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27 ene 2013

PIO BAROJA LA VIDA FANTÁSTICA





PIO BAROJA.   "LA VIDA FANTÁSTICA"
Poco antes del final de enero termino la lectura de la trilogía "La vida fantástica" de Pío Baroja. Descubrir a estas alturas que se trata de uno de mis autores favoritos sería una banalidad. "Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox", "Camino de perfección" y "Paradox, rey" conforman los tres títulos incluidos en esta trilogía, libros que, después de su sosegada lectura, también he de reconocer que con Baroja siento una especie de "placer del paladar ", me confirman lo acertado de su elección.

Me gusta considerar a los protagonistas, Silvestre Paradox, en las novelas que llevan en su título su nombre, y a Fernando Ossorio, en "Camino de perfección" como los primeros "beatnicks" de la novela española de inicios de siglo XX. Su trayectoria vital, desde la ciudad al campo, o hacia el continente africano como es el caso de "Paradox, rey", es un fiel reflejo de la aventura en el camino, la propia historia personal contada como avatar que sucede justamente durante el deambular de un lugar hacia otro.




Si "Aventuras, inventos y mixtificaciones de Silvestre Paradox" tiene a la ciudad de Madrid como gran protagonista espacial, aunque no único ya que Silvestre para en esa villa después de un largo recorrido por otras naciones, y el viaje final a Valencia con su amigo Avelino Diz, "Camino de perfección" representa, ya más concluyentemente, el viaje continuado, aquél que supone no solo el reflejo del movimiento como actitud positiva ante la existencia, si no también como huida del vicio y de las pasiones reflejadas en la gran ciudad, y la búsqueda de la quietud y de la falta de emociones como redención ante una vivencia moralmente reprochable. "Paradox, rey", sin embargo, plantea la quimera de una colonización humanitaria y su fracaso final, esta vez en las lejanas tierras de la llamada Isla Afortunada, trasunto espacial de un paraíso perdido, aunque habitado ya por la peculiar tribu de los mandingos. No es sorpresa en Baroja que el planteamiento de la nueva soberanía de la colonia conquistada adquiera tintes ácratas, bajo la éjida de un supuesto protectorado de corte británico, mientras que el fracaso de la misma se deba a la intervención militar francesa.

Adentrarse en el mundo de las trilogías barojianas es un regalo para el lector. Su lenguaje, tan vinculado a la imageniería de los primeros años del siglo XX, el relato sucinto y esclarecedor de los usos y costumbres lugareños, los tipos y caractéres urbanos y rurales tan bien descritos, y ese arte del escritor vasco para sentirse pintor cuando describe paisajes, en los que la mención de distintos colores, siempre acertados en sus tonalidades, transforma las líneas escritas en óleos de significativa belleza, conforman una experiencia de grata emoción para el lector atento.

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