ESCLARECIDOS "ESCLARECIDOS 2"
Confieso que la memoria me puede fallar si rememoro aquellos felices acontecimientos que se sucedieron en las piscinas y las terrazas del Madrid de 1985. Esas fiestas imprevistas y a última hora en los áticos del Paseo de la Habana, la bañera repleta de bolsas con cubitos de hielo, postales e imanes colgados en la nevera, memoria de los primeros viajeros madrileños que hollaban el frío polar en Groenlandia ("Un cuerpo frío bajo la nieve/en Mayo todo se sabrá"..., ¡qué línea tan misteriosa! ["Bajo La Nieve"]), otros personajes que transitaban por los pasillos reptando entre sugerentes curvas femeninas, saludos y explosión de miradas furtivas, colores brillantes en los pliegues de sus vestidos, ellos liando los más sabrosos mais sin recato, perfume de MG o Larios, acidez de limones, toses sin jirones.
Vengo del Astoria de ver a The Bluebells y después me he dejado caer en una terraza de Cascorro. Al fondo de la habitación un piano mudo, cuadros de María Gómez. En el tocadiscos suenan los Doors de L.A. Woman, "Riders On The Storm", y alguien me enseña un fanzine en el que se han añadido retales de un mantelito de diseño. Después de dos o tres espasmos psicotrópicos bajamos a Tirso de Molina y cogemos un taxi, dirección norte, Chamartín. Corre una brisa buena cuando abrimos las ventanas.
Piso 9º. Muy abajo, al borde de la calle, brillan las luces de una pizzería, la sirena de una ambulancia en los aledaños del Santiago Bernabeu marca su ambiguo territorio. Uno, dos, tres, cuatro, cinco (tranquilo, mantengo la calma), séis, siete ( ya llegamos...), ocho, nueve (joder, por fin), alguien abre la puerta..., entramos, zaguanes desconocidos, siento un cosquilleo en mi poco olímpica espina dorsal. Hay una brisa que barre todo el pasillo, desde un fondo aun no previsto suenan voces, unos tonos de..., ¡coño!, ¿saxo?, sí. ¿Miles Davis a estas hora de la noche?..., si no es el "Kind Of Blue" solo pueden ser..., Los Esclarecidos. ¡Vale, son ellos, entro con buen pié, los conozco, soy el amo del cotarro!
Desde aquella terraza Madrid era un Manhattan en pequeño, rascacielos en miniatura, luces teatrales en la distancia, techos celestiales que si ser tan altos sí presumían de tener los mejores aromas nocturnos, un asomo de versos admiraban los lejanos perfiles de la sierra, siempre tan cercana a los vigías nocturnos de Madrid. Me asomé al vértice y absorbí un perfume de campeones de liga.
Fuí a la cocina, ya sabía que allí se cocían los mejores guiones de Billy Wilder, y mal andando entre corchos desparramados por el suelo, cuchillos pringados de mermelada de ciruela refulgiendo en una mesa de formica, tuve la suerte de toparme con la más incólume belleza apalachiana jamás nacida. Sonaba el "Arponera" y deseé decirla algo. No me atreví, siempre he sido un panoli. Quisiera recordar ahora que, ya de vuelta al petril perfumado de la terraza, me inundó el sentimiento melancólico de "Dos Españolas Solas"..., pero no, aquí el héroe, ya conocedor entonces de las trampas del deseo a deshora, prefirió bailar al ritmo trepidante del "Pipeline", "y es que el amor no es eterno", ¡qué carajo, ni siquiera instantáneo!
Sonó después "Él Dormía En Un Fotomatón" y me alegró el alma. "El Manzanares, el Manzanares, el Manzanares está más allá, el dormía en un fotomatón, esta noche la gente vuelve a creer, que aun es posible pasar, una buena noche de rock and roll, el dormía..." Me asomé al balcón de los geranios acariciados. Sus hojas verdes eran diminutas alas invitando al vértigo del vuelo. Miré el reloj. Ya eran las tantas y parecía que el cielo se convertía en una capa revisitada de la Santa Inquisición. Desde una cercana amaca rayada de azul y blanco volaron las últimas mariposas de la noche. ¡A por todas chavales!, "Saxofon Night Club", ¡vamos a mover ese esqueleto, que no vean que decaigo!
Alguién estaba preparando la comida para Milú, el pobre perro no entendía nada, tal era el bullicio. Entonces, ya la terraza convertida en un velero árabe, tal era el perfume marroquí que inundaba la estancia, volaba hacia la Ursa Mayor con el viento a favor. Ví el momento propicio entonces para tatarear unas habaneras y acariciar la boquilla de un Ducados. Usaba entonces un chisquero de cuerda naranja. El brillo de la piedra refulgió como el ámbar gris de un cachalote.
27 años después. Andando por el césped de un jardín renacentista. Una brisa de crema y guirnaldas regala a los presentes una tregua frente al calor de Junio. Muchas son las variedades arbóreas que peinan el aire con susurros de Motown, Stax, Phil Spector, Marvin Gaye, Nina Simone. Me acerco a saludar a Cristina Lliso, a Coyán Manzano, a Suso Sáinz y su hijo Emilio, a Coque Malla. El eterno retorno ha cumplido con su leyenda.
Huy dos debilidades en un mismo articulo. Esclarecidos con su 2 lp . Su mejor disco a mi parecer. Todavío lo conservo en lp . Lastima que salvo arponera nadie haya reivindicado al mismo. y lo otro THE BLUEBELLS. Uno de mis grupos favoritos de Glasgow con conexión Costello además
ResponderEliminarEs que eran muy buenos y tuve la suerte de conocer a alguno de sus miembros. Una de mis hermanas mantiene buena relación con varios de ellos. El disco es muy bueno y la producción de Paco Trinidad sobresaliente.
ResponderEliminarGracias por tu comentario.