente / Se casó en un pis-pás / El hombre sigue confundido con su sueño / Nota que le falta algo”
Soy de los que cree que el poco reconocimiento que se le confiesa en EEUU al poeta y religioso Jones Very ha influido en la corta carrera del Jones Very de Vic Bondi. Actualmente sigue al frente de varias bandas, buscando en el fracaso de ambos Jones Very su "Draft Morning" (suenan ahora The Byrds).