21 dic 2012
CELOFÁN.
A las afueras de Avila, prados de Tornadizos, ruta Villalba-Ávila, primavera de 2005.
Hay tres niveles, casi, pictóricos. El primero ténue del cielo, con dos nubecillas, tal que dos puntos blancos. El segundo verde de los prados, divisoria donde descansan y pacen las blancas vacas entre el fondo de encinas. El tercero la charca, espejo glauco del cielo, posee una visión al revés de la naturaleza que la encumbra. El agua se torna límpido celofán que pide no ser tocado.
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