LOW "THE INVISIBLE WAY"
Corre un aire helado entre las flores y un ritmo de hojas caidas cubre el jardín recién segado. Hay pájaros que ya no surcarán esta primavera un cielo que, repentinamente, se ha convertido en reflejo de hojalata. Y ese espejo, al que cada mañana se enfrenta un hombre distinto, sigue sin mentir, sigue mostrando la imparable paradoja de la vida.
Nuestras oraciones se hacen más grandes durante el silencio, aquel que ocupa el último chirrido de la mecedora recien quieta; la palabra que nunca se dijo cobra todo su valor cuando la pequeña araña, descubierta por nuestros ojos asustados, corre buscando un refugio inexistente. Se abren puertas que no tienen marcos, entra el aire de los primeros colores del día por ventanas sin cristales, un papel deshilachado baila empujado por la falta de viento, se oyen pasos acercándose, pero no llega nadie a tu casa.
Ayer se elevaron coros en mis sueños, tic-tacs repetitivos que fraguaban lamentos en la cabaña del lago. Me acercaba rodeado de una niebla azul al zaguán derruido y ví la calavera lunar de un botón blanco, por sus agujeros salían larvas que después volaron. Se removía alocadamente mi cabello y, al golpearme en la cara, una lluvia de agujas llegaba muy lentamente hasta mis pupilas.
Quiero así, mis dedos siendo sendero de insectos, dormir pegado al campo fresco. Llorar cuando llegue de mañana el rocío a despertarme, aletear con el grillo en las tardes infernales de calor, lamer la senda de la babosa que busca el tallo de la planta, ser nada en la palma mullida del gato, o tan solo el breve asombro de una brizna de hierba.
Low llega desde Duluth hasta una buhardilla de Madrid, iluminada por nubes retrasadas de Abril, y expande su mensaje. "The Invisible Way" hace patente en sus palabras, en su ritmo portentosamente lento, en sus armonías aterciopeladas, la necesidad de luchar contra el tiempo perdido, aquel que solo trasciende con la mirada de un niño.
Mimi Parker, Alan Sparhawk, Steve Garrington y Jeff Tweedy, como productor, lo han soñado también.
Nuestras oraciones se hacen más grandes durante el silencio, aquel que ocupa el último chirrido de la mecedora recien quieta; la palabra que nunca se dijo cobra todo su valor cuando la pequeña araña, descubierta por nuestros ojos asustados, corre buscando un refugio inexistente. Se abren puertas que no tienen marcos, entra el aire de los primeros colores del día por ventanas sin cristales, un papel deshilachado baila empujado por la falta de viento, se oyen pasos acercándose, pero no llega nadie a tu casa.
Ayer se elevaron coros en mis sueños, tic-tacs repetitivos que fraguaban lamentos en la cabaña del lago. Me acercaba rodeado de una niebla azul al zaguán derruido y ví la calavera lunar de un botón blanco, por sus agujeros salían larvas que después volaron. Se removía alocadamente mi cabello y, al golpearme en la cara, una lluvia de agujas llegaba muy lentamente hasta mis pupilas.
Quiero así, mis dedos siendo sendero de insectos, dormir pegado al campo fresco. Llorar cuando llegue de mañana el rocío a despertarme, aletear con el grillo en las tardes infernales de calor, lamer la senda de la babosa que busca el tallo de la planta, ser nada en la palma mullida del gato, o tan solo el breve asombro de una brizna de hierba.
Low llega desde Duluth hasta una buhardilla de Madrid, iluminada por nubes retrasadas de Abril, y expande su mensaje. "The Invisible Way" hace patente en sus palabras, en su ritmo portentosamente lento, en sus armonías aterciopeladas, la necesidad de luchar contra el tiempo perdido, aquel que solo trasciende con la mirada de un niño.
Mimi Parker, Alan Sparhawk, Steve Garrington y Jeff Tweedy, como productor, lo han soñado también.
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